lunes, 18 de mayo de 2015

La URSS, la SGM y la opinión de un seudo periodista

Respuesta a un “periodista” del órgano oficial de la dictadura de Raúl Castro
La supina ignorancia de los “periodistas” de Raúl Castro
http://www.granma.cu/opinion/2015-05-10/la-urss-salvo-a-la-humanidad-del-exterminio-nazi



La historia no es la que nos pretendían contar los des-merengados de la Unión de los Consejos (URSS), que más que unión fue imposición a base de mucha fuerza y muerte; muchísimo menos la que mal intentan enseñar en nuestras aulas de maestros emergentes (por no llamarles ignorantes de repetición), donde al alumnado le enseñan estas frases: “un clavo saca a otro”, como si fuera un pensamiento de José Martí.

Para los seudo-periodistas formados por el desgobierno, buena parte (no se atreven a decir “todo”) lo que aparece en internet no es válido. Sobre todo aquello que no les conviene que se sepa.

El Sr. Julio Martínez Molina es capaz de decir que “Estados Unidos tuvo un rol en la etapa final de la SGM”. Lo escribe así, sin que le quede nada por dentro.

Y me pregunto: ¿Será que en verdad cree en lo que escribe? ¿Será que no tiene acceso a la historia universal?

No se puede negar que los pueblos de las 15 repúblicas que constituían la “unión” jugaron un papel determinante en la victoria, pero obviar al resto de los contendientes es mentir de forma inescrupulosa.

No fue solamente en el territorio, dominado por Stalin, que se marcó el destino del delirio del Nacional “Socialismo”.

El suicidio de Hitler, por mucho que se empeñe Martínez en decir lo contrario, si ocurrió en el bunker del “Führer”. Decir que aconteció en el frente ruso es mentir. Todavía las tropas alemanas combatían.

No se puede negar, por ejemplo, los acontecimientos en el norte de África, ni en Grecia, ni en Italia, ni en Yugoslavia. No se puede negar la ayuda norteamericana, en alimentos, armamentos y tecnología, recibida por la URSS (que nunca pagó) durante toda la guerra.

¿Cómo es posible negar que pilotos como Pokrishkin y Koshedub combatieran en aviones norteamericanos en los primeros años de la guerra? Que los Generales utilizaran jeeps norteamericanos. En fin, que eso nadie me lo contó. Lo pude ver en filmes “muy secretos”, cuando estudiaba en la academia Yuri Gagarin.

Trasladémonos hasta el inicio de la SGM (la invasión de Polonia).

¿Existía o no el tratado de no agresión, conocido como “Molotov-Ribbentrop”, entre ambos sistemas totalitarios?

No fueron solamente los alemanes quienes invadieron Polonia. El “Ejército Rojo” ocupó buena parte del territorio polaco. También invadió Finlandia. Fue así que todo comenzó Sr. Martínez.

Luego el supuesto aliado atacó a su par, convirtiéndolo en un aliado involuntario del Reino Unido.

El Reino Unido (La Gran Bretaña y todos los países que componían la Mancomunidad Británica; entre ellos Canadá y Australia, tenían varios frentes abiertos en África y Oceanía). Combatían contra Alemania, Italia (Abisinia-Etiopía) y Japón, que no dejaba de anexarse territorios en el Lejano Oriente.

Durante todo ese período de la guerra, los Estados Unidos veían aquello como si con ellos no fuera. Y en efecto, no lo era hasta que Japón golpeó (de forma prematura e innecesaria) la Flota norteamericana del Pacífico.

Hasta ese momento, los norteamericanos se dedicaban a enviar materia prima, provisiones y armamentos de diversos tipos a la Gran Bretaña y en detrimento de ésta al aliado involuntario (Stalin).

¿Que el envío de tantos materiales y alimentos era por conveniencia? Por supuesto que sí. Los aliados no estaban interesados en que cayese la URSS, y de esa forma se abriesen las materias primas (de las que carecía) la bestia nazi.

Sr. Martínez, es imposible dejar de reconocer la resistencia heroica del pueblo ruso, pero es de cobardes desconocer la ayuda recibida, sin la cual cualquier heroicidad hubiese sido en vano.

Gracias a esa ayuda, la bandera de la hoz y el martillo ondeó sobre el Reichstag el 9 de mayo de 1945, pero no simbolizó el fin de la locura. Faltaba Japón.

Debo hacerle otra aclaración.

En los primeros años del Siglo XX la única verdadera democracia existente en el mundo existía solamente en los Estados Unidos. El resto del planeta se dividía entre monarquías que intentaban simbiotizarce en democracias; y sus colonias. Los países del continente americano intentaban acoplarse al coloso del norte. La inmensa mayoría de los que apoyaban las ideas totalitarias (fueran comunistas o social-nacionalistas) pertenecían a la clase feudal en desaparición y algunos burgueses con ínfulas. En definitiva, no existe mucha diferencia entre el feudalismo y el totalitarismo.

Coincidimos Sr. Martínez, nada hubiera podido detener a Hitler sin las barreras de la URSS. Pero no es menos cierto que, de no ser por la política obtusa de la URSS y su alianza con el monstruo, tal vez se hubiese evitado tanta devastación.

Por tanto, es necesario no solamente reconocer el esfuerzo del pueblo ruso, sino de todos los pueblos que combatieron a la bestia nazi

Miente deliberadamente cuando dice Sr. Martínez, que la SGM se suscitó entre Berlín y Moscú. Las estadísticas indican que la URSS perdió 20 millones de sus hijos. Los cálculos indican que el total de vidas humanas fueron entre 55 y 60 millones. Los más optimistas calculan entre 40 y 45. En fin, demasiados para andar con la ridiculez de pujar a ver quién perdió más. Más ridículo aún, Sr. Martínez, atribuirles un millón de muertos entre Inglaterra, Francia y los Estados Unidos, porque no fueron esos los únicos países que combatieron, ni que sufrieron el horror nazi.

El 2 de mayo de 1945 cayó Berlín en manos del Ejército Rojo. El Dictador Nacional “Socialista” se había suicidado. Dicen que esa bestia había anunciado, en su tristemente célebre “Mein Kampf”, que su objetivo real sería la destrucción de la URSS. Dos totalitarismos tan dispares no podían existir.

Eso me trae a la memoria otra bestia, la de Birán, que en una carta a Celia Sánchez.


Sierra Maestra
Junio 5-58


Celia:

Al ver los cohetes que tiraron en casa de Mario, me he jurado que los americanos van a pagar bien caro lo que están haciendo. Cuando esta guerra se acabe, empezará para mi una guerra mucho más larga y grande: la guerra que voy a echar contra ellos. Me doy cuenta que ese va a ser mi destino verdadero.

Fidel

Adolf Hitler y Fidel Castro, no tuvieron a menos sacrificar la vida de sus conciudadanos y las de otros pueblos del mundo, en aras de una egolatría de proporciones astronómicas.

El primero tuvo que suicidarse. El segundo sufre (en silencio ha tenido que ser) la traición de su hermano; que después de tanto daño, sufrimiento, exilio y muerte de ciudadanos cubanos, claudica en sus principios y pacta con el “monstruo imperialista”.


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