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sábado, 31 de octubre de 2009

Manuel Zelaya y Fidel Castro

Tengo, ante mí, una fotografía del joven Manuel Zelaya, correspondiente a una publicación portuguesa titulada “Sábado”. En la misma, aparece el que fuera presidente de Honduras, de torso desnudo (muy normal en países tan calurosos), cubierto de pistolas y sub ametralladora en la mano derecha.

De la fotografía, además de las armas, se puede apreciar los inicios del rechoncho actual, de brazos flácidos e incipientes papada y barriga, que bien pudiera ser una foto de estudio, si no fuera por los antecedentes de una familia de latifundistas de un país centroamericano. No sé por qué, me recuerda al joven Fidel Castro. Tal vez sea por la papada.


Zelaya, que pertenecía, o tal vez aun pertenezca al mismo partido político de su sucesor Micheleti, jamás ha sentido nada que se parezca a una identificación con el pueblo hondureño.

El odio a la familia Zelaya se remonta al verano de 1975. El 25 de junio de ese año, en la hacienda del padre del actual presidente depuesto, fueron asesinadas 14 personas que se dirigían a un acto de protesta en Tegucigalpa. Reclamaban tierras y propiedades.

Los cadáveres fueron arrojados a un pozo que luego fue dinamitado. Los primeros cadáveres demoraron semanas en ser rescatados. En la masacre participó el padre de Mell. Los tribunales condenaron a los culpables. Entre ellos José Manuel Zelaya (padre) a 20 años de prisión.

Salió en libertad después de haber cumplido poco más de un año, debido a una amnistía decretada en 1980. Mell tendría 23 años y aunque nunca fue implicado en el proceso, hay quienes todavía le acusan de haber ayudado a esconder los cadáveres.

Durante la guerra con Nicaragua, en el rancho de la familia Zelaya, en Olancho, se instaló uno de los campamentos más importantes de los Estados Unidos para entrenar a la “contra”, quedando el terreno preparado con pistas de aterrizaje clandestinas que han servido en los años posteriores para traficar con la droga. El hijo de Mell, tiene un pasado sombrío con la droga y con el Chapo, el mayor traficante de drogas del mundo.

Al igual que en Cuba, el apellido del gobernante del país estuvo relacionado con drogas. En el caso de Honduras no fue un General, ni un Coronel, sino el propio Héctor, el hijo de Mell, que a propósito, vive en los Estados Unidos.

Carlos, el hermano de Mell, ha estado preso por cuestiones de drogas y varias veces internado en hospitales cubanos para tratamientos de desintoxicación.

Mell Zelaya nació en cuna de oro. Desciende de una poderosa familia de terratenientes, gusta de buena bebida y buenos caballos, de botas y sombreros, carros y motos caras.

Fidel Castro y Hugo Chávez han querido venderlo como un hombre simple, un hijo de la tierra y no es más que un retrato moderno de un Fidel Castro, que habla de una manera, vive de otra y actúa peor.

El problema está en que le faltan los pantalones que le sobran a Micheleti

sábado, 25 de julio de 2009

Lo que debe demandarse de Venezuela en el caso de Honduras

La reunión de Costa Rica no conducía ni podía conducir a nada. El pueblo de Honduras no está en guerra, solo que los oportunistas totalitarios querían eternizarse en el poder. A ellos habría que demandarles el cese de su chauvinismo (patriotería barata) en contra del pueblo. Tal reunión entre los opositores y el cobarde Zelaya solo serviría para ganar tiempo y estabilizar a la nación hondureña.

La opinión pública mundial conoce lo ocurrido en ese país a través de las imágenes difundidas por la televisión internacional, que sin perder un segundo transmitió fielmente cada uno de los hechos ocurridos en Honduras, los discursos pronunciados y los acuerdos unánimes de los organismos internacionales contra el intento de totalitarismo y el golpe de estado.

El mundo no pudo apreciar palizas sobre hombres y mujeres, ni los “miles” de gases lacrimógenos lanzados contra la escaza multitud. Solo una víctima en dudosas circunstancias.

Es absolutamente falsa la idea de que el presidente de Venezuela, Hugo Chávez, ignorara o desalentara el intento reeleccionista de Zelaya. Lo conocía, al igual que los asesores del régimen dctatorial totalitario de Fidel Castro, que no cesaron un minuto de entrenar a los piquetes terroristas.

Venezuela tiene el tenebroso plan de crear una Misión Militar en Nicaragua y alrededor de Honduras, con el pretexto del golpe de estado contra Zelaya.

La disparatada aventura de las modificaciones constitucionales ha creado una situación realmente complicada en Hispanoamérica.

Cada día se conocen nuevos detalles de la implicación del régimen totalitario fidelista en esa acción, que tendrá también seria repercusión en toda América Latina.

Está meridianamente claro que las conversaciones en Costa Rica tienden a diluir el apoyo que ha recibido Zelaya de la comunidad internacional. La maniobra venezolana no incrementa las posibilidades de paz, sino todo lo contrario, las disminuye, y el peligro de violencia crece, ya que las democracias americanas no se resignarán jamás al destino que les tienen programado los totalitaristas.

Con la reunión de Costa Rica se cuestiona la autoridad de la OEA, que segun Fidel Castro, no es otra cosa que un Ministerio de Colonias yanqui que debería desaparecer.

Lo único correcto en este momento es demandar del gobierno de Venezuela que cese su intervención, deje de prestar apoyo político y militar a los cobardes y traidores (traidores al pueblo hondureño) zelayistas.

Al acercarse Zelaya, a la frontera; corre el riesgo de ser asesinado por los mismos que le defienden (Chavez, Correa, Evo, y los hermanos Castro) que preferirían un martir a un pendejo.

jueves, 16 de julio de 2009

Honduras

He estado esperando que el Escribiente en Jefe le dedique otra irreflexión al caso de Honduras. Al parecer está, tan convencido como yo de que, el del sombrero alon y cara de payaso, es más cobarde de lo que pesnsábamos.

El domingo, despues de ver la payasada del aeropuerto, no hay espacio para bromas ni ironías. Los seguidores del totalitarismo fidelo-chavista son capaces de asesinar con un tiro en la nuca a un adolescente y echarle la culpa al ejército. A renglón seguido tienen que ir a buscar a unos periodistas (extranjeros) y aumentando la cifra de muertos les indican el lugar donde se ha producido el asesinato. El melodramatismo del hombre que carga al muerto es impresionante. ¿Como es posible que una persona del pueblo (en semejante situación) encuentre e hilvane un discurso político? Va cargando un cadaver. Me pareció un burdo montaje.

Se nota que la mano que anda detrás de estos acontecimientos es la del totalitarismo. Me parecía estar en Cuba, donde todo está programado. Hasta los aplausos y las consignas. Los totalitaristas están que trinan. Solo un muerto de dudosa procedencia en una semana. Las presiones internacionales no parecen producir efectos en los golpistas que se dan el lujo de menospreciar al “negrito” de la Casa Blanca.

Un presidente vale lo que sea capaz de ganarse. La figura presidencial no es una patente de corso para hacer y deshacer a su antojo, pisoteando los poderes del Estado. Los becarios del totalitarismo están confusos. No saben que hacer. Luego de agotadas todas las vías diplomáticas. Se viran hacia el “maestro” Fidel. Este calla. Se ha percatado de que el del sombrero alón es un cobarde que no está dispuesto a jugarse la vida ni perder un solo centavo de su fortuna.

Ahora se viran hacia el “negrito” con secretaria blanca, en espera de que ¡Oh! Milagro. Los Estados Unidos, de forma diplomática resuelvan el problema que ellos mismos han creado.

¡Como le debe doler esto a Chavez y a los hermanos Castro!

La Clinton, no mordió el anzuelo y le pasó la pelota a Oscar Arias.
Al pueblo hondureño le diría: Cada cual tiene lo que se merece. Que los Zelayas jamás engañen a los pueblos.

sábado, 11 de julio de 2009

Fidel Castro y el fracaso del cobarde en Honduras

Cuando Fidel Castro, desde su lecho, se dedica a entrometerse en cuanto se le antoja, declaraba en sus reflexiones que “con ese alto mando golpista (refiriéndose al golpe militar en Honduras) no se podía negociar” y que había que exigirle la renuncia y que otros oficiales más jóvenes y “no comprometidos” con la oligarquía ocuparan el mando militar”, sentenciaba la cobardía de Zelaya. Mientras tanto, los extremistas de izquierda y sus buitres maniobraban para provocar incidentes que ocasionaran víctimas que dieran magnitud al golpe.

Era obvio, que de no aparecer Zelaya ante los suyos, el mundo percibiría tibieza y blandenguería que serían la base de su desparición de la escena política.

Está más que claro que cuando Zelaya permitió a los militares, sin oponer resistencia, ser trasladado a Costa Rica en pijama, estaba convencido de que su papel en la historia de Honduras había terminado. No le pasó por la cabeza la idea de oponerse al golpe.

Casi una semana después aparece, en un avión particular del presidente venezolano, violando el espacio aéreo de Honduras, lo que constituye una provocación y una ingerencia en los asuntos internos del país, no solamente ingerencia de Venezuela, sino de todos los “altos” funcionarios que se encontraban en el avión.

El avión con el derrocado presidente de Honduras, Manuel Zelaya, vuela cerca al aeropuerto internacional de Toncontín en Tegucigalpa, el 5 de julio, 2009. Zelaya no fue permitido a retornar a su país tras haber sido expulsado el 28 de junio.
A Zelaya jamás se le ocurrió aterrizar. Podía haber utilizado cualquier pista de aterrizaje que no fuera en Tegucigalpa, podía haber coordinado con sus seguidores encontrarse en cualquier pista del país. Un Jet Falcon puede aterrizar en menos de 800 metros y si luego no puede despegar el propósito ya estaría cumplido.

De manera grotesca, en su última reflexión, Fidel Castro quiere convencer (a no se quién) que Zelaya estaba decidido a aterrizar, como si el cobarde ridículo estuviera al mando de la aeronave. Y, afirma Fidel Castro “me consta” y acota que al cobarde lo esperaba una “enorme” masa, captada en plano estrecho por las televisoras que reportaron el incidente.

Cuando al cobarde ridículo le fue informado que los militares hondureños disparaban contra la turba desmandada, su reacción inmediata fue pedir a los pilotos que tomaran altura, para evitar ser alcanzados por un disparo fortuito o que, en un acto de locura, dispararan sobre la aeronave.

Sabía perfectamente que no conseguría aterrizar en Tegucigalpa. Ya la pista estaba bloqueada y todo sabemos, si no preguntenle a cualquier militar cubano, lo que demoraba bloquear una pista cuando se aplicaba en “Plan Estrella”. No es cuestión de segundos Fidel Castro. No te hagas el ignorante, que de eso tu no tienes un pelo de la barba.

Fidel Castro cita a unos “especialistas” (no menciona sus nombres ni procedencia) para tratar de justificar la cobardía ridícula de “Zeyaya”, los cuales “explican” que el momento más tenso y “peligroso” es cuando esos aviones reducen la velocidad para hacer contacto con la pista... En ningún momento se ve al avión con el tren de aterrizaje desplegado ni a baja velocidad. Por eso, me atrevo a asegurar que la cobardía lo único que pretendía era un show publicitario y no un intento de regresar a Honduras.

Los amigos de Zeyaya, saben que está descubierta su trama de imponer dictaduras totalitarias a los pueblos de la América nuestra utilizando métodos inconstitucionales.

Los gobernantes se eligen en las urnas, no se imponen desde el poder violando constituciones.

No debemos caer en la trampa del miedo a que nos incita Fidel Castro. Todos aquellos oportunistas de derechas y de izquierdas que pretendan imponerse violando las constituciones establecidas deben interiorizar que eso lleva un riesgo implícito.

La supuesta autoridad de gobiernos de tendencias totalitarias se encuentra debilitada. No corren los tiempos en que los golpistas eran militares que se eternizaban en el poder.

El expresidente perdió el poder por tratar de imponerse a la Constitución del país. Sabe que lo perdió y que tiene que hacer un papel decoroso para mantener el favor de sus amigos. Al final se quedará solo. Traicionó a su pueblo, a su partido y se mostró cobarde y ridículo ante los totalitarios que le apoyaban en sus fechorías.

Por último, Fidel Castro, desde su lecho de enfermo, pretende dar instrucciones a Zeyaya advirtiéndole que no debe admitir maniobras dilatorias que debiliten las “fuerzas sociales” que supuestamente le apoyan.

Exáctamente todo lo contrario que viene haciendo Zeyaya desde el inicio.

Por su parte, el proyecto de dictador totalitario venezolano afirmó que un diálogo para tratar de resolver la situación creada es un “gravísimo error” y una “trampa para la democracia”. En su fuero interno debe estar pensando que la trampa es para aquellos que prtenden imponer el totalitarismo.

¿Cual es la propuesta de Chavez?

No tiene ninguna.

Pretende que la administración norteamericana caiga en la misma trampa de las aberrantes sanciones económicas, las cuales Chavez no ha dudado ni un momento en practicar, utilizando los métodos que han posibilitado a los regímenes totalitarios mantenerse en el poder. Ahora son los totalitarios los que bloquean y embargan.

El mandatario venezolano profiere una grave amenaza cuando dice, veladamente, que está en juego la paz. Debemos dejar claro que se trata de los totalitaristas y sus esbirros contra la democracia.

martes, 30 de junio de 2009

Honduras, el ridículo del cobarde



Manuel Zelaya

Ignorábamos que ocurriría en Honduras, pero la conducta cobarde de Zelaya pasará a la historia como ejemplo de pendejo constitucional.

Lo que allí ocurrió demuestra que la OEA y la administración norteamericana están plenamente de acuerdo en que el clima democrático americano se mantenga por encima de golpes de estado.
La institución interamericana se había reunido el día anterior y en una resolución prometió realizar las gestiones pertinentes para buscar una armonía entre las partes en pugna. Es decir, una negociación.

Los militares, sin importarles la presencia de los observadores internacionales que habían viajado a ese país para dar fé de una consulta popular que el Congreso de la nación no había aprobado, lanzaron a 200 soldados contra la residencia del presidente, no encontrando resistencia por parte de la escolta personal, que dormía plácidamente luego de haber hablado intensamente hasta altas horas de la noche. Sin resistencia, lo condujeron a una base aérea y lo trasladaron a Costa Rica. No fué golpeado, ni maniatado.

Hasta ese momento nadie sabía por que razón el presidente no asistía al acto inicial de la consulta popular programada para ese domingo.

Los militares habían cortado la electricidad a todo el país, mientras, en una acción coordinada, el Congreso y los altos tribunales informaban la decisión de destituir al ya ex-presidente.

Manuel Zelaya

Los apoyantes del aspirante a presidente vitalicio despertaron con los hechos consumados y tibiamente comenzaron a manifestarse. No conocían la cobardía de Zelaya. Poco después comenzaron a reaccionar publicando fotografías de mujeres golpeando a los soldados, como si Honduras tuviera falta de hombres. La reacción popular era asombrosamente pálida. Las cámaras de telesur buscaban afanosamente imágenes de blindados, cañones y ametralladoras. Solo lograban filmar tibias discusiones entre la población y los militares.

A las 14:00 horas del domigo, el Congreso nombró al sustituto del renunciante presidente de Honduras, que los padrinos de Zelaya (léase Fidel Castro, Hugo Chavez, Correa, Morales y Ortega) han intentado desmentir.

Un poco más repuesto del susto, Zelaya sintiéndose presionado por sus padrinos, que necesitaban a toda costa que se portara como un hombre, desde Costa Rica, llegó a decir que él no había renunciado. Ahora se transformaba, de presidente, en un cobarde ridículo.

Otras cosas ocurrieron paralelemante. El gobierno totalitario de Fidel Castro dedicó toda la programación dominical televisiva a inundar de propaganda a la nación cubana. No era conveniente que el pueblo percibiera como se desmerengan sus compinches.

La Ministra de Exteriores, siendo mujer, tal vez haya sido menos cobarde que Zelaya. No perdió tiempo y se refugió entre los embajadores (Venezuela, Nicaragua y Cuba) de los padrinos.
El representante de Fidel Castro estaba autorizado a brindar todo lo que fuera necesario (menos la vida) para apoyar a defenestrada ministra.

Estaban en la casa de la ministra cuando los militares enviaron al Mayor Oceguera para detenerla. Los embajadores se pararon delante de ella argumentando, al más puro estilo del siglo XIX, que se encontraba bajo la protección diplomática. Inmediatamente entró en la casa una escuadra de tropas especiales reforzada y los embajadores se abrazaron desesperadamente a la ministra, pero el que más fuerte lo hizo fue el cubano, que se prendió a ella (como un náufrago a una boya), tan fuerte que le provocó hematomas en uno de los brazos. Los militares los condujeron a los dos hasta una camioneta trasladándolos a una base aérea donde son separados.

El Ministro de relaciones del régimen de Fidel Castro, se había enterado ya de lo ocurrido al depuesto presidente, pero desconocía que su embajador se encontraba detenido y lo llama al móvil para darle instrucciones. Uno de los militares le dice, al embajador, que no puede mantener conversaciones telefónicas dentro del recinto militar y el embajador grita desaforadamente improperios que justifiquen su incapacidad para ayudar a la exministra.
El embajador fue retirado de la base aérea y liberado, con la advertencia de mantenerse fuera de los problemas internos de Honduras.

Las primeras declaraciones de la Bestia de Birán son las siguientes:

Con los militares ni intenten negociar. Solo se les puede exigir que depongan las armas y que sean sustituídos por oficiales jóvenes con ávidas intenciones de lograr rápidos ascensos, mejores salarios y altas condecoraciones o, no habrá reelección de Zelaya. Se debe enfrentar con firmeza el problema (ya está criticando la actitud cobarde de Zelaya), los militares deben ser acorralados y aislados para que no tengan salvación.

Se asombra de que la Secretaria de Estado de los Estados Unidos de Yanquilandia reconozca aun a Zelaya como presidente y considera oportuno decir que los militares hondureños serán incapaces de mantenerse en el poder sin el apoyo directo del vecino del norte.

viernes, 5 de junio de 2009

Fidel Castro aun no ha sido juzgado por la historia


 Manuel Zeyala podrá haber afirmado lo que se le haya ocurrido, pero de ahí a que sea cierto que derogar el acuerdo mediante el cual se había suspendido al régimen totalitario fidelista (que fuera aliado de una superpotencia extraña al sistema interamericano) de la Organización de Estados Americanos (OEA), en 1962 sea, “sabia”, es un soberano disparate. Rectificación, tampoco, pues se trata de algo que se cae por su propio peso. Ya el régimen de Fidel Castro no tiene aliados externos, ni es una amenaza para nadie a no ser para su propio pueblo.

Si los estados Unidos del Norte de América hubieran querido impedir la aceptación (entre las filas de la OEA) del desgobierno fidelista, hubiera sido otro capricho aberrante más.

La administración Obama ha sido más inteligente que eso y, nuevamente les entrega el balón a los hermanos Castro. Ahora son ellos los que no quieren pertenecer, según sus própias declaraciones, a la “podrida organización”, a la que pertenecen los regímenes latinoamericanos, que utilizan al sistema totalitario fidelista como moneda de cambio en sus relaciones con el vecino del norte.

Fidel Castro aun tiene que rendir cuentas sobre la crisis nuclear (precisamente en 1962) que colocó al mundo a un paso de la muerte.

Sucedió en Ciudad Trujillo 1959

                                                                    Epílogo Solo después de la muerte de Mario Riva Patterson, ocurrida en ...