martes, 13 de agosto de 2013

La Batalla de La Habana (1762)


           La Batalla de La Habana (1762)


La Batalla de La Habana consistió en una acción militar entre los meses de marzo y agosto (6 meses) del año 1762, siendo parte de la Guerra de los Siete Años. Las fuerzas británicas asediaron y capturaron la ciudad de La Habana, una importante base naval española en el mar Caribe, ocasionándole un duro golpe a la marina española. La Habana fue devuelta a España bajo los acuerdos del tratado de Paris de 1763, que formalmente puso fin a la guerra.


Los preparativos españoles

Antes de que su país de viese envuelto en el conflicto europeo y el resto del mundo, el Rey Carlos III de España tomó medidas para defender las colonias españolas de la marina inglesa. Para la defensa de Cuba nombró a Juan de Prado en calidad de Comandante en Jefe. De Prado llegó a La Habana en el mes de febrero de 1761, comenzando los trabajos de fortificación de la ciudad.
En el mes de junio de 1761 una flotilla de siete buques de línea bajo las órdenes del Almirante Gutierrez de Hevia llegó a La Habana transportando dos regimientos de infantería (España y Aragón) contando un total de 1000 hombres. No obstante, la fiebre amarilla redujo rápidamente las fuerzas defensoras y durante el asedio las fuerzas se habían visto reducidas a 3850 soldados, 5000 hombres entre marineros e infantería de marina y 2800 milicianos. La guarnición de La Habana se encontraba compuesta de:
·         El Regimiento de Infantería España                     (481)
·         El Regimiento de Infantería Aragón                     (265)
·         El Regimiento de Infantería Habana                     (856)
·         Los Dragones de Edinburgo                                  (150)
·         Artillería del Ejército                                             (104)
·         Artillería de la Marina y de infantería de marina   (750)
La Habana tiene una de las mejores bahías de las Indias Occidentales. Facilmente podía amparar hasta 100 navíos de línea. El canal de entrada que da acceso a la bahía tiene 180 metros de ancho por 800 metros de largo y en su interior se encontraban importantes astilleros capaces de construir barcos de guerra de primera clase.
Dos fortalezas defendían el canal de entrada. Por el lado norte del canal se alzaba el Castillo de los Tres Santos Reyes Magos del Morro (conocido en inglés como Morro Castle, por estar enclavado en un promontorio rocoso llamado La Cabaña. Su defensa contaba con 64 cañones pesados y la guarnición se encontraba compuesta por 700 hombres. El lado sur se encontraba defendido por el Castillo de San Salvador de la Punta. El canal podía ser bloqueado por una cadena extendida entre El Morro y La Punta. La ciudad se encontraba situada hacia el sur, a lo largo del propio canal de entrada y se encontraba rodeada de una muralla de 5 kilómetros de longitud a todo su alrededor.
La preparación Británica
El Almirante Charles Knowles había estado de visita en La Habana en el año 1756, siendo recibido por el gobierno local.  Cuando Knowles llegó a Londres en 1761, hizo planos y documentos muy detallados con todos los datos de su visita y aconsejó que se atacara la plaza en caso de guerra, cosa que aprobaron y más tarde ejecutaron.

Cuando comenzó la guerra con España comenzaron los planes de la Gran Bretaña para la realización de un ataque anfibio sobre La Habana. La fuerza expedicionaria estaría al mando de George Keppel, 3er Conde de Albermale, junto con el Vicealmirante Sir George Pocock en calidad de Comandante Naval. A este plan iba incorporado Jeffrey Amherst con 4000 hombres de las colonias inglesas de la América del Norte y el reclutamiento de otros 8000 hombres para el ataque a las Luisianas.
Durante el mes de febrero las tropas británicas que embarcaron consistían en los siguientes regimientos de infantería: 22,34, 56 y el 72 de Richmond.
El día 5 de marzo la expedición británica zarpó del puerto de Spithead, Inglaterra. Siete Navíos de Línea y 4365 hombres a bordo de 64 transportadores que arribaron a Barbados el 20 de abril. Cinco días más tarde llegaron a Fort Royal en la recientemente conquistada isla de Martinica en donde recogieron los remanentes de la expedición del Mayor General Robert Monckton, de los que aun quedaban con capacidad combativa 8461 hombres. Se incorporaron también a la expedición las fuerzas del Contra Almirante George Rodney con 8 Navíos de Línea, para hacer un total de 15.
El día 23 de mayo la expedición se encontraba al noroeste de la isla La Española donde se le incorporaron seis navíos procedentes de Port Royal, Jamaica, al mando de Sir James Douglas. Para ese momento la fuerza al mando de Albermale estaba compuesta por 21 Navíos de Línea, 24 buques de diferentes denominaciones  y 168 transportes con 14 mil hombres, entre marineros e infantería de marina más 3 mil marineros contratados y 12826 soldados regulares.

El Asedio
El día 6 de junio la fuerza británica llegó a la altura de La Habana. De inmediato 12 Navíos de Línea fueron enviados para bloquear el canal de entrada de la bahía y con esta maniobra impedir la salida de la flota española.El plan británico de operaciones comenzaba con el ataque al Castillo del Morro. La rendición de esta fortaleza, que dominaba a la ciudad, obligaría a la rendición al comandante español de la plaza.

Lo que no tuvieron en cuenta fue que El Morro se encontraba edificado sobre un promontorio rocoso donde era imposible cavar trincheras de aproximación y que un foso cavado en la roca protegía la fortaleza desde el lado de tierra.
La fuerza española bajo el mando de Prado y el Almirante Hevia, sorprendidos por el tamaño de los atacantes, adoptaron una estrategia defensiva de demora pensando que pudieran recibir refuerzos o que una epidemia de fiebre amarilla o un huracán pudieran destruir la flota enemiga. De manera que la flota española  se mantuvo al reguardo de la bahía mientras que los marineros, los artilleros y la infantería de marina fueron enviados a reforzar la guarnición del Morro y la Punta, que se encontraban bajo las órdenes de oficiales de la marina. Casi todas las municiones y la pólvora de la flota española, así como sus mejores piezas de artillería fueron transferidas para estas fortalezas y las tropas regulares se encargaron de la defensa de la ciudad.
El Canal de entrada de la bahía fue cerrado con cadenas inmediatamente y tres Navíos de Línea, el Asia (64), el Europa (64) y el Neptuno (74) fueron seleccionados (debido a su estado de conservación) para ser hundidos detrás de las cadenas. Los comandantes españoles, teniendo en cuenta la importancia del Morro, le dieron total prioridad en la defensa.

El día 7 de junio desembarcan las tropas británicas al noreste de La Habana, por las inmediaciones de la villa de Cojimar, avanzando hacia el suroeste al día siguiente encontrándose con una partida de milicia armada que fue rechazada fácilmente. Finalizando el día la infantería se encontraba en las proximidades de la villa de Guanabacoa.

El día 8 de junio con el grueso de las tropas acampadas en la zona de Cojímar, unos 10,000 soldados, el General Elliot al frente de sus unidades arremete contra Guanabacoa. En la defensa de Guanabacoa estaba un pequeño número de soldados españoles, el regidor de la villa José Antonio Gómez (frase famosa: la villa de Pepe Antonio), que al frente de un puñado de sus vecinos, aunque mal armados, le dieron fuerte resistencia a los ingleses.

Ese día 8  de junio, el coronel William Howe desembarca por la zona de La Chorrera, y emplaza su artillería para cortar la comunicación enemiga. Los cañones de Howe, así como lo de los barcos frente a la Bahía, no tenían alcance suficiente para bombardear la villa de La Habana, por consiguiente los daños fueron mínimos por este frente del ataque.


La defensa del Morro había sido asignada a Luis Vicente de Velasco e Isla, un oficial naval que las medidas necesarias para resistir el asedio.
El día 11 de junio una patrulla británica atacó un reducto de las alturas de La Cabaña. Fue entonces que el mando británico entendió cuan fuerte era el Castillo del Morro, rodeado de espeso bosque y protegido por un largo foso. Al día siguiente los británicos comenzaron a desplegar las baterías entre los árboles de las alturas de La Cabaña, desde donde se divisaba perfectamente el Castillo (entre la loma de La Cabaña y el Morro hay siete metros de diferencia en altura sobre el nivel medio del mar; entre la Cabaña, la bahía y la ciudad la diferencia en altura es mucho mayor).

Sorprendentemente, estas alturas no estaban defendidas por los españoles, aun a sabiendas de su importancia estratégica. El propio Rey de España había dado instrucciones a Prado en relación a la fortificación de esta loma. Esta misión había sido considerada la más urgente entre todas las que se le confiaron a ese jefe militar.
El día 13 de junio un destacamento desembarcó por el Torreón de la Chorrera, al oeste de la bahía (mapa). Entretanto, al Coronel Ingeniero Patrick MacKellar se le encargó la voladura de las murallas del Morro. Para este fin y debido a la imposibilidad de cavar trincheras, decidió proteger el avance de las tropas hacia el foso del Morro mediante la tala de árboles.
El día 22 de junio cuatro baterías (12 piezas de artillería pesada y 38 morteros) abrieron fuego, desde La Cabaña hacia el Morro. MacKellar avanzaba lentamente en dirección al foso.
El día 29 de junio las baterías habían incrementado el fuego a 500 salvas diarias. Velasco perdía aproximadamente 30 hombres por día y la reparación de la fortaleza, cada noche, resultaba tan agotador que los hombres tenían que ser relevados, cada tres días, por los de la ciudad. A Velasco le costó trabajo convencer a Prado que se hacía imprescindible atacar a las baterías británicas desde la retaguardia. Al amanecer del día 29 de junio una fuerza en número de mil efectivos atacaron a las baterías británicas, aunque fueron rechazados antes de que causaran daños de consideración.
El día primero de julio se produjo un ataque combinado entre las fuerzas navales y terrestres sobre la posición del Morro. La flota atacó con cuatro Navíos de Línea: el HMS Stirling Castle, el HMS Dragon, el HMS Marlborough y el HMS Cambridge. La artillería naval fue inefectiva debido a que el Castillo se encontraba a mucha altura sobre el nivel del mar.
El contraataque del Morro causó 192 bajas e infringió daños de consideración en los barcos, tres de los cuales se hundieron posteriormente. La artillería terrestre fue más efectiva. Al finalizar el día solo tres de las baterías españolas del Morro se mantenían activas contra la artillería terrestre británica.
El día 2 de julio los árboles talados que servían de protección a las tropas británicas fueron quemados por los españoles y de esa forma se paralizó la táctica del Coronel Ingeniero MacKellar, dando la posibilidad a Velasco de reparar muchas de las piezas de artillería así como las maltrechas murallas del Morro.
Desde su llegada a La Habana el ejército británico había sufrido intensamente la fiebre amarilla. Para el mes de julio tenía solamente la mitad de las fuerzas disponibles. Como se acercaba la temporada ciclónica, Albermale se encontraba en una carrera contra el tiempo. Ordenó reconstruir las baterías artilleras con la ayuda de los hombres de la flota y ordenó desmontar las piezas de artillería de los puentes inferiores de los navíos para equipar a las nuevas baterías.
Para el día 17 de julio las nuevas baterías habían ido silenciando a las baterías de Velasco habiendo quedado solamente dos de ellas operativas. Sin la protección artillera se les hacía imposible a las tropas españolas la reparación de los daños causados a las murallas del Morro. MacKellar podía concluir su objetivo de minar las murallas. No obstante, con el ejército diezmado por las enfermedades tropicales los trabajos eran cada vez más lentos. La esperanza de Albermale era recibir un refuerzo desde las colonias norteñas.
Por fin, el día 20 de julio concluyó el trabajo de MacKellar, ahora se podía minar al Morro. Ya sin oposición, la artillería británica impactaba 600 veces por día las murallas del castillo. A Velasco no le quedaba otra alternativa que atacar a las fuerzas de MacKellar. A las 04:00 horas del día 22 de julio 1300 soldados regulares, hombres de mar y milicianos partieron de la ciudad en tres columnas y atacaron a las fuerzas de MacKellar. No tuvieron éxito y los trabajos ingenieros permanecieron relativamente intactos.
El día 24 de julio Albermale le ofreció la oportunidad de rendirse, a Velasco, permitiéndole incluso redactar sus propios términos de capitulación. Velasco respondió que el asunto únicamente podía ser resuelto por medio de las armas.
El día 27 de julio llegaron los refuerzos de las colonias norteamericanas al mando de Coronel Burton, que a medio camino habían sido atacados por los franceses y les habían capturado unos 500 hombres.
Los refuerzos consistían en:
-         El Regimiento 46 de infantería de Thomas Murray.
-         El Regimiento 58 de Anstruther.
-         Provincianos norteños en número de 3000 hombres.
-         Los rangers de Gorham y Dank que se habían fusionado en un cuerpo de rangers.
El día 29 de julio finalizó el minado del ala derecha del bastión del Morro y se encontraba listo para su voladura. Albermale demoró el asalto con la esperanza de que Velasco decidiera rendirse. Por el contrario Velsaco decidió realizar un ataque desesperado desde el mar contra las tropas ingenieras de MacKellar que ya se encontraban en el foso.
El asedio artillero del Castillo del Morro
A las 02:00 horas del día 30 de julio dos barcos españoles atacaron a las tropas de MacKellar desde el mar. El ataque fue infructuoso y tuvieron que retirarse. Finalmente, a las 13:00 horas los británicos detonaron las minas. Los fragmentos de la explosión prácticamente llenaron el foso, pero Albermale consideró que era franqueable y lanzó a las tropas al ataque.
Antes de que los españoles pudieran reaccionar 16 hombres habían penetrado en el bastión. Velasco acudió al lugar con parte de sus tropas. Fue herido mortalmente en un combate cuerpo a cuerpo. Una vez que los británicos tuvieron el control del Morro Velasco fue enviado para la ciudad.
Velasco falleció a las 21:00 horas del día 31 de julio a causa de las heridas. Ahora los británicos ocupaban la posición estratégica desde la cual tenían a la ciudad a su merced, desde el Morro hasta las alturas de La Cabaña.
El día 11 de agosto, después de que Prado hubiese rechazado las demandas de rendición de Albermale, las baterías británicas abrieron fuego contra la ciudad de La Habana. Un total de 47 cañones, 10 morteros y cinco howitzers machacaron la ciudad desde una distancia de 500 a 800 metros. Al final del día La Punta fue silenciada. Prado no tuvo más alternativa que rendirse.
La Capitulación
Los días 12 y 13 de agosto, Prado y su ejército capitulaban. Hevia se opuso a quemar su flota, la cual cayó intacta en manos británicas.
El día 14 de agosto los británicos entraron en la ciudad. Habían conquistado la bahía más importante de las Indias Occidentales españolas, así como el equipamiento militar, 1, 828,116 pesos españoles. Habían requisado el 20% de los Navíos de Línea de la marina española, más 9 barcos pertenecientes a navieras comerciales. Otros dos Navíos de Línea fueron capturados en los astilleros.
Durante el asedio los británicos sufrieron 2764 bajas entre muertos, heridos y para el 18 de agosto los muertos ascendían a 4708, por enfermedades. Una de las brigadas duramente castigada fue transferida a las colonias norteamericanas y al mes de haber llegado habían perdido otros 360 hombres. Tres Navíos de Línea perdidos debido a la defensa española.
A su regreso a España Prado y Hevia fueron juzgados por una corte marcial y puestos bajo arresto.
La pérdida de La Habana y en general el occidente cubano resultó un durísimo golpe para España. Las pérdidas financieras no fue lo único. El desprestigio lo fue aun más. Esta derrota unida a la captura de Manila mes y medio más tarde significó la pérdida de las capitales de las Indias Occidentales y de las Indias Orientales españolas y confirmó la supremacía naval británica. Mostró la fragilidad del Imperio español.
En un principio los ingleses intentaron establecer una especie de colonia llamada «Cumberland» que sirviera de punto de apoyo a una invasión en la isla, por el Sur, en lo que hoy es la provincia de Guantánamo, pero las condiciones fueron muy hostiles tanto por el terreno, así como el constante hostigamiento de los villareños, por lo que desistieron.

La Habana y Manila les fueron devueltas a España como resultado del Tratado de Paris de 1763, pero España cedió para esto, la península de La Florida y Menorca a Gran Bretaña. España recibió la Luisiana francesa como pago de haber intervenido en la guerra a favor de Francia y como compensación por haber perdido La Florida.


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