La
forma de conducir en Europa
Hoy
me voy a salir, solo un poco, de mis críticas al régimen de
oprobio. En fin que ya la Bestia Ilustrada se revuelca dentro de una
piedra, allá por Santa Ifigenia.
Voy
a tratar de algo que vengo estudiando hace ya más de diez anos y
todavía no logro comprender del todo. Se trata de la conducción, no
de coches, porque los caballos, los burros y las mulas hace mucho que
pasaron de moda, aunque en Espana no se hayan dado cuenta.
Los
mejores automovilista que visto hasta el día de hoy, son los
alemanes. Pero no es porque tengan autopistas en que no exista el
límite de velocidad. Por el contrario, es la responsabilidad con que
conducen, lo que hace posible que sus automóviles circulen a más de
doscientos kilómetros por hora en tramos de vía rápida.
Casos
cómo el de dar marcha atrás al pasarte de una salida (tan
característico en Espana) no ocurre en Alemania. Y cuando sucede, el
conductor no es alemán.
El
sábado pasado iba circulando por la autopista que conduce de Logrono
a Burgos. Una autopista bastante nueva, en la cual (todavía no sé
por qué sortilegio) no se paga peaje. Delante de mi iba circulando
un auto de color bermejo que mantenía la velocidad establecida para
la vía de ciento veinte kilómetros por hora. No está demás decir
que yo mantenía la distancia de seguridad, que aquí en Europa (y
sobre todo en la península ibérica) se desconoce hasta por parte de
la policía de tránsito y las escuelas de automovilismo.
Ya
estabas anunciada la salida con las correspondientes marcas de tres,
dos, uno y la disminución de la velocidad. El GPS nos indicaba que
después de ochocientos metros debía salir a la derecha y mantenerse
en la senda izquierda, diminuyendo la velocidad a 60 y luego a 40
kilómetros por hora. No había tan siquiera una senal de peligro
peligro o de estrechamiento de vía o de obras.
En
eso estábamos cuando noto que el automóvil que me precede ha
frenado bruscamente. Primero pensé que había exagerado la frenada.
Inmediatamente pasé la vista al frente mientras comenzaba a frenar y
lograba ver una larga fila de camiones y vehículos diversos, al
parecer parados en la misma salida. Cuando vuelvo a mirar, al bermejo
(menos de dos segundos) lo veo parado en medio de la autopista y aún
no había entrado en la franja de salida. Es que no había llegado a
la misma y así y todo habían no menos de cuarenta metros entre los
automóviles que se encontraba en la franja de salida y el punetero
bermejo parado en seco.
Todavía
tuve tiempo para mirar por el retrovisor y ver si el que venía atrás
de mi estaba respetando la desconocida distancia de seguridad, otro
vistazo a la izquierda buscando una salida alternativa y aplicar a
fondo los frenos fue cuestión de dos segundos. No llegaron a
chillar, pero las cuatro ruedas con sus respectivas llantas
resbalaron hacia delante y que, supuestamente, debían estar
cubiertas y afincadas por una red de seguridad.
Pero
bueno, nadie es perfecto y a los seres humanos se nos está permitido
equivocarnos. Si, está bien, pero no tanto, que ese desgraciado que
venía conduciendo el bermejo, no solamente lo estaba haciendo mal,
sino que venía entretenido conversando con el otro mamón que iba en
el asiento del copiloto. Ninguno de los dos se enteró de la grave
premisa de accidente que habían cometido. Total, si el que paga es
el que da por atrás…
Y
una cosa me llevó a la otra y me acordé de mi cunado, que no
contento con tener (al automóvil del padre) magullado por los cuatro
costados, un día capoteó, para que estuviera parejo. El problema de
mi cunado consistía en que el siempre tenía la razón, que en
verdad era así. Lo que le faltaba era, lo que en espanol llamamos
prudencia. Aquello de que detrás de la pelota siempre viene un nino.
O aquella otra que te dice para tener cuidado cuando vayas a pasar a
un omnibus que se encuentra desembarcando pasaje.
En
fin, que he llegado a la conclusión que en Espana y en Portugal
conducen de lo peor, debido a no tener experiencia genética y me
explico: Resulta que en ambos países comenzaron a utilizar loa
automóviles de forma masiva después del ano 1975. Cuando países
cómo los Estados Unidos, Alemania, Francia e Inglaterra (no debemos
excluir a Cuba) comenzaban a rodar masivamente, en Espana comenzaba
la guerra civil y en Portugal, la miseria era tan grande que no daba
para comprar un carro.
De
manera que aquellos que comenzaban a conducir automóviles
masivamente en 1975 tenían mi edad. La diferencia es que mis padres
y mis abuelos ya conducían carros. A mi entender era esa la
información genética que aún les falta a los ibéricos, porque los
errores que cometen, en la conducción son de pre-escolar.
Solo
a partir del 2025 llegarán a tener semejante información.
He
dicho. Y ahora que me critiquen todo lo que les de la gana, que no me
voy a retractar de lo dicho.
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