La supina ignorancia de los “periodistas” de Raúl Castro
http://www.granma.cu/opinion/2015-05-10/la-urss-salvo-a-la-humanidad-del-exterminio-nazi
La historia no es la que nos pretendían contar los des-merengados de la
Unión de los Consejos (URSS), que más que unión fue imposición a base de mucha
fuerza y muerte; muchísimo menos la que mal intentan enseñar en nuestras aulas
de maestros emergentes (por no llamarles ignorantes de repetición), donde al alumnado
le enseñan estas frases: “un clavo saca a otro”, como si fuera un pensamiento
de José Martí.
Para los seudo-periodistas formados por el desgobierno, buena parte (no se
atreven a decir “todo”) lo que aparece en internet no es válido. Sobre todo
aquello que no les conviene que se sepa.
El Sr. Julio Martínez Molina es capaz de decir que “Estados Unidos tuvo un
rol en la etapa final de la SGM”. Lo escribe así, sin que le quede nada por
dentro.
Y me pregunto: ¿Será que en verdad cree en lo que escribe? ¿Será que no
tiene acceso a la historia universal?
No se puede negar que los pueblos de las 15 repúblicas que constituían la
“unión” jugaron un papel determinante en la victoria, pero obviar al resto de
los contendientes es mentir de forma inescrupulosa.
No fue solamente en el territorio, dominado por Stalin, que se marcó el
destino del delirio del Nacional “Socialismo”.
El suicidio de Hitler, por mucho que se empeñe Martínez en decir lo
contrario, si ocurrió en el bunker del “Führer”. Decir que aconteció en el
frente ruso es mentir. Todavía las tropas alemanas combatían.
No se puede negar, por ejemplo, los acontecimientos en el norte de África,
ni en Grecia, ni en Italia, ni en Yugoslavia. No se puede negar la ayuda
norteamericana, en alimentos, armamentos y tecnología, recibida por la URSS
(que nunca pagó) durante toda la guerra.
¿Cómo es posible negar que pilotos como Pokrishkin y Koshedub combatieran
en aviones norteamericanos en los primeros años de la guerra? Que los Generales
utilizaran jeeps norteamericanos. En fin, que eso nadie me lo contó. Lo pude
ver en filmes “muy secretos”, cuando estudiaba en la academia Yuri Gagarin.
Trasladémonos hasta el inicio de la SGM (la invasión de Polonia).
¿Existía o no el tratado de no agresión, conocido como
“Molotov-Ribbentrop”, entre ambos sistemas totalitarios?
No fueron solamente los alemanes quienes invadieron Polonia. El “Ejército
Rojo” ocupó buena parte del territorio polaco. También invadió Finlandia. Fue
así que todo comenzó Sr. Martínez.
Luego el supuesto aliado atacó a su par, convirtiéndolo en un aliado
involuntario del Reino Unido.
El Reino Unido (La Gran Bretaña y todos los países que componían la
Mancomunidad Británica; entre ellos Canadá y Australia, tenían varios frentes
abiertos en África y Oceanía). Combatían contra Alemania, Italia
(Abisinia-Etiopía) y Japón, que no dejaba de anexarse territorios en el Lejano
Oriente.
Durante todo ese período de la guerra, los Estados Unidos veían aquello
como si con ellos no fuera. Y en efecto, no lo era hasta que Japón golpeó (de
forma prematura e innecesaria) la Flota norteamericana del Pacífico.
Hasta ese momento, los norteamericanos se dedicaban a enviar materia prima,
provisiones y armamentos de diversos tipos a la Gran Bretaña y en detrimento de
ésta al aliado involuntario (Stalin).
¿Que el envío de tantos materiales y alimentos era por conveniencia? Por
supuesto que sí. Los aliados no estaban interesados en que cayese la URSS, y de
esa forma se abriesen las materias primas (de las que carecía) la bestia nazi.
Sr. Martínez, es imposible dejar de reconocer la resistencia heroica del
pueblo ruso, pero es de cobardes desconocer la ayuda recibida, sin la cual
cualquier heroicidad hubiese sido en vano.
Gracias a esa ayuda, la bandera de la hoz y el martillo ondeó sobre el
Reichstag el 9 de mayo de 1945, pero no simbolizó el fin de la locura. Faltaba
Japón.
Debo hacerle otra aclaración.
En los primeros años del Siglo XX la única verdadera democracia existente
en el mundo existía solamente en los Estados Unidos. El resto del planeta se
dividía entre monarquías que intentaban simbiotizarce en democracias; y sus
colonias. Los países del continente americano intentaban acoplarse al coloso
del norte. La inmensa mayoría de los que apoyaban las ideas totalitarias
(fueran comunistas o social-nacionalistas) pertenecían a la clase feudal en
desaparición y algunos burgueses con ínfulas. En definitiva, no existe mucha
diferencia entre el feudalismo y el totalitarismo.
Coincidimos Sr. Martínez, nada hubiera podido detener a Hitler sin las barreras
de la URSS. Pero no es menos cierto que, de no ser por la política obtusa de la
URSS y su alianza con el monstruo, tal vez se hubiese evitado tanta
devastación.
Por tanto, es necesario no solamente reconocer el esfuerzo del pueblo ruso,
sino de todos los pueblos que combatieron a la bestia nazi
Miente deliberadamente cuando dice Sr. Martínez, que la SGM se suscitó
entre Berlín y Moscú. Las estadísticas indican que la URSS perdió 20 millones
de sus hijos. Los cálculos indican que el total de vidas humanas fueron entre
55 y 60 millones. Los más optimistas calculan entre 40 y 45. En fin, demasiados
para andar con la ridiculez de pujar a ver quién perdió más. Más ridículo aún,
Sr. Martínez, atribuirles un millón de muertos entre Inglaterra, Francia y los
Estados Unidos, porque no fueron esos los únicos países que combatieron, ni que
sufrieron el horror nazi.
El 2 de mayo de 1945 cayó Berlín en manos del Ejército Rojo. El Dictador
Nacional “Socialista” se había suicidado. Dicen que esa bestia había anunciado,
en su tristemente célebre “Mein Kampf”, que su objetivo real sería la
destrucción de la URSS. Dos totalitarismos tan dispares no podían existir.
Eso me trae a la memoria otra bestia, la de Birán, que en una carta a Celia
Sánchez.
Sierra Maestra
Junio 5-58
Celia:
Al ver los cohetes que tiraron en casa de Mario, me he jurado que los americanos van a pagar bien caro lo que están haciendo. Cuando esta guerra se acabe, empezará para mi una guerra mucho más larga y grande: la guerra que voy a echar contra ellos. Me doy cuenta que ese va a ser mi destino verdadero.
Fidel
Adolf Hitler y Fidel Castro, no tuvieron a menos sacrificar la vida de sus conciudadanos y las de otros pueblos del mundo, en aras de una egolatría de proporciones astronómicas.
El primero tuvo que suicidarse. El segundo sufre (en silencio ha tenido que ser) la traición de su hermano; que después de tanto daño, sufrimiento, exilio y muerte de ciudadanos cubanos, claudica en sus principios y pacta con el “monstruo imperialista”.
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