por Juan Martin Lorenzo
El régimen de La Habana ha anunciado, a bombo y platillo, su próximo
comercio ideológico: el envío de 165 médicos y personal de salud a la lucha
contra el ébola. El grupo incluiría médicos, enfermeras, epidemiólogos y
especialistas en control de infecciones y en cuidados intensivos. Responden así
a la llamada telefónica de Ban Ki-moon en solicitud de ayuda.
La oficina del asiático ONUnero estuvo muy ocupada llamando a sus gerencias
satelitales en el trópico.
No recuerdo aún si Ban Ki-moon llamó al gobierno de Cuba para preocuparse
por los afectados, en el Oriente del país, del último huracán que azotó por
aquella zona. Por ahí están los reportes sobre la eterna espera por los recursos
que nunca llegaron. ¿Levantó el teléfono entonces Ban Ki-moon?
No recuerdo, además, ninguna llamada del organismo internacional de salud,
OMS, para pedirle información y precisión estadística sobre el número de
afectados por el cólera, el dengue – que ya es endémico en el país, y el
chicunguña.
Las estadísticas se quedaron en el platillo de la taza de café degustado en
La Habana, después del pelado del chino.
Pero tampoco recuerdo ninguna respuesta de solidaridad del gobierno de Cuba
ante esas hipotéticas llamadas pidiendo ayuda para su propio pueblo. ¿Cómo es
posible que un gobierno se solidarice con cualquier otro punto lejano del
planeta y no pueda hacerlo con su propio pueblo?
Algo más, ¿de qué moralidad se puede hablar cuando se ejerce un comercio
ideológico a costa de desnudar el servicio de salud de un país?
¿Cuál es la ideología que defiende apoyar la sanidad extranjera, en el
África Occidental, mientras los servicios sanitarios, de salud y acueductos, de
tantas zonas del país, necesitan de esa respuesta a una hipotética llamada que
nunca ocurre?
En 1997 viajé a Guantánamo, ya entonces el agua “potable” allí era negra,
en el vaso que me colocaban cada noche en el restaurante del hotel de
Guantánamo. Un hotel que, supuestamente, recibía al turismo extranjero.
El ébola, sí, está acabando en África. Como también está acabando la
partida de gobiernos corruptos que gobiernan a esos pueblos. Eso también es
parte del ébola, que es su consecuencia. En Cuba está acabando otro gobierno, y
la misma indiferencia, ante el cúmulo de problemas, a los cuales no quieren
darle la solución que merece, que necesita. Comercian servicios de salud, que
es exportar médicos a trotamundos, sobre el apaleamiento de los que se
quedan detrás, soportando la carga de los que se van. Y aún más, de los que
entonces no regresan, porque abandonan la misión.
Repito. ¿Cómo se puede ser solidario con los otros y no ejercer la
solidaridad con el nacional?
¿Cómo despojar de recursos humanos los servicios esenciales de un país para
la plusvalía política internacional?
Además de recibir informaciones que no verifican, ni cuestionan. Además de
aplaudir sin conocer los vericuetos del problema cubano. Además de levantar el
teléfono y pedir médicos y ayuda a un país que necesita de sus recursos humanos
para reconstruir su infraestructura sanitaria. Además de todo eso, la ONU es
parte esencial del problema del totalitarismo en Cuba.
Los organismos, regionales y su dependencia central, de la ONU se
convierten en cómplices al solicitar estas transacciones comerciales humanas.
Eso también es tráfico humano, bajo los servicios de organismos internacionales
que, supuestamente, los condenan.
Ellos, Ban Ki-moon and Co’s, conocen que ese gobierno está hambriento de
estos gestos. Son promotores a conciencia de estas argucias, mientras ganan salarios enormes a costa de
expoliar profesionales en la pobreza, y en la indefensión política en manos de
gobiernos totalitarios que usan los servicios de salud, sus profesionales y los
recursos que deberían ser de sus nacionales, como agenda de cambio para sus
comedias de altruismo mediático.
Y no hartos con eso, se lavan las manos a la hora de responder a las críticas
y a los argumentos en contra de su complicidad.
El ébola está en Africa, pero en Cuba las condiciones higiénicas en la
misma capital, sin necesidad de irse a Guantánamo, han provocado enfermedades
que supuestamente ese sistema había “eliminado”. ¿Se lo recuerda Ban
K-moon a Raúl Castro en su llamada desde New York?
El deterioro de la vivienda, la inexistencia o escases de los servicios de
agua potable, el deterioro de las instituciones de salud, de la atención al
adulto mayor, la indefensión de los más pobres, nada de eso escapa al trasiego
de inmoralidad de este comercio. No escapa tampoco el desabastecimiento de los
medicamentos de uso básico, como una simple vitamina C. Ni las farmacias como
almacenes de estantes vacíos. Ni el mercadeo ilícito que sale de hospitales,
instituciones de salud para abastecer la red del mercado negro de medicamentos
que es, también, un mal endémico de los servicios de salud de Cuba.
Mientras, el gobierno trafica profesionales del sector en Brasil,
Venezuela, Portugal y ahora Sierra Leona. Por un teléfono que suena desde la
ONU.
Nadie llama para los habitantes de las barbacoas en la Habana Vieja, que
lanzan los desechos humanos a la calle. Tampoco por los habitantes de tantos
pueblos de Cuba que carecen de los básicos servicios de alcantarillado y de
agua potable.
Esta mezcla de insta café ideológico aguado, con solidaridad hipócrita de
sabor amargo, es lo que yo llamo Né'bola.
Né Solidaridad con Cuba y sí mucha bola comercial ideológica.
Né altruismo al nacional, al que muere por falta de un medicamento escapado
para la calle para el bolsillo de sobrevivencia del pillo, y sí mucha
propaganda a costa del sacrificio de una isla en usufructo.
Ebola desangrando Africa.
Né’bola destruyendo Cuba… pero Ban Ki-moon no responde a esa llamada.
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