sábado, 8 de febrero de 2025

Los Sucesos de Ciudad Trujillo



Ministerio de Relaciones Exteriores de Cuba


                            Los Sucesos de Ciudad Trujillo 1959


Tema confidencial durante muchos años, todavía el 4 de agosto de 1997 los acontecimientos del 5 de junio no eran del conocimiento público en Cuba y han sido obviados hasta el presente, incluso en los documentos oficiales del Ministerio de Relaciones Exteriores.

                                              

                                             Introducción


En varias oportunidades he pensado relatar los sucesos ocurridos en La República Dominicana un viernes 5 de junio del año 1959. Siempre lo había dejado para otra oportunidad. Hoy, no solo me decido a escribir o, mejor dicho transcribir el testimonio escrito por Mario Riva Patterson hace más de 30 años e incorporarle, al relato, algunas informaciones obtenidas muchos años más tarde.

El relato es completamente verídico, así como los cargos y las posiciones que ocupaban las personas que son mencionadas. Por ejemplo: los nombres de los Encargados de Negocios de México y de Venezuela. Sin embargo, es fácil identificarlos. En los archivos de los Ministerios de Relaciones Exteriores de estos países, deben constar los nombres de sus funcionarios. No conservo los periódicos y revistas de la época. Es fácil localizarlos en las bibliotecas nacionales. Por lo menos en la de Cuba y la República Dominicana. Una revista “Bohemia”, del mes de junio de 1959, publicó una versión, bastante fiel, de los hechos. Algunos documentos obraban en el expediente laboral de Mario Riva Patterson.

Esta versión servirá para dar a conocer algunos detalles de una etapa de la historia de la República Dominicana y la República de Cuba. Los finales del Dictador Autoritario Rafael Leonidas Trujillo y el inicio del Dictador Totalitario Fidel Alejandro Castro Ruz.

Trujillo fue el más alto exponente de dictadorzuelo iberoamericano. Desgobernó a su país de forma autoritaria durante más de 30 años. Tuvo tanto poder como cualquier aristocracia feudal. Poseía una vastísima red de espionaje que se extendía a cualquier lugar del mundo, donde tuviera intereses.

Fidel Castro fue el más alto y único exponente de dictador totalitario del hemisferio occidental. Desgobernó en Cuba durante 50 años y luego de su retiro involuntario manipulaba las cuerdas del poder tras bambalinas. Ha tenido mucho más poder que cualquier monarquía feudal absoluta y su red de espionaje superó con creces la trujillista. Tanto, hasta llegar a ser considerada entre las cuatro mejores de la época. Algunas fuentes dicen que solamente la superaban las de los Estados Unidos, la Unión Soviética, Inglaterra e Israel.

                                  Misión en Santo Domingo

Una mañana de los últimos días del mes de enero de 1959, al regresar a la oficina, Riva Patterson recibió un mensaje telefónico de la Sra. Conchita Fernández (quién fuera secretaria de Eduardo Chibás), para que se presentara en el Ministerio de Relaciones Exteriores, en relación a un asunto de suma importancia.

Una hora más tarde llegaba a la esquina de la calle Calzada y la Avenida de los Presidentes, siendo recibido en la Cancillería por los entonces viceministros Erick Agüero, Raúl Primelles y por la propia Conchita Fernández, en representación del Ministro, Roberto Agramonte.

Por aquellos días, la Fernández era secretaria de Fidel Castro. Para su sorpresa también se encontraba presente el Sr. José Llanusa Gobel. Personaje que en los últimos meses de la lucha contra la tiranía batistiana, había ocupado el cargo de organizador del “Movimiento 26 de Julio en el exilio, con sede en Miami”.

Sin mucho preámbulo le informaron a Riva Patterson que habían decidido designar a un funcionario que se hiciera cargo de la Embajada en Santo Domingo, República Dominicana. Que era urgente solicitar la extradición de Fulgencio Batista y algunos de sus seguidores. Reclamar la devolución de los aviones en que había huido el tirano y que con el pretexto de no haber sido reclamados, se encontraban retenidos.

Debía partir de inmediato.Aun sin reponerse de la sorpresa, Riva Patterson preguntó la razón por la cual había sido escogido para semejante tarea. La Sra. Fernández contestó rápidamente a la pregunta diciendo, en un tono sarcástico (que podía pretender una crítica indirecta), “Riva, es que como usted no es muy grande, la caja en la que lo devolverán no pesará mucho y será más fácil traerla”.

En aquellos tiempos, la República Dominicana se encontraba bajo la dictadura del “Generalísimo y Doctor Rafael Leonidas Trujillo y Molina, Benefactor de la Patria y Padre de la Patria Nueva”.
Era de esa forma que a él se referían los medios de prensa y los documentos oficiales.

Para la fecha, Trujillo era el decano de los dictadores de América.
No obstante, como presidente (nominal) fungía Joaquín Balaguer.


                      Comienzo de los preparativos de la invasión

Desde el mismo mes de enero de 1959 se iniciaron los preparativos para la expedición con apoyo de los gobiernos de Cuba y Venezuela. A finales de enero llegaron a Cuba José Horacio Rodríguez, Rinaldo Sintjago y Poncio Pou Saleta, para dar inicio el reclutamiento de las tropas que se entrenarían en los campamentos de Mil Cumbres, provincia Pinar del Río, y el campamento San Julián. Este último abortado por diversas razones.

Ahora Fidel Castro en el poder, los dominicanos insistieron en su solicitud de realizar la revolución. Esta se aprobó, y por disposición de Fidel Castro, el comandante Delio Gómez Ochoa asumió la dirección para el proceso de preparación: desde el recibimiento de los patriotas dominicanos, la logística y la selección de los lugares para el entrenamiento hasta la instrucción misma.

La primera reunión de Fidel Castro y Enrique Jiménez Moya, para hablar de la expedición armada contra Trujillo, ofreciéndole toda la ayuda y apoyo para que los dominicanos se entrenaran en Cuba, se realizó a finales de enero. Se nombró al comandante Roberto Fajardo al frente de la instrucción por la parte cubana, en el campamento.

El centro coordinador de la conspiración contra Trujillo se estableció en N y 21, en el Vedado, en los altos del Club 21.

Comenzaba a organizarse la primera manifestación “internacionalista” de la Revolución cubana en el poder.

El periodista Juan Delancer, en su libro desembarco de la Gloria, cuya primera edición publicó en 1980, incluye la versión de que el propio Fidel Castro encomendó la coordinación de la base guerrillera al comandante Camilo Cienfuegos, cuyo entusiasmo, dedicación y solidaridad con el proyecto expedicionario era comparable a la de los organizadores.

No se trataba de una acción en respuesta a la agresividad del dictador Trujillo, sino a la ejecución de una política de “principios” que iba a ser aplicada de forma in-interrumpida a lo largo del desarrollo del proceso. Incluso, en los momentos en que el Comandante en Jefe Fidel Castro visitaba los EE.UU., del 15 al 26 de abril, una delegación cubana compraba armas y hasta un avión, un viejo C-46, en tierras estadounidenses (Miami) que iba a servir para hacer llegar a tierras dominicanas al primer grupo de combatientes.

Fidel Castro se auto-proclama Primer Ministro el día 16 de febrero del año 1959. Las relaciones diplomáticas entre Cuba y La República Dominicana habían llegado a un punto muy próximo a la ruptura de relaciones diplomáticas y a una potencial declaración de guerra. Centenares de funcionarios de la dictadura batistiana se habían refugiado al amparo de Trujillo.

La tarea que le estaban encomendando a Riva Patterson era muy peligrosa y con verdadero riesgo de muerte. De momento partiría solamente acompañado de su mujer. Según lo que le dijeron, el resto del personal que se haría cargo de aquella misión, se encontraba en “preparación”.

Se desconocía en qué estado se encontraba el edificio de la embajada (se había comprado hacía algún tiempo, a un costo de 125 mil dólares). Posiblemente estuviera abandonada.

Al día siguiente Riva Patterson, buscando información, procuró un manual de instrucciones. A menos de 30 días de la caída del régimen batistiano, nadie le podía decir cuáles eran las instrucciones vigentes y cuales las derogadas. Ese mismo día le mostraron un cable del Ministro Agramonte, que se encontraba en Caracas, preguntando si ya había partido para Santo Domingo.

El 21 de enero de 1959, en un discurso pronunciado, por Fidel Castro en el Palacio Presidencial dijo:

“...No vamos a perder el tiempo en demandar de Trujillo que devuelva a los ladrones y a los asesinos; ni siquiera han devuelto los aviones de la fuerza aérea que se llevaron los prófugos, y no le vamos a demandar a Trujillo que los devuelva, porque nos los va a devolver el pueblo dominicano (APLAUSOS), y porque con Trujillo no queremos relaciones de ninguna clase. Desde luego, “Trujillo no es un dictador”; ¡hablen con los congresistas esos que estuvieron atacándonos a nosotros, y verán que Trujillo es un santo!”

El 23 de enero de 1959, Fidel Castro había viajado a la capital de Venezuela, donde pronunció un discurso en el acto central de conmemoración del primer aniversario del derrocamiento de Pérez Jiménez, en la Plaza Área del Silencio. No cabe la menor duda de que Fidel Castro se encontraba interesado en la dirección Santo Domingo.

Este cable, unido a la presencia de Conchita Fernández, representando a Agramonte y a los pocos días de ser promovida a secretaria de Fidel Castro, da mucho que pensar. La respuesta al cable de Agramonte ya se encontraba redactada por José Miró Cardona*.

*José Miró Cardona había asumido, el 5 de enero, como nuevo Primer Ministro del gobierno revolucionario, encabezado por el presidente Manuel Urrutia Lleó.

El mismo día 5 de enero de 1959, en horas de la noche se había reunido el Cuerpo Diplomático con el Presidente del Gobierno Revolucionario, Manuel Urrutia Lleó, el Primer Ministro José Miró Cardona y el Secretario de Estado Roberto Agramonte. En dicha reunión, daban garantías al Embajador de la República Dominicana, en relación a informes que la inteligencia trujillista había obtenido, sobre presuntos planes de Fidel Castro de invadir el territorio dominicano.

El 30 de diciembre de 1958, en una entrevista con el canciller Herrera Báez en Ciudad Trujillo, el embajador norteamericano Mr. Farland conoció, e informó al Departamento de Estado, que: «[...] la inteligencia dominicana había detectado, desde hacía dos semanas, que Castro dio inicio a sus planes de invadir República Dominicana». (Farland al Departamento de Estado, informe del 30 de diciembre de 1958. Confidential U.S.State Department Central Files: Cuba Internal and Foreign Affairs, 1955-1959. En:http:// www.latinamericanstudies.org/embassy).

El 16 de febrero de 1959, Miró Cardona fue reemplazado como Primer Ministro por Fidel Castro quien lo designó al año siguiente como embajador de Cuba ante España.

Entre las cosas que debía llevar Riva Patterson, como parte imprescindible de la documentación había una que le preocupaba: la clave con la cual se comunicaría en caso de querer enviar alguna información secreta. Conocía perfectamente que no existe clave indescifrable. Igualmente le era conocido que una clave no puede ser utilizada como testimonio. Era tanto el descalabro de los primeros días del mes de enero de 1959 que, en la entonces oficina de “Confidencial y Cifras” le informaron la imposibilidad de entregarle una clave, debido a que se estaba revisando el sistema. Al final, el matrimonio compuesto por Mario Jacobo Riva Patterson y Gloria Amelia Morales Rueda, partió para la Republica Dominicana el 12 de febrero, sin clave alguna y sin armas de fuego.

Cuatro días más tarde Fidel Castro asumiría como Primer Ministro.

El 10 de febrero, por la nota C.428, el canciller Agramonte solicitaba formalmente «[...] la detención provisional, con miras a la extradición, del ex presidente Fulgencio Batista, amparada en el artículo 366 de la Convención de Derecho Internacional Privado [Código “Bustamante”] vigente para ambos países». (Secretaría de Estado de Relaciones Exteriores, informe del 12 de febrero de 1959. AGN, fondo Presidencia, Embadom Cuba (1953-1959) 30126, caja 1786.)

Ya en Santo Domingo, al evaluar la situación, Riva Patterson decide que se hace necesario que Gloria Amelia regrese a Cuba. Entre muchos pretextos se encontraba la necesidad de tener una clave con la cual poder comunicarse. Fue entonces que Riva Patterson decidió comprar tres diccionarios iguales para improvisar una clave rudimentaria.

La situación se agravaba día tras día, ante los horrores que Fidel Castro pronunciaba, en contra de Trujillo. Los periódicos dominicanos no se quedaban atrás. Publicaban todos los fusilamientos que se realizaban a diario en Cuba.Tomado del discurso pronunciado por Fidel Castro Ruz, ya siendo Primer Ministro, en la concentración celebrada en la Avenida Michellson, en Santiago de Cuba, el 11 de marzo de 1959:“...Todo el mundo sabe que en Santo Domingo está Fulgencio Batista. Todo el mundo sabe que en Santo Domingo hay muchos criminales de guerra. Todo el mundo sabe que allí está Trujillo, que lleva cerca de 30 años oprimiendo aquel país. Todo el mundo sabe que Trujillo es un enemigo de Cuba. Todo el mundo sabe que Trujillo es el que les ha dado asilo, el que les ha dado albergue a los prófugos; no solamente se lo dio ahora, se lo dio también cuando el machadato. Todo el mundo sabe que Trujillo es un asesino internacional. Todo el mundo sabe que Trujillo es un dictador internacional.

Todo el mundo sabe que los agentes de Trujillo asesinan a sus enemigos, asesinan a los exilados políticos fuera del país, lo mismo en Cuba, que en México, que en Estados Unidos, que en cualquier parte. Todo el mundo sabe que Trujillo tiene una especie de terror internacional implantado. Todo el mundo sabe que Trujillo, por hacerle daño a Cuba, es capaz de cualquier cosa”. “...Si en Santo Domingo hubiera un gobierno de tipo democrático o semi- democrático, pues valdría la pena entonces reclamar los aviones y que los devolvieran. Desde luego, los aviones se han reclamado por vía diplomática, pero ustedes han visto que yo no había hablado siquiera de ese tema, y es que, sencillamente, a mí me repugna dirigirme a un dictador como Trujillo, a mí me repugna dirigirme a un sujeto como Trujillo, a mí me repugna establecer ninguna clase de negociación con un gánster como Trujillo...”. “...Todo el mundo sabe que cuando se tiene una responsabilidad oficial, tiene uno que ser cuidadoso. Todo el mundo sabe que cuando se tiene una responsabilidad en el gobierno de un pueblo, tiene uno que contener los impulsos. Quizás me sentiría yo mucho mejor combatiendo a Trujillo de otra forma que no fuese con palabras.

Quizás los rebeldes cubanos prefiramos la vida del combate y la vida del sacrificio mucho más que los cargos oficiales y las actividades que hoy estamos realizando. Sin embargo, nuestro deber como gobernante nos obliga a ser cuidadosos, nos obliga a no dejarnos llevar por el impulso, y tenemos que resignarnos a tener que condenar desde una tribuna a un dictador al que estaríamos combatiendo gustosamente en las montañas de Santo Domingo...” “...Mas no es necesario que nosotros vayamos, en todos los pueblos hay luchadores, en todos los pueblos hay patriotas, y los dominicanos tienen sobrados patriotas y sobrados valientes para realizar allí la misma obra que nosotros realizamos en Cuba...” “...Así que el negocio de nosotros sería que vinieran los criminales de guerra. Ese sería el negocio de nosotros. Y si sabemos que eso es así, ¿quién se preocupa aquí? Nadie.

Así que, por eso, mientras Trujillo está asustado, corriendo, comprando aviones, porque sabe que si se les meten allí unos cuantos dominicanos y se les alzan, lo derrocan, nosotros estamos tranquilos, absolutamente tranquilos. ¿Qué es lo único que puede hacer Trujillo? Provocaciones, venir un día con sus aviones a tratar de hacer daño, a tratar de provocar, a tratar de atacar”.

En el mes de marzo de 1959 se estableció un campamento para el entrenamiento de los expedicionarios cubano-dominicanos en Mil Cumbres, provincia del Pinar del Río, Cuba.

En esos mismos días se celebró un congreso de unidad de las principales organizaciones de exiliados dominicanos, que dio lugar a la creación del Movimiento de Liberación Dominicana (MLD) y a la designación de Enrique Jiménez Moya como jefe de la expedición, quien pasó a ser asistido por Delio Gómez Ochoa, comandante cubano de la Sierra Maestra y viejo activista a favor de la causa democrática dominicana.

Dos días después de visitar la oficina de “Confidencial y Cifras”, aterrizaban, Mario y Gloria en el aeropuerto de “Ciudad Trujillo”. Fueron recibidos por el Introductor de Embajadores, que era un hombre gordo, de modales afectados, de pelo escaso y rizado y de tez oscura. La recepción fue protocolar. Como desconocían la situación de la casa que ocupaba la Embajada, le pidieron que les llevara a un hotel.

- “Les llevaré a cualquiera, menos al Jaragua. La compañía de los huéspedes que allí se han instalado, no les va a agradar”, dijo.

En el Jaragua se encontraban alojados Batista y Tabernilla (entre otros).

Era un viernes día 13 de febrero cuando llegaron y esa misma noche Riva Patterson fue invitado a cenar por el Sr. Porfirio Rubirosa, que era el Encargado de Negocios de la República Dominicana en Cuba.

Porfirio Rubirosa Ariza (22 de enero de 1909 - 5 de junio de 1965) fue un polifacético diplomático dominicano, y un reconocido playboy que se hizo famoso por sus matrimonios con bellas y ricas mujeres de la alta sociedad. Dicen que su fama de conquistador inspiró el personaje de James Bond.

En su último libro, el escritor norteamericano Truman Capote habla del pene de Rubirosa como algo, de descomunal tamaño (13 cm.). En la Jet set estadounidense y europea se le conocía como Rubi. Sostuvo relaciones extra-maritales con Jayne Mansfield, Zsa Zsa Gabor, Verónica Lake, Ava Gardner, Marilyn Monroe, Dolores del Río, Kim Novak, Rita Hayworth y Soraya Esfandiary (ex princesa de Irán), entre otras. Rubirosa fue además, piloto de Fórmula 1 para Ferrari, buscador de tesoros en el mar Caribe y piloto de bombardero B-25.

Este personaje, que era ampliamente conocido en los círculos sociales de todo el mundo y que había sido designado Embajador en Cuba, era uno de los pocos casos, en la República Dominicana, de personas que tenían cierta confianza con Trujillo. Había estado casado con la hija del dictador y se había divorciado. Sin embargo mantenía una gran ascendencia sobre el “Jefe”. El Trujillo machista, admiraba a aquel “Don Juan” del que se enamoraban las mujeres más famosas y seguramente sentía que aquel sujeto encarnaba al hombre dominicano. Lo verdaderamente cierto es que éste hombre era todopoderoso en su tierra.

Riva Patterson y Rubirosa cenaron solos, en un club. Les estaban esperando y les recibieron con esmerada cortesía. Era una persona sumamente agradable y atractiva.

Rubirosa pensaba visitar Cuba en los días subsiguientes y quiso dejar claro que él era el único dominicano que le decía la verdad al “Jefe”. Comentó que todo el mundo le decía (a Trujillo) que Fidel Castro se caía, que no podía resistir la presión de los americanos, pero que él le había dicho a Trujillo que Fidel iba a durar más que el mismo.

En aquella cena argumentó, que él consideraba que Fidel Castro tenía el apoyo de todo el pueblo. Que estar en guerra con Fidel Castro era un negocio malo y que debían llegar a un acuerdo.

Dijo también comprender que era imposible, dada la situación internacional, llegar a un tratado o, una reconciliación pública, pero que se podía llegar a un pacto de no agresión, sin que nadie tuviera que conocerlo, pero que hiciera la situación más llevadera.

Al final murmuró: “A Trujillo le dicen que el Gobierno Revolucionario no puede durar y que con un empujoncito más se cae. Aquí se entrena gente que han hecho de eso un modo de vida y que no van a ir a Cuba jamás, pues allí no durarían ni 15 minutos”. Insinuó algo así como la posible extradición del Coronel Ventura Novo.

El día lunes siguiente Riva Patterson informó al Ministerio de Relaciones exteriores.
[...] tuvo grandes elogios para Fidel Castro y el presidente Urrutia, y me expresó su deseo de que Cuba designara un Embajador, para poder regresar a La Habana. Me expresó lo desagradable que resultaba para este país la presencia de tantos refugiados cubanos, llegados sin previo aviso, pero que el gobierno ve con buenos ojos que se están marchando. (De Riva Patterson a Cancillería cubana, del 14 de febrero de 1959. Archivo del Ministerio de Relaciones Exteriores, Cuba).

Jamás recibió respuesta.

Unos meses atrás Trujillo le había ofrecido a Batista, Rubirosa mediante, el envío de paracaidistas dominicanos que descenderían en la Sierra Maestra y en el Escambray. Por supuesto que esto era totalmente desconocido para Riva Patterson.

El sábado, Riva Patterson se presentó solo en la casa perteneciente a la Embajada de Cuba, entrevistándose con un señor llamado Estévez Maymir.

Constituyó una sorpresa, ser recibido por un militar vistiendo el uniforme del Ejército Constitucional de La República de Cuba. El Ejército Constitucional había quedado abolido el mismo 1 de enero de 1959, siendo sustituido por el Ejército Rebelde. Las insignias lo delataban como siendo un Coronel (grado militar abolido en Cuba, también a partir de la fecha antes mencionada).

Aquel militar dijo ser el Encargado de Negocios del Gobierno Revolucionario.

Tratando de no perder la ecuanimidad, Riva Patterson le comunicó que en el cargo aludido, él propio acababa de ser nombrado en Cuba. A esto, el militar le invitó a pasar a su despacho, a fin de mostrarle un documento que le acreditaba en el cargo, por el Gobierno Revolucionario. Extrajo varios papeles, mostrando uno de ellos. Consistía en un cable, aparentemente auténtico, que decía textualmente:

«Estévez Maymir
Embajada de Cuba
Ciudad Trujillo
Sírvase visar pasaporte de (fulano de tal) Saludos,

Agramonte»

Riva Patterson se encontraba enfrentado a uno de los que habían hecho posible la “revolución de los sargentos” comandada por Batista.

Aquella “revolución” que, entre otras pequeñas cosas, reclamaba un botón más para el uniforme, se convertiría, por obra y gracia de la situación imperante en Cuba, en una lucha entre clases y oficiales, que culminaría con el ataque al Hotel Nacional; convirtiendo al Sargento Batista en Coronel y hombre fuerte.

Siendo Batista Sargento del Ejército, despidió el duelo del Sargento Miguel Ángel Hernández, asesinado por el gobierno de Gerardo Machado, lo que de hecho lo convirtió en uno de los “líderes” de las Fuerzas Armadas. Poco después de éste episodio crearían la denominada “Junta de los Ocho”, el 26 de agosto de 1933 y que fuera integrada por los sargentos Fulgencio Batista, Eleuterio Pedraza, Pablo Rodríguez, Gonzalo García Pedroso, Manuel López Migoya, Ramón Cruz Vidal, Juan Estévez Maymir e Ignacio Galíndez.

A finales del mes de diciembre de 1958, Batista recibió al Coronel Juan A. Estévez Maymir, en su calidad de Agregado Militar de Cuba en la República Dominicana, quien le presentó un plan de ayuda militar.

Trujillo ofrecía aerotransportar 3, 000 soldados (tres batallones) a Las Villas y después otros 2 000 hombres a Oriente.
Al parecer, el plan de maniobra contemplaba un desembarco por el norte de Las Villas (Yaguajay e Isabela de Sagua), con dos Regimientos de 1 000 hombres cada uno.

Otro desembarco, de igual magnitud, se produciría en Santiago de Cuba.

La operación debía comenzar el 1 de enero de 1959. Al menos, ese era el plan que, presuntamente, pretendía realizar Trujillo. Planteaba que eran tropas frescas, bien entrenadas y equipadas, que podía movilizarlas y enviarlas con la mayor brevedad posible en aviones de transporte.

¿Cómo era posible que en La Habana no supieran nada y éste señor Maymir tenía ese cable? ¿Podía ser falso?
Parecía auténtico. Tenía número. Venía de la oficina cablegráfica.

¿Habría Estévez Maymir colaborado con alguno de los grupos contrarios al dictador?
¿Continuaría como Agregado Militar?
Durante la “revolución de los sargentos”, Estévez Maymir era Sargento Sanitario (ver “Fabulario”, de Mario Kuchilán).

Todas esas preguntas corrían por la mente de Riva Patterson, en la medida que el personaje le mostraba la nota que había entregado al Ministerio de Relaciones Exteriores de la República Dominicana, así como las comunicaciones enviadas al Cuerpo Diplomático. Riva Patterson estaba desconcertado. ¿Qué significaba todo eso?

Su designación como Encargado de Negocios en Dominicana había sido promulgada en La Habana. No querían designar a un Embajador, debido a las relaciones tirantes, pero le habían conferido plenos poderes para actuar como considerara conveniente. Aquella Embajada había sido confiada a su persona por el Ministerio de Relaciones Exteriores del actual gobierno de Cuba. Necesitaba tiempo para pensar.

Le informó al Sr. Maymir que llamaría a La Habana y que luego recibiría instrucciones. Ya en el hotel, Riva Patterson intentó infructuosamente de comunicarse por vía telefónica con La Habana. Siendo imposible la comunicación, decidió reflexionar, hasta que se convenció de que aquel individuo era un perfecto cara dura.

Solo un cínico podía continuar vistiendo un uniforme que no representaba al actual Ejército cubano y aun pretender representar al nuevo gobierno. Pero: ¿Y si, en el Ministerio no tenían información?

No podemos dejar de remarcar que este acontecimiento tenía lugar a solo unos pocos días del derrocamiento de Fulgencio Batista y la confusión hacía pasto en todos los sectores de la vida nacional.

Tomó una decisión. Se dirigió a una empresa cablegráfica y cursó el siguiente mensaje:

« Ministerio de Relaciones Exteriores,La Habana,
Ruego me informe si el Coronel Estévez Maymir continúa perteneciendo al Ejército Rebelde. Ruego me informe si continúa como Agregado Militar de esta Embajada. Esta información la necesito urgente, pues habiéndome encargado el Ministerio esta misión, lo desalojaré mañana, a las tres de la tarde, cualesquiera que sean las medidas que tenga que tomar para ello.

RIVA »

De este cable solo se recibió respuesta dos meses más tarde.

El lunes siguiente por la mañana el matrimonio se dirigió a la Embajada, que se encontraba en un barrio residencial, rodeada de casas de familia de clase media alta. Se parecía al reparto Miramar (en La Habana), salvando las diferencias.

Mientras Riva Patterson y Maymir discutían, Gloria Amelia y la señora de Maymir permanecieron sentadas en el comedor, desde donde se escuchaba parte de lo que se decían mutuamente.
El tono de la voz se fue elevando hasta que, a grito pelado, Riva Patterson dijo:
“...pues yo me cago en el General y en todos los amigos del General”.

Acto seguido, el Coronel salió de la sala, entró en el comedor diciéndole a la mujer un escueto..., “vamos”. Riva Patterson le informó al Sr. Maymir que tomaría posesión a las dos de la tarde de ese mismo día, esperando que pasado ese horario, él, su mujer y sus sirvientes se encontraran fuera de la casa.

Sentados debajo de la escalera de la entrada principal, esperaron pacientemente a que los ocupantes sacaran todo lo que decían les pertenecía. Al final, Maymir hizo entrega de una sola llave de la casa. A las dos de la tarde la casa perteneciente a la Embajada de Cuba se encontraba desierta. Puertas y ventanas abiertas. Al no existir documento alguno sobre la propiedad, hasta el automóvil se llevaron. Una vez posesionados de la casa, recibieron una comunicación de la Empresa Telefónica, donde se les informaba que debían abonar una cuenta por valor de 200 dólares, en llamadas de larga distancia.

Al visitar a la compañía telefónica pudieron constatar que la cuenta pertenecía a llamadas realizadas por Martha Fernández
Miranda de Batista, quién (según conocerían más adelante) había hecho uso de las instalaciones de la Embajada.

Las naves que condujeron a Batista hacia la República Dominicana, aterrizaron temprano en la mañana del día 1 de enero de 1959 en Ciudad Trujillo (Santo Domingo).

El General Ramfis, hijo del generalísimo Trujillo, recibió a la comitiva en la Base Aérea de San Isidro. Al pisar tierra dominicana se dirigió a la sede de la Embajada cubana en Santiago 25, en el residencial barrio de Gascue desde donde llamó telefónicamente a Trujillo. Desde el mismo día en que llegaron a dominicana y en el mismo hotel donde habían sido alojados, Mario y Gloria, comenzaron a recibir toda suerte de insultos y amenazas telefónicas. Llamaban a cualquier hora del día y de la noche. Se encontraban acosados permanentemente.

La casa de la Embajada poseía una pizarra telefónica que, al no haber telefonista podía dejarse conectada y utilizar cualquiera de las extensiones. En el cuarto principal había un teléfono directo y privado. No obstante, por ese mismo teléfono llamaban constantemente.

En el exterior, sobretodo en horas de la noche, se situaban varios automóviles en las esquinas y sus ocupantes rondaban largas horas, vigilando la casa. Entre las personas que rondaban la casa, pudieron reconocer a uno de ellos, debido a la notoriedad que había alcanzado, en Cuba, durante la época de Grau San Martín.

Se trataba de Policarpo Soler. Los que conocieron personalmente a Soler, aseguraban que no parecía un sujeto agresivo, sino más bien un político profesional, un hombre de éxito, vistiendo siempre una guayabera de hilo y el pantalón impecable, siempre con los cabellos y el bigote cuidados y la cara rasurada con esmero.

Su semblante apacible y jovial no era el del clásico matón, pero Policarpo Soler lo era, y de los peores. Por su ola de crímenes tuvo que exiliarse de Cuba rumbo a España.

De España, Policarpo pasó a Venezuela y de ahí a Santo Domingo, donde actuó como matón a sueldo de Trujillo.
A partir de enero de 1959, las versiones se confunden. Se dice que Trujillo no vio con buenos ojos las relaciones entre Batista y Policarpo. Otros afirman, sin embargo, que el cubano quiso darle la mala al sátrapa dominicano con el dinero (un millón de dólares) de los tres exigidos por Trujillo- que Batista entregó en pago de la estancia 
suya y de sus hombres en RD. Sobrevinieron las desavenencias y Policarpo, sabiéndose en desgracia, quiso poner tierra de por medio. Trujillo no le dio tiempo.

Cuentan que un día Trujillo llegó a la casa de Policarpo, sin escolta y con un pañuelo blanco en la mano, en señal de paz. Charlaron y bebieron como en los viejos tiempos y se despidieron con un abrazo. Entonces sus hombres, que se habían apostado convenientemente durante la visita, abrieron fuego contra Policarpo y los suyos. Los acribillaron a balazos. Solo quedó viva, para contar la historia, Caridad, la mujer de Policarpo.

En ese punto las versiones vuelven a confundirse, porque Delio Gómez Ochoa, expedicionario de Constanza y Comandante del Ejército Rebelde, asegura que vio como fusilaban a Policarpo Soler en la cárcel de La Cuarenta.

En Cuba, Policarpo siempre andaba con otro matón llamado Orlando León Lemus. Los cubanos, recordando a Abbot y Costello, los bautizaron como “El gordo y el flaco”. El Gordo era Policarpo Soler. Orlando León Lemus era El Flaco y tenía el alias de “El Colorado”. Su hobby consistía en asesinar en las principales calles habaneras.

El 23 de febrero la Cancillería cubana comunicaba a Herrera Báez la nueva demanda, que incluía a dos C-47 (los numerados como 202 y 206) y dos C-46 (los números 600 y 605), propiedad del Ejército cubano, y un DC-4, de la empresa privada Aerovías Q*.

* Aerovías Q SA era una de las cuatro aerolíneas comerciales existentes en Cuba, con el nombre comercial de Aerovías Q y oficinas en Paseo del Prado No. 12. Propiedad principal de Fulgencio Batista, otros accionistas menores.

El Encargado de Negocios de Cuba visitó a Herrera Báez, y este le respondió que « [...] daría curso a la reclamación ante el gobierno superior, pero que, como ya me había expresado sobre este asunto y lo demás pendiente [las solicitudes de extradición], solo podrían alcanzar éxito si las relaciones entre ambos gobiernos entraban en una fase de cordialidad y comprensión». (Riva Patterson a la Cancillería cubana, informe del 23 de febrero de 1959. Archivo del Ministerio de Relaciones Exteriores, Cuba).

Ante la negativa de devolución, Fidel Castro había declarado que no había apuro en ello, «[...] que un día sería el propio pueblo dominicano quien los devolvería».

Esa afirmación, y la expresa negativa de Fidel Castro a negociar nada con Trujillo, eran las razones alegadas por los expertos cubanos para desaconsejar que, por el momento, se continuasen tales reclamaciones.

Durante la estancia del barco japonés “Atlas Maruk” a Ciudad Trujillo, se invitó al Cuerpo Diplomático a visitar la exposición presentada por los japoneses. Como es habitual, en las relaciones diplomáticas, el matrimonio de cubanos se acercaba a los diferentes grupos, que se deshacían al cabo de pocos minutos. Al principio no se percataron. Luego y como entretenimiento, se dedicaron a romper grupos.

Fue el Embajador, Sr. Pombo, de Argentina, el único que les acompañó hasta finalizar la visita y en su automóvil les llevó de vuelta a la Embajada cubana.
El Embajador Varela, del Perú, jamás les llevó en su automóvil, ni jamás se ofreció para ello. Varela era el decano del Cuerpo Diplomático y se comentaba que mantenía estrechas relaciones con Trujillo.

Como Mario y Gloria carecían de medio de transporte propio, nunca pudieron salir de Ciudad Trujillo. En la Embajada había permanecido un empleado de oficina que fue despedido inmediatamente. Se negaron a que el gobierno dominicano dispusiera guardias a la entrada de la casa.

Una semana después de haber tomado posesión de la casa, contrataron a dos sirvientas, a sabiendas que como mínimo serían confidentes del Departamento de Seguridad del gobierno dominicano.

Naturalmente, nunca permitieron que entraran a las oficinas. Cayendo la tarde ambas mujeres se marchaban a sus casas.

Una vez presentadas las Cartas Credenciales ante el Ministerio de Relaciones Exteriores de la República Dominicana, le fue comunicada, oficialmente, a todo el Cuerpo Diplomático la toma de posesión y se iniciaron las visitas correspondientes al protocolo.

En todas las Embajadas que visitaban, les informaban que Batista intentaba infructuosamente de obtener visa del correspondiente gobierno para el respectivo país. Hasta ese momento, todos los gobiernos se negaban a concederle visa.

El Embajador español se llamaba Sánchez Bella, el argentino Pombo, el Embajador de los Estados Unidos Farland, el Encargado de Negocios de Venezuela, Arismendi.
Por distintos motivos, estos señores tenían interés en conversar con los diplomáticos cubanos. El de Venezuela para prestarles apoyo, al igual que el de México. El resto, para obtener información.

El Embajador peruano Sr. Varela, diplomático de experiencia, que vivía a una cuadra escasa de la Embajada de Cuba, era padrino de uno de los hijos de Trujillo. Antes del regreso a Cuba de Gloria Amelia, acudía con su mujer, en horas de la noche a visitarles. La costumbre mudó para el horario matutino. Ya no tenía sentido ir acompañado de su mujer, “A tomar café con el colega cubano”.

El peruano les facilitó valiosas informaciones, que les ayudarían a salir con vida de aquel macabro sistema autocrático. Incluso mantuvo una actitud digna y amistosa durante los sucesos del día 5 de junio. Personalmente era una persona agradable. Posiciones aparte y, debido a las circunstancias, mantenían una relación cordial.

Varela no solamente les relató la historia reciente de la República Dominicana, sino que les informó, de primera mano, sobre Trujillo. Según Varela “Trujillo era el hombre más poderoso del mundo. El país le pertenece como le pertenece una finca a un señor feudal”.

Sus observaciones y anécdotas eran siempre formuladas en un tono que intentaba ser objetivo, ni lo criticaba, ni lo apoyaba, solo narraba los hechos. No obstante reflejaba cierto grado de admiración por el “hombre fuerte”. Muchos otros diplomáticos referían las mismas anécdotas con más o menos lujo de detalles. Unos se mostraban asqueados. Otros solo desprecio. Los más, disimulada admiración y servilismo.

Entre las anécdotas había una, sobre la forma en la cual Trujillo atraía a los embajadores y demás miembros del Cuerpo Diplomático:

Al enterarse que un Embajador buscaba residencia o edificio para la Embajada, ordenaba a su Jefe de Protocolo que le informara que existía “una viuda” que poseía una gran casa, que quería alquilar y que le gustaría hacerlo a una Embajada.

La casa, por supuesto, no se correspondía con el precio que podía pagar la Embajada para estas atenciones. Sin embargo, gracias a la intervención del “introductor” se le arrendaba por un precio ínfimo.

De igual forma, si se trataba de la compra de un automóvil. Siempre encontraban a alguien que quería vender uno, casi nuevo, en un precio asequible al diplomático. Esta era la forma que se utilizaba con los más discretos. A los menos, se les entregaba una asignación mensual.

Otra de las anécdotas que relataban, se refería a un Embajador, con el que el tirano simpatizaba especialmente. Al regresar borracho a su casa, fue detenido por una patrulla policial que, dado su estado de embriaguez, le dio el alto.

El diplomático, sin mediar palabra, mató a tiros a uno de los policías y se dio a la fuga. No pasó mucho tiempo en ser detenido, pero nadie se atrevió a hacer nada sin antes saber la reacción de Trujillo. Cuando el jefe de la Policía terminó de informarle lo sucedido, Trujillo sonrió y dijo: “Este tipo es del diablo, coge cada jalao, que no sabe lo que hace”.

¡El policía resultó asesinado por unos malhechores que se habían dado a la precipitada! Jamás fueron hallados. Bastaba que en la prensa apareciera una crítica contra alguien, funcionario o persona, para que aparecieran, ipso facto, cartas de parientes y amigos haciendo constar que: ¡no les unían lazos con aquel despreciable sujeto, que no sabía cuáles eran sus deberes para con la Patria!

Un tema recurrente durante las visitas efectuadas a los embajadores acreditados en la República Dominicana, era la desesperación de Batista ante la imposibilidad de obtener un visado. Se decía que había estado preso. Se negaba a pagar las carabinas San Cristóbal. Hay quien afirma que llegó a pagar, para poder salir de la República Dominicana. Cuentan que, durante el tiempo que estuvo bajo la “protección” de Trujillo, desembolsó 5 millones de dólares.

Desde marzo de 1959, siguiendo la línea del acopio de información desde Cuba, la red trujillista enviaba datos que ponían a Trujillo sobre aviso y demostraban que aún mantenía parte de su capacidad de espionaje en la isla. El capitán Reinaldo Hernández enviaba a Rubirosa copias de informes confidenciales recibidos, para que fuesen confirmados en La Habana.

En cumplimiento de instrucciones del Generalísimo escribía Rubirosa, le envío párrafos de un informe confidencial recibido, que dice así: «Tenemos informes de que el 13 de marzo, Juan Manuel Batista Climenty, despachó por correo, declarando que se trataba de efectos personales, 200 mochilas militares. Este despacho fue hecho a Ascasia Sánchez 21, apartamento 202, Vedado [...]. (Reinaldo Hernández a Rubirosa, carta del 21 de marzo de 1959. AGN, fondo Presidencia, Embadom Cuba).

Ascasia Sánchez 21 era el anagrama de Acacia Sánchez Manduley, hermana de Celia Sánchez y luego esposa del comandante Delio Gómez Ochoa, quien se encontraba al frente de la oficina ubicada en las calles N y 21 que se ocupaba del apoyo logístico de lo que sería la futura expedición del 14 de junio).

Cierto día se presentó en la Embajada un personaje que dijo llamarse Carlos Meo. Extendió su tarjeta de presentación diciendo que quería decir algo confidencial. Al ser conducido al despacho dijo: “vengo de parte de Johnny Abbes”. Abbes era un hombre en posesión de los más grandes secretos de espionaje, conspiraciones y crímenes políticos del régimen dominicano.

El día 31 de diciembre de 1958 una delegación dominicana se encontraba, en uno de los salones privados del Palacio presidencial en espera de ser recibidos por Batista.

Esta misión técnico-militar estaba encabezada por el General Arturo Espaillat, Subsecretario de Defensa; el Coronel John Abbes García, Jefe del Servicio de Inteligencia; el Contraalmirante Didiez Burgos, Subsecretario de Marina; el Coronel aviador Álvarez Albizu, Agregado Militar en Cuba, y un europeo experto en armamentos y explosivos.

Los dominicanos, en unión del General cubano José Eleuterio Pedraza (al que incorporaron al servicio activo el 26 de diciembre) estaban citados por Batista, para ultimar los acuerdos sobre nuevos suministros de armamentos y un plan de refuerzos de tropas dominicanas que ofreció Trujillo a través del agregado militar cubano en Santo Domingo, Coronel Estévez Maymir.

Batista no llegó a recibirlos. Se fue sin avisarles a pesar de que iba para el país de los visitantes. Permaneció escondido en La Habana durante una semana. Fue recogido clandestinamente por una avioneta procedente de la Florida que lo trasladó a Santo Domingo. Cuentan que la operación costo 30 000 dólares.

Continuó diciendo el Sr. Meo: “El gobierno dominicano ha decidido que es mejor un acercamiento con Cuba. Nosotros quisiéramos entrar en negociaciones pues no conduce a nada esta situación. Cuba tiene problemas económicos y hasta en esto pudiéramos ayudarlos. Naturalmente, todo esto que le estoy diciendo, no lo podrán probar, en caso que sea rechazada esta propuesta, pero estamos haciéndoles una proposición. Usted no sabe quién soy yo, pero le puedo hacer una demostración”.

“Si ustedes quieren, yo arresto a uno de los cubanos que están aquí y aparece mañana golpeado o muerto, en cualquier esquina que yo le señale de antemano, para que vean que estoy hablando realmente en serio”. “Pudiera ser el Sr. Ventura Novo”, dijo después de una breve pausa. “Estamos interesados en un tratado de no agresión”, terminó por decir. Fue respondido muy diplomáticamente, pero con firmeza.

No existían instrucciones para entrar en negociaciones y cualquier asunto a tratar se llevaría a efecto mediante los canales oficiales.
“Si, yo lo entiendo, pero les voy a dejar mi teléfono y dirección. Si a su gobierno le interesa, llámeme. Nosotros podemos arreglar cualquier cosa, mejor que los diplomáticos”, respondió altaneramente el Sr. Meo. La segunda proposición era arrestar a Esteban Ventura y extraditarlo a La Habana, en caso de llegarse a un acuerdo. Coincidía con la propuesta que Rubirosa había insinuado a poco de llegar a Santo Domingo.

La propuesta del Sr. Meo, se informó al Ministerio de Relaciones Exteriores pidiendo instrucciones y manifestando que mientras tanto, se ignoraría la visita, como si se tratara de un demente. Riva Patterson nunca recibió instrucciones en este sentido.

La probabilidad de que las autoridades del dictador conocieran parte de los planes de invasión es sustentada por algunas pruebas presentadas por el régimen trujillista, en que se mostraba unas fotos, en tierras cubanas, del Comandante Camilo Cienfuegos junto a varios expedicionarios.

Algunos documentos revelados más tarde dan cuenta que los servicios de inteligencia de Estados Unidos y de Santo Domingo conocieron muchos aspectos de la expedición. A su vez, los acontecimientos posteriores en que se vieron involucrados los Comandantes Pedro Luis Díaz Lanz (Jefe de la Fuerza Aérea Revolucionaria), Eloy Gutiérrez Menoyo y William Morgan tal vez pudieran dar fe de la filtración de los detalles de la acción “internacionalista”. Estos dos últimos conocían de las actividades conspiradoras de Trujillo, y es muy posible que hayan realizado el papel de dobles agentes, al poner al descubierto ante Fidel la conjura del dictador y continuar conspirando e informando a las autoridades norteamericanas y dominicanas. En pago, pudieron muy bien enviar informaciones de la expedición revolucionaria dominicano-cubano. Pero esto no son más que conjeturas.

La hipótesis consistía en que el gran traidor fuera Pedro Luis Díaz Lanz; la denuncia el propio Comandante Delio Gómez Ochoa, teniendo presente que en días posteriores al desembarco, un avión de la Fuerza Aérea Rebelde de Cuba -o Fuerza Aérea Revolucionaria- debía lanzar armas y avituallamiento a la incipiente guerrilla y que, por lo tanto, el mando superior de esta arma conocía de los planes y los lugares en que esta guerrilla debía moverse y encontrarse.

Una de las interminables mañanas, el Embajador del Perú, que debido al grado de amistad establecido, normalmente visitaba la casa de la embajada cubana sin anunciarse, telefoneó anunciando su visita. Llegó a pie, como de costumbre. Tenía un mensaje sumamente importante.

El Generalísimo quería tener un encuentro con el Encargado de Negocios. Le citaba para la fiesta que ofrecía el Nuncio de su Santidad (cualquiera que fuese el motivo).
Según Varela, Trujillo estaba preparando las condiciones para conversar de muchas cosas.

Al terminar, dijo que todo lo que había dicho era estrictamente confidencial y que jamás se podría probar que el Generalísimo le estaba enviando un mensaje. A la vez, aseguraba que Trujillo, en persona, le había dicho que quería conversar. Luego pasó a decir que una visita a Trujillo llamaría la atención y podría colocar al Encargado de Negocios en una posición difícil, máxime cuando era Joaquín Balaguer el Presidente de La República, no en tanto ser un sirviente más de Trujillo.

Agradecido el mensaje, comunicó a La Habana la noticia. Esta vez, solo tomó dos días en ser respondido: “En relación con el asunto planteado en su cable no. X, usted está enfermo y no puede asistir a la recepción”. Cuando Gloria Amelia regresa a Cuba, ya sabía que el relevo había sido nombrado en la figura de Juan José Díaz del Real.

En otra ocasión, en horas de la tarde, Riva Patterson recibió una llamada del Encargado de Negocios de Venezuela. Le invitaba a cenar en la Embajada. Cenaron y conversaron sobre diferentes tópicos.

A punto de marcharse, el Sr. Arismendi le preguntó: ¿Usted está solo en la Embajada? ¿Por qué no se queda a dormir aquí?

Eran dos preguntas extrañas. El hombre sabía perfectamente que se encontraba solo. Por otra parte, eso de dormir fuera de la Embajada..., no, sencillamente no podía ser. Le agradeció el gesto, pero era necesario permanecer en la Embajada por si acaso se recibía alguna llamada. De todas formas y debido a lo extraño de la proposición, no le quedó otra opción que preguntarle el motivo de la invitación.

Comenzó entonces el relato de que estando Arismendi, con unos amigos en el hotel Jaragua, un grupo de batistianos se encontraban bebiendo y alardeando de que esa noche iban a asaltar la Embajada cubana.

Aunque podía ser bravuconadas de borrachos, cabía también la posibilidad de que lo hicieran mucho más fácil sabiendo que se encontraba solo. ¿Tiene armas?, preguntó. Al escuchar una respuesta negativa, le extendió un revolver 38 cañón corto, cuyo gatillo no sobresalía (puede ser cómodamente usado en los bolsillos de un pantalón) y una caja de balas diciendo: “Bueno, en un tiroteo nunca están demás unas cuantas balas”.

Esa noche, al entrar en la casa, en los salones retumbaban los pasos y parecía como que detrás de cualquier rincón saldría alguien. Riva Patterson sintió miedo. La casa le parecía enorme. Cerró el cuarto con llave, puso el revólver debajo de la almohada y como en las mejores películas durmió a pierna suelta hasta bien entrada la mañana.

Al día siguiente recibió una llamada en la que le decían que, si quería ver las tropas que pronto desembarcarían en Cuba, que fuera al Hotel Embajador.
Desde las terrazas más altas podría ver a los futuros invasores en prácticas de combate. La voz dijo también que había un número de aviones pintados con las insignias cubanas.

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7 comentarios:

  1. Apreciado Sr. Riva,
    Los hechos que aquí narra se han ido desdibujando de la memoria y, lamentablemente, de la historia. En los tiempos que ocurrieron, yo era un joven estudiante, atento a todo lo que sucedía en aquella agitada época, y conocí de los mismos a través de la prensa nacional, que publicó las provocaciones y agresiones a personal cubano en 1959, en la entonces llamada Ciudad Trujillo.
    Su testimonio tiene especial validez por haber sido sus padres partícipes y testigos de lo relatado.
    La divulgacion de estos acontecimientos contribuye evitar el olvido y a preservar la memoria histórica de la nación.
    Gracias y saludos,
    Eugenio Fernández

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  2. Respuestas
    1. Apreciado Sr. Riva,
      Por el posible interés que pudiese tener, se copia más abajo un link que da acceso a un documento desclasificado del gobierno de EEUU, consistente en una comunicación de la embajada de EEUU en La Habana, dirigida al State Department en Washington, relacionada con lo que históricamente se conoce como el "Caso Quetzal" (Quetzal Case), que involucró a Cuba y República Dominicana en 1951.
      El documento tiene fecha diciembre 12, 1951, y en su página 2, primer párrafo, penúltima línea aparece el nombre de su señor padre, Dr. Mario Riva Patterson, Secretary of Legation and "Sub-Jefe de Despacho".
      https://www.latinamericanstudies.org/embassy/R36-957-12-12-1951.pdf
      Más información sobre el Caso Quetzal puede verse en el siguiente enlace:
      https://history.state.gov/historicaldocuments/frus1951v02/d632
      Por último, pido disculpas si en algún momento estas líneas se considerasen inconvenientes.
      Saludos,
      Eugenio Fernández

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    2. Efectivamente, mi padre fue un diplomático "de carrera", al igual que casi todos sus ascendientes desde el inicio de la República de Cuba.
      No hay nada que disculpar Sr. Eugenio.
      Al contrario, solo agradecer su colaboración.

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    3. Apreciado Sr. Riva,
      Se adjunta el enlace a un informe desclasificado, de fecha junio 22, 1964, en el que se hace referencia a una conversación ocurrida en mayo 8, 1964 entre Mario Riva Patterson, Counselor, Cuban Embassy, London y un visitante no identificado.
      Tanto el remitente como el destinatario, así como el asunto y el contenido de este informe, acreditan su interés histórico.
      https://www.archives.gov/files/research/jfk/releases/2018/124-10181-10009.pdf
      Saludos,
      Eugenio Fernández

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    4. Estimado Eugenio,
      Es cierto que, mi padre, ocupaba (en esa fecha de 1964) el cargo de Consejero de la Embajada de Cuba en Londres, pero me imagino, podrás comprender que, en esa fecha yo todavía no había cumplido los 14 años de edad y mi hermana es tres años menor que yo. De manera que, como ya mi padre es fallecido, nosotros no tenemos ninguna información de la entrevista con el presunto desconocido, de posible origen colombiano.
      Al parecer el documento https://www.archives.gov/files/research/jfk/releases/2018/124-10181-10009.pdf es verdadero, pero (por lo dicho anteriormente) no puedo dar fe de ello.
      Otra vez, le agradezco sus comentarios.

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Sucedió en Ciudad Trujillo 1959

                                                                    Epílogo Solo después de la muerte de Mario Riva Patterson, ocurrida en ...