Recalcitrante: Aferrado a una opinión o conducta.
Disidente: Que diside, que se muestra contrario a determinada opinión,
creencia, doctrina u organización.
He notado que la diáspora cubana es totalmente diferente a cuando solamente
era contra-revolución y anti-fidelista.
Efectivamente, somos todos cubanos. Pero todos no vivimos en el exilio, ni
todos somos recalcitrantes.
No sé, si aquellos a los que llamo recalcitrantes, ha logrado entender
alguna vez que ser disidente no quiere decir aceptar el modo de sentir o el
modo de pensar, aferrado a una sola opinión o, a una sola conducta.
La inmensa mayoría de los disidentes hemos pasado por semejante conducta,
implantada por el régimen de los hermanos dictadores.
Puede que hasta esta, sea la razón por la que muchísimos disidentes no
comulgamos con los recalcitrantes.
Disentir del régimen dictatorial totalitario y neofeudal de los hermanos
Castro Ruz, en la seguridad de que nunca volveré a apoyar un engendro tal, no
quiere decir que, por obligación, tenga que adherirme a aquellos que viven
aferrados a una opinión o a una conducta.
Nunca he sido recalcitrante y…, para
ser sincero…, me siguen cayendo mal. Sencillamente, no tengo porque unirme con
alguien con quién no comulgué anteriormente, ni comulgo ahora, ni comulgaré
jamás.
Compartir ideas o sentimientos con otra persona
Muchos de estos recalcitrantes, estancados en un
proceso de hace 50 años, hablan de guerra, de implantar justicia contra los
fidelistas (no hacen distinciones), de atacar a un agente de la seguridad del
estado totalitario o a una abuelita fundadora de los Comités de Defensa en el
año 1962, o a un primo-hermano que es considerado chivato, o a una sobrina (por
el solo hecho de ser miliciana). Todo esto, en el llamado “Día de la Libertad”.
Son tan aferrados a opiniones y conductas, que les
provoca repulsión encontrarse en un restaurante con el hijo o el sobrino de un
funcionario de la dictadura. No digo repulsa; sencillamente no les aceptan.
Algo así como el agua y el vinagre.
Los recalcitrantes, ¡son “jurados”
enemigos de la dictadura y odian a todo lo que le huela a Fidel Castro y desean
la destrucción total del sistema fidelista!
Los recalcitrantes no evolucionan y en eso, bastante se
parecen a sus enemigos “jurados”.
Los que nos mostramos contrarios a la doctrina fidelista,
aunque sea “AHORA” (o “ahorita”, como dicen los mexicanos), no nos juramos
enemigos, sino que el propio régimen nos ha convertido en algo que jamás pretendimos
ser. Al disentir, dejamos de estar conectados a “su”
opinión y a “su” conducta. Los disidentes no odiamos a las personas.
Odiamos las mentiras y engaños que durante más de 50 años pretendieron que
creyésemos.
Los recalcitrantes consideran que los disidentes que
huímos del régimen, lo hacemos porque allá “la caña está a tres trozos”. Y no
les quito razón. Solo, que “allá” no quedan ni cañas.
No es del todo así
La explicación es bien compleja. Empecemos por decir que,
hoy por hoy, en Cuba no existen los ciudadanos de segunda. Solo existe la crápula
dirigente y el pueblo. Para la crápula, el pueblo solo sirve para ser dirigido
y explotado. Las diferencias entre la población no son otra cosa que “rezagos
burgueses” del “American Way of Life”.
Por cierto, los más rezagados son precisamente
los más crapulados.
Es como el cuento aquel que refiere, no solamente habernos
obligados a casarnos, sino a la obligación de vivir con ella.
Para los disidentes del régimen de oprobio, la consigna
de “Patria o Muerte” ya carece de sentido, si es que alguna vez lo tuvo. Es por
eso que, habiendo sido convertidos en enemigos, rechacemos la palabra muerte.
Lo que no debemos confundir nunca es que, por
desgracia, una parte de la población (posiblemente más del 70%) es totalmente
apolítica. O lo que es igual: Les importa un pito, tanto los recalcitrantes,
como los disidentes.
La diferencia, en este caso es que, mientras que a los
disidentes no les importa que ese gran porciento haga dinero para regresar a
Cuba y ayudar a sus familiares, los recalcitrantes les consideran profanadores
irreverentes que deben ser, como mínimo, excluidos.
¡Totalmente absurdo!
No todo aquel que sale de Cuba tiene que haber sido
expulsado de su patria. Muchos de los recalcitrantes nunca fueron expulsados de
su patria. La mayoría de los recalcitrantes actuales decidieron abandonar el
territorio nacional cubano voluntariamente. Lo cual también es válido para
llamarse exiliado.
Un disidente del régimen de Fidel Castro no acepta la
hermandad de alguien que quiere imponerle su forma de ver y apreciar la vida.
La gran mayoría del pueblo cubano es disidente de
conciencia, pero no se atreve a disentir. La obligatoriedad de alcanzar el
noveno grado de escolaridad (con todas las deficiencias del sistema
educacional) ha hecho que el cubano piense antes de actuar. Y todos sabemos que
cuando se piensan las cosas dos veces, casi siempre se toma la mejor decisión.
Como disidente del régimen, no me queda otra alternativa
que llamar a las cosas por su nombre:
Aquellos que invadieron el territorio nacional cubano por
“Bahía de Cochinos” en el mes de abril de 1961, fueron traicionados por el
Gobierno de los Estados Unidos. No, no eran mercenarios. Nunca recibieron dinero
por aquella malograda aventura. Su único error fue confiar en un gobierno.
Para los disidentes actuales ha sido aun peor.
Confiamos en un desgobierno que ha llevado a la nación de todos (recalcitrantes
y disidentes) a la ruina.
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