lunes, 18 de junio de 2012

Los errores de una operación militar (la crisis de octubre)


La Crisis de Octubre

Los errores de una operación militar

Una operación militar de semejante envergadura necesitaba de mucho más tiempo para su ejecución. Esta es la única posibilidad existente para afirmar que el mando militar soviético no tenía conocimientos, ni una idea detallada en relación a lo que se iban a enfrentar antes, durante y después de la llegada de sus tropas a Cuba.

La basificación de las Tropas Coheteriles Estratégicas de la URSS en el territorio de Cuba era la única y verdadera razón del descabellado plan de Nikita Kruchev.

Es demasiado simplista decir que el Mando Militar soviético no tenía idea de los medios aéreos, marítimos y terrestres norteamericanos, que tendrían que enfrentar en caso de un enfrentamiento militar. La Inteligencia Militar soviética conocía perfectamente los medios a los que tendrían que enfrentarse. Solo que la puesta en funcionamiento de la descabellada idea del “ordeno y mando” del “máximo líder” (Kruchev) no daba opción.

Sin que nos quepa duda alguna, hoy podemos afirmar que la situación de las tropas soviéticas acantonadas en Cuba era suicida, debido principalmente a su vulnerabilidad. La distancia del territorio de la URSS impedía el re-abastecimiento. No tenían posibilidades de retirada. La marina soviética era muchas veces inferior a la norteamericana. A la flota de submarinos soviéticos les era prácticamente imposible maniobrar, no solo en el Mar Caribe, sino en el Golfo de México y el Estrecho de la Florida.

Un plan estratégico mal concebido solo podía concluir en una aplastante derrota.

La sola idea de pensar que una vez instalados los cohetes nucleares, el gobierno de Estados Unidos los aceptaría, es desconocer la idiosincrasia norteamericana, aun siendo “gente práctica”.

Una prueba fehaciente de que a Nikita Kruchev le interesaba muy poco la defensa de Cuba lo es, el que no se previó plan alguno para el caso de que los cohetes fuesen detectados antes de que se encontraran en plena disposición combativa.


Por aquel entonces, los norteamericanos tenían una flota de bombarderos B-52 (portando armas nucleares) volando las 24 horas del día, para que en el caso de que se iniciara una TGM, ser los primeros en asestar el golpe atómico contra la URSS y tratar de evitar de esa forma una posible respuesta.

Esa estrategia sufrió un duro golpe en 1957, cuando los soviéticos fueron los primeros en realizar exitosamente el lanzamiento de un cohete intercontinental, mientras que los Estados Unidos enlazaban un fracaso con otro, fallando en cinco ocasiones durante ese año.

En octubre del propio año 57, la URSS puso en órbita el primer satélite artificial en la órbita terrestre  y poco después lanzó al espacio a la perra Laika. Millones de televidentes (muy pocos soviéticos) vieron alarmados cómo se frustraba otro intento norteamericano por lanzar su primer satélite, el cual explotaba después de un corto ascenso.
La perra Laika



Sobre los alardes de Kruchev, su hijo, Serguei, reveló que en algún momento Nikita Sergueievich dijo que en cierto lugar del sur los soviéticos hacían cohetes como salchichas, y en ese caso él mismo le había preguntado: ¿cómo puedes decir eso si solo tenemos unos pocos? Obteniendo la respuesta siguiente: lo importante es que los americanos lo crean, así no nos van a atacar.

Era una política simplista y errónea, con la ayuda de la cual solo se podría mantener engañados a los pueblos, a los de los adversarios y al propio, así como a los pueblos y a los dirigentes de los países aliados, pues era de suponer que el gobierno de los Estados Unidos tendría otras vías de información que le permitirían conocer la verdad tarde o temprano.

El gobierno norteamericano conocía perfectamente que los Estados Unidos superaban en relación de 4 a 1 a los soviéticos, en cohetes intercontinentales.

Los dirigentes de la Unión Soviética siempre estuvieron muy claros del globo que estaban inflando en la materia ante la opinión pública internacional.




Cohete tipo Polaris
B-52
Según declaraciones de Robert McNamara, Secretario de Defensa en el Gobierno de Kennedy, en octubre de 1962 los Estados Unidos tenían 229 cohetes intercontinentales y 105 de alcance medio e intermedio emplazados en Turquía, Italia e Inglaterra; nueve submarinos con 16 cohetes del tipo Polaris A-2 cada uno, los que podían recorrer una distancia de alrededor de 1 500 kilómetros, para un total de otros 144 proyectiles de alcance medio que podían alcanzar el territorio de la URSS; poseían además 1 500 bombarderos con bases en distintos lugares del globo, 600 de los cuales eran bombarderos pesados B-52. En total, teniendo en cuenta los cohetes y bombas de todos los tipos, los Estados Unidos tenían una superioridad de 17 a 1 en armas nucleares con respecto a la URSS.
Robert MacNamara


De acuerdo con datos publicados en 1999 (4), en octubre de 1962 las Fuerzas Armadas de la URSS contaban con los medios siguientes: 48 cohetes intercontinentales; 543 cohetes de alcance medio, 36 de los cuales se encontraban en Cuba y podían alcanzar el territorio de los Estados Unidos; 208 bombarderos estratégicos pesados, 80 de ellos de propulsión a propela; 486 bombarderos medios, 96 de los cuales podían alcanzar el territorio de los Estados Unidos, y 80 cohetes instalados en submarinos, la mayoría con un alcance de solo varios cientos de kilómetros.


Los submarinos porta-cohetes soviéticos de la época solamente llevaban 2-4 proyectiles, y la mayoría de estos eran cohetes alados, los que podían ser derribados con los medios de la defensa antiaérea, mientras que los 144 cohetes de los submarinos norteamericanos eran balísticos, y no se contaba con medios defensivos que fueran capaces de derribarlos.


Comparando estos datos podemos constatar la superioridad de los Estados Unidos y concluir que el objetivo de la Operación Anadir no era otro que un chantaje político terriblemente mal calculado.

Cuarenta años más tarde, Robert McNamara, consideraba,  que el traslado de los cohetes nucleares soviéticos a Cuba no alteraba el equilibrio estratégico en la práctica, aunque la amenaza de una catástrofe nuclear aumentó considerablemente en aquellos momentos. La pregunta se impone: ¿Para qué se iban a llevar los cohetes al otro lado del océano, si con los cohetes en Cuba esto no se lograba?

Nuevamente la respuesta es

                                   ¡CHANTAJE POLÍTICO!










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