domingo, 25 de julio de 2010

El Poder y Fidel Castro


Dentro del sistema totalitario algunos se lamentan que el engranaje estructurado por los hermanos Castro Ruz, provoque una disfunción, entorpecedora del funcionamiento de la vida del pueblo cubano.

Algunos analistas apuntan que es, como si estuviéramos ante un guión teatral imperfecto y una lamentable puesta en escena.

Ha sido, y muchos así ya lo presumen, una elección malvada. Ya nadie duda de que hayamos sido un país sujeto a una tiranía despiadada. No somos la nación que queríamos, la democrática, la de justicia, la de libertad, sino la que tras la traición, nos impusieron. El acoso metódico de la población, agravado por distorsiones comunes al sistema estalinista dio lugar a una dictadura desconocida en el hemisferio occidental.

Razón tenía mi progenitor, cuando al final de sus días (refiriéndose a Fidel Castro) profirió unas palabras que me llegaron a lo más profundo. “Que lástima, nos equivocamos. Un muchacho con una ideas tan brillantes…” ¡Todavía creía! El mismo había dudado acerca de las bondades del sistema soviético, en los convulsos años 60, luego de una visita a la URSS,.

El ansia liberadora de los pueblos, en manos de los barbudos de la Sierra Maestra, de pronto se transfiguró en culto a la personalidad, burocratismo e inercia.

El neofeudalismo, como referente de la enajenación humana, ha tenido dos renacimientos. El primero, de la mano de Fidel Castro al traicionar la revolución de los cubanos contra la dictadura de Fulgencio Batista e imponerle al pueblo cubano una dictadura, mal llamada del proletariado. El segundo, después del desmerengamiento (como le gusta decir a Fidel Castro) de la URSS. No me estoy refiriendo a la asombrosa resistencia del régimen de los hermanos Castro Ruz, sino a la desmañada “revolución bolivariana” de la mano del proyecto de dictador totalitario llamado Hugo Chávez Frías.

La historia, al fin y al cabo les pasará la cuenta. A los hermanos Castro Ruz y su sistema copiado ya se le han acabado las mentiras con las que, durante décadas, han engañado al pueblo. La dependencia histórica les persigue, pero se niegan a ser satélites de Chávez aunque no les quede otro remedio.

Sería un soberano disparate pretender que a partir de unos ancianos terroristas se pudiera gestar otra resurrección totalitaria. ¿Otra más? ¿Una V Internacional?

Efectivamente, pueden intentar que renazca el instrumento avasallador de los pueblos. Lo que sería totalmente imprudente sería utilizar la traicionada idea de Ulianov que, entre otras cosas decía: “Sería ridículo presentar lo ocurrido en Rusia, como una especie de ideal para todos los países”.

Vladimir Ilich sabía que para alcanzar el poder era imprescindible minar las bases del sistema feudal zarista y que para ello le era imprescindible utilizar el embrión burgués. Lo que no sabía era que tras su muerte, se impondría un personaje, por demás asiático, que no tenía idea alguna del significado de la palabra democracia. Yosef Dugashvili dirigió a la Unión Soviética, mucho peor que lo que lo hubiera hecho el Zar Nicolás, partiendo de que nunca existió tal unión.

Vladimir Ilich estuvo equivocado desde el principio. En Rusia no existía capitalismo, ni sistema de mercado. Imperaba una monarquía feudal, con algunos atisbos burgueses. Lenin se robó la revolución burguesa rusa y la convirtió en una dictadura neofeudal.

Luego se fueron hinchando como pavos y fueron, son y serán el hazmerreír del mundo entero. Sus fanfarronadas hacen miserables a los pueblos que oprimen.


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