EDUARDO S. MOLANO, Día 26/04/2015
Al menos 22 personas (nueve policías y 13 civiles) han perdido la vida en los últimos días en enfrentamientos en la provincia angoleña de Huambo entre las fuerzas armadas y miembros de la secta religiosa «A luz do Mundo», según aseguran fuentes de seguridad.
Las muertes se produjeron durante
el intento de captura de José Julino Kalupeteka, líder del grupo y quien
asevera que el fin del mundo se producirá el próximo 31 de diciembre.
Entonces, los guardaespaldas de éste, presuntamente, abrieron fuego contra la
Policía. Kalupeteka sería finalmente detenido.
La secta, una secesión de la iglesia adventista del Séptimo Día, cuenta ya
con más de 3.000 miembros.
En este sentido, el Gobierno local de Huambo asegura que el principal
partido de la oposición, la Unidad Nacional para la Independencia Total de
Angola (Unita) se encuentra detrás de los disturbios.
«La secta, aprovechando la fe de los seguidores (de Kalupeteka), ha puesto
en marcha un plan político bien orquestado y dirigido, con muchos de los rasgos
de la UNITA», reconoce.
Por su parte, el grupo opositor asegura que los fallecidos son
«centenares», no solo 22 como afirma el oficialismo. De igual modo, denuncia
que ya advirtió en 2013 al Gobierno sobre las prácticas de la secta. En un
comunicado distribuido a última hora del jueves, Unita
manifiesta, además, que el Ejército y la policía angoleña han acordonado la zona en la provincia de
Huambo donde se produjeron los enfrentamientos. Los opositores alegan
que las fuerzas de seguridad están enterrando a los muertos -cerca de 700- en
esta zona restringida para encubrir la masacre.
Más de
tres décadas en el poder
Desde que el Movimiento Popular de Liberación de Angola (MPLA) se hiciera
con el poder en 1979, el presidente José Eduardo dos Santos se ha erigido como
única fuerza en esta excolonia portuguesa.
Y la riqueza de su familia (solo la fortuna de su hija, Isabel, está
cuantificada en cerca de 3.400 millones de dólares) es claro
exponente de la dualidad económica y política del país africano: A pesar de ser
el tercer gran productor de petróleo del continente (más de 1,8 millones de
barriles diarios), la mayor parte de la población vive con menos de dos dólares
al día. Mientras, el Estado se encuentra situado en el puesto 149 (de 187) en
el índice de Desarrollo Humano de Naciones Unidas.
Aunque los intereses económicos son cruzados.
Durante la guerra civil que asoló el país africano entre 1975 y 2002, el
entonces grupo rebelde UNITA logró controlar la venta de entre el 60% y el 70%
de los diamantes que se exportaban desde la región. Las cifras son
concluyentes: sólo durante el periodo comprendido entre los años 1992 y 1998,
la guerrilla acumuló, gracias al negocio de los diamantes, ingresos por 3.700 millones de dólares para
sus actividades políticas y militares.
Sin embargo, en 2002, la presión de la comunidad internacional condujo a la
implantación de medidas destinadas a acabar con el tráfico ilegal de diamantes.
Por lo que, una vez evaporada su financiación, el conflicto tocó a fin. Su
monopolio pasó entonces al gubernamental MPLA -en el poder desde 1975-, lo que
ha desembocado en un milagro
empresarial, que apenas ha tenido repercusión en la economía civil.
Desde 2002, los ingresos gubernamentales por su comercialización se han
triplicado, pasando de los escasos 45 millones de dólares de
finales de la guerra a cerca de 165 millones en 2007.
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