Kennedy sabía que esas armas eran operadas por
los soviéticos y consideró aquel acto como una escalada en el conflicto. En su
favor podemos decir que se mantuvo sereno y con una sangre fría, increíble en
un descendiente de irlandés, para postergar la represalia inmediata, que era
(en definitiva) el propósito de Fidel Castro.
Kennedy continuó diciendo:
“No es el primer paso el que me preocupa, sino que ambos bandos escalaremos
el cuarto y el quinto peldaño…, y no digo el sexto, porque probablemente no
quedará nadie vivo para hacerlo. Debemos tener presente que estamos
emprendiendo un camino muy peligroso.
Al final decidieron enviar a Kruchev una carta respondiendo la recibida el
día 26 y obviando la transmisión de Radio Moscú, aquella mañana, con la
proposición relacionada con los cohetes de Turquía. O sea, consideraron actuar
como si ese mensaje nunca hubiese existido y esperar la respuesta, antes de
tomar una decisión que podía tornarse irreparable. La carta fue trasmitida al
atardecer.
El contenido del mensaje era el siguiente:
"Si he leído bien su carta, los
elementos básicos de sus proposiciones —que en general me parecen
aceptables—son los siguientes:
"1. Se avendrán ustedes a retirar estos sistemas
de armamento de Cuba, bajo la adecuada observación e inspección por la ONU, y
se comprometerán, con las debidas garantías, a no introducir, en lo sucesivo,
armamento de esta clase en Cuba.
"2. Por nuestra parte nos comprometemos (...):
a) a levantar rápidamente el bloqueo actualmente establecido;
b) a dar garantías de que Cuba no será invadida. Confío en que las otras
naciones del Hemisferio Occidental estarán dispuestas a hacer lo mismo.
"Si da Usted instrucciones parecidas a su representante, no veo
ninguna razón que nos impida completar este arreglo y anunciarlo al mundo
dentro de un par de días".
Esa noche Robert Kennedy se reunió con el
Embajador Dobrinin y le entregó una copia de la carta, así como que le dio un
ultimátum verbal para su trasmisión inmediata a Kruchev.
Si los cohetes no eran retirados
inmediatamente de Cuba, los Estados Unidos se verían obligados a iniciar las
acciones combativas no más tarde de los primeros días de la semana siguiente.
Dobrinin insistió en la retirada de los cohetes
de Turquía.
Después de consultar, Robert Kennedy declaró que
el Presidente aceptaría solamente con las condiciones siguientes:
En primer lugar, los Júpiter se desmantelarían de tres
a cinco meses después de la retirada de los cohetes soviéticos de Cuba;
En segundo lugar, ese acuerdo se mantendría en estricto
secreto y no se incluiría en el texto oficial sobre el cese de la Crisis.
¡Los intereses de Fidel Castro brillaban, por su ausencia!
A las 21:00 hrs., se realizó una tercera reunión
del Comité Ejecutivo.
En esta reunión JFK ordenó que, si los aviones de
reconocimiento eran atacados al día siguiente, los emplazamientos de cohetes AA
debían ser eliminados mediante un golpe aéreo.
Aun tenían esperanzas. Todo dependía de Kruchev.
Mientras tanto, en la casa de campo gubernamental soviética, en Ogariovo,
era examinada la proposición del Presidente de los Estados Unidos sobre la
retirada de los cohetes soviéticos de Cuba a cambio de la garantía de no
invadir el país; también se tenían en cuenta las informaciones transmitidas
desde Cuba por Fidel Castro y por los militares soviéticos acerca de la
inminencia del ataque norteamericano.
Teniendo en cuenta la urgencia del momento Kruchev decidió no esperar por
la lentitud del cifrado y los métodos normales para enviar los mensajes, sino
transmitir la carta en texto claro por Radio Moscú.
La dictadura totalitaria soviética ninguneaba a Fidel
Castro. Estaban haciendo pública la noticia, ignorando al “aliado” que tan
cándidamente le había ofrecido la oportunidad de poner a los seres humanos en
peligro de extinción.
Fidel Castro, tal y como había hecho (en más de una ocasión con sus
colaboradores) se enteraba de la retirada de los cohetes por Radio Moscú.
¡Patadas, trompadas! En fin, coces de un caballo ultrajado.
La carta decía así: "Veo con respeto y confianza la declaración,
expuesta en su mensaje del 27 de octubre de 1962, de que no se cometerá un
ataque contra Cuba, de que no habrá invasión (...) Entonces los motivos que nos
impulsaron a prestar ayuda de ese carácter a Cuba desaparecen. Por eso hemos
dado instrucciones a nuestros oficiales (...) de adoptar las medidas
correspondientes para que cese la construcción de los mencionados objetivos,
para su desmontaje y devolución a la Unión Soviética".
Era precisamente eso lo que estaban esperando los
norteamericanos, aunque algunos militares continuaron insistiendo en aprovechar
la coyuntura para pasar a la acción militar.
Eran de esta opinión el Almirante George Anderson
y el General Curtis LeMay.
Mientras esto ocurría, Fidel Castro hacía patente
su inconformidad. Consideraba nula la palabra del Presidente de los Estados
Unidos. Es por eso que pronunció un discurso en la tarde del domingo 28 de
octubre de 1962, recriminando a Kruchev, con cinco puntos, que debía haber
incluido en la carta:
1. Cese del bloqueo (embargo) económico
y de todas las medidas de presión comercial y económica que ejercen los Estados
Unidos en todas las partes del mundo contra Cuba.
2. Cese de todas las actividades subversivas, lanzamientos y desembarcos de
armas y explosivos por aire y mar, organización de invasiones mercenarias, infiltración de espías y sabotajes,
acciones todas que se llevan a cabo desde el territorio de los Estados Unidos y
de algunos países cómplices.
3. Cese de los ataques piratas que se llevan a cabo desde bases existentes
en Estados Unidos y en Puerto Rico.
4. Cese de todas las violaciones del espacio aéreo y naval por aviones y
navíos de guerra norteamericanos.
5. Retirada de la Base Naval de Guantánamo y devolución del territorio
cubano ocupado por Estados Unidos".
Los cinco puntos de Fidel Castro eran razonables
desde su punto de vista. Visto desde ese punto, podía constituir una forma de
defender la soberanía nacional. Pero es que llegaban
demasiado tarde.
En ninguna de las cartas
enviadas por Fidel Castro a Kruchev, mencionaba tan siquiera uno de ellos. Todo
lo contrario, insistía en el “primer golpe” por parte de los soviéticos.
Sencillamente, Kruchev no lo
podía tomar en serio.
Por otra parte, para la URSS el régimen de Fidel
Castro no era ni remotamente lo más importante de su política internacional.
Ahora bien, a la dictadura totalitaria soviética le convenía que se mantuviera
el embargo económico, pues de esta forma obligaba a
Fidel Castro a depender económicamente de ellos.
En sus memorias Kruchev expresa lo siguiente en
relación con la Crisis de Octubre:
"La importancia principal de la Crisis del Caribe radica en que ésta,
prácticamente bendijo la existencia de la Cuba socialista. Aseguramos la
existencia de Cuba socialista durante dos años más, mientras Kennedy estuviera
en la Casa Blanca, y teníamos la impresión de que sería elegido para un segundo
mandato. O sea, cuatro años más. Seis años en total (...)"
Años después, Fidel Castro diría (amargamente)
en una entrevista:
"En la forma en que la Crisis se solucionó nos dejaron aquí todo: nos
dejaron el bloqueo, nos dejaron la guerra sucia, nos dejaron la Base de
Guantánamo, nos dejaron los ataques piratas (...) Nosotros fuimos los que menos
ganamos con el tipo de solución que se dio a la Crisis.
Cuando se traiciona a un pueblo, permitiendo la
instalación de bases militares en su territorio, no resulta extraño que, al
final, se reciba el desprecio como pago.
Los cohetes se retiraron de Cuba entre el 5 y el 9 de noviembre. Durante
aquel periodo el cubano, de a pie, tuvo que pasar dos tragos amargos.
El primero fue cuando conocieron que los soviéticos se llevaban los
cohetes. Algunos lloraron. No por miedo, sino por impotencia. Se sabían traicionados.
Todos le echaban las culpas a la cobardía soviética. Los que hasta ese momento
habían sido “amigos” se largaban diciendo que “no os preocupéis”.
El día 5 de noviembre de 1962 la CIA emitió un documento titulado:
"Problemas
que afrontaremos en Cuba en el futuro"
—Castro se mantendrá en el poder (...) Mantendrá su
organización política cohesionada. Será más violento que en el pasado.
—Militarmente será más fuerte. Recientemente ha
recibido vastas cantidades de armamento (...) Por lo tanto, tiene más para su
propia defensa y para entregar a los grupos insurgentes por todo el Hemisferio.
—Tendrá capacidad naval y aérea contra América Central
y la franja norte de América Latina.
—Al mantener los cohetes antiaéreos, tendrá un escudo
contra la inspección aérea, por lo que podrá acordar con los soviéticos la
reintroducción de los cohetes de alcance medio e intermedio con una seguridad
razonable.
La "cuarentena" fue levantada y la situación se normalizó el 20
de noviembre de 1962, cuando Kruchev comunicó que los bombarderos ligeros IL-28
serían retirados también.
Hasta el día de hoy, el Gobierno de los Estados Unidos de Norteamérica ha
cumplido su palabra de no invadir.
La dictadura totalitaria neofeudal implantada en Cuba ha incursionado
militarmente en Angola, Etiopía, Siria, Granada, Nicaragua y El Salvador
directamente. Indirectamente los países incursionados son muchísimos más.
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