miércoles, 13 de mayo de 2015

¿Qué pasó con los túneles de Fidel Castro?

Construídos para una guerra que nunca llegó. “Fue la época de las bicicletas chinas y los policías a pie”
jueves, mayo 7, 2015 
Por:  Paulino Alfonso
 
Túnel al costado del Castillo del Príncipe, La Habana (foto de Internet)


LA HABANA, Cuba. -Creados por Fidel Castro en los años 80, tal vez presintiendo la caída de la Unión Soviética, los túneles para la defensa motivaron hasta bien entrados los años 90 inmensas movilizaciones y el gasto de enormes de recursos humanos y materiales.

Olvidados por los eternos trajines que tenemos los cubanos para resolver nuestro principal problema, la alimentación, pocos reparan en cuál fue su destino.

Hace unos días me tropecé con un antiguo compañero de trabajo, quien ocupó un cargo de dirección en la construcción de aquellos túneles.

Como la sorpresa fue placentera para ambos y mi amigo había recibido recientemente una ayuda económica de su hija, quien reside en Francia, me invitó a unos tragos en su casa, que luego se convirtieron en un almuerzo creado por las mágicas manos de su esposa.

Mientras esperábamos por la colación, le pregunté por el destino de los túneles de la guerra de todo el pueblo”.

Me preguntó si yo estaba preparado para oír una historia tragicómica. Como el almuerzo se demoraba, asentí y me dispuse a oírlo.

Como es sabido, los túneles comenzaron a partir de un discurso de Fidel Castro, el cual nos pintó una inminente guerra que el imperialismo desataría contra Cuba con el fin de destruir y cito “el último bastión del socialismo mundial”.

De ahí salió el nombre de otro ‘cuento': la Operación Bastión, que duró cerca de 5 años.

Para no abusar de la paciencia del lector, solo algunos datos que me dio mi amigo y que se corresponden solo a La Habana.

En la construcción de los túneles, repito, solo en La Habana, participaron cerca de 32 000 hombres y mujeres, lo que solo fue posible tras haber paralizado primero todo el programa de construcción de viviendas, y más tarde el resto de la actividad constructiva en general.

Esta cifra incluyó cerca de 8 000 pobladores de las provincias orientales desocupados, con los que se constituyeron los tristemente famosos contingentes de la construcción.

Todas las plantas de hormigón se pusieron en función de esta operación para apoyar estas construcciones. Se consumieron cerca 230 000 metros cúbicos de hormigón, lo que equivale a dos millones de sacos de cemento, y toda la producción de dos años y medio de cabillas de la Antillana de Acero.

Esas cabillas, la arena y el cemento buena falta hacían ya desde entonces para evitar derrumbes y el deterioro general del fondo habitacional.

También se invirtió no menos de 850 toneladas de las reservas de combustibles del ya por entonces maltrecho ejército castrista, después de 1991, para reforzar el escaso petróleo que aún nos suministraba Rusia como cumplimiento del contrato con la desaparecida Unión Soviética (URSS).

Túnel tapiado por desuso (foto de Internet)


“Recuerda”, me dijo mi amigo, “que esa fue la época de las bicicletas chinas y los policías a pie”.


Los túneles consumieron casi el 50% de toda la reserva de tiempo de guerra para la alimentación de estos constructores.
Al término de este proyecto, se había excavado cerca de 600 kilómetros de túneles debajo de La Habana.


“Total”, me dijo mi amigo, “ninguno sirvió para nada, excepto uno de ellos, en La Víbora, que se usa como discoteca, lo llaman El Túnel, y otro en El Vedado, dedicado al cultivo de champiñones con la esperanza de venderlos al turismo. Casi todos los demás están sellados”.


Ya con el olor del almuerzo presente, le hice a mi anfitrión la pregunta final: ¿Por qué se terminó el programa?
La respuesta me dejó estupefacto: “Porque comenzaba el cuento del niño Elián”.
Y resumió, mientras me invitaba a sentarme a la mesa antes de que se enfriara el almuerzo:
“Por ser jefe, no me fue tan mal como a casi todos los demás, que cuando los túneles comenzaron, construían sus casas y que al término de este cuento, fueron devueltos a sus empresas para ver como allí les resolvían el problema. Así de fácil.


A mí y a otros cuadros nos dieron como premio apartamentos como este donde tú estás ahora”.

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