Crítica al libro “FRONTERAS” del General de
Brigada (fallecido) Enrique Acevedo Gonzalez
(cuarta parte)
El Regimiento Centro (continuación)
Acevedo nos relata que puede leer en portugués, aunque con dificultad. Eso
corrobora mi experiencia personal. Muchas veces me encontré palabras que no
lograba asociar con nada conocido, pero no me detenía para procurar un
significado, sino que continuaba leyendo, con la idea de que más adelante daría
con algo que me diera la idea de lo que estaba leyendo.
Ante la carencia de libros decidió visitar al Comisario de Dalantando. Sus
pretensiones no eran solamente la de los libros. Tenía en mente explorar un
antiguo corte de madera, cercano a la carretera, distante unos 30 kilómetros y
donde (según Acevedo) no existía la influencia de la UNITA o del FNLA.
Aprovecha para realizar el siguiente comentario: “los fenulas (de FNLA) son
una agrupación tribal casi derrotada que no combate y vive a costas de la
población local. Se les puede considerar más bandidos que una guerrilla contra-
revolucionaria”.
El despacho del Comisario, dice Acevedo, tiene una surtida biblioteca. No
obstante, pasa al tema principal de la visita; crear un aserrío, pero antes debe
tener garantizada la madera. Después de cortada deberá esperar entre cuatro y
seis meses, para que se seque. Sabe que existen algunos cortes antiguos que
tienen madera abandonada utilizable. Acevedo pagará en especies.
Tenemos, nuevamente, al General cubano, pensando en capitalista.
En la biblioteca encuentra libros de diferentes autores como, Roger Peyrefitte,
Sartre, Jorga Amado, Alberto Moravia, Lewis Wallance y otros.
El Comisario accede a que se lleve los libros, con una condición: Que no le
deje los huecos del estante vacíos, ya que debido a su cargo, él debe (por un
problema de imagen) leer mucho y que le mande algunos libros, para poder
cerrar la brecha.
Pasadas dos semanas se inaugura el aserrío. Durante ese tiempo se han
trasladado más de 80 bolos de maderas semi-preciosas. ¡Y comienza el corte!
¡De todas partes surgen peticiones de madera! Cubanos, angolanos,
Comisarios, todos “gravitan sobre la nueva empresa”.
Un por-ciento de la madera se guarda en una nave, previendo que las vacas
gordas no duren mucho. De paso, la madera se va secando (a la sombra).
En otro lugar (40 kilómetros al sur-este de Malange, en las márgenes del río
Lubundo), existe también un grupo de trabajo bien acoplado, de cubanos y
angolanos, cuyo único problema es la falta de herramientas, Solo poseen dos
moto-sierras que se rompen rápido, debido a la dureza de las maderas (página
77 tercer párrafo). Tiene que pasar al corte manual (hachas) y de esa
forma solo derriban cuatro o cinco árboles diarios.
El General nos confiesa su bandidismo cuando nos relata que ponen un
funcionamiento una lavandería abandonada. “Aquí si firmamos papeles que lo
legalizan”. Dará servicio a la brigada FAPLA y a nosotros, así como a asesores
cubanos y extranjeros, (página 78, último párrafo). Un cubano será el
administrador del personal angolano, pagado por el gobierno provincial.
Lo escribe así, sin tener en cuenta que los cubanos éramos también
extranjeros.
Aclara, eso sí, que “ninguna de estas obras aportará un centavo a las Fuerzas
Armadas de Cuba. Simplemente, nos hará la vida más pasajera y
colaboraremos con la reconstrucción nacional”.
Luego que me vengan, con el cuento, de las maderas preciosas del
Mayombe…
Acevedo, nos dice en la página 79 que necesitan ampliar “nuestros” (para no
decir los suyos propios) sobre la región sur. Para eso le asignan una “misión”
que “nos” llevará hasta la región de Huambo (antes Nueva Lisboa), Cuito Bie
(antes Silva Porto) y mucho más al sur. Comenzarán por Mussende, un área
conocida por la influencia de la UNITA.
Organizan una pequeña columna blindada de 8 carros, más dos jipis, comida y
combustible para tres días, saliendo al amanecer (no detalla fecha) y a las
08:00 horas llegan al “Puente Salazar” (Cangandala).
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