sábado, 26 de mayo de 2012

El Paternalismo, los jóvenes cubanos y el régimen de los hermanos Castro Ruz


De “ideas” se encuentra empedrado el camino al infierno neofeudal. Es totalmente imposible involucrar a los jóvenes cubanos en un proceso que jamás fue revolucionario.


No es que aparezca todos los días en la prensa del desgobierno. Entre los cubanos que me rodean, ninguno habla de “paternalismo” refiriéndose al régimen imperante en Cuba. De lo que se habla muchísimo es de como hoy en día, las pretendidas “autoridades” del desgobierno, justifican todo lo que no se hizo o se dejó de hacer y ninguno de ellos condena el despilfarro.

Imposible negarlo. Por eso el tema es tabú en las altas esferas del régimen dictatorial. Pensaron que la ayuda “desinteresada” de la Unión Soviética y demás países del campo socialista sería eterna y podrían distribuirla (la ayuda) a diestra y siniestra (sobretodo esta última) sin detenerse a pensar que, si nos faltara (la ayuda), nos quedaríamos colgados de la brocha y sin escalera.

En realidad tuvieron suerte. La escalera abandonada por los ex amigos, la recogió el gobierno bolivariano de Hugo Chávez.

Imposible negarlo, repito. El cubano se acostumbró a recibir, más que a trabajar. El trabajo no le reportaba compensación económica alguna. Como “buenos” comunistas, algunos entendían que esa era la forma de aplicar los conceptos marxistas de exigir de cada cual según sus posibilidades y dar a cada cual según sus necesidades.

El desgobierno se había saltado dos pasos. La dictadura del proletariado continuaba imperando sobre la faz de la isla y la fase socialista jamás llegó.

Ahora, estos viejos maquiavélicos, nos quieren hacer creer que la juventud no fue abandonada en la década del 90, cuando con más fiereza se dejó sentir el período especial. ¡La Unión de Jóvenes Comunistas (UJC) casi desaparece!

Una cosa es ser paternalista y otra cosa, bien diferente, es ser imposicionista. Porque lo que sucedió en mi país fue eso. Una imposición, por medio de la fuerza, de una serie de imbecilidades económicas, que han sido el talón de Aquiles del sistema.

De manera que, decir que los jóvenes aprenden de sus errores, es mentira. Los jóvenes solo aprenden de sus errores cuando ya han madurado. Cuando han dejado de serlo.

Encuentro muy bien que a un niño de 8 años, que se pasa el día corriendo, sea dentro o fuera de la casa, se le proteja con la intención de que no se caiga y se haga daño. Que se intente, una y otra vez razonar con el o ella, en que debe tener más cuidado y explicarle lo que pudiera suceder en caso contrario. Que los padres actúen así, entre la niñez y la adolescencia es lo normal.

Lo anormal es que a una persona, mayor de edad (desde los 18 o 21 años) se le proteja de igual forma y se le exija la mano, hasta para cruzar las calles.

Los jóvenes cubanos actuales, solo han conocido un sistema de ordeno y mando, la libreta de abastecimiento y sus privaciones alimentarias, la prácticamente inexistencia de transporte público y la sempiterna campaña del régimen sobre las bondades de un sistema dictatorial, totalitario y neofeudal, al que deben considerar como el “non plus ultra” de los sistemas, en comparación con los regímenes democráticos “obsoletos” que imperan en el resto del planeta. Nuestros jóvenes deben pensar, cantando el “himno del paraíso terrenal de los trabajadores”. El paraíso de la humanidad.

¡Nadie ha dicho que la democracia y el libre mercado sean un paraíso!

Eso sí, el que no trabaja, no come. El que no sea capaz de ingeniárselas, sucumbirá ante la selección natural de las especies.

Efectivamente, la confusión es mucha. ¿Cuántos hay que prefieren esperar a que el maná caiga del cielo?

Muchos nos preguntamos: ¿Qué hacer entonces? La respuesta es bien compleja. No se trata de que se pierda el sistema. Ya eso hace mucho tiempo que está perdido. De lo que se trata es en como hacer posible una transición.

Por lo menos, debemos intentarlo. Acabar, de una vez por todas con el sistema de partido único, que solo es el disfraz de la dictadura de los funcionarios sobre el pueblo. No se trata de un problema de símbolos, sino de lo que ellos representan. Tampoco se trata de inhabilitar personas por haber ejercido cargos públicos. Aquellos que los hayan ejercido sin oprimir al pueblo, no tendrán que temer. Al resto se les debe juzgar y condenar.

La democracia no es mala. Es el poder del pueblo. El comercio no es malo. Es la forma que tienen las personas de intercambiar los productos que elaboran. Repito: Nadie ha dicho que sea un sistema justo.

¡La dictadura totalitaria neofeudal tampoco es justa! Lo que peor le va es, no ser productiva.

Es imposible involucrar a los jóvenes en un proceso en fase terminal. Intentar conversar es perder el tiempo. Los jóvenes son los protagonistas. Es imposible que sientan lo que no sienten. Los jóvenes saben que son importantes. Lo que sucede es que al régimen le importa un bledo la opinión, no solo de los jóvenes, sino de todo el pueblo.

A lo único que se ha dedicado el régimen es, a edulcorar la realidad cubana y satanizar al resto del mundo.

No existe una sola razón para defender un régimen cuyo sistema social ha fracasado tras 50 años en el poder.




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