Mostrando entradas con la etiqueta MMCA. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta MMCA. Mostrar todas las entradas

lunes, 12 de agosto de 2024

Capítulo 6 continuación El puente sobre el río Cueve y las operaciones encubiertas del General Orlando Castro (Pineo)


Todo aquel que vuela una aeronave de combate, siempre encuentra un área favorita donde le gusta trabajar. En nuestro caso, las constantes idas y venidas, durante los abastecimientos del puente sobre el río Cueve nos compenetro tanto con la región, que la conocíamos como las palmas de nuestras manos.


A la salida del puente, a mano derecha, se encontraba el campamento de las FAPLA y cubanos

No muy lejos de las márgenes se encontraban reportados y ubicados más de quince campamentos del la UNITA, los cuales operaban regularmente contra las poblaciones de Huambo, Waco Cungo, Alto Hama y otras.

Durante el año 1988, dada la imposibilidad de operar contra la UNITA (la orden de Fidel Castro era bien clara y recogía que incluso si éramos atacados no debíamos responder) tampoco era fácil justificar el gasto de municiones, por lo que (para nuestras operaciones encubiertas) solamente utilizábamos las ametralladoras de 7,62 milímetros, delantera y trasera.

Estas operaciones encubiertas eran dirigidas por el General Lorenzo Castro, "a pedido del mando militar de las FAPLA".
Fueron muchas y variadas. Desde desembarco de tropas, utilizando los helicópteros cubanos (muchas de las tropas eran comandos de las PLAN/ 
SWAPO) en áreas cercanas de las bases de la UNITA, ubicadas en las proximidades de Huambo, hasta bombardeos de aviones MIG-21, sobre objetivos que aparecían en los mapas, pero que nunca supimos si existían.

No nos era fácil justificar el gasto de cohetes C-5, no así las municiones de 7,62 milímetros, de las cuales no existía inventario o control alguno.


                                                            CND C-5

Las operaciones se justificaban como vuelos de prueba. Hasta que el puesto de mando de la DAAFAR comenzó a averiguar y me vi en la imperiosa necesidad de enfrentarme a la ira del General y sus represalias.

Cuando le decía que de Luanda no me autorizaban los vuelos “de prueba”, Pineo montaba en cólera y llamaba al General Polo, que a su vez llamaba al Jefe de la DAAFAR. Unas veces autorizaban. Otras veces no.

Era un secreto a voces, pero lo más delicado era el encontrarme en el medio de unos buchinches de generales. Sabía perfectamente que el día que algo saliera mal, me vería en aprietos.

Pero estas operaciones encubiertas no solamente las realizaba el General Lorenzo Castro. También el General Cesar Lara me dio varios dolores de cabeza ya estando el coronel Benigno Gonzales Cortés al frente del regimiento de helicópteros.


                                       Con Benigno Gonzalez Cortés en Huambo

Muchos años después, salieron a la luz unos videos, en los cuales aparecen los Generales Ochoa y Patricio de la Guardia, junto con el entonces Coronel Lamas, en los cuales se podía apreciar cómo se burlaban del General Leopoldo “Polito” Cintras Frías. Así, sacado de contexto, talmente parecía que sentían alegría al negarle unos aviones. Nada más falso.

Fidel Castro había ordenado no apoyar a las tropas FAPLA en lugar alguno que no fuera la defensa de Cuito Cuanavale. Esta orden entró en contradicción con la visión que tenía el Jefe de la MMCA sobre la situación dentro del territorio angolano. 

El General Ochoa consideraba que si las FAPLA eran incapaces de defender el puente sobre el río Cuanza, quedaría abierto el camino hacia Cuito Bié, poniendo en peligro todo el centro de Angola; y de no ser efectiva la defensa, la posibilidad de mantener las posiciones en Cuito Cuanavale.

El General Lorenzo Castro (Pineo), a mi parecer, mantenido al margen de lo que estaba ocurriendo, consideraba conveniente continuar las descabelladas operaciones de “los olivos”, aunque ya de aquella “operación” solo quedara el nombre.

De manera que Pineo quería utilizar los dos aviones MIG-21 ubicdos en Huambo, con el fin de realizar las “operaciones encubiertas” contra la UNITA en el territorio central de Angola. 


                 Ubicación del puente sobre el río Cuanza, cerca de Munhango

Como jefe del regimiento de helicópteros, la pareja de MIG-21 se me subordinaba operativamente y por ese motivo el General Pineo insistía una y otra vez en la utilización de los aviones y los helicópteros para bombardear, desembarcar tropas y atacar posiciones de dudosa ubicación en el terreno.

La primera vez que pedí autorización para satisfacer las demandas del General Pineo, mi jefe inmediato superior, el entonces Coronel Carlos Lamas me dijo, de forma tajante, que ese tipo de operaciones no se encontraban autorizadas por el “alto mando” y me preguntó si yo no había leído la orden.

Por supuesto que la había leído, pero entonces: ¿A qué venía la insistencia del General Pineo? Daba por supuesto que el General también las había leído. ¿O no?

Alguna que otra vez, apremiado por la insistencia del viejo General, que siempre repetía que las tropas de la UNITA atacarían Huambo si no nos adelantábamos a sus pretensiones, autoricé (por mi cuenta y riesgo) los ataques de los MIG-21 contra posiciones que aparecían en sus mapas.

Lo más preocupante era, que se realizaban bombardeos sin que se supiera si habían sido efectivos.
Las tropas FAPLA o SWAPO nunca “visitaron” dichos puntos.
Para colmo, todos sabíamos que el «modus operandi» de las guerrillas de la UNITA era abandonar los campamentos antes del alba.

Esta situación se mantuvo hasta el día en que me vi obligado a decirle tajantemente que no. Entonces tuve que sufrir las represalias de Pineo.

Ese mismo día llegó una pareja de MIG-21 a Huambo y era necesario abastecerla, pero como el combustible se encontraba en poder de Pineo, éste se negó a suministrarlo y esa noche los MIG-21 “durmieron” sin combustible, con lo que esto puede significar en tiempo de guerra.

Al siguiente día informé la situación al PCM de Luanda y ¡sorpresa!, en lugar de darme la razón, en cuanto a lo del combustible, autorizaron el vuelo de los MIGS, por orden del General Polo.

A los pocos días me llamó Lamas y lo único que le faltó fue insultarme. Me dijo, eso sí, que la próxima vez, aunque la orden fuese del General Polo, yo no me encontraba autorizado para permitir dichos vuelos.

Insistió en que yo tenía que comprender que Polo era el jefe del Frente Sur y que no tenía jurisdicción en el centro de Angola. Que Polo tenía suficientes aviones bajo su mando y que no debía estar inmiscuyéndose en asuntos que no eran de su competencia (refiriéndose a Polo), para complacer al viejo Pineo. Concluyó diciendo que la orden del Comandante en Jefe decía bien claro que no se podía operar contra la UNITA en otra dirección que no fuese Cuito Cuanavale.

El General de División Cintras (Polo) era el Jefe del Frente Sur (ya en esos momentos había desaparecido la llamada Agrupación de Tropas del Sur) y por ende, se encontraba subordinado directamente al Jefe de la MMCA, General de División Arnaldo Ochoa, al igual que el Coronel Lamas, que era el Jefe de las Tropas de la DAAFAR (de la aviación).

Ese era en definitiva, las risas que se pueden apreciar en el triste y famoso video. Ochoa, Patricio y Lamas riéndose, de las violaciones del mando superior en que incurrían Pineo y Polo. El Primero, Pineo, desobedeciendo las ordenes de Fidel Castro y el segundo, Cintra Frías violando la cadena de mando.

El General Leopoldo (Polo) Cintras, no tenia mando alguno sobre el Grupo Táctico, ni el resto de las tropas radicadas en Huambo, bajo el mando de General Lorenzo (Pineo) Castro. Polo era en esos momentos Jefe del Frente Sur y Huambo se encuentra en el centro de Angola. De manera que Pineo era subordinado directo de Ochoa. Por tanto, sabiendo la orden de Fidel Castro, de no apoyar a las FAPLA en otra dirección que no fuese el Frente Sur, cuando recibía la negativa de sus propuestas de bombardeos indiscriminados, en lugar de pedirle la autorización a Ochoa, se la pedía a Polo. Este a su vez, violando la cadena de mando, llamaba al Puesto Central de Mando de la DAAFAR y pedía que se autorizasen los bombardeos. 

Sucedía que el jefe de la DAAFAR se enteraba de los bombardeos cuando estos ya habían ocurrido y....., entonces me llamaba, a mí, para depurar responsabilidades.

                                             El Puente sobre el Río Cueve

El trayecto, en helicóptero, hacia el puente del río Cueve duraba aproximadamente unos 45 minutos.
Despegando desde el aeropuerto de Huambo (Nueva Lisboa) se establecía un rumbo noroeste, manteniendo la carretera que conduce a Luanda todo el tiempo a la vista, o de lo contrario la margen derecha del río.

Tan pronto se abandonaba la ciudad nos encontrábamos una hondonada, por la cual desciende la carretera y más adelante asciende nuevamente hasta rebasar la sierra, después de pasar el poblado de Chipipa, distante de Huambo aproximadamente 25 kilómetros.

A la derecha de la travesía, el río. A la izquierda el lomerío, que sobre el nivel del terreno no tendrá más allá de 500 metros, pero que sobre el nivel medio del mar puede alcanzar en algunos puntos más de 2000 metros de altura.

Estas son las ramificaciones de la Sierra de Moco, cadena montañosa donde se encuentran las mayores elevaciones de la región.
A mitad del camino se ubica el poblado de Alto Hama, donde se cruzan las carreteras que van de Luanda a Huambo y la antigua carretera de Balombo, procedente de Lobito y Benguela y que llega hasta Silva Porto, hoy Cuito Bie.



Cerca de Balombo se hallan las famosas termas de Cota Cota donde todavía se podían apreciar los restos de lo que fuera, antes de la retirada portuguesa, un centro turístico de relativa importancia.


                            Termas de Cota Cota, cerca de Balombo

Un poco más al norte, la carretera se inclinaba mas al noroeste para bordear un capricho de la naturaleza que había sido bautizado con el nombre de "Colmillo de Alto Hama", Una piedra de gigantescas proporciones que se eleva a unos 200 metros sobre el nivel del terreno, en forma de colmillo.

La carretera bordea la montaña y tal parece como si hubieran hecho una incisión en la misma. 

Aun puede apreciarse lo que fuera un mirador desde el cual se divisa el maravilloso paisaje del valle del río Cueve.

Después de rebasar el valle el terreno se vuelve escabroso y hasta el propio río tiene sus dificultades. Lugares bajos, rocosos y con rápidos impresionantes. De igual forma, la carretera hace vericuetos, subidas y bajadas, curvas pronunciadas, hasta que entramos en otro valle donde el río realiza un profundo viraje hacia el oeste. Es precisamente en este lugar donde la carretera atraviesa tamaño caudal de agua y donde se encuentra el famoso puente.

Se encontraba defendido por una compañía de infantería de carácter mixto (cubanos y angolanos). Como armamento, disponían de una compañía de tanques del tipo T-34, que servían solamente como piezas de artillería, debido a que sus motores no estaban en condiciones de mover la mole de hierro.

Para principios e 1989 la mayoría de los puentes, reconstruidos por los colaboradores cubanos, habían sido entregados al mando de las FAPLA para su protección. Al despedirme de la Mesopotamia Angolana en el mes de mayo de 1989, el puente del Cueve (dada su importancia estratégica) se mantenía custodiado por tropas cubano- angolanas. 


https://www.amazon.com/-/es/Mario-Riva-Morales/dp/1535570792



Wikio – Top Blogs

martes, 6 de agosto de 2024

Capítulo 6 Cangamba




Uno de los acontecimientos en que mayor participación tuvo la aviación de helicópteros fue la denominada "Batalla de Cangamba".

Lo sucedido en aquella localidad sirvió para que las partes involucradas se pronunciaran vencedoras, pero la estricta verdad es que, no existieron vencedores ni vencidos. De afirmar que la UNITA venció, seria adjudicarle una victoria "pírrica", debido al alto costo en armamentos y vidas.

El combate ha sido erróneamente comparado con acciones similares ocurridas durante la guerra de liberación cubana. Se hicieron también muchas comparaciones con los días de Kinfangondo, Cabinda y Ebo, pero la situación era bien distinta. En ese entonces no había nada definido. Ni las fuerzas armadas cubanas tenían el potencial bélico de 1983, así como tampoco ocupaban las posiciones a la fecha, ni se contaba con los recursos materiales y humanos en extremo superiores.

A partir del mes de febrero de 1983 (nótese la fecha), la UNITA comenzó a cercar la población de Cangamba, un pequeño poblado del sudeste angolano que constituía, dentro de la división político - administrativa de la RPA, un municipio de la provincia de Moxico, importante nudo de vías que unen a las poblaciones de Cuito Cuanavale, Cangombe, Muie, Sesse y Lumbala N'Guimbo con Luena, la capital provincial y el pueblo de Cassamba. 


                                              Luena, posición geográfica en Angola

Situada en los 13 grados 43 minutos de latitud sur y los 19 grados 53 minutos de longitud este, Cangamba se encontraba a más de 200 Km de las principales fuerzas FAPLA así como del más cercano contingente de tropas cubanas que defendían la línea, imaginaria, Mosamedes-Menongue (Serpa Pinto). Los aeródromos más cercanos eran al suroeste de Cangamba, Menongue, distante en 255 Km y Lubango 680 Km. Huambo a 455 Km, por el noroeste y Luena a 210 Km al norte.

La toma de Cangamba representaba, para la UNITA, facilitar el movimiento de sus unidades hacia el nordeste del país y alcanzar objetivos propagandísticos en la esfera internacional.

Con la retirada de las tropas cubano - angolanas de la localidad, la UNITA cumplió los objetivos que se había planteado. No es menos cierto que el costo fue gigantesco, pero de eso no se enteró la opinión pública internacional.

Para las tropas cubanas, Cangamba resultó una confrontación político- moral en lugar de un combate.

 


En aquellos siete días, comprendidos entre el 2 y el 9 de agosto de 1983, los combatientes de Cangamba se enfrentaron, en solitario, contra un enemigo varias veces superior en número y armamento. ¿Cómo no se previó esto con antelación?

Desde el mes de febrero, como consecuencia del bloqueo impuesto por la UNITA, se conocía que los suministros, por caravana, no podían llegar hasta Cangamba. Era totalmente imposible llegar a Cangamba por vía terrestre. Los intentos que se hicieron, en los meses anteriores al asedio, quedaron frustrados al caer nuestras caravanas en diferentes emboscadas.

Al parecer ningun oficial del Estado Mayor de la MMCA o del EMG de las FAR (en Cuba) valoró que la UNITA se atrevería a poner cerco a Cangamba.

Tal vez pensando en una fácil victoria, como consecuencia de la distancia que separaba a aquella región de las fuerzas principales cubano-angolanas y a los frustrados intentos de ser abastecidas, la UNITA decidió cercar a nuestros combatientes y desatar violentos ataques a fin de aniquilarlos. 

En Cangamba, el mando cubano-angolano desplegó una abrumadora fuerza en un breve espacio de tiempo y los combatientes cubano- angolanos realizaron una verdadera proeza de heroísmo colectivo.

Los hostigamientos habían comenzado en el mes de junio, fundamentalmente con el empleo de morteros. Los abastecimientos y la evacuación de los enfermos y heridos llegaron a ser sumamente difíciles.

Con el objetivo de evacuar heridos y enfermos el día 30 de junio, ante la situación creada, fueron enviados dos helicópteros apoyados por una pareja de aviones MIG-21. A pesar de llevarse a efecto bajo un nutrido fuego de morteros, la misión fue cumplida.

El dos de agosto la jefatura de la MMCA ordenó mantener Cangamba a toda costa y decidió asestar golpes de la aviación de caza, desde Menongue así como el envío inmediato de dos regimientos de tanques desde Menongue y Huambo hacia la región de las acciones combativas.

En ese momento la situación había tomado tal carácter que los defensores de Cangamba no conocían, con exactitud, las posiciones ocupadas por el enemigo y esto dificultaba las acciones de la aviación.

Con la misión de forzar el cerco y unirse a los sitiados al amanecer del día tres de agosto nuestros helicópteros efectuaron un desembarco de una compañía de tropas especiales en la carretera vieja de Tempue (a sólo 6-8 kilómetros de distancia de Cangamba). A partir de este momento los helicópteros comenzaron a basificarse en el aeródromo de Luena.

A primera hora del jueves 4 de agosto, en Luanda se recibe un cable dirigido al jefe de la Misión Militar de Cuba en Angola con indicaciones precisas de Fidel Castro. En el mensaje, le dice al General “Polito” que fue correcto reforzar Cangamba, pero ahora tenía más cubanos comprometidos y se imponía actuar con urgencia, pues el tiempo era factor fundamental; las dos columnas previstas debían avanzar hacia la aldea de inmediato y subordinar cualquier otro objetivo que fuese posible con tal de alcanzar a la prioridad máxima: socorrer y liberar a los combatientes cercados. 

Leyendo entre líneas, podemos llegar a la conclusión de que Fidel Castro no estuvo muy de acuerdo con el refuerzo de Cangamba, cuando ordena avanzar a las columnas sin tener en cuenta la imposibilidad, de las mismas, para llegar a Cangamba a tiempo de socorrer a los sitiados.

El día cuatro de agosto, los helicópteros realizaron un desembarco de municiones y otros medios, aterrizando dentro del mismo cerco, siendo recibidos con un intenso fuego enemigo.
La cercanía de los contendientes aumentaba la dificultad para el empleo de la aviación y sé hacia evidente la necesidad de un apuntador, que debía haberse previsto con antelación.

El fuego anti-aéreo era intenso; no obstante los helicópteros volvían una y otra vez para abastecer a los sitiados, utilizando el método de lanzamiento de las cargas, lo que trajo como consecuencia que parte de los pertrechos fueran a parar a manos de la UNITA.

En el libro “Cangamba” de Martín Blandino, cita al Coronel Orlando Calvo Montes de Oca (Jefe del Regimiento de Helicópteros): describiendo un desembarco de tropas y la imposibilidad de escoger el lugar de aterrizaje cuando a su alrrededor están «lloviendo» granadas de morteros. Ese día le averían las vigas portadoras de los bloques de cohetes y las palas del H-02.


De Izq. a Der., William Gálvez, Orlando Calvo, uno de los combatientes y Mario Reyes Licea, piloto de helicópteros

Los jefes militares cubanos, ignorantes en lo concerniente al empleo de los helicópteros, insistían en que no pusieran las ruedas en tierra. Esa insistencia se debía a la cantidad de documentales (vistos en Cuba) sobre la guerra de Viet Nam y la utilización de los helicópteros por parte de los americanos.

El problema consiste en que los helicópteros americanos UH-1 (los más utilizados en Viet Nam) son tres veces más pequeños que los MI- 8 rusos y no tienen tren de aterrizaje, sino esquís o patines. Por eso, la cabina de carga queda a menos de 50 centímetros del suelo cuanto los patines tocan tierra. 


Saltando desde un MI-8
                                       Fotografía de Ernesto Fernández

                                         Saltando desde un UH-1

Los desembarcos heli-transportados sin apoyar los patines en tierra, se efectúan a menos de metro de altura. Sin embargo, en el caso del MI- 8, el piso de la cabina de carga queda a más de un metro de la tierra, con el helicóptero aterrizado. Cuando levanta para despegar y salen los amortiguadores (dobles) del tren de aterrizaje, la altura desde la puerta de la cabina de carga llega a ser de dos metros. Si a eso le sumamos un metro de altura (vuelo estacionario para no aterrizar), los soldados que se lanzaban a tierra, lo hacían desde casi tres metros de altura sobre el terreno. Los que van a subir al helicóptero, en estas condiciones, encuentran que la escalerilla les llega a nivel de los hombros. Es casi imposible, por no decir del todo, embarcar de esta forma.

Martín Blandino también cita al Teniente Coronel Henry Pérez, relatando cuestiones técnicas de los helicópteros que él como piloto de caza desconoce. Como por ejemplo cuando se refiere a que los helicópteros no pueden volar sin las compuertas traseras de la cabina de carga. Agravando mas su error al afirmar que es una limitación impuesta por el fabricante y se debe a una cuestión que tiene que ver con la aerodinámica del aparato En fin, como se carecía de los medios suficientes, decidieron “inventar” el lanzamiento de huacales (dónde se transportan las bombas de aviación) para llenarlos de armamentos, comestibles o lo que fuera preciso y, amarrados con un cable que llegara pegado al copiloto para que éste en un momento determinado lo hiciera caer. Por supuesto, ya habían tomado la decisión de retirarle las compuertas a los helicópteros. Esta conducta del Teniente Coronel Henry Pérez opinando sobre técnicas de aviación que no domina no era más que un reflejo de la actitud de los jefes superiores que dado su bajo nivel de conocimientos táctico-operativos se les ocurrían los mayores disparates en el empleo de la aviación; especialmente la de helicópteros.

En fin, que como se carecía de los medios suficientes, decidieron “inventar” el lanzamiento de huacales (dónde se transportan las bombas de aviación) para llenarlos de armamentos, comestibles o lo que fuera preciso y, amarrados con un cable que llegara pegado al copiloto para que éste en un momento determinado lo hiciera caer. 

Por supuesto, ya habían tomado la decisión de retirarle las compuertas a los helicópteros. Aquí tienen dos imagenes que valen cien palabras.

errata: El logo de la foto inferior se refiere a un MI-17, cuando es en realidad un MI-8T participante en Cangamba. 

Los helicópteros soviéticos de transporte y combate pueden volar sin las compuertas traseras. Tienen una limitante por velocidad en el caso de transportar las palas (aspas del rotor central) en la cabina de carga. Esto se debe al corrimiento del centro de gravedad del helicóptero, debido al peso y longitud de las palas.

Mientras las cargas se encuentren dentro de la cabina de carga no hay corrimiento del centro de gravedad del helicóptero. Esto solo ocurre con las palas, cuya longitud llega casi hasta el final del boom de cola. Lo del cable fue un invento absurdo que debía haber evitado el Coronel Calvo. 

 


Wikio – Top Blogs

viernes, 2 de agosto de 2024

La Guerra Innecesaria Capítulo 5 continuación (2) La Malaria





En la práctica existían tres categorías de personal de vuelo: ¡Los pilotos de la aviación de caza, los tripulantes de la aviación de transporte y..., la “gente” de los helicópteros!

Desde que llegué a Huambo, en el mes de enero de 1988 había ido a vivir en la casa asignada al jefe del regimiento que en ese momento era mi amigo el Teniente Coronel Rene Corredera Brito.

El puesto de segundo jefe del regimiento se encontraba vacío y a mi me habían designado como sustituto del jefe para los vuelos. Un cargo totalmente técnico.
El trabajo correspondiente a dicho cargo consistía, en el control de la preparación de las tripulaciones de acuerdo a los ejercicios obligatorios que debe cumplir un piloto, para mantener actualizada su técnica de pilotaje.

La casa del Jefe del Regimiento era amplia, ubicada dentro del complejo de edificios en que vivían los pilotos, el personal de la colaboración civil, los trabajadores de la UNECA y técnicos extranjeros de diversas nacionalidades de los países socialistas.

A la entrada de la casa, un portal, luego venía una sala donde estaba la televisión. Más adentro quedaba el comedor. La cocina se encontraba al lateral izquierdo, saliendo por un pasillo. A la derecha de éste pasillo, el cuarto de Corredera (con baño incorporado). A continuación el cuarto de Victor Pérez Chacón, que aunque había sido trasladado para Luanda, en el cargo de inspector de la sección de aviación de la DAAFAR en la MMCA, se mantenía para cuando Victor visitara el regimiento en compañía de su mujer. Un baño intercalado entre el cuarto de Victor y el mío, que quedaba al final de la casa. Del lado izquierdo del pasillo, otro cuarto que compartían el cocinero y el chofer del jefe del regimiento.

En los días finales de marzo de 1988 había regresado de Cuito Cuanavale, después de haber participado en la “heroica defensa”. 


Cuito Cuanavale en el mapa
                                          Cuito Cuanavale en el mapa de Angola

Al llegar a Huambo me enteré que Corredera se encontraba hospitalizado en Luanda. Había sentido unos dolores en el pecho, que le adormecían el brazo izquierdo.
Me encontraba solo en la casa y esa noche me entretuve en ver una película de video. De repente comencé a sentir mucho frío. Tanto que me entraron unos temblores incontrolables.

Aunque tomaba diariamente las tabletas de cloroquina, sabía perfectamente que éste medicamento no previene el contagio de la enfermedad. Vamos, que todos sabíamos que era una gran mierda. Además de no prevenir la enfermedad, los efectos secundarios eran peores. Podían causar depigmentación permanente de partes del cuerpo, pérdida de visión, desprendimiento de retina, entre otras.

En mi caso, la pérdida de la visión no fue total, solo algunas dioptrías, pero no de forma permanente, eran unas pérdidas esporádicas que los oculistas no llegaban a comprender. La despigmentación sí fue de forma permanente y se muestra en toda su intensidad al exponer a la luz solar la parte del cuerpo afectada. O lo que es igual: Cuando voy a la playa hay partes del pecho y el cuello que no se broncean. Parece como si fuese güito, pero no lo es. No desaparece con tratamiento. El piloto de combate Juan Emer Pita tuvo que ser tratado en la URSS para intentar salvarle la visión.

Al día siguiente estaba con más de 40 grados de fiebre y decidí mudarme para el cuarto que tenía Enrique en el edificio dormitorio de los pilotos, que qudaba enfrente. De esa forma, podía tener la atención directa del médico y de los cuidados de la mujer del jefe del estado mayor del regimiento, que vivía en un edificio contiguo.

Una semana estuve bajo el tratamiento del Dr. Maragoto. Me trató con dosis intensivas de cloroquina, amodiaquina y primetaquina. Hasta lo intentó con tetraciclina, pero nada. No cedía el cabrón plasmodio. No está indicada la utilización de la tetraciclina.

Al cabo de una semana, de casi no probar bocado, el médico decidió enviarme para Luanda en un avión IL-76 de los “amigos” soviéticos.


IL-76
                                              IL-76

Cuando aterrizamos en Luanda, los soviéticos no se dignaron en bajar la rampa de la cabina de carga, por lo que todos teníamos que saltar casi dos metros desde la cabina de carga al suelo, con la mochila de campaña, el fusil AK y los correspondientes tres cargadores, más la pistola y unas granadas que llevaba encima.

Me sentía muy débil y le pedí a uno de los “sukin sin” (que es como suena en ruso “hijo de perra”) de los tripulantes que me buscara una escalerilla, pero como si con él no fuera. La cojonera, en ruso, que formé tampoco dio resultado. Tuve que saltar.

De ahí fui a parar al hospital militar de Luanda.

No recuerdo como. Un médico cubano me atendió. Me realizó el análisis de la gota gruesa y efectivamente tenía no recuerdo que cantidad de parásitos en sangre.

Lo que no le cuadraba al médico era que, después de una semana con malaria aun tuviera los parámetros de hemoglobina dentro de lo normal. Se sorprendió mucho cuando le referí que era piloto. Fue en ese momento que me dijo que debía remitirme para el hospital de la Misión Militar.

En el hospital militar me encontré con un piloto de combate, allí hospitalizado, el cual decía que a él no lo remitían para el hospital de la misión. En medio de mi deplorable estado, cuando llegué al hospital de la misión, se lo comuniqué a uno de los jefes de la aviación que por allí pasaron y me dijo algo así como que el piloto en cuestión era un cobarde y que no estaba enfermo, que estaba fingiendo. Días más tarde lo volví a ver en el pabellón de oficiales donde me recluyeron.

Aquello era una pocilga. No había agua en los baños. Había que cargarla en cubos, para defecar, para bañarse, para todo. El agua de beber se encontraba en unas cazuelas inmundas, donde todo el mundo metía sus respectivos jarros de aluminio.

El calor de Luanda siempre fue insoportable, sobre todo dentro de un mosquitero, aun con un ventilador ruso marca orbita. Entre el mareo de las pastillas, la debilidad y la pésima alimentación, me fui sintiendo mejor.



 Solamente daban el alta cuando el resultado de tres análisis consecutivos darían como resultado la ausencia del plasmodio, pero yo no podía esperar. Sinceramente, tenía miedo de no salir de allí con vida. Aquello no era un centro, era un antro de salud.

Faltándome el último análisis positivo convencí a una doctora para que me diera el alta y regresé a Huambo. A esas alturas ya sabía que posiblemente Corredera fuese evacuado.

Otra vez en Huambo volví a recaer.


https://www.amazon.com/-/es/Mario-Riva-Morales/dp/1535570792




Wikio – Top Blogs

martes, 11 de abril de 2023

Crítica al libro “FRONTERAS” del General de Brigada (fallecido) Enrique Acevedo Gonzalez


Crítica al libro “FRONTERAS” del General de 


Brigada  (fallecido) Enrique Acevedo Gonzalez


Por Mario Riva Morales



El General de Brigada de la Reserva Enrique Acevedo González murió a la 

edad de 79 años, en La Habana.

Entre los cargos ocupados por el alto mando castrense destacan Jefe de 

Compañía de Infantería, Jefe de Estado Mayor y Jefe de División de Infantería 

en los ejércitos Central y Occidental, Jefe de Estado Mayor Provincial de 

Ciudad de La Habana y Jefe de Sección de Preparación Combativa en el 

Ejército Occidental.

Ingresó al Ejército Rebelde en 1957, con 14 años, a las órdenes del Che 

Guevara primero y después de Fidel Castro.


Era hermano de Rogelio Acevedo, General de División también fallecido, y 

quien durante más de 20 años fue presidente del Instituto de Aeronáutica Civil 

de Cuba (IACC), hasta que en 2010 fue expulsado del cargo por el propio Raúl 

Castro.

Su obra más conocida fue la novela “Descamisado”, que narra las vivencias su 

hermano, y de él, durante el tiempo transcurrido en la guerrilla.

El libro “FRONTERAS”, fue publicado por la Casa Editora Abril de la Ciudad 

de La Habana, Cuba.


El propio Enrique, le dice al lector: “La guerra de Angola, para muchos fuera 

de Cuba, es algo lejano o extraño. Y es lógico, pues el bloqueo económico (se 

refiere al embargo del gobierno de los Estados Unidos hacia la dictadura de los 

hermanos Castro Ruz) impuesto a nuestro país, se une al mediático”.


El embargo estadounidense a Cuba es un extenso entramado jurídico estadounidense 

que incluye leyes y regulaciones que prohíben el libre comercio con la 

dictadura comunista. 

Fue impuesto por primera vez por la administración de Dwight D. Eisenhower. 

(Nota de Mario Riva Morales)



Primera parte

                               Novatadas


En el tercer párrafo, de la página 12, refiere que su hermano Rogelio había sido 

jefe del Estado Mayor de la Misión Militar de Cuba en Angola (MMCA) 

durante dos años y es una de las dos quejas que realiza, aludiendo no haber 

cumplido ninguna misión “internacionalista, con anterioridad, por esa causa y 

por no haber sido escogido por el Che Guevara para sus aventuras por Africa o 

Bolivia, so pretexto de “no separarlo de su hermano”. Para agregar 

inmediatamente: “Como era una etapa de supuesta paz, pensé, de forma 

inocente - me perdí lo mejor -”.


En la página 25, no le da pena relatar como se roba unas frutas, durante 

su indisciplinada travesía desde Funda hacia Luanda, atravesando una 

hacienda. 

En dicha hacienda se encuentra un guardián solitario en lucha desigual contra 

una manada de monos que realizan el saqueo de los mangos, burlándose de 

aquel guardián, tal y como lo estaba haciendo el General Enrique. Ni una sola 

disculpa.


Enrique le pregunta al guardián que, a quién pertenecía el lugar y el hombre le 

responde escuetamente: “Al dueño”.

Acevedo, tal vez por remordimiento de algo mal hecho comienza a dar una 

explicación totalmente desafortunada, intentando aclarar que, la hacienda, 

pertenece a un portugués que se fue del país hace más de un año; para 

inmediatamente preguntarle si le puede comprar alguna fruta. El hombre (que 

resulta ser un anciano) le responde que no, que no puede porque el dueño 

puede regresar en cualquier momento. El viejo, dice Acevedo, se muestra 

asustado y Acevedo aprovecha ese tiempo mínimo para insistir y le vuelve a 

preguntar: ¿Y si el dueño no regresa? Recibiendo por respuesta: Pues vendrán 

los hijos, no sé… Yo espero y cumplo.


Acevedo no se percata de que el hombre está asustado, son dos uniformados 

blancos (tal vez) armados, en un vehículo que el hombre viejo no conoce de 

nada. Los ve llevándose frutas (al igual que los monos). Estos por lo menos 

hablan en una lengua que le suena familiar, pero definitivamente extranjera. 

¡Lo podían haber matado del susto!


En las páginas 24 y 25 relata dos novatadas. La primera resulta en una 

persecución del automóvil que le había sido asignado. Se trataba, 

supuestamente, de un jeep de las Fuerzas Armadas Para la Liberación de 

Angola (FAPLA). Acevedo se encontraba vestido de civil y según relata, sintió 

miedo. De manera que, “un jabao”, salió del jeep perseguidor e introdujo la 

cabeza en el vehículo, conminándole a entregarle las llaves. A punta de pistola 

(empuñada por Acevedo en el mejor estilo mafioso), el jabao se dio a entender, 

argumentando que ese carro había sido robado en Huambo. Ahí acabó la 

discusión. 


Decidieron ir para Viana y aclarar la situación. El hombre nunca 

más apareció. A Enrique le dijeron que no había nada más parecido a un asalto 

en plena calle. Pero eso sentaba un precedente, del que si escribe, Enrique. 

“Podían existir otras irregularidades parecidas con los vehículos de su unidad”.

A continuación nos relata su primera cacería en sábado por la noche. Llevaba 

un Remington 308 que, según él, nunca había usado. Y yo me pregunto: 

¿Donde y con que dinero la compró?







¿Le dieron permiso, en Cuba, para llevarla para Angola? ¿Formaba parte de 

sus pre-rogativas como General? 

Ninguna de estas preguntas las responde el General.


No obstante y como supuestamente el libro fue leído por más de uno de los 

generales, me imagino que todos callaron por ser una práctica generalizada.

De manera que en un país como Cuba, donde no existen armerías que vendan 

armas a particulares y mucho menos de fabricación USA, se imponen muchas 

más preguntas, pero eso se lo dejo al que esté leyendo estas críticas.


En la página 26 nos relata una invitación a comer en una casa. Su primera 

reacción fue despreciar el funche. 

¿Que es el funche?

Es una comida hecha con harina de maíz, leche de vaca o de coco y sal. Más 

bien es un acompañamiento para el plato principal. 

No sabe mal.


Aquí lo criticable es la poca o ninguna información que tenía, este general, 

sobre las costumbres culinarias (o cualquier otra) del pueblo angolano.

Peor fue cuando le ofrecieron cavidela y a lo que Acevedo dice, en el libro que 

era arroz con sangre. 


¿Que rayos es cavidela?


Cavidela es un arroz que puede ser acompañado por pollo o mariscos y es uno 

de los platos más antiguos de la cocina portuguesa, entre ellos hay registros de 

que esta receta fue inventada en el siglo XVI.



                                                                    Arroz de Cavidela


Aparte del mal momento culinario, por desconocimiento del General, la noche 

fue productiva. Su anfitrión, un Comisario Político de las FAPLA le ha 

exonerado de pagar 5 mil cuanzas (según Acevedo 150 usd para la época) por 

una licencia de caza.


¿Fue el General a cumplir misión internacionalista, o de Safari al Africa 

ardiente?

La comida resultó totalmente ridícula y un general cubano haciendo papelazos. 

No se lo pierdan. Está en la página 26 del libro de Acevedo.


Un poco más adelante nos explica lo raro que resulta el documento (licencia de 

caza). Luego apunta que los cubanos cazan por la libre, pero que él hará las 

cosas "bien".


Luego, el la página 29 nos dice que “inocentemente” trajo, de cuba, un equipo 

de caza submarina. Nos da una perorata de las aguas turbias de las playas de 

Luanda. No nos dice lo frías que son sus aguas, pero nos relata que se 

encuentran llenas de tiburones y decide guardar su equipo para mejores 

ocasiones o mejores aguas. Se lamenta porque ya en esa época está bajando 

entre diez y doce brazas.


Nota: Si una braza española son 1, 67 metros, nuestro general estaba bajando entre 10 y 

20 metros de profundidad, pero no nos dice, cual era el tiempo de permanencia a dicha 

profundidad. Me parece un poco exagerado para un hombre de 36 años de edad que, 

supuestamente, se dedica a ese deporte ocasionalmente. 

(Nota de Mario Riva Morales)


Libros escritos por Mario Riva Morales


https://www.amazon.com/-/es/Mario-Riva-Morales/dp/1535570792


https://www.amazon.com/Border-War-Angola-Ruacana-


Unnecessary/dp/1729536557


Sucedió en Ciudad Trujillo 1959

                                                                    Epílogo Solo después de la muerte de Mario Riva Patterson, ocurrida en ...