La Batalla de La Habana (1762)
La Batalla de La
Habana consistió en una acción militar entre los meses de marzo y agosto (6
meses) del año 1762, siendo parte de la Guerra de los Siete Años. Las fuerzas
británicas asediaron y capturaron la ciudad de La Habana, una importante base
naval española en el mar Caribe, ocasionándole un duro golpe a la marina
española. La Habana fue devuelta a España bajo los acuerdos del tratado de
Paris de 1763, que formalmente puso fin a la guerra.
Los
preparativos españoles
Antes de que su país de viese envuelto en el conflicto europeo y el resto
del mundo, el Rey Carlos III de España tomó medidas para defender las colonias
españolas de la marina inglesa. Para la defensa de Cuba nombró a Juan de Prado
en calidad de Comandante en Jefe. De Prado llegó a La Habana en el mes de
febrero de 1761, comenzando los trabajos de fortificación de la ciudad.
En el mes de junio de 1761 una flotilla de siete buques de línea bajo las
órdenes del Almirante Gutierrez de Hevia llegó a La Habana transportando dos
regimientos de infantería (España y Aragón) contando un total de 1000 hombres.
No obstante, la fiebre amarilla redujo rápidamente las fuerzas defensoras y
durante el asedio las fuerzas se habían visto reducidas a 3850 soldados, 5000
hombres entre marineros e infantería de marina y 2800 milicianos. La guarnición
de La Habana se encontraba compuesta de:
·
El Regimiento de Infantería
España (481)
·
El Regimiento de Infantería
Aragón (265)
·
El Regimiento de Infantería
Habana (856)
·
Los Dragones de Edinburgo (150)
·
Artillería del Ejército (104)
·
Artillería de la Marina y de
infantería de marina (750)
La Habana tiene una de las mejores bahías de las Indias Occidentales.
Facilmente podía amparar hasta 100 navíos de línea. El canal de entrada que da
acceso a la bahía tiene 180 metros de ancho por 800 metros de largo y en su
interior se encontraban importantes astilleros capaces de construir barcos de
guerra de primera clase.
Dos fortalezas defendían el canal de entrada. Por el lado norte del canal
se alzaba el Castillo de los Tres Santos Reyes Magos del Morro (conocido en
inglés como Morro Castle, por estar enclavado en un promontorio rocoso llamado
La Cabaña. Su defensa contaba con 64 cañones pesados y la guarnición se
encontraba compuesta por 700 hombres. El lado sur se encontraba defendido por
el Castillo de San Salvador de la Punta. El canal podía ser bloqueado por una
cadena extendida entre El Morro y La Punta. La ciudad se encontraba situada
hacia el sur, a lo largo del propio canal de entrada y se encontraba rodeada de
una muralla de 5 kilómetros de longitud a todo su alrededor.
La preparación
Británica
El Almirante Charles Knowles había estado de visita en La
Habana en el año 1756, siendo recibido por el gobierno local. Cuando Knowles llegó a Londres en 1761, hizo
planos y documentos muy detallados con todos los datos de su visita y aconsejó
que se atacara la plaza en caso de guerra, cosa que aprobaron y más tarde
ejecutaron.
Cuando comenzó la guerra con España comenzaron los planes de la Gran Bretaña para la realización de un ataque anfibio sobre La Habana. La fuerza expedicionaria estaría al mando de George Keppel, 3er Conde de Albermale, junto con el Vicealmirante Sir George Pocock en calidad de Comandante Naval. A este plan iba incorporado Jeffrey Amherst con 4000 hombres de las colonias inglesas de la América del Norte y el reclutamiento de otros 8000 hombres para el ataque a las Luisianas.
Durante el mes de febrero las tropas británicas que embarcaron consistían
en los siguientes regimientos de infantería: 22,34, 56 y el 72 de Richmond.
El día 5 de marzo la expedición británica zarpó del puerto de Spithead,
Inglaterra. Siete Navíos de Línea y 4365 hombres a bordo de 64 transportadores
que arribaron a Barbados el 20 de abril. Cinco días más tarde llegaron a Fort
Royal en la recientemente conquistada isla de Martinica en donde recogieron los
remanentes de la expedición del Mayor General Robert Monckton, de los que aun
quedaban con capacidad combativa 8461 hombres. Se incorporaron también a la
expedición las fuerzas del Contra Almirante George Rodney con 8 Navíos de
Línea, para hacer un total de 15.
El día 23 de mayo la expedición se encontraba al noroeste de la isla La
Española donde se le incorporaron seis navíos procedentes de Port Royal,
Jamaica, al mando de Sir James Douglas. Para ese momento la fuerza al mando de
Albermale estaba compuesta por 21 Navíos de Línea, 24 buques de diferentes
denominaciones y 168 transportes con 14
mil hombres, entre marineros e infantería de marina más 3 mil marineros
contratados y 12826 soldados regulares.
El Asedio
El día 6 de junio la fuerza británica llegó a la altura de La Habana. De
inmediato 12 Navíos de Línea fueron enviados para bloquear el canal de entrada
de la bahía y con esta maniobra impedir la salida de la flota española.El plan
británico de operaciones comenzaba con el ataque al Castillo del Morro. La
rendición de esta fortaleza, que dominaba a la ciudad, obligaría a la rendición
al comandante español de la plaza.
Lo que no tuvieron en cuenta fue que El Morro se encontraba edificado sobre
un promontorio rocoso donde era imposible cavar trincheras de aproximación y que
un foso cavado en la roca protegía la fortaleza desde el lado de tierra.
La fuerza española bajo el mando de Prado y el Almirante Hevia,
sorprendidos por el tamaño de los atacantes, adoptaron una estrategia defensiva
de demora pensando que pudieran recibir refuerzos o que una epidemia de fiebre
amarilla o un huracán pudieran destruir la flota enemiga. De manera que la
flota española se mantuvo al reguardo de
la bahía mientras que los marineros, los artilleros y la infantería de marina
fueron enviados a reforzar la guarnición del Morro y la Punta, que se
encontraban bajo las órdenes de oficiales de la marina. Casi todas las
municiones y la pólvora de la flota española, así como sus mejores piezas de
artillería fueron transferidas para estas fortalezas y las tropas regulares se
encargaron de la defensa de la ciudad.
El Canal de entrada de la bahía fue cerrado con cadenas inmediatamente y
tres Navíos de Línea, el Asia (64), el Europa (64) y el Neptuno (74) fueron
seleccionados (debido a su estado de conservación) para ser hundidos detrás de
las cadenas. Los comandantes españoles, teniendo en cuenta la importancia del
Morro, le dieron total prioridad en la defensa.
El día 7 de junio desembarcan las tropas británicas al noreste de La
Habana, por las inmediaciones de la villa de Cojimar, avanzando hacia el
suroeste al día siguiente encontrándose con una partida de milicia armada que
fue rechazada fácilmente. Finalizando el día la infantería se encontraba en las
proximidades de la villa de Guanabacoa.
Ese día 8 de junio, el coronel William Howe desembarca por la zona de La Chorrera, y emplaza su artillería para cortar la comunicación enemiga. Los cañones de Howe, así como lo de los barcos frente a la Bahía, no tenían alcance suficiente para bombardear la villa de La Habana, por consiguiente los daños fueron mínimos por este frente del ataque.
La defensa del Morro había sido asignada a Luis Vicente de Velasco e Isla,
un oficial naval que las medidas necesarias para resistir el asedio.
El día 11 de junio una patrulla británica atacó un reducto de las alturas
de La Cabaña. Fue entonces que el mando británico entendió cuan fuerte era el
Castillo del Morro, rodeado de espeso bosque y protegido por un largo foso. Al
día siguiente los británicos comenzaron a desplegar las baterías entre los
árboles de las alturas de La Cabaña, desde donde se divisaba perfectamente el
Castillo (entre la loma de La Cabaña y el Morro hay siete metros de diferencia
en altura sobre el nivel medio del mar; entre la Cabaña, la bahía y la ciudad
la diferencia en altura es mucho mayor).
Sorprendentemente, estas alturas no estaban defendidas por los españoles,
aun a sabiendas de su importancia estratégica. El propio Rey de España había
dado instrucciones a Prado en relación a la fortificación de esta loma. Esta
misión había sido considerada la más urgente entre todas las que se le
confiaron a ese jefe militar.
El día 13 de junio un destacamento desembarcó por el Torreón de la
Chorrera, al oeste de la bahía (mapa). Entretanto, al Coronel Ingeniero Patrick
MacKellar se le encargó la voladura de las murallas del Morro. Para este fin y
debido a la imposibilidad de cavar trincheras, decidió proteger el avance de
las tropas hacia el foso del Morro mediante la tala de árboles.
El día 22 de junio cuatro baterías (12 piezas de artillería pesada y 38
morteros) abrieron fuego, desde La Cabaña hacia el Morro. MacKellar avanzaba
lentamente en dirección al foso.
El día 29 de junio las baterías habían incrementado el fuego a 500 salvas
diarias. Velasco perdía aproximadamente 30 hombres por día y la reparación de
la fortaleza, cada noche, resultaba tan agotador que los hombres tenían que ser
relevados, cada tres días, por los de la ciudad. A Velasco le costó trabajo
convencer a Prado que se hacía imprescindible atacar a las baterías británicas
desde la retaguardia. Al amanecer del día 29 de junio una fuerza en número de
mil efectivos atacaron a las baterías británicas, aunque fueron rechazados
antes de que causaran daños de consideración.
El día primero de julio se produjo un ataque combinado entre las fuerzas
navales y terrestres sobre la posición del Morro. La flota atacó con cuatro
Navíos de Línea: el HMS Stirling Castle, el HMS Dragon, el HMS Marlborough y el
HMS Cambridge. La artillería naval fue inefectiva debido a que el Castillo se
encontraba a mucha altura sobre el nivel del mar.
El contraataque del Morro causó 192 bajas e infringió daños de
consideración en los barcos, tres de los cuales se hundieron posteriormente. La
artillería terrestre fue más efectiva. Al finalizar el día solo tres de las
baterías españolas del Morro se mantenían activas contra la artillería
terrestre británica.
El día 2 de julio los árboles talados que servían de protección a las
tropas británicas fueron quemados por los españoles y de esa forma se paralizó
la táctica del Coronel Ingeniero MacKellar, dando la posibilidad a Velasco de
reparar muchas de las piezas de artillería así como las maltrechas murallas del
Morro.
Desde su llegada a La Habana el ejército británico había sufrido
intensamente la fiebre amarilla. Para el mes de julio tenía solamente la mitad
de las fuerzas disponibles. Como se acercaba la temporada ciclónica, Albermale
se encontraba en una carrera contra el tiempo. Ordenó reconstruir las baterías
artilleras con la ayuda de los hombres de la flota y ordenó desmontar las
piezas de artillería de los puentes inferiores de los navíos para equipar a las
nuevas baterías.
Para el día 17 de julio las nuevas baterías habían ido silenciando a las
baterías de Velasco habiendo quedado solamente dos de ellas operativas. Sin la
protección artillera se les hacía imposible a las tropas españolas la reparación
de los daños causados a las murallas del Morro. MacKellar podía concluir su
objetivo de minar las murallas. No obstante, con el ejército diezmado por las
enfermedades tropicales los trabajos eran cada vez más lentos. La esperanza de
Albermale era recibir un refuerzo desde las colonias norteñas.
Por fin, el día 20 de julio concluyó el trabajo de MacKellar, ahora se
podía minar al Morro. Ya sin oposición, la artillería británica impactaba 600
veces por día las murallas del castillo. A Velasco no le quedaba otra
alternativa que atacar a las fuerzas de MacKellar. A las 04:00 horas del día 22
de julio 1300 soldados regulares, hombres de mar y milicianos partieron de la
ciudad en tres columnas y atacaron a las fuerzas de MacKellar. No tuvieron
éxito y los trabajos ingenieros permanecieron relativamente intactos.
El día 24 de julio Albermale le ofreció la oportunidad de rendirse, a
Velasco, permitiéndole incluso redactar sus propios términos de capitulación.
Velasco respondió que el asunto únicamente podía ser resuelto por medio de las
armas.
El día 27 de julio llegaron los refuerzos de las colonias norteamericanas
al mando de Coronel Burton, que a medio camino habían sido atacados por los
franceses y les habían capturado unos 500 hombres.
Los refuerzos consistían en:
-
El Regimiento 46 de infantería de
Thomas Murray.
-
El Regimiento 58 de Anstruther.
-
Provincianos norteños en número
de 3000 hombres.
-
Los rangers de Gorham y Dank que
se habían fusionado en un cuerpo de rangers.
El día 29 de julio
finalizó el minado del ala derecha del bastión del Morro y se encontraba listo
para su voladura. Albermale demoró el asalto con la esperanza de que Velasco
decidiera rendirse. Por el contrario Velsaco decidió realizar un ataque
desesperado desde el mar contra las tropas ingenieras de MacKellar que ya se
encontraban en el foso.
El asedio artillero del Castillo
del Morro
A las 02:00 horas del día 30 de julio dos barcos españoles atacaron a las
tropas de MacKellar desde el mar. El ataque fue infructuoso y tuvieron que
retirarse. Finalmente, a las 13:00 horas los británicos detonaron las minas.
Los fragmentos de la explosión prácticamente llenaron el foso, pero Albermale
consideró que era franqueable y lanzó a las tropas al ataque.
Antes de que los españoles pudieran reaccionar 16 hombres habían penetrado
en el bastión. Velasco acudió al lugar con parte de sus tropas. Fue herido
mortalmente en un combate cuerpo a cuerpo. Una vez que los británicos tuvieron
el control del Morro Velasco fue enviado para la ciudad.
Velasco falleció a las 21:00 horas del día 31 de julio a causa de las
heridas. Ahora los británicos ocupaban la posición estratégica desde la cual
tenían a la ciudad a su merced, desde el Morro hasta las alturas de La Cabaña.
El día 11 de agosto, después de que Prado hubiese rechazado las demandas de
rendición de Albermale, las baterías británicas abrieron fuego contra la ciudad
de La Habana. Un total de 47 cañones, 10 morteros y cinco howitzers machacaron
la ciudad desde una distancia de 500 a 800 metros. Al final del día La Punta
fue silenciada. Prado no tuvo más alternativa que rendirse.
La
Capitulación
Los días 12 y 13 de agosto, Prado y su ejército capitulaban. Hevia se opuso
a quemar su flota, la cual cayó intacta en manos británicas.
El día 14 de agosto los británicos entraron en la ciudad. Habían
conquistado la bahía más importante de las Indias Occidentales españolas, así
como el equipamiento militar, 1, 828,116 pesos españoles. Habían requisado el
20% de los Navíos de Línea de la marina española, más 9 barcos pertenecientes a
navieras comerciales. Otros dos Navíos de Línea fueron capturados en los
astilleros.
Durante el asedio los británicos sufrieron 2764 bajas entre muertos,
heridos y para el 18 de agosto los muertos ascendían a 4708, por enfermedades.
Una de las brigadas duramente castigada fue transferida a las colonias
norteamericanas y al mes de haber llegado habían perdido otros 360 hombres.
Tres Navíos de Línea perdidos debido a la defensa española.
A su regreso a España Prado y Hevia fueron juzgados por una corte marcial y
puestos bajo arresto.
La pérdida de La Habana y en general el occidente cubano resultó un
durísimo golpe para España. Las pérdidas financieras no fue lo único. El
desprestigio lo fue aun más. Esta derrota unida a la captura de Manila mes y
medio más tarde significó la pérdida de las capitales de las Indias
Occidentales y de las Indias Orientales españolas y confirmó la supremacía
naval británica. Mostró la fragilidad del Imperio español.
En un principio los ingleses intentaron establecer una
especie de colonia llamada «Cumberland» que sirviera de punto de apoyo a una
invasión en la isla, por el Sur, en lo que hoy es la provincia de Guantánamo,
pero las condiciones fueron muy hostiles tanto por el terreno, así como el
constante hostigamiento de los villareños, por lo que desistieron.
La Habana y Manila les fueron devueltas a España como resultado del Tratado de Paris de 1763, pero España cedió para esto, la península de La Florida y Menorca a Gran Bretaña. España recibió la Luisiana francesa como pago de haber intervenido en la guerra a favor de Francia y como compensación por haber perdido La Florida.
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