jueves, 5 de marzo de 2015

Un mal rato para un periodista oficial

Un mal rato para un periodista oficial


Tan mal están que ya no distinguen entre periodistas totalitarios y periodistas independientes.


Los vecinos y el opositor Indomar Gómez sacaron fotos de la detención del periodista del diario oficialista 'Adelante' en Camagüey
"¡Esto es un abuso!", grita Leandro Pérez, fotógrafo del periódico Adelante –órgano oficial del Partido Comunista en la provincia Camagüey–, cuando los policías lo agarran por los brazos, le quitan la cámara, lo empujan, ignoran sus explicaciones y credenciales y finalmente lo esposan, el pasado martes 24 de febrero durante una protesta opositora.
Esa mañana, la policía había arrestado violentamente a un vendedor ilegal en una cola, lo que provocó la protesta de sus colegas y algunos opositores vinculados a ellos. Luego, vino más policía, sprays, gritos contra el Gobierno, autos patrulleros y esposas, movilización de los funcionarios de instituciones cercanas para gritar "¡Fidel, Fidel!", más empujones...
Hasta ahí, lo normal en Cuba. Pero Leandro Pérez, cuyo lugar de trabajo queda a 100 metros, se entera y se acerca. Toma fotos de lo que ocurre, hasta que los policías y los funcionarios llamados para participar en el improvisado acto de repudio, lo ven y lo detienen. Muestra las credenciales, grita, se explican él y su acompañante, pero no les creen o no les importa, y termina esposado. Un mal rato que, por suerte para él, no duró mucho.
Al menos otras cuatro personas, entre vendedores ilegales y miembros de la Alianza Democrática Oriental, fueron detenidas durante unas horas.
La detención del fotógrafo ha trascendido gracias a los vecinos que se atrevieron a filmar con sus teléfonos fragmentos de esta escena, y a Indomar Gómez y sus amigos opositores –uno de los cuáles fue detenido ese día– cuya labor ha sido atacada varias veces por el propio periódico Adelante.
Según una fuente cercana al medio, al otro día, la oficial de la Seguridad del Estado que "atiende" al periódico llegó al lugar, acompañada de otro oficial, para hacer control de daños. Bien claro le dejaron a Leandro que si volvía a pasar algo parecido (no que fuera arrestado por fotografiar otros arrestos, sino por estar en un lugar a donde solo se puede ir para gritar y golpear a gente que protesta), pues iba a perder el trabajo.
Pero esto no es lo más vergonzoso: sabemos qué esperar de policías políticos. Lo verdaderamente duro es que ninguno, absolutamente ninguno de las decenas de colegas periodistas y fotógrafos, se atrevió a publicar en sus medios o sus redes sociales una sola palabra en solidaridad con él o en protesta por el atropello. La filial provincial de la Unión de Periodistas de Cuba (UPEC) guardó silencio. El funcionario del Partido a cargo de la prensa guardó silencio. El periódico Adelante, en la edición siguiente a los hechos, guardó silencio. La esposa del fotógrafo detenido, la periodista Daicar Saladrigas, directora interina del propio Adelante, guardó silencio. Leandro Pérez, la víctima del humillante atropello, guardó silencio. Muy duro.
Tanto silencio guardado envía un mensaje muy claro a los funcionarios del Partido y a los oficiales de la Seguridad del Estado que manipulan la prensa estatal mientras reprimen al resto de la población: pueden seguir haciéndolo.





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