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martes, 3 de mayo de 2016

¿Dónde están los 112 mil 468 millones de dólares que pagó Venezuela?

¿Dónde están los 112 mil 468 millones de dólares que pagó Venezuela?







Por Rolando Pupo Carralero


El pasado 10 de abril el dictador venezolano Nicolás Maduro celebró otro aniversario del programa Barrio Adentro fundado por Hugo Chávez para llevar médicos cubanos a zonas populares de Venezuela.  Maduro afirmó que el gasto de este programa durante 13 años había sido superior a “los 250 mil millones de dólares invertidos en la salud del pueblo”.  La aritmética dice que 250 mil millones en 13 años son un promedio de 19 mil 230 millones de dólares anuales. 

En salud pública los mayores gastos son los pagos al personal médico, y los equipos, instrumentos e insumos especializados (rayos X, microscopios, laboratorios, reactivos para muestras y análisis, somatón) y Maduro aclaró que una buena parte de ese dinero habían sido salarios para los médicos cubanos.  Si los pagos de Venezuela al régimen castrista por el  personal médico cubano fueron el 40% de los gastos, los de equipos e insumos el 50%, y el 10% restante mantenimiento constructivo y nuevos “ambulatorios” (así llaman en Venezuela a los consultorios de barrio), y pensemos que el 10% de equipos, instrumentos e insumos especializados Venezuela los compró a Cuba.  

Del gasto anual de 19 mil 230 millones de Venezuela, el 40% por pagos a Cuba de personal médico, son 7 mil 692 millones. El 50% gastado en equipos e insumos son 9 mil 615 millones anuales, y si el 10% de esa cifra se pagó por productos médicos comprados a Cuba, serían 961 millones anuales. Sumando ingresos por personal médico y por venta de productos médicos, es un total de 8 mil 653 millones de dólares anuales entrando a Cuba solamente desde Venezuela durante 13 años. O sea una verdadera estafa a Venezuela porque en esos 13 años estos ingresos suman 112 mil 468 millones de dólares.  De hecho el vicepresidente de la dictadura castrista Marino Murillo dijo que en 2014 los ingresos que Cuba tendría en solo ese año por la venta de servicios médicos serian de más de 8 mil 200 millones de dólares.  

Nunca la Unión Soviética subsidió a Cuba como ha hecho Venezuela solamente por colaboración médica con  8 mil 653 millones anuales. Comparen con el turismo a Cuba, que deja  un poco más de 2 mil millones anuales, o las remesas del exterior, unos 2 mil 500 millones de dólares anuales.   

¿A dónde fueron  a parar los  112 mil 468 millones de dólares que recibió el castrismo?  Para que se tenga una idea de lo que esto representa, la monumental ampliación del Canal de Panamá que ha durado siete años, tiene un costo de 5 mil 200 millones de dólares y la planta hidroeléctrica más  grande de Centroamérica en el río Reventazón en Costa Rica tiene un costo de mil 379 millones de dólares y generará electricidad renovable a más de medio millón de personas.  

Con el dinero sustraído a Venezuela por el castrismo: ¿Cuántos alimentos importaron para mejorar la alimentación del pueblo y vender productos a precios alcanzables? ¿Cuántos materiales de construcción para reconstruir casas destruidas por huracanes? ¿Cuántos ómnibuses para mejorar el transporte? ¿Cuánta ropa y calzado para vestir mejor a los cubanos? ¿Cuántos juguetes para los niños? Los responsables de esta estafa merecen el repudio de los cubanos.   ¡Y también merecen la cárcel!  
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jueves, 15 de febrero de 2007


DOLAR CONTRA RECUERDO

Hay quién dice que el dólar hace olvidar. A mí, me da vergüenza recordar. Me ocurre cada vez que escucho conversaciones en las cuales le echan la culpa al dinero, cualquiera que sea su nombre o denominación. El pobre intermediario, que además de servir para acumular riquezas, nos ayuda a contar y medir entre que comprar y que vender, resulta el culpable de todos los males de ésta tierra, en manos de los más “bichos” que se aprovechan de los menos “vivos” engañándolos y ellos dejándose engañar con el cuento de que el dinero es el culpable de todas sus angustias y quebrantos.

¿Cuántas muchachitas de 16 años no se habrán enrrollado con extranjeros en mi país, buscando una forma de salir de su precaria situación económica? Tendríamos que preguntarnos más: ¿Cuántos muchachitos de 16 años no se habrán enrrollado con extranjeras para salir de la misma situación? ¿Cuántas muchachitas y muchachitos no se habrán enrrollado con lesbianas y gays con el mismo fin?

No es la prostitución la culpable de nuestros males, ni tiene nada que ver el triunfo del primero de enero. Todo vino después. Comparar épocas no sirve para nada, como que un coche tirado por caballos es incomparable a un automóvil moderno, o una máquina de escribir a una computadora.

Lo peor es reconocer que aquellas ideas, de los primeros años después del 59, salvando raras excepciones, han resultado un fracaso. ¿Quiénes, sino las hijas de aquellas muchachitas (y muchachitos. ¿Por qué no?) que fueran captadas y sacadas de los arrabales de Ciego de Ávila o de cualquier otro rincón de nuestro país, que vivían en techo de guano y cuyas ropas tenían más tristezas que sus caras, son los que hoy en día se ven en la penosa necesidad de vender, no ya sus cuerpos, cualquier cosa, con tal de mejorar su desaparecida economía? Las madres y los padres tampoco dicen nada.

De esa forma nos engañaron diciéndonos que todo iba a cambiar y prometiéndonos el paraíso de la humanidad, ya no en el cielo. Aquí en nuestra tierra. De esa forma aprendimos a desenvolvernos solos y pasando el tiempo llegamos a la conclusión de que muy poco ha cambiado, casi nada.

¿Qué es lo que sigue igual? Hoy nos sentimos más inseguros que nunca. Que aún trabajando hasta reventar no logramos alcanzar nuestras necesidades más básicas. Que no podemos andar por las calles con la frente en alto, ni expresar libremente nuestras ideas sin exponernos al riesgo de ser, en el mejor de los casos, censurados.

Creo que ahí está la clave. Veo en las caras de las jineteras o los jineteros de hoy, las mismas caras de las guajiritas que aprendieron corte y costura o la de aquellos niños artilleros. Son las mismas caras de incertidumbre que mostraban las prostitutas al cierre de los balluses, las que reflejan las caras de las jineteras cuando son reprimidas en sus actividades sexuales. Aquellas, luego de años de estudio, colgaban sus títulos en la pared. Estas ya los tienen colgados. ¿Luego que?

Cara dura la de aquellos que nos prometieron una zafra de 10 millones o un cordón de La Habana o unas vacas que daban cientos de litros de leche al día o unos fabulosos plátanos micro-jets.

La revolución cubana triunfó en el 59, pero se apagó en el 60.

Sucedió en Ciudad Trujillo 1959

                                                                    Epílogo Solo después de la muerte de Mario Riva Patterson, ocurrida en ...