Abram Chayes
Fue entonces que
los expertos de los Departamentos de Estado, Justicia y Defensa comenzaron a
trabajar en la elaboración de la proclama oficial, no de bloqueo militar, sino
de cuarentena.
Hasta ese momento,
en las reuniones del Comité Ejecutivo se trabajaba sobre la base legal que
invocaba que la presencia de los cohetes nucleares, en Cuba, se podía
interpretar como un ataque armado y los juristas no compartían ese criterio.
Este es un ejemplo
de cómo funciona el sistema democrático, donde el poder y la toma de decisiones
no parten de la voluntad caprichosa de un solo personaje.
El asesor del
Presidente era de la opinión de que los soviéticos podían hacer lo que
quisieran, siempre y cuando tuvieran el beneplácito de Fidel Castro, que era la
persona al frente del régimen imperante en Cuba.
A Kennedy le
preocupaba que los soviéticos apelaran a la opinión pública internacional y es
por ese motivo que le encargó a Sorensen que pusiera énfasis en lo repentino,
engañoso y malintencionado despliegue de cohetes nucleares hacia el Hemisferio
Occidental.
En un momento dado,
en la reunión del Comité Ejecutivo (se encontraban participando la Junta de
Jefes de Estados Mayores), se produjo un intercambio entre el Presidente de los
Estados Unidos y el General Curtis LeMay, Jefe del Estafo Mayor de la Fuerza
Aérea, quién defendió la necesidad del ataque militar.
Cuando Kennedy le
pregunto, cual creía él que sería la respuesta soviética, el General se mostró
escéptico y le aseguró que no habría respuesta alguna. Entonces Kennedy
argumentó que, por fuerza, reaccionarían en algún lugar y eso no sería bueno.
Advirtió también que, de continuar pasando el tiempo sin tomar medidas, se
instalarían más y más cohetes y todos los que ya estuvieran en Cuba se harían
operacionales.
Kennedy se
decantaba a favor de la cuarentena, pero no hacía oídos sordos a sus generales,
aunque le encolerizara la idea que llegaran a pensar que titubeaba ante la idea
de posibles acciones combativas.
En definitiva, los
militares son “educados” para la guerra y es muy difícil (por no decir
imposible) que cuando se cuestione la posibilidad de entrar en combate un
militar se presente portando una paloma y una rama de laurel en cada mano.
Al finalizar el
día, los partidarios de la “cuarentena” comenzaban a ser mayoría. No obstante,
el Presidente pidió a los integrantes que se dividieran en dos grupos, que
estudiarían las ventajas de un curso lento de las acciones, con la “cuarentena”
y lo que sería necesario hacer después; el otro continuaría estudiando la
acción militar rápida, con o sin aviso previo.
Al finalizar la
tarde habían decidido que el martes 23 de octubre era la fecha preferible para
el ataque aéreo en gran escala y el día 30 de octubre comenzaría la invasión a
más tardar.
El día 5 de octubre
el Presidente Kennedy recibió a Andrei Gromiko. Ninguno de los dos hizo alusión
a los cohetes. No obstante y para evitar confusiones, Kennedy leyó en voz alta
su declaración del 4 de septiembre, en la que señalaba las graves consecuencias
que tendría el emplazamiento en Cuba de cohetes o armas ofensivas.
Ese mismo día ya se
encontraban en completa disposición combativa otras cuatro rampas de
lanzamiento. Los soviéticos ya tenían un ejército de 40 mil hombres en
territorio cubano.
Supuestamente,
habían mantenido al margen de toda información a Fidel Castro, que se había
convertido, de esa forma, en un pelele de los soviéticos.
Los aviones U-2,
que habían dejado de volar entre los días 29 de agosto y 14 de octubre, realizan 6 vuelos el día 17 de octubre. ¡Era
evidente que estaban muy preocupados! Aquella cantidad de vuelos sobre una
región tan pequeña, constituía una situación excepcional.
Ya habíamos dicho
que los soviéticos tenían prohibido irradiar el espacio aéreo, pero aunque esta
era una de las tantas órdenes contradictorias e incumplidas, los aviones MIG ya se encontraban volando sobre el espacio aéreo cubano desde el 18 de
septiembre. Y los radares de la aviación detectaban el vuelo de los aviones
U-2.
Ya habíamos dicho
que los soviéticos tenían prohibido irradiar el espacio aéreo, pero aunque esta
era una de las tantas órdenes contradictorias e incumplidas, los aviones MIG ya se encontraban volando sobre el espacio aéreo cubano desde el 18 de
septiembre. Y los radares de la aviación detectaban el vuelo de los aviones
U-2.
El análisis de las
fotografías tomadas por los U-2 el día 17 fue acabado de realizar el día viernes
19 de octubre de 1962, permitiendo conocer la existencia de otros dos
emplazamientos de cohetes de alcance medio (cuatro rampas cada uno) en la
región de Sagua la Grande y una de cohetes de alcance intermedio (cuatro
rampas), estimándose que estarían operacionales en diciembre.
Fueron detectados
igualmente tres emplazamientos de
cohetes alados de defensa costera, 22 emplazamientos de cohetes AA y de 35 a 40
aviones MIG-21.
Durante el análisis
fue emitido un estimado especial de inteligencia en el cual no consideraban la
posibilidad de que la URSS atacara a los E.U. desde las bases del territorio
propio, ni de sus bases en Cuba. El estimado general consistió en la convicción
de que cualquiera que fuesen las represalias soviéticas, en caso de una
invasión a Cuba, nunca iniciarían (de forma deliberada) una guerra general.
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