sábado, 20 de julio de 2024

La Guerra Innecesaria Capítulo 3 La Peligrosa Ruta del Café


                                                    La Ruta del Café

                                       Capitulo 3 

                                               La Ruta del Café

El 17 de mayo de 1978, al mando de una pareja de helicópteros llegué, en horas de la tarde al poblado conocido por el nombre de Aldea Visosa. El Mayor Foguetón, a la sazón Jefe Militar de la Región por la parte angolana, había ido hasta el Puesto de Observación de su artillería.

El representante del Regimiento Aéreo (cubano) ante el mando angolano Primer Teniente Jorge Luis, decidió trasladarse en el primer helicóptero hasta la posición anteriormente señalada. El segundo helicóptero debía permanecer en Aldea Visosa esperando instrucciones.




Volamos hasta María Adelaida, otra población en las cercanías, en donde encontramos el Puesto de Observación. En este punto se nos incorporó el segundo helicóptero. Las posiciones enemigas se apreciaban desde allí con bastante claridad. Se observaba el accionar de un mortero, perteneciente al FNLA, que hostigaba a las posiciones cubano-FAPLA.




El Mayor Foguetón*, tomo la decisión de golpear al enemigo utilizando los helicópteros, aunque el jefe militar cubano, Coronel Harry Villegas, fue de la opinión que se debía emplear la artillería.


                                                 Mayor Foguetón

Nos dio la impresión que al angolano no le gustó la observación del jefe cubano y para fundamentar su decisión alegó que solamente le quedaban 29 salvas de artillería, lo que correspondía a la disposición combativa de la Unidad en cuestión. Fue en esos momentos que nos enteramos de los acontecimientos de Zaire, pero sin posibilidades de reflexión. No debimos, nunca haber aceptado el plan de golpear de frente a un enemigo que tenía conocimiento de nuestra posición y seguramente había elaborado planes para contrarrestar nuestra presencia. 


                                                       Reportes de Prensa Latina


El helicóptero líder atacó la posición del mortero, pasando sobre la línea del frente a 400 metros de altura mientras que el segundo debía prestar la cobertura necesaria volando a 800 metros de altitud.

Al sobre-volar lo que yo consideraba el borde delantero del enemigo, escuché que nos estaban efectuando disparos. Ordené disparar con las armas de infantería, del personal que se encontraba en la cabina de carga.

El segundo helicóptero, en lugar de mantener la altura que habíamos planificado, se mantuvo al mismo nivel de vuelo del helicóptero líder. Supuse que por ir a una distancia de un kilómetro, Emilio González y el copiloto Juan Valdespino, los tripulantes del segundo helicóptero, pudieran haber apreciado el lugar desde donde procedían los disparos y es por eso que le hice la pregunta y al recibir la respuesta afirmativa les ordené entrar en combate y utilizar los cohetes.

Saliendo del rumbo combativo, observé una llamarada en el costado izquierdo del helicóptero de Emilio, entre el borde interior del bloque de cohetes y el tanque izquierdo de combustible, completamente arriba de la rueda principal izquierda.

Emilio contestó afirmativamente a mi pregunta de si conocía que estaba en llamas, por lo que le ordené aterrizar en la primera plataforma que encontrara. Pero Emilio no entró en auto rotación, que es lo indicado para éste tipo de emergencia, sino que comenzó a realizar giros a nivel.

La auto rotación forma parte de cualquiera de los diferentes tipos de emergencia, en la aviación de helicópteros. Se traduce en un descenso rápido, durante el cual el piloto debe escoger una plataforma y proceder al aterrizaje en la misma.

Seis minutos duró aquella agonía, pues al parecer, la indecisión, de Emilio permitió que el incendio cobrara fuerzas y que los compañeros que se encontraban dentro de la cabina de carga fueran forzados, por las llamas, a trasladarse hacia la parte delantera de la cabina de carga, provocando la inestabilidad del helicóptero hasta que, presionados por las llamas, muchos de los atrapados en aquella cabina decidieran saltar del aparato antes de quemarse vivos. Vimos a tres de ellos agarrados de las manos, como dándose aliento, proyectarse al vacío.

Aquello parecía una película de horror, en pantalla ancha y a todo color. Solamente el olor me hacía razonar que era real, que no estábamos en una sala de proyecciones. Después de cuatro o cinco minutos, Emilio realizó una aproximación a una plataforma en el pico de una montaña, quedándose por debajo de la misma. Inmediatamente aprecié el descontrol de los parámetros de vuelo y como se precipitaba hacia la tierra, en una cañada, entre montañas. Tres veces aterricé para buscar a nuestros compañeros, pero lo intrincado de la selva, en estos lugares, impedía cualquier intento de rescate.

En la penúltima oportunidad logramos aterrizar en la cúspide de unas elevaciones más próximas a la catástrofe, el Coronel Harry Villegas, que se encontraba a bordo de nuestro helicóptero, le ordenó a la escuadra de infantería (nueve hombres de su escolta), que desembarcaran y llegaran al lugar donde en esos precisos momentos se encontraban estallando los cohetes del helicóptero abatido. El Jefe de la escuadra titubeó y al notarlo, Villegas saltó del helicóptero gritando algo así como: "todos conmigo" y se perdieron cuesta abajo.

Percatándome de la inmensa responsabilidad que tendría que asumir en caso de sucederle cualquier eventualidad a Villegas, le ordené a Oscar Machado, mi copiloto, que trajera a Villegas de vuelta al helicóptero a como diera lugar. El enemigo podía atacar nuestra posición con fuego de mortero y si nos veíamos en la necesidad de despegar, quedarían aislados y en la orilla opuesta del río Dange.

A estas alturas Machado había logrado establecer comunicación por radio de onda corta, con Luanda y Marcos Cairo, el Jefe del Estado Mayor del Regimiento Aéreo nos estaba tratando de dar apoyo con la aviación de combate.


                                                  Marcos Cairo

Los aviones nos sobre-volaban y nosotros los veíamos, pero ellos nunca nos tuvieron a la vista. La mala visibilidad les impedía apreciar las características del terreno. No obstante nos sentíamos protegidos y agradecidos. Al menos sabíamos que teníamos compañía.

Llegó el momento de tomar la decisión de retirarnos del lugar. Anochecía y solo quedaba la reserva de combustible, necesaria para regresar al aeródromo de Negage, cuando desde el aire y en el último pase sobre el lugar del siniestro, logramos avistar al técnico de vuelo de la infortunada tripulación (Rodolfo Castillo), junto con un soldado de las FAPLA.

Con la clavícula fracturada y una herida, profundísima en la parte posterior de la cabeza, Castillo, había logrado alcanzar la cima de la elevación y hacía señales con un pulóver (t-shirt) de color blanco. 

Logramos aterrizar y rescatarlo, sin embargo el soldado FAPLA, no llegó al helicóptero. Castillo refirió más tarde que se había separado en el último tramo y que no lo había vuelto a ver.
No podíamos esperar más. Regresamos. Siempre nos ha quedado el remordimiento de haber dejado abandonado al angolano.

La altura sobre el nivel medio del mar rondaba los 800 metros.
La vegetación era densa en las proximidades del río Dange. No tanto como en el Mayombe, donde los árboles alcanzaban los 100 metros de altura, medidos por radio-altímetro. Estos no rebasaban los 60.
Los cuerpos yacían esparcidos en el fondo de una cañada.


Un banco de niebla había retrasado la hora en que hubieran querido llegar al lugar de la catástrofe.

Un helicóptero era el encargado de llevar a tres militares, que compondrían la comisión investigadora de los hechos.

No había sobrevivientes.
Relativamente cerca uno de otro, encontraron siete cadáveres. 

La comisión se encontraba compuesta por el Coronel Ernesto de la Paz Palomo. Primer oficial y jefe del grupo.
A De la Paz no le gustaba que le llamaran por su segundo apellido. De complexión fuerte, lo que se dice un hombre robusto, de aproximadamente un metro y 75 centímetros. Cuando le interesaba podía llegar a ser simpático.

Era piloto de aviones de combate y por supuesto, de helicópteros lo único que sabía era que andaban por el aire, aunque no tuviera la menor idea de cómo lo lograba.

El otro de los integrantes era un Mayor de apellido Luna. Ingeniero especialista en motor y fuselaje de helicópteros. Había sido técnico de vuelo en un inicio, graduado del curso impartido por los soviéticos a raíz de la Crisis de Octubre. En el año 1968 había sido enviado a estudiar ingeniería a la URSS.

A no ser por su estatura que era algo menor que la del Coronel y que era también menos robusto, podía fácilmente pasar por un ruso. Rubio y de piel muy clara, comparado con el cubano común. Arrastraba la “r” al hablar.

El tercer integrante de la comisión se trataba del Mayor Lezcay. Se había graduado en medicina a raíz del triunfo revolucionario de 1959. De estos especialistas en medicina de aviación se comentaba que, debido a la deficiente preparación médica, muchos habían ido a parar al Laboratorio de Medicina Aeronáutica. Pero esto eran solo rumores. Posiblemente mal intencionados. Una forma de venganza, de aquellos que un día aspiraron a ser escogidos, físicamente, para ser pilotos.

Demoraron poco tiempo para identificar el cadáver del jefe de la nave. Le conocían personalmente. El Coronel no tanto, pero Luna, que antes de licenciarse en ingeniería, en la URSS había pertenecido al cuerpo de tripulantes de vuelo, había coincidido en la misma unidad con el piloto fallecido. No así con su copiloto, el cual procedía del último curso de pilotos de helicópteros graduados en la URSS en 1975.

Los cuerpos se encontraban desnudos y descalzos, menos el del piloto. Era evidente que, los cadáveres habían sido profanados. Lograron determinar que Emilio había muerto por un golpe en la frente. Posiblemente el golpe hubiera sido con la mira óptica. Coincidieron en que, luego de ocurrido el choque con la tierra, todos habían logrado salir. Los cuerpos de Emilio y Valdespino aparecieron separados del resto.

Lo más probable era que Valdespino sacara el cadáver de Emilio del helicóptero. Tal vez pensase que no estaba muerto.

De la Paz, Luna y Lezcay no se encontraban en Angola cumpliendo “misión internacionalista”. Pertenecían a una comisión de inspección al “año de instrucción” de la DAAFAR.
La investigación del accidente no era su función en Angola. Para estos menesteres existía en la DAAFAR, en Cuba, una sección llamada “de seguridad de los vuelos”.

En Angola, aunque existía la “DAAFAR” de la Misión Militar de Cuba, la misma adolecía de muchas de sus “ramas”.

Destacados en la foto Emilio (agachado y acompañado por asesores soviéticos de las FALA) y Valdespino, el más alto de todos


Los especialistas angolanos, que acompañaban a la comisión investigadora, consideraron que los responsables de la profanación de los cuerpos habían llegado al lugar todavía de noche o en las primeras horas de la mañana.

Llevaban más de dos horas procurando evidencias que demostraran lo que verdaderamente había provocado semejante catástrofe, pero fue poco lo que pudieron recoger.

Sería mejor andar de prisa. Aun faltaba por subir más de 300 metros de escarpada y resbaladiza ladera, con los cadáveres, y con todo aquello que consideraban útil para continuar la investigación fuera de aquel inhóspito escenario.

Mucha humedad traducida en lodo resbaladizo, árboles de 50 metros de altura, insectos de todas clases y categorías y la amenaza latente de ser emboscados en cualquier momento o lo que resultaría peor: 

Que el helicóptero, que les aguardaba hacía más de dos horas resultase abatido por el mismo mortero que los guerrilleros (llamados bandidos por los cubanos) habían utilizado el día anterior, en una zona entre la fazenda llamada María Adelaide y Aldea Viçosa.

Los cadáveres fueron enterrados en el cementerio de Negage esa misma noche, ridiéndose a todos, los honores militares.
Después de comer demoramos un tiempo en ir a la cama. Dormí profundamente.

La Comisión investigadora trató de presentar el derribo de la tripulación de Emilio, como un accidente; resultado de un error de la técnica de pilotaje. Una premisa de accidente, un accidente catastrófico, un derribo en combate o todo al mismo tiempo

El edificio donde vivían los pilotos no quedaba muy lejos de la base aérea de Luanda. Todavía se podía andar a pie y en solitario por las calles, aunque se recomendaba salir en parejas.



 Foguetón: Pedro Benga nació en el poblado de Kindambe, município de Bembe, en la provincia de Uige, un 8 de enero de 1948. Llegó a ser General de División. Su trayectoria dejó marcas en la historia de Angola. Ingresó en el MPLA en el año 1965, asistiendo a varios cursos militares en Corea del norte, Rusia y Congo Brazaville.

En los años 1967 y 1968 estuvo destacado en la base de Mosquito y en la base Energético. En 1969 

realizó un curso de once meses en Corea del Norte especializándose en minas terrestres, 

emboscadas y tácticas guerrilleras.



Licenciado en economía por la Universidad “Agostino Neto”, ejerce funciones de Jefe de Estado Mayor de la 4ta. Región Militar (Huambo). El General Foguetón fue Comandante de la Región Político Militar de la provincia de Cunene en el año 1981 en el momento en que las tropas sur-africanas ocuparon esa parte del territorio del sur angolano.

En el año 1988 entró en desgracia luego de un ataque de la UNITA a Maquela do Zombo, un día después de la visita del Presidente José Eduardo dos Santos a la provincia de Uige. El General Foguetón en su calidad de Jefe de Operaciones de las FAPLA fue sancionado por no haber avisado de que aquella área constituía una zona peligrosa.

En base a la resolución 4/88, la Comisión Permanente de la Asamblea del Pueblo le degradó al grado de Coronel.

A principios del año 1989, Pedro Benga Lima (Foguetón) fue rehabilitado y nombrado para el cargo de Comisario Provincial de la provincia de Bengo (gobernador provincial).

Hasta el año 2006 fue director general de SIMPROTEX, una empresa dedicada al suministro de logísticas para las Fuerzas Armadas de Angola, al tiempo que comenzaba en negocios privados. Llegó a ser propietario de una de las mayores unidades hoteleras de Uige (Grand Hotel).

Falleció el día 20 de marzo del año 2014 en la ciudad de Pretoria, África del Sur, donde se encontraba recibiendo tratamiento médico, como consecuencia de un cáncer, hacía nueve meses.


Del libro del General de Brigada Enrique Acevedo


FRONTERAS


Página 42 ,2do párrafo en adelante:


8 de marzo de 1977 – Es un hecho consumado que los katangueses del General Mbumba 

pasaron la frontera en el sector Luao-Dilolo y un poco más al este, al norte de Caianda, 

con fuerzas de 4 o 5 mil hombres, equivalentes a cinco o seis batallones(regimiento 

reforzado). Avanzan con éxito en las direcciones Dilolo-Sandoa-Kamina y en   

la dirección Caianda-Kowelsi.


Existe el peligro de que se produzca una coalición de intereses para apoyar a Mobutu; 

hablo de los “barones del diamante, uranio, hierro, etc,etc.


Para rechazar el intento secesionista de los katangueses, es posible que se esté formando 

una agrupación compuesta por marroquíes y franceses. Su punto estratégico sería controlar 

el ferrocarril Zaire-Zambia.

Al General Acevedo le dan una semana para preparar el Regimiento de Luanda (3,500 

hombres, 32 medios blindados y 360 medios de transporte).


Se marchará sin los tanques (solo una compañía de PT-76. El PT-76 es un carro de 

combate ligero con capacidad anfíbia), o lo que es igual a 10 unidades. Luego irán 

llegando (a cuenta gotas) nuestros 22 tanques. No refiere de que tipo de tanques se trata.


Ocuparemos una región de espera en “Enrique de Carvalho” y planificaremos la defensas 

en dirección a la estación del ferrocarril en “Luao” (en la frontera con Zaire). Estaremos 

cooperando con el Bon de Guarda Fronteras (completado al 50%). No dice si angolano o 

cubano, el Regimiento de “Luso” (a 240 Kms) y una lejana Brigada FAPLA en la misma 

región del sur (???). Luego se re-basificarán en el antiguo aeropuerto, 6 aviones MIG-21. 

No hay más.


El 30 de marzo de 1977 informo mi decisión para la marcha.

Ocupamos la zona de des-concentración el 6 de mayo de 1978.


pag 127 segundo párrafo

3 de mayo 1978 Cassinga (tiene mal la fecha, ocurre el día 4)

grupo táctico no. 2 del regimiento sur, esta a 18 kms de distancia de Cassinga. Al frente 

del mismo se encuentra el Tte Cor Boullosa. Atacados por la aviación.


Dice que cayeron en una emboscada. No menciona al jefe del regimiento Comandante 

Harold Ferrer. Refiere las bajas cubanas 16 muertos y 76 heridos. No menciona los 6 

hombres que murieron como consecuencia de las heridas en el combate.

Intenta justificar (con el ataque a Cassinga) la interrupción del plan de retirada de 

las tropas cubanas (de Angola) que había sido aprobado el 22 de abril de 1977.

No dice nada sobre el “Ejercicio Táctico en Campana” entre los meses de marzo y 

principios de abril de 1978 directamente contra la UNITA.


Pag 119 segundo párrafo

3 de mayo 1978

Se produce la segunda guerra de Shaba. Alas 15:30 hrs penetran en territorio de Zaire, 

provenientes de Angola, 5 batallones katangueses. Dirección Cainda-Sandoa (desde la 

parte norte del saliente de Cassombo (Angola), así como desde la frontera norte de 

Zambia, en la dirección Ikelenge-Kowelsi. Los katangueses se retiran el 24 de mayo hacia 

el territorio angolano.

De esto jamás tuve información de la MMCA, mientras me encontraba operando en 

Negage.


El Coronel Vega (cubano), al frente de las tropas cubanas en Saurimo, apoya 

decididamente a los katangueses. Acevedo dice, en su libro, que fue una acción 

particular de este Coronel y que jamás las tropas cubanas fueron autorizadas a dar 

semejante apoyo: 

reparaciones de armamentos (morteros, cañones sin retroceso, instalaciones anti-aéreas). 

Se les proporcionan medicinas. Les imparten un curso de tiro rápido con morteros. Insiste 

Acevedo, al decir que eso nunca representó una decisión del régimen de La Habana. Se 

fotografían con los katangueses.


El día 25 de mayo de 1978, el presidente Carter acusa a los cubanos de haber 

desempeñado un papel clave en el entrenamiento de los katangueses. En la primera 

semana de junio 


Carter aduce tener pruebas.




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