lunes, 5 de septiembre de 2011

La Batalla de Cangamba (cuarta parte)

Un análisis del trabajo realizado por Jorge Martín Blandino

El 6 de agosto el general de división Senén Casas Regueiro
envía a la Misión Militar Cubana en Angola las últimas indicaciones del Comandante en Jefe: continuar con las dos columnas hacia Tempué; seguir reforzando Luena; si en Cangamba no se ha recibido la orden de intentar romper el cerco, desistir de esa variante y que sigan resistiendo; dar máxima prioridad al rescate. El Jefe de la Revolución ratifica su confianza en el General de División Cintra Frías y le expresa que sabe que siempre ha mantenido la calma, que siga así. Le indica que si logra hablar con los combatientes de Cangamba, les trasmita la seguridad de que los vamos a sacar del cerco. El jefe de la Misión informa que se traslada a Luena nuevamente antes del amanecer y solicita tripulaciones de helicópteros, pues las que se encuentran en Angola están agotadas, se le responde que salen rumbo a Luanda el día 8

Esas son las características del General Polo. Fidel Castro no estuvo de acuerdo con la decisión de romper el cerco. Están muy debilitados físicamente. No son guerrilleros. Son soldados. Se encuentran lejísimos de Tempué. Romper el cerco es igual a que los cojan a sombrerazos.

Aquí interpreto todo lo contrario. Fidel Castro estima que Polo ha perdido la fe y la calma, a partir de la decisión de romper el cerco.

Testimonio del SubTeniente Bernis: “Se ordena quemar las cartas, las fotografías, el dinero, etcétera. Y bueno, nosotros lo hacemos dentro del marco de nuestras posibilidades allí, tratamos de quemar, de romper todo eso. Pero atendiendo a lo que hemos observado durante el desarrollo de las acciones de ese mismo
día,planteamos que va a ser muy difícil romper el cerco.

Las indicaciones de General Polo, provocan desmoralización en los defensores de Cangamba. Es una demostración fehaciente de la incapacidad de mando del Jefe de la Misión Militar de Cuba en Angola.

Teniendo en cuenta que los sitiados tuvieron que quemar las tablas de cifrado, es preciso acudir a otras vías para conocer la situación e impartir indicaciones, de forma que no se conozcan por el enemigo: Una situación creada por el General Cintras Frías.

En medio de toda esta confusión, la aviación comete graves errores, cuando los radares detectan aviones surafricanos dentro del espacio aéreo de Angola.

El Mayor Romero le cuanta a Blandino que: “Durante la segunda misión, después de recorrer aproximadamente noventa kilómetros en la travesía hacia Cangamba, el navegante nos da indicaciones de que se dirigen hacia nosotros aviones Mirage. Botamos las bombas y pasamos a la variante aire-aire, curso 100 contra los Mirage, pero a la distancia de treinta kilómetros nos ordenan regresar al aeródromo”.

A Continuación, el Teniente Coronel Henry Pérez dice: “…veo el avión de Oscar Romero, que acaba de despegar. Viene que jode, a una velocidad inusitada, y además por el tiempo transcurrido no puede haber llegado ni a la mitad del trayecto hacia Cangamba. No trae tanque auxiliar ni nada, viene pelado, aterriza y todos vamos para la rampa. El problema es que los radares de Lubango detectan varios Mirage y Martínez (el General Martínez Puentes) ordena el regreso de los aviones. Voy a verlo; le pregunto: “Pero, ¿qué hacemos?, si no vamos para allá, se van a comer a esa gente”. Me dice que sí, que él entiende eso. Desde luego, lo más correcto fue virar los aviones, pues no llevan armamento para el combate aéreo y tú no te puedes fajar con un Mirage con bombas.

Se aprecia aquí una contradicción entre lo que dice Oscar Romero y lo que justifica el General Martínez Puentes.

Lubango se encuentra a una altitud de 1700 metros sobre el nivel del mar. En la parte donde está ubicado el Cristo, estaban emplazados los radares. Debido a que el altiplano central va descendiendo hacia el este, en Longa la altura sobre el nivel del mar es inferior a 1200 metros. Estas características permitían a los radares de Lubango un alcance superior a 800 kilómetros, sobre todo en alturas superiores a 1000 metros.

A las 10:15 horas, el General de Brigada Romárico Sotomayor García, jefe de la Agrupación de Tropas del Sur, se incorpora a la Columna de Huambo, cuando todavía la separan setenta y ocho kilómetros de Munhango. (A 300 Kilómetros de Cangamba).

El Coronel Harry Villegas (el mismo de la guerrilla del “Che” y que hoy en día es General) le dice a Blandino que: “Polo me pide que hable personalmente con Sotomayor sobre la marcha de la columna. Salgo en un helicóptero de las FAPLA, uno de los chiquitos que ellos tienen, y nos tiramos en Cuemba donde hay un batallón angolano, pensando que ya la columna está allí. Nos dicen: “Los cubanos, si están, es mucho más atrás”.

Harry corrobora, de esta forma, mi opinión relativa a la incapacidad de llevar los refuerzos terrestres a Cangamba y la ineptitud del mando militar de Polo.

El Coronel Calvo testimonia: “Nos sentimos muy mortificados, es el día más difícil para nosotros porque no tenemos helicópteros y la situación allá abajo es terrible.
Nos vemos prácticamente sin posibilidades de hacer algo y nos damos a la tarea de ver cómo podemos tirarles armamento y agua a los compañeros que están cercados. Cogemos el único helicóptero que nos queda y vamos para un polígono que hay cerca de la pista de Luena; llevamos un balón de oxígeno lleno de agua y lo lanzamos a mil y pico de metros, ¡se desaparece!, se clava como si fuera una bomba. Tiramos también cajas de cartuchos de fusil envueltas en colchones, pero cuando caen explotan y no queda nada. Entonces sacamos los cartuchos y empezamos a pincharlos en colchones, una caja completa, y casi todos quedan intactos”.

Nunca pensé que Calvo tuviera algo que ver con los inventos que culminaron con la muerte de Albizu poco después de Cangamba.

 http://manchiviri.blogspot.pt/2011/09/la-batalla-de-cangamba-quinta-parte.html

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