domingo, 7 de mayo de 2023

Crítica al libro “FRONTERAS” del General de Brigada (fallecido) Enrique Acevedo Gonzalez (cuarta parte)


Crítica al libro “FRONTERAS” del General de Brigada 


(fallecido) Enrique Acevedo Gonzalez (cuarta parte)


                       

                            El Regimiento Centro (continuación 7)


Montañas Ródope, Bulgaria



La continuación del relato es de lo más interesante y nos muestra como eran 

las cosas en 1977, cuando todavía se podía andar en solitario por Luanda. Pero 

Acevedo nos confirma en su libro “Fronteras”, no solo esto, sino que también 

se podía andar por carretera sin correr muy poco riesgo. Es por eso que, en mi 

libro “La Guerra Innecesaria”, relato el trayecto de una columna de las tropas 

de la DAAFAR, al frente de la cual iba el Capitán Sanfiel y nos llevaba 

armamento de aviación desde el este hasta Negage*.



*Mientras las tropas avanzaban a campo traviesa, los medios aéreos 

esperaban, pacientemente, en Negage por una caravana que procedente de 

Luena nos traía un radar P-12, sin el cuál nuestra aviación, de caza, no 

podía operar. Esta caravana, al frente de la cual se encontraba el Capitán 

Sanfiel debía proveernos de las bombas de 250 Kg, con las que le íbamos a 

asestar un golpe “demoledor” al enemigo que tantas bajas nos había 

causado. Solamente, en el helicóptero de Emilio habían muerto 14 

compañeros. (página 96, segundo párrafo 

https://www.amazon.com/Guerra-innecesaria-Mesopotamia-angolana-

Ruacana/dp/1535570792 (nota del autor)


Más adelante, nos refiere la rara propuesta del jefe de los asesores civiles 

búlgaros de Malanje, trabajadores que supuestamente potencian la siembra 

mecanizada de algodón. El hombre le cuenta al General que allá en Bulgaria el 

había sido guerrillero en las montañas Ródope.


Son 25 hombre útiles, piensa Acevedo. No está contando con las mujeres, ni 

con los niños de estos asesores. Viven frente al gobierno provincial del MPLA 

en Malanje.


El búlgaro le dice al General que,ha escuchado rumores, de un posible ataque 

de la UNITA contra la ciudad y le pide armas para ellos poder defenderse.


A la pregunta de si le ha solicitado protección al Comisario de las FAPLA, el 

hombre le da una respuesta negativa, puesto que el susodicho comisario le ha 

dicho que no le puede dar ni una pistola porque ellos mismos (MPLA) están 

escasos de armamento.


Con el propósito de consultar, Acevedo le pide dos días. Entiende que es una 

buena idea la de tener búlgaros armados. No se detiene a pensar que está en un 

país que no es el suyo. Pero que se puede esperar de una persona que, ante una 

situación de “justicia callejera” (como relatamos anteriormente) es capaz de 

hacerse de la vista gorda, mientras asesinan a una persona, bajo el pretexto de 

que son “costumbres ancestrales” del pueblo angolano.


Su idea se basa en que, armando a los búlgaros y contando con la resistencia de 

los mismos en caso de agresión, puede garantizar la llegada de sus tropas al 

centro de la ciudad, más fácilmente.

Consulta con el Comisario que, aprueba la idea.


Creo que, ni el comisario, ni Acevedo mismo, saben lo que están haciendo. 

Unos civiles armados, se convierten inmediatamente en un objetivo de una 

banda armada. Es por eso que le pide al búlgaro que no exhiban el armamento 

que les va a entregar. Como si pudiera confiar que ninguno de los asesores va a 

dejar de mostrar su armamento. Esto es muy ingenuo por parte de Acevedo, 

además de convertirlo en un irresponsable al frente de las tropas cubanas. La 

protección de la ciudad es problema del MPLA, al igual que la protección de 

los asesores extranjeros en su territorio “supuestamente libre e independiente”.


Acevedo le entrega unas armas que según él, tiene de reserva y nos dice que 

fueron capturadas en escaramuzas contra el FNLA. Se trata fusiles FAL, 

Metralletas portuguesas y fusiles G-3 y dos pistolas P-38 (no les da más porque 

no tiene). El armamento lo da en calidad de préstamo, puesto que si se tiene 

que ir, les devolverían inmediatamente lo prestado. Para esto emite un 

documento, que yo supongo como una pretensión de salvar su responsabilidad, 

si fuera necesario. ¡Otra ingenuidad de Acevedo! Pretendía que se lo 

devolvieran.


Parece que Acevedo no llegó a escuchar aquello que la gente gritaba, en 

Cuba, cuando Kruschov retiró ,los cohetes atómicos: “Nikita, mariquita, 

lo que se da, no se quita”. (N. del autor)


Ya en esa fecha, Acevedo tenía conocimiento de una agrupación UNITA que se 

mostraba activa al sur del río Cuanza. Esa misma debe haber sido la 

agrupación que decidió cerrar la carretera de Uige a Luanda, por donde en 

1978 se pretendía realizar “la ruta del café” y nos derribaron el helicóptero H-

06, perdiendo la vida más de 12 cubanos, incluyendo dos miembros de la 

tripulación. Pág, 55 Capítulo 3 “La Ruta del Café” https://www.amazon.com/Guerra-

innecesaria-Mesopotamia-angolana-Ruacana/dp/1535570792 (N. del autor)




De acuerdo con lo que nos dice Acevedo, la “colonia extranjera” en Malanje, 

está formada por: 5 asesores soviéticos de las FAPLA, los ya mencionados 

búlgaros y tres coreanos del norte. La mentalidad capitalista de Acevedo les 

oferta “servicio de lavandería y panadería” adicional al armamento. Los 

asesores soviéticos, probablemente desconfiados de sus asesorados, le piden al 

General cubano que les sitúe una posta cubana en su pequeño barrio. Los 

soldados FAPLA que supuestamente tiene que custodiarlos, duermen (a pierna 

suelta) toda la noche y probablemente durante el día. Esta vez Acevedo les 

dice que no los puede ayudar y nos dice que sería como ofender al jefe de la 

brigada de las FAPLA.


Los soviéticos todos tienen a sus esposas con ellos y es un grupo bastante 

unido, Dice Acevedo que, realizan su mayor esfuerzo por “ayudar” (yo diría 

enseñar) a las FAPLA. Acevedo comenta que los soviéticos van a Angola, 

lastrados por su “preparación académica” y no acaban de comprender, la 

“titánica tarea” de transformar a una guerrilla en unas fuerzas armadas.


Acevedo era (a estas alturas) demasiado ingenuo y demasiado ignorante. En 

eso nos parecíamos bastante, con la diferencia de él haber sido guerrillero y 

tener una aureola de “gente intrépida”, mientras que yo era (en 1978) un 

tenientico piloto sin experiencia combativa alguna. Luego ambos 

estudiaríamos. Por lo menos yo, me di cuenta de lo dificilísimo que es cambiar 

el concepto de guerrilla, para fuerzas armadas, sobretodo utilizando el sistema 

soviético.


Tan temprano como en 1977, Acevedo se daba el lujo de criticar a los 

soviéticos, sin conocerlos. Ahora, alguien me dice que Enriquito siempre fue un 

criticón de primera clase. Ahora, tiene que aguantar que alguien lo critique.


En la página 97, primero y segundo párrafo, nos da una perorata de que cosa 

son las guerras en las selvas y otra diferente en las sabanas. También nos 

insinúa que ellos eran una "calidad" (tal vez haya querido decir tipo) de 

mercenarios, porque recibían un buen salario (1,700 usd mensuales) y se 

asombraban de que los cubanos estuvieran peleando sin ánimo de lucro: 

Acevedo dice “a capella” y que solo recibíamos nuestro salario en Cuba y en 

pesos cubanos. Que lo único que recibíamos en Angola (los oficiales) era algo 

para gastos de bolsillo y lo sitúa en 300 cuanzas, cuando, en realidad 

recibíamos 600 cuanzas (20 usd), pero creo que Acevedo no tenía ni idea de 

esto cuando escribió el presente libro “Fronteras”.






























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