[LRP1]Este relato se titula “AIRES DE VICTORIA”,
escrito por el Teniente Coronel Eladio Ávila Martín.
Eladio
cumplió “misión internacionalista” en Angola desde julio de 1986 hasta
diciembre de 1988, como piloto de aviación de combate.
En el mes de
septiembre de 1987, según nos cuenta el propio Eladio, un grupo de pilotos (en
el cual se encontraba incluido) se preparaba en Luanda. Se trataba de un grupo
de pilotos recién egresados de la escuela formadora de pilotos en la antigua
URSS. Posiblemente Eladio no llegara a tener la tercera categoría como piloto;
lo más seguro era que solamente tuviera en su curriculum de vuelo unas 300
horas; nada de preparación nocturna; cero preparación para volar en condiciones
meteorológicas complejas.
Transcurridos
26 años de la “Defensa de Cuito Cuanavale”, Eladio nos relata que un compañero
de viaje, tan bisoño como él, se interesó por las sensaciones de vuelo y por su
experiencia en el oficio. El párrafo concluye diciendo que el trayecto entre
Luanda y Menongue fuese un verdadero encuentro con la historia.
¿Cuál
historia? Parece ser que Eladio extrapola la historia con su biografía, pero
no. Hasta ese momento Eladio era lo que se llama “un pichón de piloto” sin
historia.
[LRP2]El mismo lo aclara a continuación cuando
refiere que comenzaba una nueva etapa en su vida: La de probar sus nervios y
conocerse a sí mismo en situaciones difíciles.
A
continuación describe la casa de descanso de los pilotos en la estación de
trenes de Menongue, con sus matas de mango y de higo. Para dar más amplitud al
relato trae a colación a los hambrientos niños angolanos pidiendo frutas y los
describe descalzos, sin camisas y con los pantalones rotos y…, se acuerda de su
propio hijo, con todo lo necesario y a buen recaudo, para inmediatamente meter
la coletilla delo que él llama una contradicción, sin tener en cuenta que en
Cuba muchos niños se encontraban y aun se encuentran en idéntica situación.
Supuestamente esto le daría fuerzas, lo endurecería y le haría comprender que
su estancia en Angola “no era en vano”.
“Esos niños lo necesitaban” . Más melodramático imposible.
Después de
describir el área de descanso de los pilotos nos dice que en el mismo comedor
los pilotos recibían las tareas de combate para el siguiente día. No dice
mentira, era así mismo. Describe las misiones por pareja o grupo de vuelo y la
breve descripción de las tareas cumplidas en los vuelos anteriores..
A continuación
hace una buena descripción de la cocina y de la estación del ferrocarril, del
cual apunta que la UNITA hacía mucho tiempo que no permitía que el tren llegase
hasta Menongue y testimonia que solo por aIre era el único medio de
comunicación.
Fue de esa
manera que Eladio se incorporó a los pilotos que se encontraban en Menongue,
pero miente al decir que esos eran los pilotos en quienes Fidel Castro había
depositado su confianza para la “Defensa de Cuito Cuanavale”.
Esos no eran
los mejores pilotos. Esos que estaban en el mes de septiembre en Menongue,
pertenecían a lo que se denominó “Operación Olivo”. Esta operación era para
luchar contra los “bandidos de la UNITA” y no para enfrentar al enemigo
surafricano.
Fue a partir
del mes de noviembre de 1987 que los mejores pilotos de combate cubanos
llegarían a Angola.
Del mes de
septiembre Eladio se traslada hasta el día 25 de febrero de 1988. Han
transcurrido cuatro meses; siendo todavía de noche, desayunaban por el
transportador blindado que los llevara hacia el aeródromo.
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