Fidelismo: Régimen político fundado en el predominio del totalitarismo de la miseria como elemento catalizador y aniquilador de riqueza.
Por Mario Armando Riva Morales
Que el
Presidente Santos no haya logrado consenso, en el hemisferio, para invitar al
régimen dictatorial, totalitario y neofeudal de los hermanos Castro Ruz, a
participar de una cumbre de los mandatarios de los gobiernos democráticos de
nuestra América, no quiere decir que Cuba, como país, se encuentre excluida.
El día en que
nuestro país vuelva a ser democrático y no exista una tiranía de más de
cincuenta años, el Presidente de Cuba, luego de retornar a la Organización de Estados Americanos (OEA) tendrá
derecho de participación.
La arrogancia y
la prepotencia de la tiranía de los hermanos dictadores, les lleva a rechazar
la invitación de sus “hermanos latinoamericanos” de integrarse a la OEA.
Los países que
integran el ALBA consideran una necesidad la presencia neofeudal para sus
aspiraciones. Necesitan que se reconozca al desgobierno existente en Cuba, con
el objetivo de tener una base legal para perpetuarse en el poder.
Los hermanos
Castro, por su parte, siempre han sido testarudos y, ahora que están viejitos
mucho más. De manera que si alguien del ALBA pensaba que Raúl Castro iba a
asistir a la Cumbre,
se equivocó.
Pero el asunto
no es tan fácil como parece. Ambos hermanos se devanan los sesos tratando de
mantenerse intransigentes y a la vez complacer a sus “simpáticos” amigos.
No hay sorpresa.
Raúl Castro Ruz ha sido excluido de la Cumbre de las Américas, por ser un DICTADOR
TOTALITARIO NEOFEUDAL y punto.
No integrarse a la OEA es mostrar un desatinado irrespeto
a los pueblos de Venezuela, Ecuador, Nicaragua, Bolivia y algunos caribeños.
Todos dependientes del petróleo venezolano.
La negativa de
reintegrarse a la OEA
muestra el desprecio que sienten los hermanos Castro por los pueblos
americanos. Demuestran que utilizan las figuras históricas según sus
conveniencias mientras que permanecen agachados ante la insistencia de esos
pueblos, que mediante las urnas han elegido a los gobiernos que hoy solicitan
su ingreso en la organización.
La posición de Raúl
Castro fue expresada el 5 de febrero del presente año. Dijo, que ellos
(refiriéndose a su hermano) jamás lo habrían reclamado (refiriéndose a la
invitación para participar en la
Cumbre), pero que apoyaban el planteamiento del Presidente
Correa de actuar; para que cese la exclusión de su presencia. Por considerarla
muy justa.
Raúl Castro, al
igual que su hermano Fidel, considera que la Cumbre, al igual que la OEA solo sirve para que E.U.
ejerza su dominación. Pero es que en eso llevan más de cincuenta años. Ahora,
cuando todos los gobernantes del Continente Americano, que han sido elegidos
democráticamente, reclaman la presencia del dictador cubano, éste se niega y
los niega.
¿Por
qué, en lugar de aceptar las Cumbres, los gobiernos del hemisferio no se deciden
a la exclusión del gobierno de los Estados Unidos?
Peor aun: Para
los tiranos tampoco es aceptable que se decida si ellos tienen o no derecho de
participación. Se parece cada vez más al cuento de la vaca Melchora.
La exclusión del
único dictador vigente en el hemisferio sirve para ahondar en la conciencia de
los pueblos sobre el desprecio que muestran los hermanos Castro hacia sus
instituciones democráticas.
Para que
entiendan, de una vez por todas, que de continuar apoyándoles, avanzarán más
resueltamente hacia la más completa y definitivafeudalización.
Con el malsano
propósito de cambiarlo todo (concepto muy particular de las dictaduras
totalitarias neofeudales) los regímenes mal llamados socialistas han intentado
una y otra vez sustituir nombres, adjetivos, términos y definiciones originales
de las cosas, por otros que se avinieran a sus intereses.
De esa forma, a
principios de 1959, el régimen impuesto a los cubanos comenzó a cambiar muchos
nombres. Creo que el primero fue el término de cortesía “señor”, que a “ellos” les
suponía algo relativo a la aristocracia o, a los amos o, al mismo Dios. Lo
sustituyeron por la palabra compañero.
El problema
consiste en que, existe una gran diferencia entre ambos términos. La palabra
señor, denomina lo mismo a un coche que a una joya (si la utilizamos como
adjetivo, un señor coche o una señora joya). Suele anteponerse al nombre al que
se adjunta (un señor disgusto). Puede designar a una persona madura (un señor
nos indicó el camino). Se le aplica, por cortesía, a cualquier persona adulta
anteponiéndola al apellido o al nombre completo y no como en el caso del título
de “Don”, que solo se utiliza anteponiéndolo al nombre propio.
Sin embargo, la
palabra compañero significa a la persona que acompaña a otra. Compañeros de
partido o colegio. Compañeros en la desgracia. Se aplica a la persona con la
cual se vive maritalmente. O puede utilizarse relativamente para designar lo
que hace pareja, como una yunta de bueyes o un par de zapatos. Puede utilizarse
como compinche, camarada o, como colega.
Los productos
como la pasta dental o los cigarros, un día dejaron de tener sus nombres
originales para convertirse en “Populares” o “Perla”.
El humor criollo
no tardó mucho en hacer choteo de todo aquello: Dos colegas, a la entrada de una
cafetería se entretenían en comentar aquellos cambios, cuando por delante de
ellos pasa, descuidadamente, una “compañera” de exuberante trasero.
-¿Y como se
llama eso? –preguntó el más decidido.
-Antes se
llamaba culo. Ahora no sé como se llama –contestó el aludido.
Resulta, que
pasados cincuenta años y después que el dictador de turno (Raúl Castro) hace
más de veinte años reivindicara la palabra SEÑOR, con aquello (refiriéndose al
Ejército Oriental) de Señor Ejército, algunos científicos (en Cuba) proponen
cambiar (dicen “calificar”) el nombre de accidente, por el de lesiones no
intencionales.
¡Que
estupidez! ¡Con tantas cosas importantes por hacer!
Es que ningún
accidente ocurre con intención. Cuando se comprueba que un accidente es
consecuencia de un acto mal intencionado, cambia de nombre inmediatamente. Por
ejemplo, un suicidio o un acto terrorista.
Por supuesto que
muchos accidentes (por no decir todos) son evitables. Cuantas veces hemos
escuchado decir que las condiciones meteorológicas han sido responsables de tal
o más cual accidente de tránsito. Nada más falso que culpar a la meteorología
de un problema totalmente humano; ya sea por exceso en la velocidad, o por la
falta de precaución. En fin, por un sinnúmero de premisas que conducen a la
catástrofe.
Un accidente en
si mismo, no lleva implícito una “carga de inevitabilidad”. Todos los
accidentes son evitables. Acabemos por decir, que un accidente no se puede
catalogar jamás como un hecho fortuito.
Las lesiones que
ocurren durante los accidentes, nunca son intencionales, hasta que se demuestre
lo contrario.
Por desgracia la
idea anexionista no tiene futuro. Para algunos resultaba ser una necesidad.
Desde que surgió
la idea en el siglo XIX, muchos cubanos han sustentado la idea.
Infortunadamente eran minoría. En el mencionado siglo compitieron (de inicio
con cierta ventaja) contra los independentistas y también contra los
autonomistas. La idea de anexar nuestra patria, a la patria de Lincoln tiene
tanto valor, como pueda tener el síndrome del “Internacionalismo Proletario”.
Desde hace dos
siglos, en todas las etapas por la que ha transcurrido nuestro país, han
existido cubanos que de buena fe (y con poco juicio) han considerado válida la
idea. Han existido desde la colonia, hasta nuestros tiempos en, que nos vemos
en cadenas y oprobios sumidos hace más de 50 años.
Achacar esta
idea a los que aplaudieron el desembarco de soldados yanquis en las costas
cubanas, es peor que defender la inocencia del Mayor General Calixto García
Iñiguez ante la sedición de las tropas que apoyaban la operación e intervención
de los Estados Unidos en los asuntos cubanos de España. Es peor que el insulto
a la memoria de aquellos que en los años 30 del pasado siglo consiguieron la no
intervención. Ni son aquellos que hoy en día piden que en Cuba se haga lo mismo
que en Kosovo, Irak o Afganistán.
Es que el
objetivo no es el mismo. Por mucho que pretendan, en Cuba no existen
diferencias étnicas. Hoy por hoy, ni amenazas que pongan en peligro la paz y la
seguridad.
Si el archipiélago
cubano hubiese sido anexado a los Estados Unidos, antes de la guerra de
secesión, no tuviéramos que estar padeciendo una dictadura totalitaria
neofeudal en poder de unos mal nacidos cubanos de apellido Castro Ruz.
Resulta triste
decirlo, pero es verdad. No se trata de la Unión Europea, que aun llevando
el lastre de una simbiosis burgo-aristocrática pretende unir pacíficamente lo
que todavía se considera la “culta Europa”. Los Estados Unidos no necesitan más
ningún socio en su unión. Les sobra con los actuales.
Ahora bien, los que
enarbolan la bandera del anexionismo, no son otros que los propios
anti-anexionistas. Quitémosle la careta y comprobemos que son los
neofeudalistas de siempre. A sabiendas que el pueblo cubano (en su mayoría)
nunca ha querido ser parte de la unión (craso error), tildan de ello a todo el
que disienta del régimen totalitario, utilizando cualquier apelativo.
Lázaro Fariñas,
el colaborador, de el inquisidor www Rebelión, publicita un video, pero no se
atreve a poner el link. Tal vez por miedo a demasiada publicidad dentro de Cuba
no sea permitido.
Ataca a todo
aquel que difiera del sistema que tan vehementemente defiende. No importa
quién, no importa cuando. Lo suyo es atacar. Esa es la orden-consigna, o la
consigna-orden. Desacreditar a todo el que se mueva. Si se es repetitivo no
importa. Si se miente, no importa.
Las bajas
pasiones, en personas comunes, son menos dañinas que en personajes públicos con
mucho poder. Es el caso de Fidel Castro durante la crisis de los misiles, o de
octubre. Como quieran llamarle. A Fidel Castro le importaba un bledo no, varios
tampoco. Le importaba un carretón de bledos lo que sucedería en Cuba, si en un
arranque de demencia los rusoshubieran
hecho caso a sus recomendaciones.
Pero es que los
norteamericanos no quieren incorporar a Cuba como un estado más de la Unión, Sr. Fariñas. A los
americanos les importa más la situación de los cubanos en el sur de la Florida, que el mismísimo
territorio que ocupa la mayor de las Antillas.
En la mente de
los cubanos de aquí, y de allá, se encuentra el mismo fin: acabar con la
dictadura totalitaria neofeudal.