Raúl Castro Ruz,
quién había designado (a dedo) por su hermano mayor, en el cargo de Ministro de
las Fuerzas Armadas en el octubre (también trágico) de 1959, llegó a Moscú el día
2 de julio de 1962. Asistiría a unas conversaciones con Kruchev y
Malinovski.
Los “historiadores” del castrismo presentan a esta delegación como de alto nivel. Tal vez, desde un dudoso punto de vista político, pudiera llegar a tener característica de “alto”, pero la verdad, pura y dura es que para lo que se iba a tratar, en esas conversaciones, no tenían nivel alguno.
Raúl Castro y Nikita Kruchev
Démosle crédito
a la versión del régimen de los hermanos Castro Ruz y aceptemos que en esa
ocasión le plantearan a Kruchev hacer público el acuerdo militar y que haya
sido la parte soviética la que insistiera en mantener el secreto.
De ser así,
jamás hubiese ocurrido la “Crisis de los misiles”, también llamada “de
Octubre”.
¿Serían tan
cándidos los hermanos dictadores, amenazados de extinción por el “Monstruo
Imperialista?
Cinco días mas
tarde Malinovski informa a Kruchev que el Ministerio de Defensa de
Las
conversaciones eran puro trámite.
Antes de su
partida hacia Cuba, el mando de
En aquella
reunión participaron el Mariscal Malinovski, el
General de Cuerpo de Ejército Davidkov, los Generales de División
Dementiev, Garbuz y Abashvili y los Generales de Brigada Dankevich y Grechko.
Kruchev les
dedicó un discurso político, aseverándoles que tenía el consentimiento del
régimen imperante en Cuba, para la instalación de los cohetes. Reiteró en
varias veces que no pretendía provocar un conflicto nuclear. Cualquiera de los
tantos Generales allí presentes se podría haber preguntado: ¿Si no lo
pretendes, para que lo haces? Kruchev decía no tener pretensiones de provocar y
por otro lado les decía que si las intenciones de los Estados Unidos era
castigar a los hermanos Castro Ruz, debido al sistema que pretendían imponer al
pueblo de Cuba, “…tendrían que vérselas con nosotros.”
Además, les dejó
bien claro que la utilización del arma nuclear sería decidida por él y solo por
él. Al final les confió lo que verdaderamente pensaba: Si las tropas soviéticas
lograban afianzarse en el Hemisferio Occidental, a los norteamericanos no les
quedaría otra opción que conformarse.
¡Que poco
conocía a los yanquis!
Al final les
dijo que se estaba concertando un acuerdo que sería publicado, sin falta,
cuando los cohetes estuviesen instalados. Fue en ese momento, más o menos que
indagó por alguien que aparentemente él desconocía. Se trataba del asesor de
Fidel Castro.
Se trataba de
Dementiev, al cual le espetó la siguiente pregunta: ¿Considera que se podrá
mantener el secreto?
La respuesta fue
sincera y negativa. Le costó el puesto al asesor.
Entre otros
puntos de vista, el General Dementiev llamó la atención acerca de que el
paisaje cubano no servía para ocultar la técnica estratégica. Que, en la
premura de la planificación se habían escogido llanuras y que Cuba carecía de
áreas boscosas en esos parajes.
Dicen las “malas
lenguas” que Malinovski le propinó un puntapié por debajo de la mesa.
Dementiev fue
sustituido por el General de Ejército Issa Alexandrovich Pliev, quién hasta ese
momento era Jefe de la región Militar del Caúcaso Norte. Debido a este
“inconveniente” la partida de
“La luna en el mar
riela,
en la lona gime el
viento
y alza en blando
movimiento
olas de plata y
azul;
y ve el capitán
pirata,
cantando alegre en
la popa,
Asia a un lado, al
otro Europa,
Y allá a su frente
Estambul”
El María Ulianova fue el primero en pasar muy cerca de Istambul. Nadie podía imaginar que aquella aparentemente pacífica embarcación iba cargada de un peligro mortal. Los medios informativos soviéticos contribuyeron a la desinformación de la opinión pública, al decir que aumentaban las travesías de barcos mercantes a Cuba con alimentos y medicinas. Solo al momento de la partida le eran entregados a los capitanes de los barcos, dos sobres y un paquete, sellados y cosidos, con la indicación de que abriera el primer sobre al salir de las aguas territoriales de Cuando abrían el segundo, ya podían haber adivinado que se encontrarían con la orden de abrir el paquete después de pasar el Estrecho de Gibraltar. Pasado Gibraltar, la indicación siguiente era dirigirse a Cuba y el puerto de destino. A partir de ese momento comenzaría el estudio del material con todo el personal. Quedaba establecido que el Capitán del barco era la máxima autoridad y responsable por cualquier decisión y orden. En cada barco el personal iba organizado y llevaba su armamento personal. Llevaban fusiles automáticos, ametralladoras, lanzacohetes antitanque portátiles. Instalaron cañones antiaéreos de pequeño calibre en las embarcaciones. Un práctico es un marino que conduce los barcos en aguas peligrosas o de intenso tráfico, como puertos, canales angostos o ríos. No obstante, el práctico es sólo un asesor, en tanto legalmente el capitán continúa al mando del buque. El practicaje es una de las profesiones más antiguas y menos conocidas, no obstante ser una de las más importantes en la seguridad de la navegación. El riesgo económico, ambiental y para las vidas humanas que representan los barcos de carga, hacen que el rol del práctico sea esencial. Dejar de utilizar los servicios del práctico en el Estrecho del Bósforo o en los Dardanelos, por un solo barco, tal vez pase inadvertido. Cuando se trataba de muchos barcos y para más soviéticos, levantó sospechas inmediatamente. Los prácticos turcos informaron que los barcos soviéticos presentaban una característica inusual. La línea de flotación de la mayoría de los barcos que cruzaban los estrechos se mantenían muy por encima del nivel de la superficie. Las cargas pesaban menos que la capacidad de los barcos. El día 12 de julio llegó a |