Con
esas palabras y esa chulería finalizó su alegato de autodefensa Fidel Castro Ruz, al ser juzgado en la causa 37 por las acciones del asalto
a una unidad militar en el extremo oriental del archipiélago cubano, durante
los carnavales de julio de 1953 en Santiago de Cuba.
Este
16 de octubre se cumplen 59 años del acontecimiento de cuando Fidel Castro «rompió»
el muro de silencio, que la censura de la dictadura de Fulgencio Batista
pretendió imponer al juicio.
Fidel
Castro solicitó ejercer su propia defensa para denunciar con prudente crudeza y
sin tapujos los desmanes de la tiranía de Fulgencio Batista Zaldívar.
Pasados
los años, aquel alegato se convertiría en “La historia me absolverá”,
que constituye un documento que sintetiza su programa de lucha, en tanto que el
programa político y de acción, devino eficaz instrumento para la unidad del
grupo revolucionario por él dirigido.
Pasados
59 años ese mamotreto solo significa una pieza oratoria más, de las tantas que
se pronuncian en cualquier tribunal del mundo en que vivimos. Lo que han
querido llamar “programa del Moncada” (supuestamente la base de todo lo que se
hizo después) no se materializó en lo absoluto. Por el contrario, ha sido un
ultraje, no solamente para los que murieron abandonados por Fidel y Raúl Castro
(que huyeron) y asesinados aquel día por los sicarios de Fulgencio Batista,
sino para todo el pueblo cubano.
Hay
quienes intentan compararlo con el programa de Hitler (Mein kampf) o el de Mussolini.
Tal vez tengan razón. Ambos personajes fueron amados por sus respectivos
pueblos y admirados por políticos de la época.
Queda
claro que los tres comenzaron siendo nacionalistas y anti-imperialistas, para
luego devenir en «socialistas» (neofeudalistas) con ínfulas imperiales.
Al
repasar sus páginas, encontramos, incrédulos, la asombrosa visión futurista de
Fidel Castro, la estrategia a seguir para hacer realidad sus anhelos de poder,
su oportunista y populista posición “antiimperialista” y el trazado
irreversible del camino hacia una dictadura totalitaria neofeudal, transitado
por el pueblo cubano hasta el presente.
Al
final de su alegato Fidel Castro decía: “En cuanto a mí, sé que la cárcel será
dura como no lo ha sido nunca para nadie, preñada de amenazas, de ruin y
cobarde ensañamiento…”.
El
tiempo de permanencia en la “cárcel modelo” fue exiguo y nada parecido, ni por
asomo, a los actuales “centros” de reclusión de la tiranía totalitaria.
La
misma afirmación hecha por el hoy «anciano en retiro» “…, pero no la
temo…” nos hace comprender que en verdad
le causaba terror insuperable.
La
furia del tirano “menor” le amnistió (a él y a todos sus compinches) el 15 de
mayo de 1955, diecinueve meses más tarde y bastante menos de los 10 años de
condena.
De
cumplir la pena de reclusión, íntegramente, hubiese salido de la cárcel en
1963. Nos hubiéramos evitado una "Bahía de Cochinos" y una
"Crisis de los Misiles".
El
tiempo transcurrido y el desastre provocado por su desmesurada dictadura
confirman con creces que Fidel Castro ha sido condenado por la Historia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario