lunes, 23 de julio de 2012

El Bloqueo naval y aéreo (la crisis de octubre)

Octubre de 1962














El Bloqueo naval y aéreo


El jueves 18 de octubre de 1962, tras el análisis preliminar de las fotografías del día anterior, mostraba que los trabajos de preparación de las rampas de lanzamiento se incrementaban. Esto fortalecía la posición de los partidarios del ataque aéreo masivo sorpresivo.













Algunos integrantes del Comité Ejecutivo eran partidarios de un ataque aéreo limitado (quirúrgico). Cuando Kennedy preguntó sobre la efectividad de ese tipo de acción, el General Taylor aseguró solo el 90% de la destrucción de los emplazamientos conocidos.

Es por ese motivo que la opción del bloqueo militar (naval y aéreo) comenzó a tomar fuerza en el debate.

Los integrantes de aquel Comité se encontraban bajo presión. Estaban aportando criterios y opiniones (totalmente prohibidos en el sistema soviético y en la incipiente dictadura de los hermanos Castro Ruz). Ante el desconocimiento de la ubicación de todas las rampas de lanzamiento, el criterio y la opinión sobre el golpe aéreo quirúrgico carecía de valor. ¡Era solo eso, criterios y opiniones! Lo importante era su valoración. Del análisis saldría la decisión a tomar.

Durante la discusión Robert Kennedy, respondiendo a los planteamientos del ex secretario de Estado Dean Acheson, quien abogaba aún por el golpe aéreo amplio y sorpresivo, expresó que por muy poderosos que pudieran ser los argumentos políticos y militares a favor del ataque, con preferencia al bloqueo; fuesen cuales fuesen las razones alegadas, lo que predicaban, en el fondo, era un ataque por sorpresa de una gran potencia contra una nación muy pequeña. Y eso no podían hacerlo los Estados Unidos si querían mantener su moral en el país y en todo el mundo.

El bloqueo militar, naval y aéreo se presentaba como una acción de fuerza que obligaría a Kruchev a una respuesta inmediata, además de evitar un enfrentamiento militar directo. A Kennedy le gustaba la idea de dejar la “papa caliente” en las manos del cocinero.

Kennedy era de la opinión de dejar una salida a Kruchev, que en definitiva había comenzado las hostilidades. Necesitaba saber cuál era el objetivo final, para de esta forma ir aumentando la presión en dependencia de lo que aconteciera.

Lemay
El Director del Departamento Legal, del Departamento de Estado fue consultado sobre la legalidad de la instalación de los cohetes nucleares en Cuba, manteniendo siempre que “era algo legal”, pero cuestionable.
Abram Chayes


Fue entonces que los expertos de los Departamentos de Estado, Justicia y Defensa comenzaron a trabajar en la elaboración de la proclama oficial, no de bloqueo militar, sino de cuarentena.
Hasta ese momento, en las reuniones del Comité Ejecutivo se trabajaba sobre la base legal que invocaba que la presencia de los cohetes nucleares, en Cuba, se podía interpretar como un ataque armado y los juristas no compartían ese criterio.
Este es un ejemplo de cómo funciona el sistema democrático, donde el poder y la toma de decisiones no parten de la voluntad caprichosa de un solo personaje.

El asesor del Presidente era de la opinión de que los soviéticos podían hacer lo que quisieran, siempre y cuando tuvieran el beneplácito de Fidel Castro, que era la persona al frente del régimen imperante en Cuba.
A Kennedy le preocupaba que los soviéticos apelaran a la opinión pública internacional y es por ese motivo que le encargó a Sorensen que pusiera énfasis en lo repentino, engañoso y malintencionado despliegue de cohetes nucleares hacia el Hemisferio Occidental.
En un momento dado, en la reunión del Comité Ejecutivo (se encontraban participando la Junta de Jefes de Estados Mayores), se produjo un intercambio entre el Presidente de los Estados Unidos y el General Curtis LeMay, Jefe del Estafo Mayor de la Fuerza Aérea, quién defendió la necesidad del ataque militar.

Cuando Kennedy le pregunto, cual creía él que sería la respuesta soviética, el General se mostró escéptico y le aseguró que no habría respuesta alguna. Entonces Kennedy argumentó que, por fuerza, reaccionarían en algún lugar y eso no sería bueno. Advirtió también que, de continuar pasando el tiempo sin tomar medidas, se instalarían más y más cohetes y todos los que ya estuvieran en Cuba se harían operacionales.

Kennedy se decantaba a favor de la cuarentena, pero no hacía oídos sordos a sus generales, aunque le encolerizara la idea que llegaran a pensar que titubeaba ante la idea de posibles acciones combativas.

En definitiva, los militares son “educados” para la guerra y es muy difícil (por no decir imposible) que cuando se cuestione la posibilidad de entrar en combate un militar se presente portando una paloma y una rama de laurel en cada mano.

Al finalizar el día, los partidarios de la “cuarentena” comenzaban a ser mayoría. No obstante, el Presidente pidió a los integrantes que se dividieran en dos grupos, que estudiarían las ventajas de un curso lento de las acciones, con la “cuarentena” y lo que sería necesario hacer después; el otro continuaría estudiando la acción militar rápida, con o sin aviso previo.

Al finalizar la tarde habían decidido que el martes 23 de octubre era la fecha preferible para el ataque aéreo en gran escala y el día 30 de octubre comenzaría la invasión a más tardar.

El día 5 de octubre el Presidente Kennedy recibió a Andrei Gromiko. Ninguno de los dos hizo alusión a los cohetes. No obstante y para evitar confusiones, Kennedy leyó en voz alta su declaración del 4 de septiembre, en la que señalaba las graves consecuencias que tendría el emplazamiento en Cuba de cohetes o armas ofensivas.

Ese mismo día ya se encontraban en completa disposición combativa otras cuatro rampas de lanzamiento. Los soviéticos ya tenían un ejército de 40 mil hombres en territorio cubano.

Supuestamente, habían mantenido al margen de toda información a Fidel Castro, que se había convertido, de esa forma, en un pelele de los soviéticos.

Los aviones U-2, que habían dejado de volar entre los días 29 de agosto y 14 de octubre,  realizan 6 vuelos el día 17 de octubre. ¡Era evidente que estaban muy preocupados! Aquella cantidad de vuelos sobre una región tan pequeña, constituía una situación excepcional.














Ya habíamos dicho que los soviéticos tenían prohibido irradiar el espacio aéreo, pero aunque esta era una de las tantas órdenes contradictorias e incumplidas, los aviones MIG ya se encontraban volando sobre el espacio aéreo cubano desde el 18 de septiembre. Y los radares de la aviación detectaban el vuelo de los aviones U-2.












Ya habíamos dicho que los soviéticos tenían prohibido irradiar el espacio aéreo, pero aunque esta era una de las tantas órdenes contradictorias e incumplidas, los aviones MIG ya se encontraban volando sobre el espacio aéreo cubano desde el 18 de septiembre. Y los radares de la aviación detectaban el vuelo de los aviones U-2.

El análisis de las fotografías tomadas por los U-2 el día 17 fue acabado de realizar el día viernes 19 de octubre de 1962, permitiendo conocer la existencia de otros dos emplazamientos de cohetes de alcance medio (cuatro rampas cada uno) en la región de Sagua la Grande y una de cohetes de alcance intermedio (cuatro rampas), estimándose que estarían operacionales en diciembre.
Fueron detectados igualmente  tres emplazamientos de cohetes alados de defensa costera, 22 emplazamientos de cohetes AA y de 35 a 40 aviones MIG-21.
Durante el análisis fue emitido un estimado especial de inteligencia en el cual no consideraban la posibilidad de que la URSS atacara a los E.U. desde las bases del territorio propio, ni de sus bases en Cuba. El estimado general consistió en la convicción de que cualquiera que fuesen las represalias soviéticas, en caso de una invasión a Cuba, nunca iniciarían (de forma deliberada) una guerra general.

















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