martes, 6 de agosto de 2024

Capítulo 6 Cangamba




Uno de los acontecimientos en que mayor participación tuvo la aviación de helicópteros fue la denominada "Batalla de Cangamba".

Lo sucedido en aquella localidad sirvió para que las partes involucradas se pronunciaran vencedoras, pero la estricta verdad es que, no existieron vencedores ni vencidos. De afirmar que la UNITA venció, seria adjudicarle una victoria "pírrica", debido al alto costo en armamentos y vidas.

El combate ha sido erróneamente comparado con acciones similares ocurridas durante la guerra de liberación cubana. Se hicieron también muchas comparaciones con los días de Kinfangondo, Cabinda y Ebo, pero la situación era bien distinta. En ese entonces no había nada definido. Ni las fuerzas armadas cubanas tenían el potencial bélico de 1983, así como tampoco ocupaban las posiciones a la fecha, ni se contaba con los recursos materiales y humanos en extremo superiores.

A partir del mes de febrero de 1983 (nótese la fecha), la UNITA comenzó a cercar la población de Cangamba, un pequeño poblado del sudeste angolano que constituía, dentro de la división político - administrativa de la RPA, un municipio de la provincia de Moxico, importante nudo de vías que unen a las poblaciones de Cuito Cuanavale, Cangombe, Muie, Sesse y Lumbala N'Guimbo con Luena, la capital provincial y el pueblo de Cassamba. 


                                              Luena, posición geográfica en Angola

Situada en los 13 grados 43 minutos de latitud sur y los 19 grados 53 minutos de longitud este, Cangamba se encontraba a más de 200 Km de las principales fuerzas FAPLA así como del más cercano contingente de tropas cubanas que defendían la línea, imaginaria, Mosamedes-Menongue (Serpa Pinto). Los aeródromos más cercanos eran al suroeste de Cangamba, Menongue, distante en 255 Km y Lubango 680 Km. Huambo a 455 Km, por el noroeste y Luena a 210 Km al norte.

La toma de Cangamba representaba, para la UNITA, facilitar el movimiento de sus unidades hacia el nordeste del país y alcanzar objetivos propagandísticos en la esfera internacional.

Con la retirada de las tropas cubano - angolanas de la localidad, la UNITA cumplió los objetivos que se había planteado. No es menos cierto que el costo fue gigantesco, pero de eso no se enteró la opinión pública internacional.

Para las tropas cubanas, Cangamba resultó una confrontación político- moral en lugar de un combate.

 


En aquellos siete días, comprendidos entre el 2 y el 9 de agosto de 1983, los combatientes de Cangamba se enfrentaron, en solitario, contra un enemigo varias veces superior en número y armamento. ¿Cómo no se previó esto con antelación?

Desde el mes de febrero, como consecuencia del bloqueo impuesto por la UNITA, se conocía que los suministros, por caravana, no podían llegar hasta Cangamba. Era totalmente imposible llegar a Cangamba por vía terrestre. Los intentos que se hicieron, en los meses anteriores al asedio, quedaron frustrados al caer nuestras caravanas en diferentes emboscadas.

Al parecer ningun oficial del Estado Mayor de la MMCA o del EMG de las FAR (en Cuba) valoró que la UNITA se atrevería a poner cerco a Cangamba.

Tal vez pensando en una fácil victoria, como consecuencia de la distancia que separaba a aquella región de las fuerzas principales cubano-angolanas y a los frustrados intentos de ser abastecidas, la UNITA decidió cercar a nuestros combatientes y desatar violentos ataques a fin de aniquilarlos. 

En Cangamba, el mando cubano-angolano desplegó una abrumadora fuerza en un breve espacio de tiempo y los combatientes cubano- angolanos realizaron una verdadera proeza de heroísmo colectivo.

Los hostigamientos habían comenzado en el mes de junio, fundamentalmente con el empleo de morteros. Los abastecimientos y la evacuación de los enfermos y heridos llegaron a ser sumamente difíciles.

Con el objetivo de evacuar heridos y enfermos el día 30 de junio, ante la situación creada, fueron enviados dos helicópteros apoyados por una pareja de aviones MIG-21. A pesar de llevarse a efecto bajo un nutrido fuego de morteros, la misión fue cumplida.

El dos de agosto la jefatura de la MMCA ordenó mantener Cangamba a toda costa y decidió asestar golpes de la aviación de caza, desde Menongue así como el envío inmediato de dos regimientos de tanques desde Menongue y Huambo hacia la región de las acciones combativas.

En ese momento la situación había tomado tal carácter que los defensores de Cangamba no conocían, con exactitud, las posiciones ocupadas por el enemigo y esto dificultaba las acciones de la aviación.

Con la misión de forzar el cerco y unirse a los sitiados al amanecer del día tres de agosto nuestros helicópteros efectuaron un desembarco de una compañía de tropas especiales en la carretera vieja de Tempue (a sólo 6-8 kilómetros de distancia de Cangamba). A partir de este momento los helicópteros comenzaron a basificarse en el aeródromo de Luena.

A primera hora del jueves 4 de agosto, en Luanda se recibe un cable dirigido al jefe de la Misión Militar de Cuba en Angola con indicaciones precisas de Fidel Castro. En el mensaje, le dice al General “Polito” que fue correcto reforzar Cangamba, pero ahora tenía más cubanos comprometidos y se imponía actuar con urgencia, pues el tiempo era factor fundamental; las dos columnas previstas debían avanzar hacia la aldea de inmediato y subordinar cualquier otro objetivo que fuese posible con tal de alcanzar a la prioridad máxima: socorrer y liberar a los combatientes cercados. 

Leyendo entre líneas, podemos llegar a la conclusión de que Fidel Castro no estuvo muy de acuerdo con el refuerzo de Cangamba, cuando ordena avanzar a las columnas sin tener en cuenta la imposibilidad, de las mismas, para llegar a Cangamba a tiempo de socorrer a los sitiados.

El día cuatro de agosto, los helicópteros realizaron un desembarco de municiones y otros medios, aterrizando dentro del mismo cerco, siendo recibidos con un intenso fuego enemigo.
La cercanía de los contendientes aumentaba la dificultad para el empleo de la aviación y sé hacia evidente la necesidad de un apuntador, que debía haberse previsto con antelación.

El fuego anti-aéreo era intenso; no obstante los helicópteros volvían una y otra vez para abastecer a los sitiados, utilizando el método de lanzamiento de las cargas, lo que trajo como consecuencia que parte de los pertrechos fueran a parar a manos de la UNITA.

En el libro “Cangamba” de Martín Blandino, cita al Coronel Orlando Calvo Montes de Oca (Jefe del Regimiento de Helicópteros): describiendo un desembarco de tropas y la imposibilidad de escoger el lugar de aterrizaje cuando a su alrrededor están «lloviendo» granadas de morteros. Ese día le averían las vigas portadoras de los bloques de cohetes y las palas del H-02.


De Izq. a Der., William Gálvez, Orlando Calvo, uno de los combatientes y Mario Reyes Licea, piloto de helicópteros

Los jefes militares cubanos, ignorantes en lo concerniente al empleo de los helicópteros, insistían en que no pusieran las ruedas en tierra. Esa insistencia se debía a la cantidad de documentales (vistos en Cuba) sobre la guerra de Viet Nam y la utilización de los helicópteros por parte de los americanos.

El problema consiste en que los helicópteros americanos UH-1 (los más utilizados en Viet Nam) son tres veces más pequeños que los MI- 8 rusos y no tienen tren de aterrizaje, sino esquís o patines. Por eso, la cabina de carga queda a menos de 50 centímetros del suelo cuanto los patines tocan tierra. 


Saltando desde un MI-8
                                       Fotografía de Ernesto Fernández

                                         Saltando desde un UH-1

Los desembarcos heli-transportados sin apoyar los patines en tierra, se efectúan a menos de metro de altura. Sin embargo, en el caso del MI- 8, el piso de la cabina de carga queda a más de un metro de la tierra, con el helicóptero aterrizado. Cuando levanta para despegar y salen los amortiguadores (dobles) del tren de aterrizaje, la altura desde la puerta de la cabina de carga llega a ser de dos metros. Si a eso le sumamos un metro de altura (vuelo estacionario para no aterrizar), los soldados que se lanzaban a tierra, lo hacían desde casi tres metros de altura sobre el terreno. Los que van a subir al helicóptero, en estas condiciones, encuentran que la escalerilla les llega a nivel de los hombros. Es casi imposible, por no decir del todo, embarcar de esta forma.

Martín Blandino también cita al Teniente Coronel Henry Pérez, relatando cuestiones técnicas de los helicópteros que él como piloto de caza desconoce. Como por ejemplo cuando se refiere a que los helicópteros no pueden volar sin las compuertas traseras de la cabina de carga. Agravando mas su error al afirmar que es una limitación impuesta por el fabricante y se debe a una cuestión que tiene que ver con la aerodinámica del aparato En fin, como se carecía de los medios suficientes, decidieron “inventar” el lanzamiento de huacales (dónde se transportan las bombas de aviación) para llenarlos de armamentos, comestibles o lo que fuera preciso y, amarrados con un cable que llegara pegado al copiloto para que éste en un momento determinado lo hiciera caer. Por supuesto, ya habían tomado la decisión de retirarle las compuertas a los helicópteros. Esta conducta del Teniente Coronel Henry Pérez opinando sobre técnicas de aviación que no domina no era más que un reflejo de la actitud de los jefes superiores que dado su bajo nivel de conocimientos táctico-operativos se les ocurrían los mayores disparates en el empleo de la aviación; especialmente la de helicópteros.

En fin, que como se carecía de los medios suficientes, decidieron “inventar” el lanzamiento de huacales (dónde se transportan las bombas de aviación) para llenarlos de armamentos, comestibles o lo que fuera preciso y, amarrados con un cable que llegara pegado al copiloto para que éste en un momento determinado lo hiciera caer. 

Por supuesto, ya habían tomado la decisión de retirarle las compuertas a los helicópteros. Aquí tienen dos imagenes que valen cien palabras.

errata: El logo de la foto inferior se refiere a un MI-17, cuando es en realidad un MI-8T participante en Cangamba. 

Los helicópteros soviéticos de transporte y combate pueden volar sin las compuertas traseras. Tienen una limitante por velocidad en el caso de transportar las palas (aspas del rotor central) en la cabina de carga. Esto se debe al corrimiento del centro de gravedad del helicóptero, debido al peso y longitud de las palas.

Mientras las cargas se encuentren dentro de la cabina de carga no hay corrimiento del centro de gravedad del helicóptero. Esto solo ocurre con las palas, cuya longitud llega casi hasta el final del boom de cola. Lo del cable fue un invento absurdo que debía haber evitado el Coronel Calvo. 

 


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