Ya el gobierno del MPLA había realizado el cambio de la moneda y el kwanza se cambiaba a 600 por un dólar. El estipendio de los oficiales de las Fuerzas Armadas cubanas consistía en 12 mil kwanzas mensuales; al cambio oficial, 20 dólares. Duró poco lo de andar suelto por las calles y lo de recibir el dinero en metálico.
En el primer semestre del año 1978 en Luanda se podía vivir fuera de la base aérea, no como en las otras regiones. Esto era posible en casi todas las ciudades costeras, como Lobito y Benguela.
Se hizo famosa la anécdota de un piloto que salió, por las calles de Luanda, en busca de aventuras y al querer entablar conversación con una hermosa angolana, en un malísimo portuñol3 se equivoca al preguntar:
3 Portuñol – Le llamábamos a la mezcla de idioma portugués con español
“¿Eu ten marido?”, queriendo saber si ella tenía marido.
La mujer, sorprendida, le miró con indiferencia y respondió.
“Eu tenho marido. Vocé sabrá”4.
4 Yo tengo marido. Usted sabrá
El incremento de las tropas, la fama de mercenarios que adquirían, la pésima gestión administrativa y sobre todo el poder económico que significaría para los jefes y funcionarios de la MMCA, fueron los causantes de que la asignación monetaria comenzara a ser entregada al finalizar la misión o al salir de vacaciones.
En esa discusión andábamos, de si era mejor recibirlo todo junto. Que si era poco, o nada, lo que se encontraba en los mercados de Luanda. Que si la candonga “Rocky Santeiro” era donde había mejores precios. Que si las pocas tiendas, de los cada vez menos portugueses que quedaban en Angola y que aún permanecían abiertas tenían mejor calidad en sus artículos...
La conversación de los pilotos transcurría en un ambiente tranquilo. Discutíamos si la prohibición de entrar a las candongas respondía a los robos por parte de los soldados cubanos o, a las reyertas y a los civiles angolanos muertos en las mismas.
El intercambio de opiniones se hacía cada vez más interesante cuando sintieron abrirse la puerta del elevador del predio e intuyeron que alguien se dirigía hacia el apartamento. Hicieron silencio.
El predio tenía seis andares (pisos) y cuatro apartamentos T2 en cada andar. Cada apartamento tenía una sala pequeña y una cocina poco más o menos de semejantes proporciones.
Lo primero que se encontraba al abrir la puerta del apartamento era la cocina, que solamente tenía un refrigerador pequeño, casi un mini- fridge. Nada más. A continuación y a mano izquierda, quedaba una sala de 2 por tres metros. Una mesa de cuatro personas con sus correspondientes sillas. Un sofá para dos y..., para de contar. Detrás del sofá un ventanal amplio con ventanas de corredera en cristal nevado.
Las habitaciones quedaban más a la izquierda. De inicio se encontraban destinadas para dos personas, en camas individuales. No pasó mucho tiempo y las camas fueron cambiadas por literas de dos. Un año más tarde, en la misma habitación ya las literas eran de tres. Un baño para cuatro personas era casi un lujo que las familias de muchos pilotos cubanos no se podían permitir, cuando lo común era que tres generaciones vivieran en un mismo apartamento y compartieran un baño único.
Era la época de la radio-grabadora de casetes. No había televisión, o
por lo menos televisor; aunque la historia de la televisión de Angola
afirme que la RTA existía en Luanda desde 1970.
De haber existido algún canal televisivo, seguramente cada
apartamento hubiese tenido el suyo, no obstante los artículos décimo
segundo y décimo tercero de la Orden 1 del Comandante en Jefe:
“ ... Los revolucionarios no podrán ser jamás amigos de los contrarrevolucionarios, toda amistad es falsa sin convicción y principios revolucionarios....”, “...los oficiales de las FAR no podrán tener contacto con ningún extranjero...”
No estaban esperando a nadie. Sorprendidos, vieron entrar al Jefe del Escuadrón y todos se pusieron de pie. Sin mucho aspaviento, pero con el debido respeto. Cumplimentaban, lo que se conoce comúnmente como “cortesía militar”.
El Jefe del Escuadrón se dirigió al jefe de la escuadrilla, pidiéndole que le acompañase al Regimiento, que el Coronel necesitaba hablar urgentemente con ambos. Se trasladaron en un Mini, fabricado por la Morris, que le había sido asignado al Jefe del Escuadrón.
La edificación donde estaba situada la jefatura del regimiento era la misma que habían dejado los pilotos portugueses.
Entraron directamente a la oficina del Coronel que, sin preámbulo, les dijo que había recibido una orden directa del General Tomasevich, Jefe de la Misión Militar de Cuba en Angola (MMCA), relacionada con una solicitud del Presidente Agostino Neto.
Se trataba de una misión de apoyo a la transportación, por carretera, de la zafra del café que procedente de la zona de Uige, debía llegar a la capital de país para su exportación.
Cooper parecido al que tenía el Jefe del Escuadrón de Transporte
Los grupos de bandidos (como se llamaba a todos los que se opusieran al MPLA) estaban creando emboscadas diariamente y en alguna que otra ocasión habían sembrado minas en la carretera que unía las poblaciones de Uige y Negage con Luanda.
José Antonio Álvarez Lachiondo, era el Coronel Jefe del Regimiento Aéreo, con base en Luanda. Se trataba de un hombre de más de un metro ochenta de estatura, pelo ensortijado, de piel blanca, posiblemente debido a su origen vasco o navarro. De hablar pausado y pronunciación demasiado buena para el cubano común.
La reunión había sido convocada para ordenarle al Jefe del Escuadrón de transporte Aéreo, la subordinación de una pareja de helicópteros al Jefe de una Región Militar de las FAPLA.
Comenzó entonces, una explicación pormenorizada en la cual hacía mención de las características de la zona, aunque algunas particularidades las fui descubriendo mucho tiempo después.
Uige es el nombre que recibe una de las provincias angolanas, cuya ciudad capital recibe el mismo nombre. Cuando la dominación portuguesa recibía el Nombre de Carmona.
La designación del nombre de Carmona le fue otorgada en homenaje al Presidente de la República de Portugal, Oscar Carmona (fallecido en 1951), manteniendo ese nombre hasta poco después de la independencia de Angola cuando tomó nuevamente el nombre autóctono.
La carretera de Uige para Luanda recibía el nombre de “la ruta del café” debido a que la provincia era la mayor productora del preciado grano y donde existían muchas haciendas dedicadas a su recolección y traslado a la capital de la provincia, desde donde era transportado para Luanda y su posterior exportación.
En la época colonial, en esta región existían muchísimos campesinos blancos, a los cuales los portugueses llaman “fazendeiros”.
Debido al parecido de las lenguas portuguesa y española, una mala traducción podría llevar a pensar que se trataba de hacendados. Nada más falso; se trataba de campesinos portugueses o de origen portugués. En su mayoría pobres y analfabetos.
No obstante, eran capaces de planificar, sembrar, cuidar y realizar la zafra, empleando (de forma muchas veces dudosa) la mano de obra barata de los pobladores de la etnia “bailundo”.
Una característica de la zona consistía en que todavía en el año 1978
se podía apreciar, con relativa facilidad, la construcción de albergues
y almacenes en las alturas prominentes.
Aquí habitaban los bailundos durante la zafra y se guardaba también
la colecta hasta su transportación.
Muchos de estos puntos y las áreas de trabajo, podían ser vigilados durante el día, por helicópteros ligeros, para alertar y tratar de evitar las incursiones de las bandas guerrilleras del FNLA.
En la medida que Lachiondo relataba los acontecimientos sucedidos
hasta el momento, me iba preocupando cada vez más.
Me estaba ordenando subordinarme a un Mayor de las FAPLA que
respondía al nombre (o tal vez seudónimo) de Foguetón.
Según Lachiondo, ese era el Jefe de aquella Región Militar.
Era imposible asegurar que la unidad militar cubana destacada en Negage respondiera a las exigencias de la provincia de Uige. Lo que si se quedaba claro era que, la tal unidad militar cubana proporcionaba los asesores para la lucha anti-guerrillera o contra- bandidos, según el prisma con el cual se observara.
El aeródromo de Negage resultaría ser el lugar donde se basificarían los helicópteros.
Entendiendo que no tenía nada que hacer en aquella reunión, el Jefe del Escuadrón de Transporte pidió permiso para retirarse.
El Coronel Lachiondo era un tipo difícil de definir. Se había comportado de forma ambigua durante el ya desdichadamente famoso y fallido “Ejercicio Táctico en Campaña” (ETC).
El ETC había comenzado a finales del mes de febrero por el poblado de Alto Hama y las termas de Cota Cota, en las proximidades del poblado llamado Balombo y concluido en las estribaciones de Cuito Cuanavale.
A la semana de haber comenzado la operación, intuí que mi unidad (la escuadrilla de helicópteros) se encontraba operando con horas de retraso en relación a la UNITA.
Cuando los helicópteros llegaban al lugar indicado, podían encontrarse con dos variantes del plan inicial, que se repetían diariamente:
1.- Que las compañías aero-móviles especiales se desembarcaran
prácticamente encima de la posición enemiga.
2.- Que no encontrasen a nadie en el lugar indicado.
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