jueves, 19 de julio de 2012

Más rápido se descubre a un mentiroso que, a un cojo (la crisis de octubre)


Octubre de 1962







"Tan pronto como todas las unidades de cohetes R-12 y R-14 estén listas para el combate, debe notificármelo personalmente, solo a mí, y a nadie más”.

De Malinovski a Gribkov, 13 de octubre de 1962

Más rápido se descubre a un mentiroso que, a un cojo


Desde el día 29 de agosto de 1962 los aviones de reconocimiento de los E.U. no habían vuelto a volar sobre el territorio nacional cubano, debido al mal tiempo. Las nubes impedían la toma de fotografías aéreas de calidad.


Avión de reconocimiento U-2

El día 10 de octubre de 1962 el Senador Keating presentó la acusación de que se habían construido en Cuba seis bases de cohetes balísticos de alcance intermedio.
Las 36 cabezas de combate nucleares de los cohetes R-12, varias decenas de ellas para los cohetes alados tácticos FKR y las seis bombas para los bombarderos ligeros IL-28, fueron guardadas en un polvorín subterráneo que se encontraba no lejos del poblado de Bejucal, unos 20 kilómetros al sur de la ciudad de La Habana.
Las bombas de aviación fueron trasladadas al aeródromo de San Julián, en el extremo occidental de la isla, donde estaban ubicados los aviones IL-28.
Las 12 cargas nucleares de los cohetes “Luna” permanecieron en Managua y las cargas del regimiento de FKR fueron emplazadas en la provincia de Oriente.
La Base Técnica Coheteril fue emplazada en la ciudad de Mayarí y algunas cargas nucleares se guardaron en viejas estructuras de hormigón en la Sierra Cristal.
Debido al clima tropical, todo este almacenaje fue un desastre. Las cargas nucleares necesitaban una humedad relativa menor al 50%. En Cuba supera el 80% casi todos los días. Temperaturas de 20ºC, cuando en Cuba, en los meses de invierno la temperatura llega a alcanzar los 30ºC.
Aun después de 50 años nadie es capaz de imaginar el riesgo tan grande que corrió la población cubana, por el empecinamiento maníaco de dos monstruos políticos capaces de ignorar el peligro, en aras de sus pretendidas ambiciones de poder. ¡Afortunadamente no ocurrieron sucesos extraordinarios conocidos en los dos meses que permaneció el arma atómica en Cuba!
Aquel 10 de octubre, Raúl Castro (designado a dedo por su hermano como Ministro de Defensa) firmó la Directiva Operativa No. 1, que, aparentemente, debía asegurar el despliegue “estratégico” del ejército del régimen en caso de la muy posible invasión norteamericana. La soviética ya era un hecho.


El día 10 de octubre de 1962 el Senador Keating presentó la acusación de que se habían construido en Cuba seis bases de cohetes balísticos de alcance intermedio.

Las 36 cabezas de combate nucleares de los cohetes R-12, varias decenas de ellas para los cohetes alados tácticos FKR y las seis bombas para los bombarderos ligeros IL-28, fueron guardadas en un polvorín subterráneo que se encontraba no lejos del poblado de Bejucal, unos 20 kilómetros al sur de la ciudad de La Habana.

Las bombas de aviación fueron trasladadas al aeródromo de San Julián, en el extremo occidental de la isla, donde estaban ubicados los aviones IL-28.

Las 12 cargas nucleares de los cohetes “Luna” permanecieron en Managua y las cargas del regimiento de FKR fueron emplazadas en la provincia de Oriente.

La Base Técnica Coheteril fue emplazada en la ciudad de Mayarí y algunas cargas nucleares se guardaron en viejas estructuras de hormigón en la Sierra Cristal.

Debido al clima tropical, todo este almacenaje fue un desastre. Las cargas nucleares necesitaban una humedad relativa menor al 50%. En Cuba supera el 80% casi todos los días. Temperaturas de 20ºC, cuando en Cuba, en los meses de invierno la temperatura llega a alcanzar los 30ºC.

Aun después de 50 años nadie es capaz de imaginar el riesgo tan grande que corrió la población cubana, por el empecinamiento maníaco de dos monstruos políticos capaces de ignorar el peligro, en aras de sus pretendidas ambiciones de poder. ¡Afortunadamente no ocurrieron sucesos extraordinarios conocidos en los dos meses que permaneció el arma atómica en Cuba!

Aquel 10 de octubre, Raúl Castro (designado a dedo por su hermano como Ministro de Defensa) firmó la Directiva Operativa No. 1, que, aparentemente, debía asegurar el despliegue “estratégico” del ejército del régimen en caso de la muy posible invasión norteamericana. La soviética ya era un hecho.
























La Directiva era un intento de establecer las misiones combativas de los incipientes ejércitos durante el rechazo a los desembarcos navales y aéreos. Y la realización de supuestos contra-ataques para aniquilar “en corto plazo” a los yanquis que “hubieran” podido desembarcar.



Toda esta patraña de directiva queda desmontada al conocerse las fuerzas con que contaba el régimen:

a)    Tropas permanentes de dudosa preparación militar (expertos en guerra de guerrillas).

b)   Alumnos de las escuelas militares organizados en unidades de combate enfrentarían la defensa en las direcciones principales.

c)    El enfrentamiento de los alumnos a las fuerzas élites de los Estados Unidos, posibilitaría la movilización del país (es de risa, si no fuera por lo dramático de la situación).

d)   Movilización de las unidades de tiempo de guerra. ¿Es que no existían? ¿Por qué no estaban movilizadas de antemano?

e)    La Directiva se refería a un segundo escalón de defensa (ridículo para la época).



El día 10 de octubre de 1962, el Director de la CIA mostró al Presidente Kennedy las fotografías de los embalajes pertenecientes a los bombarderos tácticos IL-28, sobre la cubierta de un barco llegado a La Habana.

El día 12 de octubre de 1962 fue transferido el mando de los aviones de reconocimiento U-2, de la CIA al Comando Aéreo Estratégico. En Cuba se encontraban en completa disposición combativa cuatro rampas de lanzamiento de cohetes con carga nuclear.

El día 13 de octubre de 1962 el embajador soviético Dobrinin miente nuevamente. Esta vez la mentira va dirigida a Chester Bowles del Departamento de Estado de los E.U. Dobrinin negó repetidamente cualquier intención de introducir armamentos ofensivos en Cuba.























Los aviones U-2 son trasladados desde Fort Edwards en California, para Orlando, Florida.

Ya para esta fecha los políticos soviéticos, preocupados por las serias advertencias norteamericanas, de responder militarmente ante una provocación de índole estratégica, habían enviado un equipo militar de inspección de alto nivel.

El día 14 de octubre de 1962,  McGeorge Bundy, asistente especial del Presidente Kennedy para asuntos de seguridad nacional, negó cualquier evidencia sólida, sobre la existencia de armamentos ofensivos soviéticos en Cuba. Sin embargo esas evidencias ya estaban en manos norteamericanas desde hacía varias horas. Un avión U-2 había fotografiado los cohetes estratégicos ubicados en San Cristóbal.

Años más tarde Fidel Castro se justificaba, criticando a los soviéticos:
"Los soviéticos cometieron distintos errores tácticos y militares. Uno de ellos fue instalar los cohetes antiaéreos y no usarlos, dejaron que los aviones de exploración volaran. Se debió haber prohibido terminantemente todo vuelo de exploración y no se hizo. Estaban construyendo instalaciones militares estratégicas y no las protegieron de la exploración aérea. Esa fue una vacilación, una duda, hacer las cosas a medias, y las cosas a medias, en todas las circunstancias, cuestan siempre muy caro".

Fidel Castro estaba que trinaba. El armamento soviético se encontraba al alcance de su mano, pero no podía utilizarlo. Eso lo tuvo frenético hasta las conversaciones entre la URSS y los E.U., cuando, al ser ignorado totalmente, estuvo a punto de un derrame cerebral. Culpaba, de todo lo sucedido, a la política soviética y exoneraba a los militares, pero teniendo en cuenta la situación en Cuba, los militares sí que tenían responsabilidad.

Los emplazamientos de los cohetes de defensa AA no tenían verdaderas posibilidades de derribar los aviones U-2. Si la trayectoria del vuelo de los U-2 hubiera sido sur-norte, hubiese sido probable el derribo, pero los U-2 volaban en trayectoria oeste-este y prácticamente no entraba en el radio de destrucción de los cohetes AA soviéticos de Bahía Honda.

El día 15 de octubres de 1962 los norteamericanos terminaron el análisis de las fotografías, identificando a los R-12 soviéticos. Lograron detectar tres emplazamientos con cuatro rampas de lanzamiento cada uno.


Aun faltaban 30 días para la fecha señalada por Kruchev para revelar la presencia de estos cohetes en Cuba. La “operación anadir” había resultado un rotundo fracaso militar y político para la URSS. Fidel Castro se salvaría de una intervención militar.


El secretismo soviético no había permitido la entrada de personal cubano alguno a sus instalaciones. De manera que a tantos años venirnos con el cuento de que los emplazamientos podían haber sido enmascarados con construcciones asimétricas por parte de constructores cubanos… ¡Vamos, que en aquella época, los sistemas de enmascaramiento eran prácticamente desconocidos en Cuba.


Lo peor de todo es que los cohetes estratégicos identificados no estarían en completa disposición combativa hasta diez días más tarde. Ahora es muy fácil criticar a los militares soviéticos, que hacían lo imposible para cumplir el descabellado plan de sus jefes.


¿Qué hacían allí los erectores, los remolques, los equipos de abastecimiento etc, etc? Respuesta fácil: Intentar cumplir el plan a toda costa, a todo costo y a todo riesgo. No tenían opción. Desconcentrarlos hubiera sido el equivalente a darle participación al régimen caribeño.

Otros dos vuelos de aviones U-2 fueron realizados sobre la región occidental de Cuba. En horas de la noche del día 15 de octubre de 1962 el sub-director de la CIA, Ray Cine llamó a Roger Hilsman del Departamento de Estado y a Bundy, informándoles que habían sido descubiertos cohetes de alcance medio en Cuba.

En la media noche le fue mostrada, a McNamara, la evidencia fotográfica.

El ejercicio PHIBRILEX 62 comenzaría el día 30 de octubre, con la participación  de 40 buques, 20 mil marinos y 4 mil infantes de marina. Su objetivo: Derribar al imaginario tirano “Ortsac”, el apellido de Fidel Castro al contrario.

La invasión soviética ya estaba consumada. La norteamericana en ciernes.

El Coronel Beloborodov, jefe del aseguramiento técnico-nuclear, había concluido las comprobaciones a la técnica e informó al Mariscal malinovski y al General de Ejército Pliev, que las municiones nucleares se encontraban en completa disposición técnica y listas para ser empleadas.


















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