La Fortaleza San Carlos de la Cabaña y la Feria del Libro
de La Habana
La Fortaleza se encuentra ubicada en una colina. En 1762
los ingleses se hicieron con el control de esta colina, desde la cual
bombardearon la ciudad hasta su rendición.
El Rey de España
Carlos III ordenó construir una grandiosa fortificación que ahuyentara a los
futuros invasores.
Se afirma que ya en
el siglo XVI, el ingeniero Juan Antonelli, constructor del Castillo del Morro
había advertido a las autoridades de la isla sobre el valor estratégico del
cerro de la Cabaña. No obstante, la colina se mantuvo desamparada y fue la brecha
que aprovecharon las tropas inglesas, para atacar El
Morro y luego rendir La Habana. El Castillo de los Tres Reyes Magos del Morro
de La Habana, junto con el Castillo de San Salvador de La Punta, defendían la
boca del canal de entrada al puerto de La Habana.
Castillo de la Punta, al fondo El Castillo del Morro
La colosal
fortificación, ordenada por Carlos III, fue erigida en el siglo XVIII, entre
1763 y 1774 con la finalidad de cubrir un punto débil en las defensas de la
ciudad. Fue construida bajo la dirección del ingeniero militar de apellido Abarca. Se levantó en la ribera alta del canal de entrada del puerto.
Era una fortaleza
portentosa, la más grande que España había levantado en tierras americanas. Ocupaba
diez hectáreas. Sus muros medían 700 metros de largo por 250 de ancho y estaban
diseñados para soportar grandes cargas artilleras desde el mar y desde tierra.
Equipada al máximo podía albergar hasta 120 cañones y otras 120 piezas menores
de artillería. Pero nunca fue necesario utilizarlas. La Habana no volvió a ser
importunada y La Cabaña se quedó como cuartel general de las tropas mejor
adiestradas de la Corona.
Desde su
construcción, La Cabaña albergó a las unidades elites del ejército español en
Cuba. Durante las guerras de independencia, sirvió de prisión, y su foso fue
sitio para fusilamientos. En el Siglo XX,
desaparecido el carácter defensivo, el fuerte cumplió funciones de almacén,
alojamiento de tropas y prisión.
La Cabaña, como
popularmente se le conoce, está estrechamente unida a una de las más arraigadas
tradiciones de La Habana: el cañonazo de las nueve. En épocas coloniales, a
las 4 y 30 de la mañana y a las 8 de la noche, se disparaba, desde la nave
capitana en el puerto, un cañonazo para avisar la apertura y cierre de las
puertas de la muralla que rodeaba a La Habana y la colocación y retirada de la
cadena que, situada entre los castillos de La Punta y el Morro, cerraba la
entrada del puerto.
Luego de la
construcción de La Cabaña, el disparo del cañonazo se efectuaba,
indistintamente, desde el puerto o desde la Fortaleza. Después que las murallas
fueron derribadas a fines del siglo XIX, la costumbre de disparar el
cañonazo en este caso una hora después, a las nueve continuó como una tradición
que se mantiene hasta nuestros días
Al triunfo de la
Revolución de 1959, el Comandante rebelde Ernesto Guevara de la Serna (conocido
por el mote del “Che”, por ser argentino), conduciendo un automóvil (marca
Chevrolet) color verde, ocupó la fortaleza.
A partir de ese
momento, el viejo bastión serviría para ajustar cuentas. Disponía de las
dependencias adecuadas para ser cárcel, tribunal y paredón de fusilamiento.
Fusilamiento de Cornelio Rojas
Guevara no era
militar, sino estudiante de Medicina convertido en guerrillero. Después de
instalado convocó a los medios de prensa a los cuales dijo que él se encontraba
allí para impartir justicia y depurar a las fuerzas armadas de la dictadura de
Fulgencio Batista.
Todos los juicios fueron de carácter “sumarísimo”. Es así como se denomina al proceso judicial en el que las distintas partes ordinarias del mismo se acumulan en un solo acto y, generalmente, en un solo momento, de tal suerte que se instruye, se aportan y valoran las pruebas, se juzga, se condena y se ejecuta la sentencia en brevísimo plazo (unas horas). Este procedimiento extraordinario es el que se suele desarrollar como apariencia de juicio durante consejos de guerra en situaciones de conflicto armado cerca del frente y bajo inminente amenaza del enemigo.
Se ha utilizado como recurso para el ajusticiamiento de opositores a regímenes totalitarios o en golpes de estado. Entre sus características, además de las mencionadas, destaca la ausencia de garantía alguna para el detenido y juzgado, que lo puede ser igualmente en rebeldía.
Las penas se aplicaban en cualquiera de los fosos, contra los centenarios muros de la fortaleza que, todavía hoy, guardan en forma de agujero el recuerdo de las balas. Serían esos los primeros disparos que recibieron esos muros desde que fueron levantados.
La Fortaleza guarda tristes recuerdos del encierro de prisioneros como Húber Matos, Pedro Luís Boitel y del escritor Reinaldo Arenas, sólo para mencionar algunos de los opositores al castrismo más conocidos.
En 1986 se inició la reparación de la Fortaleza de La Cabaña, y el acceso público se le dio en 1991 como componente del Parque Histórico Militar Morro-Cabaña.
Calles adoquinadas inundadas de luz y sombra, plazoletas abiertas a la brisa, El Patio de Los Jagüeyes, umbroso y “evocador remanso de paz”, Plaza de Armas saturada de verdes y salpicada de florecidos jardines, ahora silenciosos sobrevivientes de una época erizada de sobresaltos, San Carlos de La Cabaña “es un lugar ideal para el descanso activo y evocador”.
Es aquí donde se realiza la famosa Feria del Libro.
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