viernes, 20 de diciembre de 2013

Ego sum Castro

Ego sum Castro

Comentarios acerca de la última reflexión de Fidel Castro


La deteriorada mente del ex “máximo líder” de la dictadura de los hermanos Castro no le da más que para hacer una extensa y apocalíptica introducción.





http://www.granma.cubaweb.cu/2013/12/19/nacional/artic10.html

Intentaré obviar el apocalipsis y centrarme en Mandela y el Apartheid.

Al referirse a Mandela no tiene más remedio que mencionar el impacto que causó, no la muerte como dice Fidel Castro, sino la vida del insigne surafricano.

Como excelente demagogo, menciona la “profunda” hermandad entre los pueblos, cuando la verdad es que ni fue profunda, ni fue hermandad lo que surgió entre el dictador totalitario y el preso surafricano. Los sentimientos de los pueblos son pura demagogia.

En sus inicios Mandela no era apóstol de la paz. Todo lo contrario. Al final, luego de largos años en prisión, no quería lastimar a nadie y su único interés era llevar a su país hacia la democracia.

A diferencia de Mandela, no existe ninguna acción de Fidel Castro en que no esté implícita su gloria personal y su prestigio.

Muchos años después de haber traicionado a la revolución de los cubanos, contra el dictador Batista, Fidel Castro (junto con Ernesto Guevara) planificaron la desestabilización de los Estados Unidos, intentando crear “dos, tres, muchos Viet Nam en Asia, África y América Latina.

Si de ser honestos se trata, ninguno de los movimientos de liberación del continente africano sub-sahariano, ponía en jaque a los países desarrollados. Pregúntenle al “Che”.





La revolución socialista rusa no hacía otra cosa que intentar subvertir el orden establecido y el proceso de descolonización que comenzó después de la SGM. Lento en algunos casos y demasiado rápidos en otros.  

Es una falacia de Fidel Castro decir que las revoluciones sociales conmovían los cimientos del viejo orden. La verdad es que el viejo orden se estremecía al compás de una democracia inexistente en Europa antes de la SGM.

Los Estados Unidos no se apoderaron de los principales recursos y materias primas del planeta. La verdad es que los Estados Unidos se vieron obligados a participar en una guerra que les era totalmente ajena y después de ganada la guerra ayudaron a reconstruir la vieja Europa. Por supuesto, la ayuda no era desinteresada. Así no funciona el mercado. De ahí que se hicieran con la mayoría de las acciones de todas las empresas capitalistas europeas (y por ende del planeta).

El régimen del Apartheid, es tan fruto de la Europa colonial como lo fue la esclavitud en las Américas. Ahora bien, mezclar la herencia con las armas atómicas solo puede producirse en un cerebro dañado por los años.

No es bien así como intenta explicar Fidel Castro el apoyo de su régimen a los movimientos revolucionarios de las colonias portuguesas. Les apoyaba en las palestras públicas. Les enviaba dinero y hombres. Es verdad. Pero en cantidades insignificantes, incapaces de revertir la situación hasta que surgió en Portugal una revolución castrense.

Esa revolución, conocida por el nombre de “los claveles” necesitaba reconocimiento internacional. Los militares sublevados eran casi todos subalternos (pocos eran primeros oficiales). Necesitaban quien los representase y acudieron a los partidos proscritos por los remanentes de la dictadura salazarista. Los partidos socialista y comunista portugueses, cuyos dirigentes se encontraban en el exilio. De inmediato recibieron el reconocimiento de la URSS y el campo socialista.

Lo de las bombas atómicas de Israel para África del Sur todavía es una incógnita que ni el gobierno de Mandela logró despejar.

En este artículo, Fidel Castro le niega a los mambises la independencia de Cuba, ya fuera en los campos de batalla, como en la mesa de negociaciones. El ex dictador quiere que se le recuerde como el libertador del pueblo cubano. Solapadamente, pretende arrebatarle el título de “Padre de la Patria” a Carlos Manuel de Céspedes.

Pero regresemos al territorio angolano: De Namibia partieron las tropas de las SADF que apoyaron a los guerrilleros de la UNITA. El 5 de agosto de 1975, una patrulla compuesta por 30 hombres de las SADF ocuparon la hidroeléctrica de Ruacana. El 22 de agosto de ese mismo año las SADF lanzaron la “Operation Sausage II”, contra las SWAPO, en el sur de Angola. En apoyo de la UNITA, establecieron la defensa de la ciudad de Silva Porto (Cuito Bie) y Nueva Lisboa (Huambo) y enviaron una unidad de combate para detener el avance de las unidades FAPLA (brazo armado del MPLA).

El 14 de octubre lanzaron la “Operación Savana” (fuerza de tarea ZULU y FOXBAT).

Fueron derrotados por las fuerzas combinadas FAPLA y cubanas.

No es necesario mentir. Nelson Mandela no era socialista. El demostró ser un hombre íntegro, pero no un convencido totalitarista. Los 27 años que estuvo en prisión le sirvieron para recapacitar.

Fidel Castro, sin embargo, cumplía fielmente su propósito. Intervenía militarmente en un conflicto entre etnias de un territorio abandonado a su suerte. Durante 15 años combatió al movimiento independentista de la UNITA y entrenaba a las FAPLA en el uso del armamento proporcionado por la URSS a precio de mercado internacional.

Por supuesto, siempre existieron divergencias entre Fidel Castro y los dirigentes de la URSS.

En el artículo que analizamos, Fidel Castro dice que los asesores soviéticos de las incipientes tropas modernas de las FAPLA, no se encontraban los mariscales que derrotaron al ejército alemán en la SGM.

A estos asesores los tilda de ideas obsesivas. Algo novedoso nos cuenta. Savimbi, que hasta el momento había sido un “bandido más” ahora resulta que tenía un “gobierno tribal”, no obstante ser un “mercenario” al servicio de los Estados Unidos y África del Sur.

Fidel Castro establece una comparación: Nos dice que enviar las fuerzas de las FAPLA a conquistar Jamba, era como enviar las fuerzas que combatían en Stalingrado hacia la frontera con España.

¡Desvaría en anciano!

Por supuesto, la comparación  no tiene validez alguna.

Trataré de demostrarlo: En primer lugar, el territorio donde se iba a desarrollar el “Teatro de Operaciones”, era tan intrincado, que los portugueses le llamaban “las tierras del fin del mundo”.

Volviendo a la comparación del decrépito anciano, las tierras del fin del mundo serían en todo caso los territorios de la URSS, donde se empantanaban todas las fuerzas bélicas alemanas.

Las tierras del fin del mundo carecían de puntos estratégicos, nudos de comunicación carreteras, ciudades importantes, líneas de ferrocarril. En fin, nada.

Es por eso y no por otro motivo que Fidel Castro no estaba interesado en combatir en aquel terreno que nada ofrecía. Por eso se opuso a la operación ideada por los asesores soviéticos y titulada “Saludando Octubre”.

Fueron más de 5 las brigadas angolanas que tomaron parte en dicha operación. Avanzaron más de 100 kilómetros y se aproximaban al poblado de Mavinga. Les faltaban 22 kilómetros a recorrer por la única carretera existente, pero tenían que cruzar el rio Lomba. Fue allí donde las SADF intervinieron. Hasta ese momento todo había sido “coser y cantar”. Las tropas de la UNITA “fugían” ante la demoledora maquinaria soviética.

Daba igual que Luanda estuviese a 1500 kilómetros de distancia. Todo lo necesario se había concentrado en Cuito Cuanavale y un poco más al oeste, en Menongue.

Con fuerzas muy inferiores, las SADF realizaron una carnicería en las márgenes del rio y las 5 brigadas huyeron en desbandada hacia Cuito Cuanavale, donde tenían que cruzar por el único y desvencijado puente hacia la salvación.

Cuito Cuanavale no era una antigua base de la OTAN. Fidel Castro yerra. La base de la OTAN y que no era exactamente así, se encontraba en Menongue, pero lo de utilizar las siglas OTAN da mucha impresión al lector. En aquella base no quedaba absolutamente nada de la OTAN, ni el nombre.

Era una obligación táctico-estratégica la defensa, no de Cuito Cuanavale, sino del paso del río y la supervivencia de las brigadas de las FAPLA, que serían, con la asesoría cubana la carne de cañon, al igual que la UNITA serviría a iguales propósitos a las SADF.

No era necesario que Dos Santos le pidiese nada a Fidel Castro. Los asesores soviéticos se retiraban como los perros y daban por perdida toda la operación.

En aquellos momentos el General Leopoldo Cintras Frías no se encontraba en Angola. Sería designado mucho tiempo después.

Lo único que pidió Fidel Castro, a partir de ese momento fue la no intervención del gobierno de Angola en el conflicto. ¡Insólito!

Fidel Castro miente deliberadamente. Cuito Cuanavale lo único que tenía era una pista de tierra y un puente. De base militar nada.

Pero lo más importante, es que ni tan siquiera reconoce que los golpeados fuimos nosotros. O lo que es igual, las fuerzas que tomábamos parte en la defensa de Cuito Cuanavale.

¡Ya son dos las mentiras que nos embute. La del General Polo y la de la base de la OTAN!

La brigada de tanques a que hace referencia era la del General Cartaya y la misma se encontraba en la ciudad de Huambo, a más de 500 kilómetros en línea recta. Si le sumamos todas las vueltas de la carretera, serían más de 800.

Otra mentira de Fidel Castro es cuando refiere el período de lluvia. Las lluvias en la región del Cuando Cubango están bien documentadas en los reportes meteorológicos entre los mese de febrero y junio. La operación “Saludando Octubre” comienza en el mes de septiembre de 1987 y la defensa de Cuito Cuanavale termina en el mes de marzo de 1988.

Por tanto, el movimiento de las tropas cubanas hacia Cuito Cuanavale se realizó en condiciones meteorológicas de seca.

El poblado de Cuito Cuanavale, que no la “base”, se encuentra al oeste del rio Cuanavale. La confluencia de los ríos es mucho más al norte. El puente no era nada solido.





Las SADF lanzaron dos operaciones en el intento de aniquilar a las brigadas FAPLA. Estas fueron denominadas “Hooper” y “Packer” respectivamente. No les fue difícil destruir el puente. A nosotros no nos resultó difícil reconstruirlo.
Puente sobre el rio Cuanavale
 

 

 
 



El mismo puente luego de ser bombardeado con bomas H2




Fidel Castro no sabe lo que dice cuando refiere que los pilotos de los aviones MIG-23 (todos cubanos) a velocidades de 1000 kilómetros por hora y a 100 metros de altitud eran capaces de distinguir si eran blancos o negros las personas que estaban operando el armamento surafricano. ¡Mentira!

Al ver que sus operaciones habían sido rechazadas, las SADF decidieron retirarse. No había nada que hacer que ya no hubieran realizado. Las cinco brigadas FAPLA no se encontraban capacitadas para realizar una contra-ofensiva y las fuerzas cubanas no tenían intenciones de perseguirles por un territorio hostil geográficamente e infestado de tropas de la UNITA, que en operaciones guerrilleras podían causar mucho daño.

A partir de aquí, el viejo matrero intenta confundir al lector nuevamente cuando dice que “numerosas brigadas angolanas y cubanas se movieron a ritmo rápido hacia el oeste. Otra vez miente. Tal parece como si fueran las brigadas que estaban en Cuito Cuanavale. No es así.

Desde finales del mes de diciembre se encontraba avanzando, por el flanco sur occidental, una División de tropas elites de las fuerzas armadas cubanas, que nada tenía que ver con Cuito Cuanavale. Se dirigía a Ruacana.

Hidroeléctrica de Ruacana




Fidel Castro miente tanto que nos quiere hacer creer que las tropas se estaban reorganizando. Mentira, la División 50 no había tomado parte en las acciones combativas de Cuito Cuanavale.

Por otra parte, los pilotos de las FAPLA, que si bien habían combatido durante la operación “Saludando Octubre”, ahora no se encontraban por ninguna parte, ni los pilotos de helicópteros. Otra mentira más de Fidel Castro cuando nos viene con el cuento de la “falta de instrucción”.

En respuesta a las armas nucleares a las que se refiere Fidel Castro, me voy a remitir a un artículo publicado en mi blog en el año 2007.

http://manchiviri.blogspot.pt/2007/02/influencia-del-armamento-nuclear.html

Fidel Castro exagera cuando dice que la voladura de una presa equivaldría al equivalente de varias bombas nucleares. Y todavía hay gente, en este mundo (no se en otro) que le da crédito. No dice cual presa es. Tampoco es capaz de mencionar a la hidroeléctrica de Ruacana. Tal vez por temor a que le reste mérito al desempeño de las tropas cubanas o a que descubran que todo se trató de un “bluff”.

Cuando no le queda más remedio, o bien porque su cerebro no le permite más mentiras, nos dice que existe un nuevo “teatro de operaciones”. Reconoce que el nuevo teatro no es en Cuito Cuanavale.

Luego de esta sarta de mentiras, felicita a su hermanísimo por haberle dicho a Obama:

“Mr. President, I am Castro"



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domingo, 15 de diciembre de 2013

Por que fracasaran las reformas de Raúl Castro en Cuba


Carlos Alberto Montaner | Miami | 18 Oct 2012 - 6:05 pm.

  


¿Qué puede hacer, realmente, si de verdad quiere ponerle fin a la penosa improductividad de ese sistema?

Comencemos por una definición sencilla de "fracaso". Ya llegaremos a las reformas de Raúl.

Podemos calificar como fracaso a la obtención de unos resultados muy diferentes y notablemente inferiores a los objetivos originalmente procurados en cualquier acción que emprendemos.

De alguna manera, ésa es la historia de la revolución cubana: una creciente sucesión de fracasos magnificados por el desproporcionado tamaño de los objetivos que sus gestores se habían propuesto, pero invariablemente ocultados bajo una montaña de sofismas.

¿Cuáles eran los no siempre revelados objetivos de Fidel Castro y de su pequeño grupo de seguidores e íntimos cómplices el 1 de enero de 1959?

Entendámoslo: aunque eran comunistas, el propósito final de Fidel, Raúl y el Che no era transformar a Cuba en un satélite de Moscú. Ése sólo era el medio para lograr al menos tres grandes objetivos:

·         Convertir a Cuba en un país próspero, industrializado y desarrollado. Pensaban hacerlo de una manera fulminante, como anunció el Che en Punta del Este en 1961, cuando aseguró que en una década superarían a Estados Unidos.

·         Situar a la Isla en el centro de la lucha antinorteamericana y anticapitalista, ungiendo a Fidel Castro como el líder de esa batalla en el Tercer Mundo. Ese es el sentido mesiánico de la carta del Comandante a Celia Sánchez del verano del 58, en la que declara que su destino es luchar contra Estados Unidos.

·         Participar en el triunfo contra Washington y contra el capitalismo, dándole a Cuba y a su líder un relevante papel internacional. Esta visión se la explicará Fidel Castro al historiador venezolano Guillermo Morón quien lo visita en La Habana en 1979, tras el triunfo del sandinismo, el fortalecimiento de los No Alineados, ahora danzando bajo la batuta de la URSS, y los éxitos en África de las tropas cubanas en Angola y Etiopía. Fidel, pletórico de certezas, le asegura que en una década el Caribe sería el mare nostrum cubano y él podrá pasearse triunfalmente por Washington.

Punta del Este, 1961
 

Fracaso económico

Muy pronto, en la primera mitad de los años sesenta, Fidel Castro y su corte descubrieron que la revolución era incapaz de desarrollar al país. Por eso, entre otras razones, el Che se marcha a pelear a África. La frustración era excesiva.

El primer fracaso evidente fue el económico. Los sesenta fue la década del desbarajuste total, de la inflación y del desabastecimiento, culminada en el desastre de la Zafra de los 10 millones. Tras ese colapso de la etapa guevarista, fundada en los incentivos morales, sobrevino la sovietización administrativa de Cuba, periodo al que llamaron de la "institucionalización de la revolución".

¿Por qué fracasaron en el terreno económico? Hay diversas razones, pero estas cinco son fundamentales:

·         Porque los dirigentes eran una colección de revolucionarios ignorantes y voluntariosos sin la menor experiencia laboral o empresarial. No tenían la más remota idea de cómo se crea la riqueza o cómo se conserva.

·         Porque desbandaron y lanzaron al exilio a la laboriosa clase empresarial cubana, destruyeron el capital acumulado y desordenaron severamente el tejido empresarial forjado a lo largo de siglos de trabajo intenso.

·         Porque era una locura arrancar a Cuba del marco histórico, económico y geopolítico en donde se había forjado el país para uncirlo a un imperio remoto torpemente gobernado por una ideología disparatada.

·         Porque ese cambio de alianzas, en medio de la Guerra Fría, acompañado de un comportamiento político agresivo, significaba un peligroso y costoso enfrentamiento con Estados Unidos.

·         Porque, en suma, el colectivismo suele fracasar donde quiera que se impone, dado que es contrario a la naturaleza humana, como me admitió Aleksander Yakolev la tarde que, en Moscú, le pregunté por qué se había hundido su reforma al comunismo de la URSS durante la época de la perestroika.
 
Carta de Fidel Castro a Celia Sánchez en 1958
 
 
 
 
En todo caso, Fidel y su corte, a partir de cobrar conciencia del inocultable fracaso económico, eliminaron los objetivos del desarrollo y la industrialización, refugiándose en supuestos logros sociales: niños nacidos vivos, niveles de escolaridad, acceso a cuidados de salud y triunfos deportivos.

La batalla por desarrollar a Cuba se trasladaba a una discusión estadística bizantina donde el régimen de los Castro intentaba justificar la dictadura eligiendo arbitrariamente ciertas dudosas informaciones estadísticas (casi todas ellas desmentidas por los estudios de Carmelo Mesa Lago) donde comparaban los "logros de la revolución" con lo que sucede en Holanda o Bélgica.

Objetivamente, el país se estaba (y está) cayendo a pedazos por la terrible improductividad del sistema y la incapacidad casi asombrosa de sus gerentes, pero se les exige a todos, dentro y fuera de Cuba, que se juzgue a la revolución por el número de analfabetos o por informaciones sanitarias sesgadas, ignorando deliberadamente que, juzgada por esos mismos parámetros, la Cuba prerrevolucionaria hubiera sido catalogada como un país del primer mundo, como puede confirmar cualquiera que se asome al aséptico Atlas Económico publicado por Ginsburg antes del triunfo de la revolución.

Pero Fidel Castro, inasequible al desaliento revolucionario, dado que no tenía respuestas, cambió las preguntas: a partir de cierto momento, proclamará las virtudes de la frugalidad y el no-consumismo frente al grosero comportamiento de los países capitalistas. A partir de su fracaso, desapareció el desarrollista y compareció el anacoreta.
Historiador venezolano Guillermo Morón
 

El objetivo ya no era enriquecer a los cubanos para que vivieran confortablemente, sino disfrutar de las ventajas morales de la pobreza. A todas éstas, él, que disfrutaba de yates, cotos de caza, y medio centenar de viviendas suntuosas, desmentía con su estilo de vida lo que predica en todas las tribunas, como sucedía con los comandantes históricos Guillermo García o Ramiro Valdés.

No obstante, el cambio en los objetivos económicos no quiere decir, sin embargo, que cancela los otros objetivos políticos. Por el contrario, los reforzará. Cuba se convertirá en la filosa punta de lanza de la conquista planetaria, proclamando paladinamente su derecho irrestricto a practicar el internacionalismo revolucionario, dado que el deber de cada revolucionario, de acuerdo con la doctrina, es, precisamente, hacer la revolución donde quiera que se necesite.

Durante treinta años Cuba organiza, adiestra, protege y ayuda de diversas maneras a guerrilleros y terroristas de medio planeta, desde El Chacal hasta las FARC, o utiliza a sus propios soldados en prolongadísimas guerras africanas que comienzan en el Magreb, en los años sesenta, peleando contra Marruecos, y luego siguen en Angola y Etiopía en la siguiente década. Su última y más audaz hazaña, como contó Jesús Renzolí, el ex embajador provisional de Cuba en la URSS que deserta a partir de esos hechos, es colaborar con los golpistas que en la URSS intentan desalojar del poder a Gorbachov. En esa aventura serán aliados del general Nikolai Sergeyevich Leonov, segundo hombre del KGB y viejo amigo de los Castro y del Che Guevara desde los años cincuenta, cuando comenzaron la fascinación y el vínculo castrista con Moscú.

Fracaso político e ideológico

La llegada de la perestoika, el derribo del Muro de Berlín y la desaparición de la URSS, del bloque socialista y del marxismo-leninismo como referencia ideológica razonable, hicieron fracasar los objetivos políticos e históricos de la revolución cubana.
Alexander Yakolev
 

Pero, de la misma manera que en los sesenta, Fidel Castro y su camarilla cambiaron los objetivos económicos, a partir de los noventa, a regañadientes, cambiaron los objetivos políticos e ideológicos para justificar la estancia en el poder del mismo núcleo gobernante.

Modifican la Constitución de 1976, reclaman el nacionalismo como fuente primigenia de inspiración revolucionaria, buscan su filiación en los mambises y declaran que el objetivo es salvar a la nación cubana de un zarpazo imperial norteamericano. De paso, anacrónica y abusivamente desempolvan a José Martí, un liberal decimonónico que amaba la libertad, y le asignan la responsabilidad ideológica final de una revolución totalitaria.

Como han desaparecido la URSS y el marxismo leninismo, ya no es posible insistir en la conquista del planeta para implantar la justicia revolucionaria. Ahora la coartada de la revolución será otra: presentarse como víctimas del embargo y del acoso estadounidense, y salvar a la nación cubana de la voracidad imperial de Washington. Según el nuevo discurso revolucionario, solo la unidad tras el líder y el Partido son capaces de preservar a Cuba como una entidad soberana.

Nadie se pregunta por qué veinte naciones latinoamericanas pueden ejercer su soberanía, e incluso ejercer diversas formas de anti-yanquismo, sin necesidad de recurrir a la dictadura unipartidista como forma de organización.

Por otra parte, inventan una nueva variante económica del comunismo: el Capitalismo Mixto de Estado. El Gobierno se asocia a empresarios extranjeros para explotar la mano de obra cubana en empresas público-privadas.

Simultáneamente, y dentro del mismo espíritu de Estado-Patrón, pero más cerca del esquema de los negreros de la época esclavista, el Gobierno cubano arrienda grandes cantidades de trabajadores a los países extranjeros que pueden pagarlos. La mayor parte son profesionales de la sanidad, pero hay también entrenadores deportivos y toda clase de especialistas.
Carmelo Mesa Lago
 

Es el Periodo Especial y todo vale para sostener a la dinastía familiar de los Castro. Incluso, tratan tibiamente de alejarse del colectivismo y convierten las Granjas del Pueblo, verdaderas comunas asombrosamente improductivas, en cooperativas agrícolas. Esto ocurre en 1993 y, naturalmente, fracasa, entre otras razones, como señala el economista Oscar Espinosa Chepe, porque continúan planificando y dirigiendo burocráticamente la producción y el consumo.

Y en eso llegó Hugo Chávez

Esa cháchara neo-estalinista perdura hasta la aparición de Hugo Chávez en el panorama. El venezolano llega a Cuba con los bolsillos repletos de petrodólares y el encefalograma ideológico totalmente plano, aunque todavía fértil.

Fidel, rápidamente, lo esquilma y lo fecunda. Primero, lo libera de las prédicas islamo-fascistas de Norberto Ceresole, un argentino peronista que había convencido al pintoresco bolivariano de las virtudes del modelo libio y de la verdad profunda del Libro Verde atribuido a Gadafi, suma y compendio de la Tercera Teoría Universal, versión renovada y pasada por el desierto de la "tercera posición" propuesta por Juan Domingo Perón varias décadas antes.

En segundo lugar, dota al Socialismo del Siglo XXI proclamado por Chávez de una visión y de una misión. La visión es muy clara: el eje La Habana-Caracas será el representante de los pueblos oprimidos del planeta. De donde se deduce la misión: sustituir a los traidores soviéticos y luchar contra el imperialismo y el capitalismo hasta la victoria final.

Los dos personajes, parecidos en la excentricidad y el disparate, coinciden y comienzan a estudiar la unión de ambos países. Como se sienten tan bien uno con el otro, deducen que Cuba y Venezuela pueden integrarse en una misma entidad. Al fin y al cabo, ¿no son ellos la encarnación de sus respectivos países? Carlos Lage y Felipe Pérez Roque, entonces delfines de Fidel, lo anuncian a media lengua fines del año 2005.
Guillermo García y Ramiro Valdés
 

Estos sueños, en los que no falta una dosis de puerilidad y voluntarismo, se hunden en el verano del 2006. Fidel se enferma gravemente y debe traspasarle la autoridad a su hermano Raúl.

Raúl hereda el poder y una economía en ruinas. Es más pragmático que su hermano y quiere acelerar los cambios para aumentar la productividad. Probablemente, no comparte la visión mesiánica de Fidel y de Chávez, ni a estas alturas cree en la misión de salvar al planeta de la voracidad del imperialismo, pero esos son los bueyes discursivos con que le ha tocado arar y no se aparta del grandioso guión que su megalomaníaco hermano le ha dejado escrito.

Se propone, eso sí, rescatar la catastrófica economía que heredó de Fidel. ¿Cómo? Con medidas que parecen sacadas de un plan que, en su momento, lo deslumbró, y luego, públicamente, rechazó: la Perestroika de Gorbachov.

La Prestroika se fundaba en la renovación de los cuadros del partido con el propósito de atraer a los más jóvenes e idealistas, descentralizar la autoridad y los mecanismos de toma de decisiones, aumentar el perímetro de las actividades económicas privadas, mejorar la gerencia del país con técnicas del mundo capitalista y combatir la corrupción y los privilegios de la nomenklatura.

En los ochenta, cuando Raúl leyó el libro de Gorbachov titulado Perestroika, quedó convencido de que, a la escala diminuta de la Isla, los males que afectaban a la URSS eran los mismos que aquejaban a Cuba, de manera que los remedios debían ser los mismos. Hizo traducir el libro del ruso al español, tarea que le encargó a su entonces secretario en las fuerzas armadas, el mencionado oficial Jesús Renzolí, y se lo regaló a los oficiales de las Fuerzas Armadas.

Cuando Fidel se enteró, montó en cólera, le exigió recoger la edición y lo regañó severamente, como cuenta su también exsecretario Alcibíades Hidalgo, un periodista especialmente sagaz hoy exiliado en Estados Unidos que llegó a ser representante de Cuba en Naciones Unidas y miembro del Comité Central.
Nikita, Nikolai Leonov y Fidel Castro
 

En todo caso, llamándole de otra manera, lineamientos, o sin siquiera mencionar a sus pretendidas reformas, Raúl, cuando le tocó gobernar, puso en marcha unos cambios que, supuestamente, le devolverían el pulso a la moribunda economía cubana sin abandonar el unipartidismo, la planificación económica y el rol de la clase dirigente.

Todo eso está condenado al fracaso. ¿Por qué? Al margen de la necesidad de libertad que tienen todos los seres humanos para alcanzar algún grado de felicidad, fracasará al menos por siete razones, algunas de las cuales he apuntado en otros papeles:

·         Sin una moneda fuerte que mantenga su valor y poder adquisitivo para realizar las transacciones comerciales, es casi inútil intentar superar la situación en la que se encuentra el país. Cuba tiene al menos dos monedas. Una mala, con la que se les paga a los trabajadores, y otra buena, en la que se les vende todo lo que vale la pena adquirir. Esa práctica es lo más parecido a una estafa continuada de cuantas puede practicar un Estado.

·         Sin propiedad ni empresa privada no hay desarrollo. En Cuba la reforma de Raúl no consiste en devolverle a la Sociedad Civil la posibilidad de crear empresas que generen beneficios y crezcan, base del desarrollo capitalista en Suiza o en China, sino autorizan el surgimiento de unos pequeños timbiriches o chiringuitos, como les llaman en España a estas micro-entidades, bajo la estricta vigilancia de funcionarios implacables, sin otro objeto que el de absorber la mano de obra improductiva que existe en el sector público y, de paso, cobrarles altos impuestos.

·         Sin un sistema de precios regidos por la oferta y la demanda es imposible asignar eficazmente los recursos disponibles. La planificación centralizada a cargo de los técnicos del Estado es un desastroso camelo. Esto no es un caprichoso dogma ideológico sino una observación confirmada en el mundo real.Nadie tiene toda la información para poder dirigir una economía compleja. Los precios son el lenguaje en que la sociedad expresa sus necesidades y preferencias. No hay modo de sustituir eficientemente ese mecanismo.

·         Sin competencia no hay manera de aumentar y mejorar la producción y la productividad. El ejemplo se ha utilizado mil veces: la razón por la que los ingenieros alemanes en Occidente fabricaban Mercedes Benz, mientras los de Oriente debían conformarse con los Trabant, era la existencia en Occidente de la competencia.
Trabant
 

·         Pero competencia significa libertad económica para investigar, invertir, innovar, asociarse. Nada de eso es posible en la encorsetada economía cubana. Sin libertad económica y reglas claras que faciliten la creación de empresas, obstaculicen la corrupción y premien el ahorro y la inversión local y extranjera, jamás se generará de forma sistemática de riqueza.

·         Sin un ordenamiento jurídico, un poder judicial eficaz, equitativo e independiente que resuelva los conflictos, castigue a los culpables, proteja los derechos de las personas y dé seguridades, no se sostiene una sociedad próspera. Las economías exitosas son las de sociedades que se guían por reglas administradas por personas independientes, no por ideólogos o por partidos. La independencia del Poder Judicial no es un capricho. Es una necesidad de cualquier sociedad basada en reglas justas y equitativas.

·         Sin transparencia ni rendición de cuenta de los actos de Gobierno, sin funcionarios colocados bajo la autoridad de la ley, guiados por la merito-cracia y legitimados en elecciones periódicas entre opciones diferentes, tampoco se alcanzan cotas decentes de desarrollo. Una de las razones que explican el fracaso del comunismo cubano —al margen del carácter erróneo del marxismo como planteamiento teórico, lo que lo invalida de raíz—, es que durante más de medio siglo quienes cometían los errores y los horrores eran los mismos que juzgaban los hechos.

¿Qué puede hacer, realmente, Raúl Castro, si de verdad quiere ponerle fin a la penosa improductividad de ese sistema? Tal vez, reconocer algo que apuntó hace muchos años el dirigente comunista yugoslavo-montenegrino, y luego disidente anti-estalinista, Milovan Djilas: ese tipo de régimen no es salvable. Hay que echarlo abajo y sustituirlo por un modelo que funcione, y el más acreditado es la democracia liberal acompañada de la economía de mercado que va poco a poco implantándose en el planeta desde fines del siglo XVIII y hoy rige en las treinta naciones más desarrolladas del mundo.


Oscar Espinosa Chepe

La ilusión de crear un sistema fundamentalmente estatista y monopartidista que sea, al mismo tiempo, productivo, es una quimera. China, aunque todavía es una dictadura unipartidista, ya ha dejado de ser comunista y lo probable es que, eventualmente, deje de ser unipartidista, como previamente sucedió en Taiwán.

Llega un punto en que las personas, incluso en sociedades con escasa tradición democrática, reclaman libertades. En Cuba hace mucho tiempo que esa hora ya ha llegado.

Finalmente, sería impropio terminar estas líneas sin una referencia a la tímida reforma migratoria anunciada esta semana por el régimen de Raúl Castro.

Sin duda, es algo positivo, porque abarata las gestiones y elimina ciertos trámites absurdos a los que se veían obligados los cubanos que querían salir del país. Pero la actitud del Gobierno permanece intacta: el Estado sigue siendo el dueño de los ciudadanos y a él le corresponde decidir quién puede salir y quien debe quedarse.

De ahora en adelante, el filtro no será un permiso de salida, sino la posesión de un pasaporte adecuado para viajar, de manera que los demócratas de la oposición, los médicos, los catedráticos y quienes arbitrariamente decida el Gobierno, no podrán trasladarse fuera del país aunque posean catorce visas, como en el pasado le ha sucedido a Yoani Sánchez.

En Cuba, simplemente, no se reconoce la libertad de movimiento, uno de los Derechos Humanos consagrados por Naciones Unidas.

En Cuba el movimiento es un privilegio otorgado por el Estado en función de criterios políticos. Eso llega al extremo de que ni siquiera los cubanos pueden elegir dentro de Cuba el lugar donde desean vivir.
Norberto Ceresole
 

Para la dictadura, sin embargo, esa actitud tendrá un costo. Todas las personas privadas del privilegio de poder viajar al extranjero se sentirán víctimas de un agravio comparativo y tendrán más razones para detestar a quienes les causan ese daño.

En suma, la mínima reforma migratoria emprendida por el régimen tiene un costo para el raulismo. Unos lo verán como algo que les pertenecía y el Gobierno les negaba cruelmente. Otros pensarán que la dictadura los penaliza por ser estudiosos y valiosos.

Vuelvo a la conclusión de Milovan Djilas: esos regímenes no son modificables. Hay que sustituirlos. Pacíficamente, pero hay que sustituirlos.

 
Texto de la conferencia pronunciada en el Instituto de Estudios Cubanos y Cubano-Americanos, Universidad de Miami, Coral Gables, el 17 de octubre de 2012.


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sábado, 14 de diciembre de 2013

Havana Holiday, 1959



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