domingo, 31 de enero de 2010

Tergiversando la verdad de Copenhage


A todos nos interesa el futuro.

Existen personas en este mundo que aspiran a esclavizar pueblos. Hoy esas mismas personas enarbolan las banderas del cambio climático y profetizan que la humanidad no sobrevivirá, a no ser que adopten las doctrinas del neofeudalismo.
Utilizan frases dramáticas y aceptan teorías de poco fundamento como verdades absolutas y se regocijan ante las actividades vandálicas, protagonizadas por turbas enajenadas (espacialmente algunos jóvenes ignorantes), en la cumbre de Copenhague, catalogándolas de “gran lección.

Necesitan a toda costa y a todo costo hacerle propaganda al vandalismo. Para esto se apoyan en los reportajes de cadenas televisivas en busca de mercado.
Valiéndose de estos medios masivos es que pretenden dar a entender, “al mundo”, que en la capital danesa lo que ocurrió fue un caos político. Dicen también que trataron de forma humillante a jefes de Estado y de gobierno, a ministros y a representantes de algunos “movimientos sociales” o “instituciones”, sin aclarar que muchas de estas últimas viajaron a Copenhague sin estar invitadas.

Dicen que las manifestaciones eran pacíficas, sin aclarar que intentaban forzar la entrada a las instalaciones de la cumbre y lamentan la represión ejercida contra los asaltantes.

Lo que verdaderamente les ha molestado es el hecho de que el 18 de diciembre del 2009 (último día de la cumbre), luego de vanos intentos por conciliar un acuerdo global, (debido a la intransigencia de gobiernos de países tercer mundistas, que solo aspiran a que el maná caiga del cielo), el gobierno danés suspendiera las actividades y decidiera reunir a 16 mandatarios para que expresaran sus argumentos.
Al decir de Fidel Castro, el presidente Obama pronunció un discurso engañoso y demagogo, lleno de ambigüedades, sin compromiso alguno y continuaba ignorando el convenio de Kyoto.

A Fidel Castro, no sin trabajo, le cuesta reconocer que en ese grupo de los 16, además de los dirigentes de los países más industrializados, se encontraban varios, de economías emergentes y algunos de los más pobres del planeta.

Entre los 16 se encontraba, el indígena presidente, Evo Morales, quién hizo uso y abuso de la palabra. Otro tanto realizó el aspirante a neofeudalista Hugo Chávez Frías. Ambos discursos pasarán al basurero de la historia como ejemplo de pronunciamientos inoportunos y vacíos de contenido. No les quedó otra alternativa que marcharse de la cumbre, como los perros, con el rabo entre las patas.

Dada la imposibilidad de negociar un acuerdo inteligente y serio con los líderes y representantes de los 170 países acreditados, el primer ministro dinamarqués y los representantes de los Estados Unidos de Yanquiland se reunieron con los líderes de los 27 países de la Unión Europea para presentar un proyecto de acuerdo.

Era una iniciativa. Una iniciativa catalogada por Fidel Castro, (el totalitario, el violador de los derechos humanos, el dictador) como anti-democrática y clandestina, porque “ignoraba” a los demás invitados a la cumbre con los que había sido imposible razonar un acuerdo.

No había nada que hacer, más que marcharse de Copenhague y así lo hicieron (los mandatarios), dejando en su lugar a sus representantes.

Dice Fidel Castro que el día 19 ocurrió algo insólito. Cuando no se le ocurre a él, todo es insólito: El primer ministro danés convocó a la clausura de la Cumbre.
Nuevamente se escucharon protestas de un reducido grupo de representantes de países tercermundistas (muchos de los cuales se habían negado a ratificar ninguno de los acuerdos discutidos con antelación). Ahora pretendían impugnar el acuerdo de los países desarrollados, que en definitiva tienen la responsabilidad y la posibilidad de evitar catástrofes ambientales (los otros solo bla, bla bla), como un consenso de la Cumbre.

La representante del aspirante a dictador totalitario de Venezuela, Claudia Salerno, dramáticamente, mostró su mano ensangrentada (se había cortado con el filo de una hoja de papel A4) y en un tono de voz, seguramente ensayado, volvió a utilizar palabras huecas y sin sentido económico alguno. Parecía como que la Cumbre de Copenhague tratase de reivindicaciones de las clases oprimidas y no de “salvar” al planeta del “calentamiento global”.

El representante de Fidel Castro no se quedó atrás, para decir palabras estrafalarias pretendiendo sabotear la reunión; que si el documento no existía, que si versiones circulaban de manera subrepticia, que si patatín, que si patatán, para terminar lamentándose de que la conferencia no hubiera estado conducida por un dirigente totalitario.
Advirtió que Fidel Castro considera “extremadamente” insuficiente e inadmisible el texto del proyecto y lo tilda de “apócrifo”, porque la meta de 2 grados centígrados es a su entender (ni el mismo entiende de que va el texto) inaceptable y nuevamente el Nostradamus Tropical vaticina consecuencias catastróficas e incalculables. Da por sentado que existe un criterio científico (refiriéndose al organismo de la ONU, que es más político que científico) universalmente reconocido (no se sabe por quién o por quienes). Considera urgente la reducción de las emisiones en un 45%, lo que convertiría al mundo desarrollado en una cochiquera inmunda y para el 2050 inferiores a 90%, sin importarle que, si los países industrializados cumplieran al pie de la letra tamaño disparate, los que más sufrirían las consecuencias serían precisamente los pueblos oprimidos por dictaduras totalitarias.

Por último, Fidel Castro se regocija por el éxito obtenido en el sabotaje de la Cumbre de Copenhague y demuestra una vez más que le importa un pito el calentamiento global y el cambio climático.

Nadie mejor que él, sabe que son puro cuento.

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