Crítica al libro “FRONTERAS” del General de
Brigada (fallecido) Enrique Acevedo Gonzalez
Por Mario Riva Morales
El General de Brigada de la Reserva Enrique Acevedo González murió a la
edad de 79 años, en La Habana.
Entre los cargos ocupados por el alto mando castrense destacan Jefe de
Compañía de Infantería, Jefe de Estado Mayor y Jefe de División de Infantería
en los ejércitos Central y Occidental, Jefe de Estado Mayor Provincial de
Ciudad de La Habana y Jefe de Sección de Preparación Combativa en el
Ejército Occidental.
Ingresó al Ejército Rebelde en 1957, con 14 años, a las órdenes del Che
Guevara primero y después de Fidel Castro.
Era hermano de Rogelio Acevedo, General de División también fallecido, y
quien durante más de 20 años fue presidente del Instituto de Aeronáutica Civil
de Cuba (IACC), hasta que en 2010 fue expulsado del cargo por el propio Raúl
Castro.
Su obra más conocida fue la novela “Descamisado”, que narra las vivencias su
hermano, y de él, durante el tiempo transcurrido en la guerrilla.
El libro “FRONTERAS”, fue publicado por la Casa Editora Abril de la Ciudad
de La Habana, Cuba.
El propio Enrique, le dice al lector: “La guerra de Angola, para muchos fuera
de Cuba, es algo lejano o extraño. Y es lógico, pues el bloqueo económico (se
refiere al embargo del gobierno de los Estados Unidos hacia la dictadura de los
hermanos Castro Ruz) impuesto a nuestro país, se une al mediático”.
El embargo estadounidense a Cuba es un extenso entramado jurídico estadounidense
que incluye leyes y regulaciones que prohíben el libre comercio con la
dictadura comunista.
Fue impuesto por primera vez por la administración de Dwight D. Eisenhower.
(Nota de Mario Riva Morales)
Primera parte
Novatadas
En el tercer párrafo, de la página 12, refiere que su hermano Rogelio había sido
jefe del Estado Mayor de la Misión Militar de Cuba en Angola (MMCA)
durante dos años y es una de las dos quejas que realiza, aludiendo no haber
cumplido ninguna misión “internacionalista, con anterioridad, por esa causa y
por no haber sido escogido por el Che Guevara para sus aventuras por Africa o
Bolivia, so pretexto de “no separarlo de su hermano”. Para agregar
inmediatamente: “Como era una etapa de supuesta paz, pensé, de forma
inocente - me perdí lo mejor -”.
En la página 25, no le da pena relatar como se roba unas frutas, durante
su indisciplinada travesía desde Funda hacia Luanda, atravesando una
hacienda.
En dicha hacienda se encuentra un guardián solitario en lucha desigual contra
una manada de monos que realizan el saqueo de los mangos, burlándose de
aquel guardián, tal y como lo estaba haciendo el General Enrique. Ni una sola
disculpa.
Enrique le pregunta al guardián que, a quién pertenecía el lugar y el hombre le
responde escuetamente: “Al dueño”.
Acevedo, tal vez por remordimiento de algo mal hecho comienza a dar una
explicación totalmente desafortunada, intentando aclarar que, la hacienda,
pertenece a un portugués que se fue del país hace más de un año; para
inmediatamente preguntarle si le puede comprar alguna fruta. El hombre (que
resulta ser un anciano) le responde que no, que no puede porque el dueño
puede regresar en cualquier momento. El viejo, dice Acevedo, se muestra
asustado y Acevedo aprovecha ese tiempo mínimo para insistir y le vuelve a
preguntar: ¿Y si el dueño no regresa? Recibiendo por respuesta: Pues vendrán
los hijos, no sé… Yo espero y cumplo.
Acevedo no se percata de que el hombre está asustado, son dos uniformados
blancos (tal vez) armados, en un vehículo que el hombre viejo no conoce de
nada. Los ve llevándose frutas (al igual que los monos). Estos por lo menos
hablan en una lengua que le suena familiar, pero definitivamente extranjera.
¡Lo podían haber matado del susto!
En las páginas 24 y 25 relata dos novatadas. La primera resulta en una
persecución del automóvil que le había sido asignado. Se trataba,
supuestamente, de un jeep de las Fuerzas Armadas Para la Liberación de
Angola (FAPLA). Acevedo se encontraba vestido de civil y según relata, sintió
miedo. De manera que, “un jabao”, salió del jeep perseguidor e introdujo la
cabeza en el vehículo, conminándole a entregarle las llaves. A punta de pistola
(empuñada por Acevedo en el mejor estilo mafioso), el jabao se dio a entender,
argumentando que ese carro había sido robado en Huambo. Ahí acabó la
discusión.
Decidieron ir para Viana y aclarar la situación. El hombre nunca
más apareció. A Enrique le dijeron que no había nada más parecido a un asalto
en plena calle. Pero eso sentaba un precedente, del que si escribe, Enrique.
“Podían existir otras irregularidades parecidas con los vehículos de su unidad”.
A continuación nos relata su primera cacería en sábado por la noche. Llevaba
un Remington 308 que, según él, nunca había usado. Y yo me pregunto:
¿Donde y con que dinero la compró?
¿Le dieron permiso, en Cuba, para llevarla para Angola? ¿Formaba parte de
sus pre-rogativas como General?
Ninguna de estas preguntas las responde el General.
No obstante y como supuestamente el libro fue leído por más de uno de los
generales, me imagino que todos callaron por ser una práctica generalizada.
De manera que en un país como Cuba, donde no existen armerías que vendan
armas a particulares y mucho menos de fabricación USA, se imponen muchas
más preguntas, pero eso se lo dejo al que esté leyendo estas críticas.
En la página 26 nos relata una invitación a comer en una casa. Su primera
reacción fue despreciar el funche.
¿Que es el funche?
Es una comida hecha con harina de maíz, leche de vaca o de coco y sal. Más
bien es un acompañamiento para el plato principal.
No sabe mal.
Aquí lo criticable es la poca o ninguna información que tenía, este general,
sobre las costumbres culinarias (o cualquier otra) del pueblo angolano.
Peor fue cuando le ofrecieron cavidela y a lo que Acevedo dice, en el libro que
era arroz con sangre.
¿Que rayos es cavidela?
Cavidela es un arroz que puede ser acompañado por pollo o mariscos y es uno
de los platos más antiguos de la cocina portuguesa, entre ellos hay registros de
que esta receta fue inventada en el siglo XVI.
Arroz de Cavidela
Aparte del mal momento culinario, por desconocimiento del General, la noche
fue productiva. Su anfitrión, un Comisario Político de las FAPLA le ha
exonerado de pagar 5 mil cuanzas (según Acevedo 150 usd para la época) por
una licencia de caza.
¿Fue el General a cumplir misión internacionalista, o de Safari al Africa
ardiente?
La comida resultó totalmente ridícula y un general cubano haciendo papelazos.
No se lo pierdan. Está en la página 26 del libro de Acevedo.
Un poco más adelante nos explica lo raro que resulta el documento (licencia de
caza). Luego apunta que los cubanos cazan por la libre, pero que él hará las
cosas "bien".
Luego, el la página 29 nos dice que “inocentemente” trajo, de cuba, un equipo
de caza submarina. Nos da una perorata de las aguas turbias de las playas de
Luanda. No nos dice lo frías que son sus aguas, pero nos relata que se
encuentran llenas de tiburones y decide guardar su equipo para mejores
ocasiones o mejores aguas. Se lamenta porque ya en esa época está bajando
entre diez y doce brazas.
Nota: Si una braza española son 1, 67 metros, nuestro general estaba bajando entre 10 y
20 metros de profundidad, pero no nos dice, cual era el tiempo de permanencia a dicha
profundidad. Me parece un poco exagerado para un hombre de 36 años de edad que,
supuestamente, se dedica a ese deporte ocasionalmente.
(Nota de Mario Riva Morales)
Libros escritos por Mario Riva Morales
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