Las revoluciones no son difíciles. Difíciles son los hombres que las
lideran. Ninguna revolución puede ser tranquila. Eso es verdad.
Estoy plenamente de acuerdo que una revolución es un abrupto cambio, pero
no puedo estar de acuerdo en que sea cuando los oprimidos dejan de creer en los
que mandan. Más bien, considero que es cuando los que mandan han perdido la
perspectiva, porque no siempre los oprimidos tienen la verdad de su lado,
aunque muchos piensen que el mundo puede ser diferente.
Nadie se resigna a abandonar sus posiciones o sus posesiones y por supuesto
que en muchos casos la lucha es a vida o muerte. Da igual que sean
connacionales o foráneos. El problema se agudiza cuando los dirigentes de una
parte de la población quieren imponerse sobre la otra parte.
En el caso de Venezuela nos quieren hacer creer que aquello es una “revolución”.
¡Pues no! Hasta el momento del fallecimiento de Hugo Chávez, Venezuela era una
democracia liberal igual que todas las del mismo estilo en Iberoamérica.
Chávez intentaba gobernar y cambiar las leyes con la aprobación de la
mayoría. Chávez cometió muchos errores. La mayoría económicos. Esa es la
herencia que le dejó a Maduro. Es por eso que Rubén Blades le dice en su carta:
Para mí, la verdadera revolución social
es la que entrega mejor calidad de vida a
todos, la que satisface las necesidades
de la especie humana, incluida la necesidad
de ser reconocidos y de llegar al estadio
de auto-realización, la que entrega oportunidad
sin esperar servidumbre en cambio.
Eso, desafortunadamente, no ha ocurrido
todavía con ninguna revolución.
Si para rebatir la carta de Blades es necesario mencionar la “reforma
agraria cubana”, es mejor aclarar algunos puntos. El desgobierno paralelo que se
instaló en Cuba luego del 1 de enero de 1959, llamado “reforma agraria”, solo
entregó pequeñas parcelas de tierra a los campesinos y se guardó para el
régimen totalitario (en ciernes) el 75% de las mejores tierras del país con el
propósito de convertirlas en “cooperativas” y “granjas del pueblo” al mejor
estilo de los koljoses y sovjoses soviéticos.
Por supuesto que existió un “Playa Girón”. Vano y temprano intento de
derrocar por la fuerza a un “poder” que daba trabajo, disminuía los alquileres,
realizaba campañas de alfabetización y un montón de etcéteras.
El problema consistía en que todo eso se hacía sin tener en cuenta los
costos y un año más tarde tendrían que implantar una libreta de abastecimiento (que
dura hasta nuestros días) para evitar aplicar una política de choque que daría
al traste con tan descabellados propósitos incapaces de ser sustentados
económicamente.
En fin, que un año después de Girón y hasta 1968 el pueblo cubano (en su
totalidad) comenzó a experimentar las escaseces provocadas por una desastrosa
administración. En 1968, luego de la llamada “Ofensiva Revolucionaria” el
pueblo (en su totalidad) comenzó a experimentar la miseria.
Claro está, el embargo económico contra el régimen dictatorial, totalitario
y neofeudal de los hermanos Castro Ruz tiene que ser culpado y causante de
todos los males. Pero que los productos agrícolas que se consumen en los
hoteles de turismo tengan que ser comprados en el extranjero nada tiene que ver
con el embargo norteamericano. Si de verdad fuera tan férreo, ni eso dejaba
pasar. Peor aún: ¿Por qué existe tanta escases de productos del agro en Cuba? ¿Qué
pasa con los campesinos cubanos que no producen comida?
Esta vez los norteamericanos, por la razón que sea, no han impuesto un embargo
económico y Venezuela se encuentra desabastecida de todo. Ni Chávez, ni Maduro
han tenido valor de implantar una libreta de abastecimiento y mucho menos
nacionalizar todos los medianos y pequeños negocios. También es verdad que, en
Venezuela, no ha existido éxodo masivo.
Es muy difícil hacer comparaciones, pero hay quienes se creen capaces de
hacerlo.
Si queremos comparar la revolución francesa (con las revoluciones
dictatoriales totalitarias) aquella de “libertad, igualdad, fraternidad” fue en
contra de un sistema llamado feudalismo cuyos dirigentes (por llamarlos de alguna
forma que se comprenda) era la monarquía absoluta de Luis XVI.
Esa revolución fue liderada por la burguesía (artesanos, comerciantes y la
plebe urbana (esos a los cuales José Martí llamaría “los pobres de la tierra”).
Dantón nació en una familia de la pequeña burguesía y su prosperidad se
debió a un afortunado matrimonio con la hija de un acaudalado que le permitió
una prestigiosa posición legal (dentro del régimen monárquico) y llevar una
vida acomodada.
Voltaire (su verdadero nombre François Marie Arouet) era hijo de un notario
y de una miembro de la nobleza francesa.
Montesquieu (Charles Louis de Secondat) era Señor de la Brede y Baron de
Montesquieu. Más miembro de la nobleza imposible.
Rosseau era hijo de un relojero (burgués) calvinista.
Marat era hijo de un Comendador mercedario, o lo que es igual, un Caballero
que tenía una encomienda en una orden. No era burgués, pero tampoco era un
pobre de la tierra.
Robespierre era hijo de un abogado ante el Consejo Supremo de Artois. Descendiente
de una familia de juristas del “antiguo régimen”, o lo que es igual, de la Monarquía.
Todos eran burgueses revolucionarios en su mayoría.
Puede que los burgueses venezolanos, los verdaderos revolucionarios, los
que aportan desarrollo económico a la sociedad, llamen de “tierrúos” a los
pobres de la tierra. Las monarquías les llamaban plebeyos y no hacían distinciones.
Gertrudis Gómez de Avellaneda les llamaba “la chusma diligente”, los marxistas
totalitarios les llaman “proletarios”.
Debemos hacer una aclaración: Explotación se llama al hecho de aprovecharse
del esfuerzo humano en beneficio propio. Lo que quiere decir que, si estas
empleado eres explotado. Si no estás empleado, no puedes ser explotado.
La economía es una sola y su base fundamental es la plusvalía que surge de
la explotación del hombre por el hombre. Da igual el sistema social.
Cuando los dirigentes de un país son tan ineficientes que con todo el
petróleo (caso de Venezuela) el pueblo explotado sufre carencias de todo tipo,
algo anda mal en esa administración. La justicia no es darle de comer hoy al
hambriento y hacerlo pasar hambre mañana.
El capitalismo, como sistema, no es justo. Peor aún es el totalitarismo
neofeudal que en aras de hacer justicia empobrece a toda la población. Ese es
el caso de Venezuela.
¿Quién es el que sabe lo que es una revolución social? ¿Los totalitarios
neofeudalistas? ¿Los que quieren un gobierno sempiterno ineficiente? La
revolución francesa se fue a bolina con Napoleón Bonaparte. La revolución de octubre
resultó ser un fracaso total al cabo de 70 años, dejando al pueblo ruso con
muchos años de atraso (en todos los sentidos) en relación con los países más
desarrollados. La “revolución” mexicana no fue una revolución social. Fue una
lucha por el poder. Inicialmente en contra de la reelección de Porfirio Díaz.
La revolución cubana, nacionalista en un principio, agraria anti-imperialista
un tiempo después y declarada “socialista” a principios del año 1961, parecía
ser una revolución social. Al adoptar el sistema totalitario neofeudal dejó de
serlo para convertirse en una dictadura neofeudal absoluta (totalitaria).
Faltándole a Bolívar poco más de un mes para morir (17 de diciembre de 1830), el 9 de
noviembre de 1830, en una carta al General J.J. Flores, le dice:
“La América es ingobernable para nosotros. 2°. El que
sirve una revolución ara en el mar. 3°. La única cosa que se puede hacer en
América es emigrar. 4°. Este país caerá infaliblemente en manos de la multitud
desenfrenada, para después pasar a tiranuelos casi imperceptibles, de todos
colores y razas. 5°. Devorados por todos los crímenes y extinguidos por la
ferocidad, los europeos no se dignarán conquistarnos. 6°. Sí fuera posible que
una parte del mundo volviera al caos- primitivo, este sería el último período
de la América”.
Soñar no cuesta nada. Ser joven y no tener ideas progresistas es, como no
tener corazón. Ser adulto y no tener ideas conservadoras es, como no tener
cerebro. Este es el caso de Rubén Blades. “Una raza unida como Bolívar soñó”.
Pero, en las condiciones en que se encuentra Venezuela hoy en día, luego de más
de 10 años de proyecto chavista, eso no es el sueño de Bolívar. Eso es, en todo caso, la pesadilla del libertador.
¿A qué imperio se enfrenta la dictadura de Maduro que no sea al imperio de
su propia incompetencia?
Una aclaración: Que se sepa, los muertos de la oposición eran estudiantes desarmados
que protestaban de forma pacífica. Fueron asesinados por matones
pro-maduristas.
Basta ya de tergiversaciones religiosas sobre protecciones. La protección
que necesitan todos los ciudadanos venezolanos es libertad, comida y medicinas.
Sin libertad, sin comida y tan solo con médicos, no se garantiza la protección
de un pueblo.
Hace ya mucho tiempo que el proyecto chavista no es aceptado por la gran
mayoría del pueblo venezolano. Maduro, el impostor, no fue electo por mayoría.
Su “victoria” fue por un ínfimo margen, en unas elecciones inconstitucionales
bajo los efectos de la agonía extendida del Teniente Coronel golpista. Que por
cierto, ni eso supo hacer bien.
Blades no ignora las 18 elecciones “ganadas” por el chavismo, ni el amañado
60% de votantes de las elecciones del mes de diciembre. Es que la situación
económica venezolana se desmorona exponencialmente rápido y los secuaces de
Maduro no saben qué hacer para evitar la crisis económica del país con más
petróleo del mundo. ¡Es de un surrealismo increíble!
No intento explicar más de lo que he escrito, pero soy feliz de que ahora
que, me cuesta tanto trabajo oír las canciones de Silvio Rodríguez, podré
escuchar las de Rubén Blades, un artista que tiene el cerebro dentro de su
cabeza y la misma sobre los hombros.
Nicolás Maduro matón de esquina, quién a hierro mata, a hierro termina.
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