domingo, 6 de septiembre de 2020

Derrocar la dictadura, de los hermanos Castro, es una política de gobierno de los Estados Unidos




La cadena hotelera estadounidense Marriott nunca debió haber abierto sus operaciones al servicio una dictadura totalitaria. Es lógico, que el Gobierno de Estados Unidos le invalide la licencia.

Es una medida más del cerco económico contra la dictadura totalitaria, que se suma a los cientos de acciones dictadas por el Ejecutivo de Washington durante la administración de Donald Trump.

Por solo citar algunos ejemplos, en junio de 2019 la OFAC y el Buró de Industria y Seguridad (BIS) anunciaron medidas que incluyeron la denegación de licencias para viajes en cruceros, embarcaciones recreativas y aeronaves privadas.

La OFAC ese año, entre otras, impuso sanciones a las compañías estadounidenses Expedia Group Inc., Hotelbeds USA Inc. y Cubasphere Inc.
La prohibición de negocios, al amparo del Título III de la Ley Helms-Burton, de compañías hoteleras extranjeras que tienen negocios con la dictadura, ha sido una constante en la política los administradores de la Casa Blanca.

En octubre de 2019, el Departamento de Transporte anunció la suspensión de todos los vuelos de aerolíneas norteamericanas que mantuvieran negocios con la dictadura totalitaria, con excepción de los dirigidos al aeropuerto internacional José Martí de La Habana, y a partir de agosto de 2020 prohibió los vuelos chárter privados.

Es una política de Estado, que forma parte de una manera de ver el mundo desde una perspectiva de la realidad, donde se privilegia la democracia y los derechos humanos sobre una dictadura feroz.

El comunismo no es un enemigo imaginario. El comunismo es el enemigo mortale de nuestra concepción del mundo democrático y del comercio en libertad, de la independencia y soberanía.

El comunismo es el «poder duro», el más rancio adversario que estamos sufriendo desde el mes de octubre de 1917.


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