lunes, 11 de octubre de 2010

El régimen totalitario pide “comprensión”


Las “bolas”, el popular «boca orejas» utilizado por el desgobierno hasta la saciedad para tomar la temperatura de las masas populares, recorren el archipiélago cubano.

La mayoría de los cubanos nos preguntamos quienes serán los integrantes del primer medio millón de puestos en la calle, como será el paso a la actividad privada, si existirá la protección del desgobierno a la propiedad individual de las personas (físicas y jurídicas), si habrá créditos, si las cooperativas dejarán de estar “apadrinadas” por el desgobierno y si abrirán centros de venta de materias primas a precios mayoristas.

Muchos equiparan la zozobra con los “Bandidos de Río Frío” y los “Tecnócratas de la JUCEPLAN” (estos últimos pertenecientes al “grupo de Raúl”) de los años 80. Solo a un periodista extranjero, neófito en cuestiones cubanas, se le ocurre equiparar lo que sucede actualmente en Cuba, con la caída del muro de Berlín.

Mientras tanto, los medios de comunicación, obligados a esperar las orientaciones de la “dirigencia” en relación al “cuentapropismo”, se esfuerzan por reflejar las “defecciones del ex Comandante en Jefe”, en su lucha contra el imperialismo y su marcado interés por que le adjudiquen un premio Nóbel de la Paz, como premio al mayor exportador de guerrillas del Siglo XX.

Un personaje, convertido en experto del centro de la economía de Cuba ha dicho: “Aceptamos que nuestro modelo económico necesita de éste sector no estatal”. Con esta declaración queda convertido ipsofacto en candidato a Tecnócrata.
Se equivocan los analistas y cubanólogos. Lo que se intentan poner en marcha los hermanos Castro Ruz no es otra cosa que un intento de morir desgobernando. De estirar el chicle al límite de lo imposible. Desengáñense, no hay ningún nuevo modelo económico. Muy lejos están los hermanos dictadores de concebir un modelo de mercado libre y mucho menos una democracia representativa.

A Fidel Castro, en su chochera, se le habrá escapado que el sistema socialista no funciona. Es que el socialismo no funciona ni en las sociedades democráticas desarrolladas. De ahí a que se encuentre en disposición de dejar a un lado la terquedad y hacer algo útil por su pueblo hay un solo paso: El paso del gigante de las siete leguas.

Y para cerrar con broche de oro, le asignan la tarea de explicar lo que está sucediendo, a una organización no gubernamental del desgobierno. A los Comités de Defensa de la Revolución (CDR), los mismos que se encargan de nominar a los candidatos a delegados del poder popular. Una organización que no tiene absolutamente nada que ver con el desgobierno, a no ser su subordinación incondicional. Además de carecer de fuerza legal alguna.

¿Y la Central de Trabajadores de Cuba? ¿La CTC? ¿Por qué no son los sindicatos los encargados de explicar a los trabajadores la causa de su despido y la urgencia de que se desvinculen de su sindicalización? Los trabajadores por cuenta propia de los años 90 no podían sindicalizarse. Ni esos, ni los trabajadores contratados por una agencia del desgobierno para trabajar con extranjeros.

Ya los cubanos no confiamos ni en nuestra propia sombra. El problema radica en que somos conscientes de que la economía del país se parece más a los automóviles particulares de las primeras décadas del Siglo XX (llenos de remiendos), mientras que los funcionarios del desgobierno, ruedan automóviles del XXI.




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