En enero de 1959 escuché lo que se contaba como un chiste en Camagüey -que resultó profético y macabro - atribuido al comandante campes...
En enero de 1959 escuché lo que se contaba como un chiste en Camagüey -que resultó profético y macabro - atribuido al comandante campesino del Ejército Rebelde, Víctor Mora, a quien mi padre había reemplazado como jefe militar de la provincia. Se decía que Mora afirmaba que ésta era la revolución de las tres A: “Aquí se adaptan, se asilan o se afusilan”. Fuesen o no sus palabras, Víctor Mora luego fue condenado a prisión por no adaptarse al comunismo y terminó en el exilio donde está el 20% de la población cubana y donde si fuera por sus deseos estarían la mayor parte de los 11 millones de cubanos que viven en la Isla.
Los cubanos huyen de ese sistema “maravilloso donde supuestamente la medicina es gratis, la comida se reparte igualitariamente y la educación es otro de los logros de la Revolución”. Sin duda, a los ojos de los que todavía defienden al castrismo en el mundo, el pueblo cubano debe ser un pueblo de ingratos: viven en el paraíso donde lo tienen todo y a pesar de esto huyen.
El hecho es que esa población que vive fuera de Cuba huyó por sus propios medios o fue exportada por miles como parte de la política de la dictadura de aliviar la presión cuando el descontento interno alcanzaba límites peligrosos. Esta migración masiva ha tenido dos consecuencias:
Una, la evidente de un exilio pujante que tiene una influencia determinante en la política de Washington hacia Cuba. Además, los cubanos en los Estados Unidos por sus remesas, visitas y envios de mercadería a Cuba son el motor de la economía de la Isla, según The Havana Consulting Group (THCG) en 2015: “El balance total de esta ayuda familiar (6.634 millones, sumando dinero y bienes) "es superior a la suma de los ingresos de los cinco rubros productivos más importantes de la economía del país, los cuales suman en conjunto 5.168,9 millones de dólares".
Dos, la falta de oportunidades Cuba, la miseria y la represión más la acción del régimen de deshacerse masivamente de descontento, sumado a la prosperidad del exilio ha creado en Cuba una cultura de desesperación por huir de la Isla de cualquier manera y a cualquier precio. La inmensa mayoría de los jóvenes y de los profesionales cubanos en Cuba quisieran escapar hacia los Estados Unidos.
El problema es grave porque sin recursos humanos calificados competir en este siglo es muy difícil y la economía cubana está en las ruinas y depende de una incierta subvención chavista. Me arriesgo a afirmar que las mentes más brillantes y más calificadas de Cuba se encuentran en el exterior y que cualquiera que descolle en la Isla no perderá la oportunidad de escapar tan pronto se le presente.
El régimen castrista hace ratos se dio cuenta de que tenía que lidiar con una población que envejece y otra que huye: “en 2035 existirán en el país 3,6 millones de personas mayores de 60 años de edad frente a dos millones actualmente”. La Oficina Nacional de Estadísticas del gobierno cubano (ONE) ha indicado que esto representa: "una notable sobrecarga para la Seguridad Social, el Sistema de Salud y las disponibilidades de fuerzas de trabajo".
La población envejece porque el índice de natalidad en Cuba es negativo. El informe dice que en 20 años Cuba se convertirá en el país más envejecido de América Latina y el Caribe y en 2050 en uno de los 11 más envejecidos del mundo. Elsa Morejón en, Demografía y natalidad en Cuba, señala que: “Cuba envejece y está muy lejos de alcanzar el reemplazo generacional que es de 2,1. La tasa global de fecundidad (hijos por mujeres) descendió en el 2012 a 1.69, la más baja de América Latina”.
Ante esta situación la dictadura castrista no puede permitir que miles de miles de cubanos sigan huyendo del país, especialmente los jóvenes y los profesionales calificados cuyos sueldos no llegan, en la mayoría de los casos ni a $100 mensuales. Para el castrismo ahora es preferible contrarrestar con represión el descontento interno pero tener mano de obra calificada y barata que pueda ser contratada por las empresas capitalistas extranjeras con las cuales la casta dominante en Cuba espera poder sobrevivir y seguir disfrutando de las prebendas de la corrupción como han hecho sus contrapartes en China y en Vietnam.
Me inclino a pensar que el reciente acuerdo entre la dictadura de Raúl Castro y el gobierno del presidente Barack Obama obedece a esta realidad. Derogar a última hora la política de pies secos, pies mojados no tiene que ver con salvar vidas en el mar, ni con normalizar la migración entre ambos países, ni con evitar crisis migratorias en los países que por años han servido de paso, dejando millones de dólares, en la marcha silenciosa y pacífica de miles de cubanos en su angustiante y azarosa travesía hacia los Estados Unidos.
Por Huber Matos Araluce
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