John F Kennedy: Expresó que
se debía actuar con rapidez, porque el trabajo en los emplazamientos de cohetes
continuaba y pronto tendrían que respaldar con hechos la firmeza que habían
mostrado hasta el momento.
Más tarde los norteamericanos respondieron a U Thant que si Kruchev mantenía
sus barcos fuera del área de la cuarentena, ellos evitarían la confrontación.
Al final del día el regimiento de Candelaria-San Cristóbal y el segundo
grupo de combate del regimiento de Santa Cruz de los Pinos-San Cristóbal se
encontraban listos para el combate. Además, esa noche comenzó el traslado,
desde el puerto de La Isabela hacia la región oriental, de las cabezas de
combate nucleares que faltaban para los cohetes alados tácticos FKR.
Los norteamericanos comenzaban a barajar la posibilidad de intercambiar los
cohetes “Júpiter” de Turquía, por los cohetes rusos instalados en Cuba.
Esa noche se conocieron los resultados de la interpretación de las últimas
fotografías aéreas:
Los bombarderos tácticos IL-28 estaban siendo desembalados y montados.
Se ordenó aumentar la cantidad de vuelos a baja altura sobre Cuba, de dos
al día, para uno cada dos horas.
El día 26 de octubre de 1962 fue detenido y abordado el primer barco
durante la cuarentena. Se trataba del “Marucla”, de propiedad panameña y
matrícula libanesa, fletado por la URSS y viajaba hacia Cuba desde el puerto de
Riga. No suponía un ataque directo contra los soviéticos debido a no ser de su
propiedad. No se encontró arma alguna y le fue permitido continuar.
A continuación pasó la línea de intercepción el barco de pasajeros de la
Alemania oriental.
Durante toda la cuerentena, el único barco inspeccionado fue el “Marucla”.
Este mismo día Kruchev le comunica a U Thant, que aceptaba que los barcos
soviéticos se mantuvieran fuera del área de intercepción y le advertía que esa
situación no podría prolongarse.
Teniendo en cuenta el incremento de los vuelos rasantes por parte de los
Estados Unidos, Fidel Castro decidió impedirlos y ordenó que a partir del
amanecer del día 27 de octubre de 1962 se abriera fuego contra todo avión que
sobrevolara el espacio aéreo de la isla y solicitó una reunión con el General
de Ejército Pliev, con el propósito de informarle la decisión adoptada.
A las diez de la mañana del día 26 de octubre de 1962 se efectuó en
Washington la reunión del Comité Ejecutivo del Consejo Nacional de Seguridad,
donde se realizaron, entre otros, los planteamientos siguientes:
Rusk: El objetivo de las
negociaciones que comenzaban a través de U Thant eran lograr el compromiso de
que no se construirían nuevos emplazamientos en Cuba, no hubiera nuevos
embarques militares adicionales, se desactivaran las armas existentes en Cuba y
que la ONU inspeccionara en el terreno mediante un cuerpo de 350 inspectores
técnicamente capaces. Además, los buques de guerra norteamericanos se
mantendrían cerca de todos los puertos cubanos para garantizar que no hubiera
desembarcos desconocidos por los inspectores. En relación con la zona libre de
armas nucleares dijo que Puerto Rico y la Zona del Canal serían excluidos.
Rusk: Comentó que estamos
comprometidos a no invadir a Cuba, ya que hemos firmado la Carta de la ONU.
Adlai Stevenson, dijo que los
rusos pedirían una nueva garantía para la integridad territorial de Cuba y el
desmantelamiento de los cohetes estadounidenses en Turquía.
Mientras tanto, Alexandr Feklisov había invitado a almorzar a John Scally
en el restaurante "Occidental".
Cuenta Feklisov que nadie lo había autorizado a plantear, a Scally, la
posible ocupación de Berlín Occidental como respuesta a la invasión a Cuba.
Aquella misma tarde Scally telefoneó a la embajada rusa y le pidió
Feklisov, que se encontraran de inmediato. Cuando estuvieron frente a frente
Scally le informó que cumpliendo un encargo de la "más alta
autoridad", él proponía las siguientes condiciones para llegar a un
arreglo en la Crisis:
1. La URSS desmontará y retirará de Cuba las rampas coheteriles bajo la
supervisión de la ONU.
2. Los Estados Unidos levantarán la cuarentena.
3. Los Estados Unidos harán públicamente el compromiso de no invadir a
Cuba.
Entonces le pedí, dice Flekisov, que precisara
el significado de la "más alta autoridad", y él dijo, recalcando cada
palabra: "John Fitzgerald Kennedy, el presidente de Estados Unidos".
Las fotos obtenidas en los vuelos a baja altura del día anterior mostraban
el rápido desarrollo de los emplazamientos de cohetes de alcance medio en Cuba
y, además, confirmaron la presencia de cohetes tácticos "Luna", los
que podían ser equipados con cargas convencionales o nucleares; por esta causa
la Junta de Jefes de Estados Mayores (JJEM) autorizó al almirante Dennison a
equipar las fuerzas de invasión con sistemas portadores con capacidad nuclear,
específicamente, obuses de ocho pulgadas y cohetes "Honest John",
comparables a los "Luna", pero prohibió la introducción de armas nucleares
en Cuba sin una aprobación ulterior.
Esto solo podría hacerse si las tropas soviéticas disparaban armas
nucleares tácticas para defender la Isla y si, conforme a las leyes
norteamericanas, el Presidente autorizaba a responder con tales armas.
En los círculos oficiales de los Estados Unidos se consideraba que sus
tropas no necesitaban armas nucleares para vencer en Cuba, dada la superioridad
en armas convencionales y efectivos; por lo que teniendo en cuenta la
suposición del pequeño número de tropas soviéticas en la Isla, los
planificadores militares pensaban que no tendría sentido que los defensores
emplearan ese tipo de armas, arriesgando así una escalada de las acciones. Se
creía que, aunque esta era una "posibilidad" que se podía aceptar, no
era "probable". Nadie sospechaba siquiera que el arsenal nuclear
táctico en Cuba alcanzaba las 98 armas de esta clase. De lo que sí estaban seguros era que esas
armas no estaban en las manos de Fidel Castro.
Esa tarde se recibió una carta de Kruchev para el Kennedy. Era larga y emotiva,
y resultaba evidente que había sido escrita personalmente por él. El aspecto
emotivo se refería fundamentalmente a los muertos y la destrucción que
acarrearía una guerra nuclear. Repetía una y otra vez que eso tenía que
evitarse; ya cerca del final planteaba: "Si
se dieran aseveraciones del presidente y del gobierno de los Estados Unidos, de
que ese país no participará en la invasión a Cuba e impedirá a otros que
realicen actos similares y si ustedes retiran su flota, esto cambiaría de
inmediato (...) Entonces cesaría también la cuestión sobre el armamento, ya que
si no hay amenaza el armamento es una carga para cualquier pueblo".
No obstante la carta de Kruchev, la Casa Blanca
declaró que continuaba la instalación de cohetes en Cuba y que no había pruebas
que indicaran la intención de desmantelar esas bases o interrumpir el trabajo
en las mismas. Por el contrario, se siguen construyendo y procuran disimulra sus
esfuerzos a toda costa.
Fidel Castro y Pliev se reúnen en la tarde-noche
de ese día en la Jefatura de la Agrupación de Tropas Soviéticas, prueba más que
evidente de la subordinación del primero al segundo.
Fidel Castro argumentó la decisión de derribar
los aviones norteamericanos en vuelo rasante a partir del amanecer y logró
persuadir al Jefe Soviético de la necesidad de incorporar los radares de los
grupos coheteriles anti-aéreos a la guardia combativa. Insistió en que no
mantuviera los cohetes concentrados en un solo lugar.
En la reunión, todos los jefes de las unidades
soviéticas declararon que se encontraban listos para el combate.
Ambos mandos consideraron que era inminente el
comienzo de las hostilidades y debían estar preparados para un ataque aéreo masivo
entre los días 27 y 29 de octubre.
El mando soviético envió un informe a Moscú sobre la situación existente y
la decisión de los cubanos de disparar contra los aviones en vuelo rasante, y
solicitó instrucciones sobre la forma de actuar en las condiciones creadas,
pero el Ministerio de Defensa no respondió.
Esa noche, en Washington, se reunieron en secreto el embajador de la URSS,
Dobrinin y Robert Kennedy. Durante la conversación el diplomático soviético
expresó que en Turquía había una base coheteril norteamericana y no se
planteaban situaciones extremas con ella. El Fiscal General respondió que si la
URSS estaba interesada en la salida de los cohetes de Turquía lo consultaría de
inmediato con su hermano. Salió del salón donde se encontraban, regresó poco
después y dijo que se podía examinar la cuestión de los cohetes de Turquía. El
contenido de la entrevista fue informado de inmediato al Kremlin.
A las 9:30 p.m. la Jefatura de la ATS autorizó que se comenzara a trabajar
con todos los equipos de comunicaciones por radio y que los radares y demás
medios de los complejos coheteriles antiaéreos irradiaran al espacio; los
grupos fueron puestos en régimen de preparación de seis minutos. A los jefes de
unidades de la defensa antiaérea se les autorizó a abrir fuego contra los
aviones que atacaran las posiciones y objetivos de las tropas.
En el transcurso de esa noche y por decisión del General de Ejército Pliev,
las cabezas de combate nucleares fueron llevadas desde el almacén central de la
Agrupación hacia las regiones de los asentamientos de campaña de los
regimientos.
A los regimientos coheteriles les fueron puntualizadas las misiones de
combate y les entregaron las tareas de vuelo que habían sido debidamente
preparadas para los cohetes; estas tareas eran capaces de garantizar que las
cabezas nucleares lanzadas con cada uno de ellos describieran las trayectorias
previstas desde las rampas de lanzamiento hasta los blancos seleccionados en el
territorio de los Estados Unidos. No obstante, ni uno solo de los cohetes R-12
fue abastecido con combustible y oxidante, no se efectuó el acoplamiento de las
cabezas de combate ni se introdujeron las tareas de vuelo.
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