lunes, 27 de agosto de 2012

Comienza la Cuarentena (la crisis de octubre)

             Octubre de 1962









                Comienza la Cuarentena
 
 


Raúl Curbelo Morales, Jefe de la Fuerza Aérea del régimen de Fidel Castro durante la Crisis de Octubre
Página del libro de vuelo del piloto Bobrov


Dmitry Bobrov 


Dmitry Bobrov  Durante los eventos descritos ostentaba el grado militar de Mayor, Sustituto del Jefe del regimiento Aéreo para los reconocimientos.

 
Dmitry Bobrov: A finales del mes de octubre de 1962, el Segundo escuadrón de mi Regimiento se trasladó desde la Base Aérea de Santa Clara para la Base Aérea de San Antonio, cerca de La Habana. Recibimos la orden de traslado en composición de escuadrilla (cuatro aviones) armados con cohetes aire-aire.
Durante el vuelo de traslado, el Teniente Coronel Perovsky pudo ver visualmente (se puede ver por radar), a una distancia aproximada de 1 a 1,5 kilómetros, dos aviones de la Fuerza Aérea de los Estados Unidos, del tipo F-101 Voodoo, los cuales aparentemente realizaban una tarea de reconocimiento sobre Cuba. Perovsky informó al Puesto de Mando y solicitó permiso para atacarlos, pero el PM fue categórico “PROHIBIDO”. Fue el primer encuentro con los pilotos americanos en el aire.


Desde que mudamos de posición, los vuelos de reconocimiento de la USAF sobre la Base Aérea de San Antonio de los Baños se hizo regular. Tuve que escuchar reproches de los militares cubanos, en la guardia combativa, sobre el por qué razón no despegaban nuestros modernos MIG-21F13 en el momento que se realizaban los vuelos de reconocimiento norteamericanos. El asunto consistía en que realizábamos la guardia de conjunto y los pilotos cubanos se encontraban volando aviones MIG-17 y MIG-19. Nuestra respuesta era que no habíamos recibido tal orden.


A las 17:00 hrs., del jueves 25 de octubre de 1962 se realizaron algunos planteamientos interesantes (por su valor histórico)  en el Comité Ejecutivo del Consejo de Seguridad Nacional de los Estados Unidos:
Dean Rusk, informó que Kruchev había accedido a las conversaciones en New York bajo el auspicio de la ONU.
Robert McNamara, planteó que se debían decidir las medidas a tomar para abordar los barcos que llegarían al día siguiente a la línea de inspección: el buque tanque soviético Grozni y un barco de pasajeros de la Alemania Oriental. Recomendó que no se detuviera este último, pues si se niega a detenerse habrá que dispararle al timón o embestirlo, y eso podría ser muy peligroso para los 1 500 pasajeros.

Rusk: Sugirió que se podrían comprar comprar los barcos que se dirigían a Cuba, pagando al capitán o al dueño lo que pidan por desertar con las naves.
 
 

John F Kennedy: Expresó que se debía actuar con rapidez, porque el trabajo en los emplazamientos de cohetes continuaba y pronto tendrían que respaldar con hechos la firmeza que habían mostrado hasta el momento.

Más tarde los norteamericanos respondieron a U Thant que si Kruchev mantenía sus barcos fuera del área de la cuarentena, ellos evitarían la confrontación.

Al final del día el regimiento de Candelaria-San Cristóbal y el segundo grupo de combate del regimiento de Santa Cruz de los Pinos-San Cristóbal se encontraban listos para el combate. Además, esa noche comenzó el traslado, desde el puerto de La Isabela hacia la región oriental, de las cabezas de combate nucleares que faltaban para los cohetes alados tácticos FKR.

Los norteamericanos comenzaban a barajar la posibilidad de intercambiar los cohetes “Júpiter” de Turquía, por los cohetes rusos instalados en Cuba.

Esa noche se conocieron los resultados de la interpretación de las últimas fotografías aéreas:

Los bombarderos tácticos IL-28 estaban siendo desembalados y montados.

Se ordenó aumentar la cantidad de vuelos a baja altura sobre Cuba, de dos al día, para uno cada dos horas.

El día 26 de octubre de 1962 fue detenido y abordado el primer barco durante la cuarentena. Se trataba del “Marucla”, de propiedad panameña y matrícula libanesa, fletado por la URSS y viajaba hacia Cuba desde el puerto de Riga. No suponía un ataque directo contra los soviéticos debido a no ser de su propiedad. No se encontró arma alguna y le fue permitido continuar.

A continuación pasó la línea de intercepción el barco de pasajeros de la Alemania oriental.

Durante toda la cuerentena, el único barco inspeccionado fue el “Marucla”.

Este mismo día Kruchev le comunica a U Thant, que aceptaba que los barcos soviéticos se mantuvieran fuera del área de intercepción y le advertía que esa situación no podría prolongarse.

Teniendo en cuenta el incremento de los vuelos rasantes por parte de los Estados Unidos, Fidel Castro decidió impedirlos y ordenó que a partir del amanecer del día 27 de octubre de 1962 se abriera fuego contra todo avión que sobrevolara el espacio aéreo de la isla y solicitó una reunión con el General de Ejército Pliev, con el propósito de informarle la decisión adoptada.

A las diez de la mañana del día 26 de octubre de 1962 se efectuó en Washington la reunión del Comité Ejecutivo del Consejo Nacional de Seguridad, donde se realizaron, entre otros, los planteamientos siguientes:

Rusk: El objetivo de las negociaciones que comenzaban a través de U Thant eran lograr el compromiso de que no se construirían nuevos emplazamientos en Cuba, no hubiera nuevos embarques militares adicionales, se desactivaran las armas existentes en Cuba y que la ONU inspeccionara en el terreno mediante un cuerpo de 350 inspectores técnicamente capaces. Además, los buques de guerra norteamericanos se mantendrían cerca de todos los puertos cubanos para garantizar que no hubiera desembarcos desconocidos por los inspectores. En relación con la zona libre de armas nucleares dijo que Puerto Rico y la Zona del Canal serían excluidos.

Rusk: Comentó que estamos comprometidos a no invadir a Cuba, ya que hemos firmado la Carta de la ONU.

Adlai Stevenson, dijo que los rusos pedirían una nueva garantía para la integridad territorial de Cuba y el desmantelamiento de los cohetes estadounidenses en Turquía.

Mientras tanto, Alexandr Feklisov había invitado a almorzar a John Scally en el restaurante "Occidental".

Cuenta Feklisov que nadie lo había autorizado a plantear, a Scally, la posible ocupación de Berlín Occidental como respuesta a la invasión a Cuba.

Aquella misma tarde Scally telefoneó a la embajada rusa y le pidió Feklisov, que se encontraran de inmediato. Cuando estuvieron frente a frente Scally le informó que cumpliendo un encargo de la "más alta autoridad", él proponía las siguientes condiciones para llegar a un arreglo en la Crisis:

1. La URSS desmontará y retirará de Cuba las rampas coheteriles bajo la supervisión de la ONU.

2. Los Estados Unidos levantarán la cuarentena.

3. Los Estados Unidos harán públicamente el compromiso de no invadir a Cuba.

Entonces le pedí, dice Flekisov, que precisara el significado de la "más alta autoridad", y él dijo, recalcando cada palabra: "John Fitzgerald Kennedy, el presidente de Estados Unidos".

Las fotos obtenidas en los vuelos a baja altura del día anterior mostraban el rápido desarrollo de los emplazamientos de cohetes de alcance medio en Cuba y, además, confirmaron la presencia de cohetes tácticos "Luna", los que podían ser equipados con cargas convencionales o nucleares; por esta causa la Junta de Jefes de Estados Mayores (JJEM) autorizó al almirante Dennison a equipar las fuerzas de invasión con sistemas portadores con capacidad nuclear, específicamente, obuses de ocho pulgadas y cohetes "Honest John", comparables a los "Luna", pero prohibió la introducción de armas nucleares en Cuba sin una aprobación ulterior.

Esto solo podría hacerse si las tropas soviéticas disparaban armas nucleares tácticas para defender la Isla y si, conforme a las leyes norteamericanas, el Presidente autorizaba a responder con tales armas.

En los círculos oficiales de los Estados Unidos se consideraba que sus tropas no necesitaban armas nucleares para vencer en Cuba, dada la superioridad en armas convencionales y efectivos; por lo que teniendo en cuenta la suposición del pequeño número de tropas soviéticas en la Isla, los planificadores militares pensaban que no tendría sentido que los defensores emplearan ese tipo de armas, arriesgando así una escalada de las acciones. Se creía que, aunque esta era una "posibilidad" que se podía aceptar, no era "probable". Nadie sospechaba siquiera que el arsenal nuclear táctico en Cuba alcanzaba las 98 armas de esta clase.  De lo que sí estaban seguros era que esas armas no estaban en las manos de Fidel Castro.

Esa tarde se recibió una carta de Kruchev para el Kennedy. Era larga y emotiva, y resultaba evidente que había sido escrita personalmente por él. El aspecto emotivo se refería fundamentalmente a los muertos y la destrucción que acarrearía una guerra nuclear. Repetía una y otra vez que eso tenía que evitarse; ya cerca del final planteaba: "Si se dieran aseveraciones del presidente y del gobierno de los Estados Unidos, de que ese país no participará en la invasión a Cuba e impedirá a otros que realicen actos similares y si ustedes retiran su flota, esto cambiaría de inmediato (...) Entonces cesaría también la cuestión sobre el armamento, ya que si no hay amenaza el armamento es una carga para cualquier pueblo".

No obstante la carta de Kruchev, la Casa Blanca declaró que continuaba la instalación de cohetes en Cuba y que no había pruebas que indicaran la intención de desmantelar esas bases o interrumpir el trabajo en las mismas. Por el contrario, se siguen construyendo y procuran disimulra sus esfuerzos a toda costa.

Fidel Castro y Pliev se reúnen en la tarde-noche de ese día en la Jefatura de la Agrupación de Tropas Soviéticas, prueba más que evidente de la subordinación del primero al segundo.

Fidel Castro argumentó la decisión de derribar los aviones norteamericanos en vuelo rasante a partir del amanecer y logró persuadir al Jefe Soviético de la necesidad de incorporar los radares de los grupos coheteriles anti-aéreos a la guardia combativa. Insistió en que no mantuviera los cohetes concentrados en un solo lugar.

En la reunión, todos los jefes de las unidades soviéticas declararon que se encontraban listos para el combate.

Ambos mandos consideraron que era inminente el comienzo de las hostilidades y debían estar preparados para un ataque aéreo masivo entre los días 27 y 29 de octubre.

El mando soviético envió un informe a Moscú sobre la situación existente y la decisión de los cubanos de disparar contra los aviones en vuelo rasante, y solicitó instrucciones sobre la forma de actuar en las condiciones creadas, pero el Ministerio de Defensa no respondió.

Esa noche, en Washington, se reunieron en secreto el embajador de la URSS, Dobrinin y Robert Kennedy. Durante la conversación el diplomático soviético expresó que en Turquía había una base coheteril norteamericana y no se planteaban situaciones extremas con ella. El Fiscal General respondió que si la URSS estaba interesada en la salida de los cohetes de Turquía lo consultaría de inmediato con su hermano. Salió del salón donde se encontraban, regresó poco después y dijo que se podía examinar la cuestión de los cohetes de Turquía. El contenido de la entrevista fue informado de inmediato al Kremlin.

A las 9:30 p.m. la Jefatura de la ATS autorizó que se comenzara a trabajar con todos los equipos de comunicaciones por radio y que los radares y demás medios de los complejos coheteriles antiaéreos irradiaran al espacio; los grupos fueron puestos en régimen de preparación de seis minutos. A los jefes de unidades de la defensa antiaérea se les autorizó a abrir fuego contra los aviones que atacaran las posiciones y objetivos de las tropas.

En el transcurso de esa noche y por decisión del General de Ejército Pliev, las cabezas de combate nucleares fueron llevadas desde el almacén central de la Agrupación hacia las regiones de los asentamientos de campaña de los regimientos.

A los regimientos coheteriles les fueron puntualizadas las misiones de combate y les entregaron las tareas de vuelo que habían sido debidamente preparadas para los cohetes; estas tareas eran capaces de garantizar que las cabezas nucleares lanzadas con cada uno de ellos describieran las trayectorias previstas desde las rampas de lanzamiento hasta los blancos seleccionados en el territorio de los Estados Unidos. No obstante, ni uno solo de los cohetes R-12 fue abastecido con combustible y oxidante, no se efectuó el acoplamiento de las cabezas de combate ni se introdujeron las tareas de vuelo.


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