Capítulo 9
La Ciudad de San Cristóbal, más conocida como, de La Habana o, simplemente, Havana
Dice Cabrera Infante que la destrucción de la ciudad es fruto de la incompetencia. Sería mejor decir que es fruto de la emulación socialista, que se esfuerza por demostrar quién es el que destruye más en menos tiempo.
Fidel Castro, en su afán destructivo, se oponía (de inicio) a que los turistas tuvieran como primera opción la ciudad Capital.
Cayo Largo
Cabrera Infante cita al que fuera “Alcalde de La Habana”, cuyo título correcto es el de “Presidente del Poder Popular”, Sr. Oscar Fernández Mell, diciendo que el gobierno de Batista pretendía transformar a La Habana en un “Las Vegas” del Caribe.
La Ciudad de San Cristóbal, más conocida como, de La Habana o, simplemente, Havana
Dice Cabrera Infante que la destrucción de la ciudad es fruto de la incompetencia. Sería mejor decir que es fruto de la emulación socialista, que se esfuerza por demostrar quién es el que destruye más en menos tiempo.
Fidel Castro, en su afán destructivo, se oponía (de inicio) a que los turistas tuvieran como primera opción la ciudad Capital.
Cayo Largo
Cabrera Infante cita al que fuera “Alcalde de La Habana”, cuyo título correcto es el de “Presidente del Poder Popular”, Sr. Oscar Fernández Mell, diciendo que el gobierno de Batista pretendía transformar a La Habana en un “Las Vegas” del Caribe.
Jardines del Rey
Oscar Fernández Mell y el Che Guevara
En los años treinta, cuarenta y cincuenta del siglo pasado, La Habana era conocida por sus casinos.
Después de la Revolución de 1959, tras la llegada de Fidel Castro al poder y confiscarse las casas de juego, su fulgente brillo se apagó.
Las Vegas, Nevada
Nací en La Habana y mis primeros cuatro años de vida transcurrieron en el barrio del Vedado.
Tarará era un reparto residencial incipiente ubicado en unas tierras inútiles, en las cuales la familia norteamericana Webster invirtió prácticamente hasta el último centavo.
Ubicación del Tarará Yacht Club
Fue en la Marina de Tarará donde papá me presentó a un viejo barbudo y mal encarado, que estaba sentado dentro de un yate negro. Olía fuerte el viejo. Una mezcla de sudor y alcohol.
Fue en esa misma cafetería donde pude grabar (en la memoria), la imagen de los verdaderos héroes de la lucha insurreccional contra Batista. Camilo Cienfuegos y el Che Guevara de uniforme verde olivo y pistolas al cinto, boina y sombrero alón.
La pura verdad es que Fidelito Castro Díaz-Balart nadaba bastante más que yo, pero el único que le podía hacer sombra (en caso de que tragase un buche de agua) era el hijo de Gloria, mi mamá.
En 1961, Tarará se había convertido en un reparto fantasma y hasta mi familia había emigrado a La Habana.
...le caímos a tiros (escopetas de pelets) a la fotografía de Fulgencio Batista, situada a la entrada del Cuartel de la Guardia Rural. Mamá preocupadísima y Mirtha (la mamá de Fidelito), muy segura de si misma diciéndole: “No te preocupes Gloria, son cosas de muchachos”.
En los primeros años de la república, Cuba recibió a más de 500 mil inmigrantes españoles (de todas las tribus ibéricas, incluyendo la portuguesa) y casi una cifra igual entre jamaicanos y haitianos (no llevo el record de otras nacionalidades).
Es el caso del gallego Ángel, el padre de los hermanos Castro Ruz.
Soy testigo presencial de muchas obras, como la terminación del muro del malecón, desde el Palacio de los Deportes hasta el río Almendares.
Edificios y hoteles crecían en cámara rápida, bajo la “sangrienta” dictadura de Batista.
A partir del año 1959 una dictadura, aun más sangrienta, vendría a destruir, en cámara lenta una ciudad que desde el mar aun se percibe imponente, a los ojos de extraños.
Los cubanos siempre contamos con algún amigo, que conoce a otro, que te resuelve la situación; costumbre prácticamente inexistente en la Europa de hoy. ¡No sé en la de ayer!
Fue en esa misma cafetería donde pude grabar (en la memoria), la imagen de los verdaderos héroes de la lucha insurreccional contra Batista. Camilo Cienfuegos y el Che Guevara de uniforme verde olivo y pistolas al cinto, boina y sombrero alón.
La pura verdad es que Fidelito Castro Díaz-Balart nadaba bastante más que yo, pero el único que le podía hacer sombra (en caso de que tragase un buche de agua) era el hijo de Gloria, mi mamá.
En 1961, Tarará se había convertido en un reparto fantasma y hasta mi familia había emigrado a La Habana.
...le caímos a tiros (escopetas de pelets) a la fotografía de Fulgencio Batista, situada a la entrada del Cuartel de la Guardia Rural. Mamá preocupadísima y Mirtha (la mamá de Fidelito), muy segura de si misma diciéndole: “No te preocupes Gloria, son cosas de muchachos”.
En los primeros años de la república, Cuba recibió a más de 500 mil inmigrantes españoles (de todas las tribus ibéricas, incluyendo la portuguesa) y casi una cifra igual entre jamaicanos y haitianos (no llevo el record de otras nacionalidades).
Es el caso del gallego Ángel, el padre de los hermanos Castro Ruz.
Soy testigo presencial de muchas obras, como la terminación del muro del malecón, desde el Palacio de los Deportes hasta el río Almendares.
Edificios y hoteles crecían en cámara rápida, bajo la “sangrienta” dictadura de Batista.
A partir del año 1959 una dictadura, aun más sangrienta, vendría a destruir, en cámara lenta una ciudad que desde el mar aun se percibe imponente, a los ojos de extraños.
Los cubanos siempre contamos con algún amigo, que conoce a otro, que te resuelve la situación; costumbre prácticamente inexistente en la Europa de hoy. ¡No sé en la de ayer!
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