Primera
mujer cubana, Jefe de Nave de
Helicópteros en 51 años
Todas las aeronaves
se sustentan en el aire mediante las alas. Pareciera que los helicópteros no
tuviesen alas. Es que el helicóptero, el tipo de aeronave tripulada más moderno
que existe, pertenece a lo que se le ha dado en llamar “aeronaves de alas
rotatorias”.
Esa es su
característica fundamental, pues la sustentación se realiza como consecuencia
de la rotación del rotor central (caso que nos ocupa). El aire que desplaza el
rotor central del helicóptero conforma un colchón de aire sobre el cual se
sustenta el helicóptero en vuelo estacionario.
Para un piloto de
helicópteros resulta imprescindible entender las leyes aerodinámicas que
permiten alcanzar éste resultado, pues mantenerse estacionario sobre un punto
del terreno es mucho más complejo que desplazarse por una pista y al alcanzar
cierta velocidad irse al aire.
Un piloto de
helicópteros puede despegar una aeronave de ala fija sin mucho esfuerzo. A un
piloto de aeronaves de ala fija le costará mucho esfuerzo mantener un
helicóptero en vuelo estacionario.
Las aeronaves no
distinguen las diferencias biológicas entre los hombres y las mujeres. De
manera que, a los efectos del vuelo lo único que interesa es la capacidad de la
persona para realizar movimientos coordinados.
El vuelo
estacionario se realiza moviendo coordinadamente los tres mandos fundamentales
del helicóptero: bastón cíclico, mando colectivo y pedales, aunque probado está
que un piloto experimentado puede obtener el mismo resultado actuando descoordinadamente,
pero eso, al ser una chapuza, es mejor no intentarlo.
Son muchas las
personas que consideran que los pilotos aviadores son algo sobrenatural. Nada
más falso. Son seres tan normales como
cualquier hijo de vecino, aunque su profesión sea algo fuera de lo común.
Entremos en
materia:
Esta muchacha
cubana, viste un overol, que es una prenda de una sola pieza, normalmente
confeccionada con tela rústica y resistente, que se utiliza para trabajar. El
overol no es una prenda de vestir exclusiva de los aviadores; la utilizan los
tanquistas y los mecánicos. En los países fríos, se utiliza por encima de la
ropa de diario, para trabajar.
También utiliza
gafas de sol, para protegerse del resplandor, como cualquier otro ser humano.
En muchos países los aviadores utilizan la marca Ray Ban.
Que una mujer lleve
las uñas pintadas es tan natural como que un hombre se deje el bigote pero, que
una mujer piloto cumpla sus funciones con el cabello suelto es un soberano
disparate, a no ser que sea solo para la sesión fotográfica.
¿Cada vez que
vuelas lo haces así?
— ¿Así cómo?
—Tan arreglada.
—Sí.
Si en lugar de un
periodista hubiese sido un inspector de aviación, en lugar del “tan arreglada”
le hubiera preguntado “Con el pelo suelto?”
No se trata de que
sea hombre o mujer. En realidad, todos los pilotos procuran tener un porte y
aspecto impecable, aunque conozcamos ciertas excepciones.
La piloto cubana es
de la provincia de Ciego de Àvila, del municipio Baraguá, pero como decimos en
cubano: de Baraguá, pero con flecha; de un poblado llamado “De las Veinte”.
Cursó estudios en una de las escuelas vocacionales
militares “Camilo Cienfuegos” (camilitos) en su provincia. Lejos estaba de
imaginarse que pudiera aspirar a ser aviadora. Se presentó a la candidatura,
superó el chequeo médico, el filtro de la Contra Inteligencia Militar (CIM) y
por supuesto, todos los estudios teóricos.
La madre no quería, el padre sí. Los vecinos le pedían que
cuando fuese piloto pasase “bajito y despacito”, para verla mejor. Todo esto
ocurría en el año 2009, fecha en la que la dictadura totalitaria decidió, no se
sabe bien por que, formar pilotos mujeres en Cuba.
Siempre ha sido un problema: No por un problema de
machismo, sino por cuestiones tan subjetivas como la de crear condiciones
especiales para el género femenino y lo que significa económicamente. Mujeres
aviadoras han existido varias en Cuba; todas de corta duración debido
precisamente a las condiciones especiales que no voy a detallar. A buen
entendedor, con pocas palabras basta.
La primera gran impresión que sufrió esta muchacha
camagüeyana fue el salto en paracaídas, que en el caso de los helicópteros se
realiza de forma rutinaria pues la posibilidad de utilizar esta vía de
emergencia es poco probable.
El salto inicial en paracaidas es bastante complejo. En
mis años de aviador, los primeros saltos se realizaban “forzados” y consistían
en que el paracaídas se abría por medio de una cuerda sujeta al avión. Ella
relata que tuvo que tirar de la anilla.
El aterrizaje es tan o más complicado, pues los paracaídas que se utilizan en fases primarias,
no son muy maniobrables que digamos y el punto de encuentro con la tierra se
debe más a la suerte que a la conducción. Muchos novatos sufren fracturas en
piernas y brazos debido fundamentalmente a terrenos mal escogidos. Por suerte,
para ella, salió ilesa.
El vuelo de soleo,
es la etapa en la cual, el instructor de vuelo considera que su alumno domina
la aeronave. Se llama soleo más por tradición que por el mero hecho de volar
solo en una aeronave. Solo los pilotos de aviones monoplazas pueden decir que
han volado solos por primera vez. En las aeronaves multi-plazas los pilotos
jamás vuelan en solitario.
Yudelmis López Díaz
(perteneciente, por la letra inicial de su nombre, a la generación “Y”) nos cuenta
que su primer vuelo ocurrió un 20 de octubre del año 2009. Ese día, por lo
general, se inicia en un recorrido por una de las zonas de vuelo y el
instructor le muestra los puntos para realizar un vuelo por el tráfico local
del aeródromo en cuestión: 1er giro, 2do giro, viento abajo, 3er giro, 4to giro
y final corto. En este vuelo el instructor aprovecha para dejarle los mandos al
alumno; que este sienta como es el funcionamiento de los mismos.
La primera vez
siempre es emocionante; dice que si fuera por ella, viviría en un helicóptero.
Yo viví en uno durante la guerra de Angola.
Aeródromo de Cahama, año 1988, recien levantados
Aeródromo de Cahama, año 1988, recien levantados
El 11 de febrero
del año 2010 realizó su primer vuelo “en solitario”, pero como decíamos
anteriormente, siempre asesorada por un piloto experimentado. Cuando a un
aviador se le otorga la confianza de conducir la aeronave prescindiendo del
instructor, es porque en la práctica ya domina la técnica. Ahora comienza el
verdadero aprendizaje.
Yudelmis nos cuenta
que la base material de estudio no era de la mejor calidad debido a que los
mandos eran demasiado rígidos por falta de sistema hidráulico. En la Escuela de
Aviación “José Arcadio García” nunca tuvimos BME. Para ejercitarnos
utilizábamos dos palos para imitar los bastones cíclicos y mando colectivo,
intentando reproducir los movimientos del despegue, que consistían en bastón
ligeramente hacia atrás y a la derecha mientras que al unísono se aumentaba el
paso del mando colectivo y se aplicaba el pedal derecho para contrarrestar el
“torque” o “par de motor”.
Es verdad, los
helicópteros modernos pueden ser pilotados con un dedo de la mano, pero nadie
se confíe, agarré el mando con toda la mano, pero no apriete, trate de no hacer
movimientos bruscos.
El primer día de
vuelo estacionario es comparable con la doma de un caballo en un rodeo. El
helicóptero brinca, se encabrita, lo mismo sube que baja, que va de un lado a
otro. No, no es una bailarina, es más bien un potro desbocado.
La parte que nunca
me ha gustado, pero que es tradición en las escuelas de aviación, resulta ser
la novatada al final y no al inicio como se acostumbra en otras escuelas. El
día que el instructor considera que ya el aviador se encuentra preparado, luego
de realizado el vuelo, le esperan sorpresas nada agradables. Tradicionalmente
preparan un pozo lleno de aceite de motor y te zambullen en el, en un intento
de bautizo.
La recién graduada
de Jefe de Nave ya debe tener en su haber algo más de 500 horas de vuelo de día
en condiciones meteorológicas simples y poco más de 150 horas nocturnas. Debe
haber alcanzado la tercera categoría y estar muy próxima de la segunda, aunque
le falten 3 años de experiencia para considerarse una piloto hecha y
derecha.
Los periodistas
mediocres siempre formulan preguntas absurdas: ¿Qué te resultó más difícil de
asimilar?, le preguntaron. El vuelo estacionario, respondió con desgano y para
no resultar pedante agregó que todo tiene que estar bien coordinado, luego
recordó el viento, al cual le podía haber sacado algún partido.
A diferencia de
otros pilotos, el de helicópteros debe ser cómplice del viento. Las aeronaves
de ala rotatoria tienen la capacidad de aterrizar y despegar desde plazoletas
bien alejadas de los aeródromos, en donde no resulta fácil conocer la dirección
en intensidad del viento, el reglaje altimétrico y cualquier otra información
necesaria, que en un aeródromo normal, a partir de la torre de control se les
brinda a los pilotos antes del despegue y aterrizaje.
Los pilotos de
helicópteros carecen de este tipo de ayuda. Tienen que aprender a determinar la
dirección en que sopla el viento, tanto para el aterrizaje como para el
despegue, calcular, desde el aire las dimensiones de la plazoleta en la cual
van a aterrizar y los obstáculos naturales circundantes y prever la dirección
que van a utilizar para el despegue de la misma.
El vuelo
estacionario, de inicio, puede causar la sensación de impotencia ante la
imposibilidad de dominar el aparato. Los periodistas muchas veces intentan ser
simpáticos, o al menos ellos lo creen así cuando, sin ton ni son comienzan a
endilgar motes a las aeronaves. ¿Por qué le tiene que llamar “elefante con
hélices” a un helicóptero? ¿No logran interiorizar lo pedantes que pueden
resultar?
Esta mujer cubana
comenzó como copiloto de helicópteros en el año 2010. Eran solo dos mujeres que
se tuvieron que adaptar a las condiciones de una unidad militar diseñada solo
para hombres.
Yudelmis relata que
en una de sus primeras misiones de vuelo la realizó en condiciones
meteorológicas complejas. El destino era la Isla de Pinos (hoy de la Juventud)
y en un momento determinado de la travesía tuvieron que penetrar en las nubes.
De acuerdo con su relato, resultó ser una nube de tormenta, pues nos dice que
sintió truenos al lado suyo. Bueno, eso no es una situación complicada. Es una
situación peligrosa, que todo piloto que se aprecie debe evitar. Las únicas
nubes que cargan truenos son las conocidas como cumulo-nimbos. Penetrar en una
de estas nubes es como chocar de frente contra una pared. ¿Qué otra cosa podía
hacer que mantenerse ecuánime, periodista?
¿Alguien se puede
imaginar a una piloto histérica? Vamos hombre, que no la estarías
entrevistando.
Yudelmis confiesa
que le gusta volar rasante. ¿A quién no? Eso Yudelmis, no es agresividad. ¡Es
intrepidez! Entonces, el periodista se hace el gracioso y, de soslayo, mira la
puerta de la habitación, como para salir corriendo. Ella se explica, le gustan
las maniobras, la velocidad, ver el terreno de cerca.
En una ocasión
sobrevoló su tierra natal, posiblemente la primera vez que un helicóptero
pasaba tan bajito por aquel poblado que no aparece en los mapas. Cuando los
vecinos se enteraron pidieron postularla como candidata al Poder Popular. ¿Qué
tendrá que ver una cosa con la otra?
La muchacha piloto
dice llevar una vida normal, pero acota que tiene que estar pendiente a la
alimentación porque el vuelo consume calorías. Mira jovencita, lo mejor que
puedes hacer es comer todo lo que te ponen en el comedor de pilotos y hacer
mucho ejercicio. Olvídate de las calorías que pierdes durante un vuelo en
helicóptero. El que te dijo eso te estafó. Lo del descanso es fundamental. Un
piloto debe estar descansado antes de comenzar a volar. Nada de fiestas, ni de
bailes el día anterior al vuelo.
El periodista pone
en boca de la piloto una frase poco probable: “Hoy salgo a las once de la
noche, debo dormir como mínimo cuatro horas antes de volar”. Lo correcto
hubiera sido: «Hoy tenemos vuelos nocturnos…». Eso sí, prefiere dejar de ir a
su casa para no perder horas de vuelo. ¡Eso sí se lo creo! Los buenos pilotos
prefieren volar antes de cualquier otra cosa.
No hay comentarios:
Publicar un comentario