Respuesta a un artículo publicado por CUBADEBATE, de autor desconocido, aparecido en “Con Punto y Aparte”.
20 febrero 2015
Comienza
el artículo, relatando la visita del articulista a dos agro-mercados del
Municipio “Plaza de la Revolución” y la pésima sensación por lo que vio y
escuchó en aquellos lugares.
Había
llegado o estaban por llegar las papas (patatas).Cuenta el articulista que a su mente acudían las imágenes del año pasado (2014), cuando comenzó la venta libre (que él sitúa entre comillas) del comercio del preciado tubérculo. Según él, “parecía” que el tiempo había retrocedido a igual fecha.
Se
debe tener mucha cara dura y poca vergüenza para escribir semejante disparate y
muchísima “pretendida” ignorancia el publicarla.
Con
un miedo, rayano al pánico, alude a los responsables de poner “la papa por la
libre”, para que se hagan eco de lo que opinan las personas mayores, que desde
que se quitó la Libreta de Abastecimientos (LA), han olvidado su sabor.¿Acaso desconoce el articulista que los, por él llamados “responsables” no son otros que el desgobierno imperante en Cuba?
Por supuesto que no, pero tiene miedo.
A continuación y, en una forma un tanto plañidera, dice que él tenía la “esperanza” de que se rectificara la “medida”, por considerar que no es tiempo “todavía” para su aplicación.
Señor articulista, la LA jamás debió de aplicarse en Cuba. Hace más de medio siglo que los cubanos sufrimos semejante afrenta.
¿Cuándo
se tendrán en cuenta las opiniones mayoritarias de la población?
Y
no me refiero a las posibilidades de marcar en una cola, ni a recibir empujones
o a responder insultos. Aquellos que hoy se quejan de las “medidas del régimen”,
son los mismos que le aplaudieron (me refiero a las personas mayores) cuando se
instauró la LA. ¡Cómo cambian los tiempos Venancio! ¿Qué te parece?
Lleno
de miedo, el articulista dice, más adelante, que no quiere actuar como
francotirador contra alguna decisión. Sabe bien, que con éste artículo se la
está jugando. Y, como aquel que no quiere la cosa, emite su opinión: Quitar la “papa”
de la LA, “puede provocar más daños que beneficios”.
El
pánico a lo que pueda suceder, impide que un periodista o un ser humano,
denuncie (con nombres y apellidos) a los responsables de que los mercados
cubanos se encuentren desabastecidos y que al cubano común no le alcance el
salario para pagar las dichosas papas.
Echarles
la culpa a los revendedores no es a solución. El relajo lo ha causado el
régimen que nos oprime, así como el desorden y la indolencia de las “autoridades”
para resolver un problema de medio siglo.
¿Qué
rectificación, ni que ocho cuartos?
Pero
el pánico del articulista es tan grande, que un párrafo más abajo aclara: “no
de subsidiarla como antes”. En qué quedamos.
¿Quiere
o no quiere volver a la LA?¿Controlar la venta cómo? ¡Explíquese!
¿Una
LA “rectificada?
Hasta
aquí el artículo parecía serio, pero cuando entra en los detalles de la mujer
embarazada intentando burlar la cola, pierde calidad.
Entonces,
después del chiste de la embarazada, hace una petición, siempre con el miedo
latiéndole en las sienes, aclarando “y con su posible rectificación” y digo yo:
¡O no! De que las personas (ya no dice “los responsables”) que tienen que ver
con “las medidas” (la eliminación de las papas de la LA) hablen con las
personas, que encuesten…, indaguen…
¿Y
qué pasó con todas las reuniones que inventó Raúl Castro, para que la gente se
expresara?
¿Y
qué pasa con los órganos de gobierno, supuestamente elegidos por ese mismo
pueblo, que se muestran incapaces de resolver la situación?
Por
último y en un arranque de supuesta valentía, llama “desgracia de la papa, por
la libre” a una medida del “gobierno revolucionario”, pero el miedo le atenaza
y vuelve a culpar a los revendedores y a su egoísmo. Si fuera en otra época les
tildaba de “judíos”.
Señor
articulista, solo la producción es capaz de resolver el problema de la papa. La
LA no es la forma. La LA, es igual a la política de choque, pero en vez de
choque es de melcocha, porque la carestía de los productos se estira y se
estira mucho más tiempo de lo que aguanta la resistencia humana.
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