Cuando una dictadura totalitaria
neofeudalista, después de 50 años de absoluto control, autoriza a sus vasallos
a trabajar por cuenta propia, de hecho se encuentra una encrucijada muy
peculiar.
Resulta que, muchos ciudadanos
(incluyendo a periodistas improvisados, permeados por el totalitarismo),
estudiantes, maestros, jubilados y trabajadores en general, protestan por el
precio impuesto, por los transportistas particulares.
No protestan por la carencia del
servicio que, supuestamente debía prestar el desgobierno.
Señores periodistas
improvisados: la ley de “la oferta y la demanda” no es una excusa. ¡Es un
hecho!
Si, debido al
incumplimiento de las medidas establecidas en este tipo de transportación, de
pagar multas se trata, eso también forma parte de esa misma ley. Claro está,
que el desgobierno no aplica la misma ley para sus propios vehículos.
En lo que estamos
de acuerdo es, en que el asunto en cuestión solo afecta a la población. Pero
eso al desgobierno le importa un bledo. Si fuera lo contrario, el transporte
público corriera por cuenta del desgobierno a precios ¿razonables?
Los choferes
“manejan” diferentes opiniones. Unos dicen que, es ahora que les critican, cuando
llevan varios meses garantizando la transportación ciudadana y no antes.
Uno de los
usuarios, según el periodista dice no creer que, el fin que pretenden alcanzar
los transportistas privados sea el de transportar ciudadanos, sino enriquecerse
a expensas de los mismos.
Vamos a ver: Se
trata de que, en todo negocio (sea cual sea) debe quedar un excedente de dinero
en beneficio del dueño del negocio, una vez deducidos los gastos (impuestos, gasolina
y mantenimiento). De no ser así, el negocio no funciona.
El periodista cita
la opinión de otro transportista, el que dice mantener los precios bajos (sin
que se enteren sus colegas pues la cosa se pondría fea) y que lo único que
tiene que hacer es dar mayor cantidad de servicio, con lo cual recupera lo
gastado, cumple con los impuestos y aun le
queda para mantener a su familia. ¡Solo para crédulos!
El periodista se
sorprende cuando en la Oficina de Atención al Porteador Privado le comunicaron
que esa oficina solo atiende a bici-taxis, cocheros y boteros, pero no a los
choferes de transportes colectivos.
¿Le preguntó, el
periodista al responsable del “Poder Popular”? A todas luces parece que otra
vez volvemos a parar en el mismo lugar. ¡El desgobierno es incapaz de gobernar!
Son precisamente, los funcionarios del desgobierno los que deben “ponerle el
cascabel al gato”, que para eso reciben un salario mensual de los
“contribuyentes”. ¿O no?
La Dirección
Provincial de Transporte le explicó al periodista que el desgobierno no
garantiza absolutamente nada a los transportistas particulares. No obstante,
los mismos tienen que cumplir lo establecido en cuanto a la capacidad de carga,
regulaciones técnicas (para evitar hacinamientos, accidentes y “otros
problemas”).
El mismo directivo
aseguró que existen vehículos que reciben “apoyo del estado” (el periodista no
especifica), a los cuales se les suministra combustible para que cumplan
determinadas rutas (de interés para el desgobierno), pero hay otros
“particulares” que cubren las rutas cuando lo desean y cambian el itinerario,
los precios y el destino sin “Dios ni Rey”, escribe el periodista totalitario.
El funcionario del desgobierno dice más: Los que actúan sin “Dios ni Rey” no
son controlados por nadie.
¿Quién o quienes,
son los responsables de semejante anarquía? El desgobierno. No
hay otro.
Una vez dicho esto,
el periodista apunta, que resulta incomprensible que un medio de transporte
particular prefiera marcharse vacío, debido a que los potenciales pasajeros se
niegan a abonar el precio estipulado por el dueño del vehículo.
Estos pasajeros, en
su mayoría trabajadores, debían tener un medio alternativo de transporte
garantizado por el desgobierno. De no ser así, el problema es de ellos. No
pagan, no hay transporte. ¡Aprieta el paso, que nos vamos a mojar!
Eso no es
tergiversar la muy traída y muy llevada ley de la oferta y la demanda. Eso es
aplicarla en todo su rigor. No hay demanda (no quieren pagar) no hay oferta (me
voy vacío).
¿Y el desgobierno?
¡Bien, gracias!
La ley de la oferta y la demanda funciona. Lo
que no funciona es, el igualitarismo, absurdo y ridículo, en el que nos han
impuesto por más de 50 años.
Hay temas que
tienen importantes trasfondos y este es uno de ellos.
La desidia del desgobierno
y la absurda maniobra de autorizar trabajos por cuenta propia, sin control ni
alternativas, obedece a la insensibilidad del sistema totalitario, a decisiones
irracionales de funcionarios de todos los niveles, que en lugar de procurar las
formas de solucionar los problemas, solo se preocupan de que se cumplan las
normas, por ellos establecidas.
No, no se trata de
que el desgobierno actúe de forma premeditada, se trata de la incapacidad de un
régimen que se ve superado por sus propias ineficiencias, ahogando a la
población con consignas, tales como “preservar las conquistas”, “la dignidad y
el respeto a los ciudadanos es la Ley Primera de la República”.
Pregunta para el periodista: ¿Cuáles
conquistas? ¿Cuál República?
Sería bueno, como
nos dice el periodista, que se revisaran estas acciones y actitudes, pero las
del desgobierno. Llegar al fondo y de una vez por todas dejar en claro, que el
petróleo, las piezas y todo lo demás que utilizan los vehículos transportadores
de los transportistas particulares, es pagado por los mismos y no por el
desgobierno.
Oferta y demanda es
ley de mercado. La rapiña es permitida por el desgobierno.
Los
funcionarios creen que se encuentra por encima de la sociedad en que viven, que
el proyecto es para el pueblo y no para ellos. Es por eso y no por otra cosa
que hace más de 50 años se convirtieron en depredadores del cubano común.
La maestra, el
médico, en fin todos los ciudadanos de mi país deberían cobrar por sus servicios.
O lo que es igual, deben cobrar salarios decorosos que les permitan pagar todos
los servicios.
Ya sea en Holguín o
en toda Cuba, es imposible que las cosas funcionen como un engranaje perfecto,
ni como un engranaje.
Hace más de 50 años que una conducta de trabajo llena de
virtud, de moral y de compromiso fue sentenciada a muerte por un sistema
despiadado de explotación del ser humano por parte de los funcionarios de un
régimen dictatorial, totalitario y neofeudal, donde los eslabones de la cadena
de favores solo funciona entre ellos.
Eso de que el
dinero no tiene importancia es solo propaganda totalitaria. Los funcionarios
del régimen sí que saben utilizarlo en beneficio propio y de sus descendientes.
Además de su valor nominal, el dinero sirve para medir y contar.
Los funcionarios
del régimen (incluyo aquí a Fidel y Raúl Castro) han sido por más de 50 años
los usureros del país. Son, en definitiva los propiciadores de la indisciplina
nacional. Son los que han lucrado, lucran al descaro con las escaseces de la
población; y espero que no lo hagan por mucho más tiempo.
¡Ya es suficiente!
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