Para Putin, el asunto de Crimea es un poco más que de dinero (que lo es también).
No es tanto de poder como pudiera parecer. Más que de nacionalismo, se trata de
la cuestión de las nacionalidades heredada de la antigua “Unión” Soviética.
Cuando estudiaba en la antigua URSS, me querían hacer creer que el problema
de las nacionalidades se encontraba “решена”, que quiere decir resuelto. Pero era otra
de las tantas falsedades del sistema totalitario.Todas las ex-repúblicas se encontraban “penetradas” (por así decirlo) por una población de origen ruso. Incluso, las tres repúblicas bálticas (Letonia, Lituania y Estonia) que fueron anexadas a la “Unión” en 1940, a la caída del muro de Berlín tenían una población flotante de millones de rusos (muchos de los cuales habían nacido en las mismas). Existía la dualidad de nacionalidades debido a matrimonios entre rusos y originarios de las repúblicas (hoy subsiste el problema).
Eso en las Américas lleva el nombre de colonialismo, pero
en el caso euro-asiático y debido al contexto político no se veía, ni se ve a
través del prisma con el que se le miraba y se le mira en la actualidad.
De manera que, al parecer, la población del oeste de
Ucrania es mucho más cercana a los ideales europeos (occidentales) que la parte
oriental. Esto es a grosso modo, pues solo me estoy refiriendo a la parte del
iceberg que se ve.
Durante la época de la URSS tuve la oportunidad de
visitar varias de estas repúblicas. Estuve en Minsk (Bielorrusia), en Kiev y
Odessa (Ucrania) y en la actual Bishkek (Frunze), Kirguizia. En todas sucedía
lo mismo, pero el caso de Kirguizia era mucho más acentuado debido a las
diferencias raciales.
En todas estas repúblicas existía un gobierno que
respondía a las exigencias del Kremlin y siempre en beneficio de los nacionales
rusos. En el caso de Kirguizia los rusos no se mezclaban con la población
indígena y esto agravaba mucho más las diferencias. En el año 1980 se estimaba
que en Kirguizia vivían cerca de dos millones de rusos. Hoy en día se calcula
que viven aun 300 mil.
Tras la victoria de los comunistas, en 1921, Crimea se convirtió en una
república autónoma de la URSS. En 1941 Crimea fue invadida por Alemania, que la
retuvo hasta 1944. Con la “liberación” por parte del “Ejército Rojo”, pasó a
ser una provincia de Rusia. Por último, en 1954 le fue convertida en una región
de la República Socialista Soviética de Ucrania.
En 1992, después de la disolución de la URSS, el Soviet Supremo ruso
(soviet quiere decir “consejo”) aprobó una resolución que anulaba la transferencia
de 1954 a Ucrania. En ese mismo año el Soviet Supremo de Crimea transformó la
región en república.
A pesar de estas
presiones políticas, el gobierno ucraniano insistió en retener la región dentro
de la estructura administrativa de Ucrania.
En enero de 1994 se
celebraron las primeras elecciones para la presidencia en la historia de
Crimea. Cinco de los seis candidatos apoyaron públicamente su reunificación con
Rusia, incluido el vencedor, Yuri Meshkov.
En el censo de
2001, la población de Crimea alcanzó los 2 033 700 habitantes distribuidos
por grupo étnico de la siguiente forma: rusos 58,32 %; ucranianos
24,32 %; tártaros de Crimea 12,1 %; bielorrusos 1,44 %; tártaros
0,54 %; armenios 0,43 %; judíos 0,22 %; y otros (polacos,
moldavos, azerís, uzbecos, coreanos, griegos, alemanes, gitanos) 2,63 %.
Si a todo lo
anterior le sumamos que en Sebastopol se encuentra una de las mayores bases
navales de Rusia (estratégica), que da acceso (en tiempos de paz) al Mar
Mediterráneo, pues nos encontramos en una situación muy difícil de valorar.
Coincido en que
todos los gobernantes implicados lo deben tomar con calma, aunque no creo que
Putin considere que sea una estupidez “proteger” a los ciudadanos rusos al
mejor estilo norteamericano (entiéndase base naval estratégica y todos sus
derivados).
Por supuesto que a
Europa se le complican las cosas si les faltara el gas ruso. Pero Ucrania, al
igual que todas las ex republicas de la mal llamada Unión aun carga y cargará
por mucho tiempo con la herencia del sistema totalitario soviético y todas las
corrupciones derivadas.
En fin, que en este
mundo globalizado todo nos concierne a todos y este conflicto no puede ser
ajeno al resto de la comunidad internacional por mucho que parezca un asunto
extraño.
Una parte de
Ucrania quiere pertenecer a la Unión Europea. Otra parte se considera independiente
y la mayor parte (nacionales rusos casi todos militares, marinos y sus
familiares) no se identifican (a saber si no los dejan identificarse) con los reclamos
de la Ucrania pro Unión Europea.
El problema lingüístico
no es tal. La lengua rusa y la ucraniana son tan parecidas como las lenguas que
se hablan en la península ibérica. Vamos que el 99% de los ucranianos hablan
ruso perfectamente. Lo de la occidentalización es como decir que no les gusta
la sociedad llamada de consumo.
El problema de los
pueblos de las antiguas repúblicas soviéticas es que quieren tener todas las
ventajas del capitalismo y todas las del socialismo. No quieren oír hablar de
las desventajas de ambos sistemas. Cuando se enfrentan a los problemas del
mercado capitalista añoran la época de los subsidios estatales y se olvidan de
los sufrimientos y las crueldades con que pagaban aquellos “bienestares”.
No creo que en esta
ocasión “la sangre llegue al río”. Por mucho que les presionen, los rusos no
van a perder la posición de Crimea en el tablero de ajedrez internacional. La
UE y mucho menos los E.U. van a ir a una guerra por una península en el Mar
Negro. Al final, como han hecho en tantas ocasiones, dejarán que se maten los unos
a los otros. Luego vendrá la ayuda “desinteresada” en forma de “Plan Marshall”.
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