La
cadena hotelera estadounidense Marriott nunca debió haber abierto
sus operaciones al servicio una dictadura totalitaria. Es lógico,
que el Gobierno de Estados Unidos le invalide la licencia.
Es
una medida más del cerco económico contra la dictadura totalitaria,
que se suma a los cientos de acciones dictadas por el Ejecutivo de
Washington durante la administración de Donald Trump.
Por
solo citar algunos ejemplos, en junio de 2019 la OFAC y el Buró de
Industria y Seguridad (BIS) anunciaron medidas que incluyeron la
denegación de licencias para viajes en cruceros, embarcaciones
recreativas y aeronaves privadas.
La
OFAC ese año, entre otras, impuso sanciones a las compañías
estadounidenses Expedia Group Inc., Hotelbeds USA Inc. y Cubasphere
Inc.
La
prohibición de negocios, al amparo del Título III de la Ley Helms-Burton, de compañías hoteleras extranjeras que tienen negocios
con la dictadura, ha sido una constante en la política los administradores de la Casa
Blanca.
En
octubre de 2019, el Departamento de Transporte anunció la suspensión
de todos los vuelos de aerolíneas norteamericanas que mantuvieran
negocios con la dictadura totalitaria, con excepción de los
dirigidos al aeropuerto internacional José Martí de La Habana, y a
partir de agosto de 2020 prohibió los vuelos chárter privados.
Es
una política de Estado, que forma parte de una manera de ver el
mundo desde una perspectiva de la realidad, donde se privilegia la
democracia y los derechos humanos sobre una dictadura feroz.
El
comunismo no es un enemigo imaginario. El comunismo es el enemigo
mortale de nuestra concepción del mundo democrático y del comercio
en libertad, de la independencia y soberanía.
El
comunismo es el «poder duro», el más rancio adversario que estamos
sufriendo desde el mes de octubre de 1917.
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