domingo, 31 de mayo de 2009

Barack Obama y las contradicciones de los hermanos Castro

El 13 de abril de 2009, en vísperas de la V Cumbre de las Américas en Trinidad y Tobago, Barack Obama alivió las sanciones económicas contra el régimen totalitario de Fidel y RaúlCastro levantando las restricciones que afectaban a los cubanos que vivían en Estados Unidos. Ahora, éstos pueden viajar a su país de origen siempre que lo deseen (durante el mandato de GWB limitado a 14 días cada tres años), y mandar remesas sin límites a sus familias (durante el mandato de GWB 100 dólares al mes).

La Cumbre, en la cual no participaron los dirigentes de la dictadura, por haber sido expulsados de la Organización de Estados Americanos (OEA) en 1962, estuvo dominada por el tema “régimen de Fidel y Raúl Castro”.

Durante su discurso inaugural, la presidenta argentina Cristina Kirchner exhortó a Washington a que eliminara el embargo que impone al régimen totalitario desde agosto de 1960. Los otros 32 mandatarios latinoamericanos y caribeños también llamaron a la Casa Blanca para que acabase con una situación aberrante y anacrónica que afecta no solamente a todos los sectores de la población cubana (menos a la dictadura), sino también al resto de los países.

El presidente Obama declaró su voluntad de buscar “un nuevo comienzo con Cuba” . “Creo que podemos llevar la relación entre EEUU y Cuba en una nueva dirección” , subrayó. “Estoy aquí para lanzar un nuevo capítulo de acercamiento que continuará durante mi mandato” , concluyó. Por su parte, la secretaria de Estado Hillary Clinton reconoció que la política cubana de Estados Unidos “había fracasado” .

En una de sus tantas reflexiones Fidel Castro escribió: “El hecho de que Raúl Castro haya dicho que está dispuesto a que su Gobierno converse con el nuestro no sólo sobre el levantamiento del embargo, sino sobre otros temas como los derechos humanos, los presos políticos, esa es una señal de avance”.

Por primera vez, en la ya muy larga historia de éste dictador totalitario, reconoce que su régimen tiene “presos políticos”. No obstante, tan pronto acabó la Cumbre de las Américas, Fidel Castro cambió el tono.

En otra de sus tantas reflexiones, dice algo así, como que su hermano no había querido decir lo que dijo o se habían mal interpretado sus palabras y se molestó muchísimo cuando la Sra. Clinton dijo que el “régimen estaba finalizando”, catalogando el comentario de “poco agradable”.

Fidel Castro considera una injerencia del gobierno de los Estados Unidos (en los asuntos internos de su desgobierno), que el presidente Obama insinúe que el régimen totalitario reduzca los impuestos relativos a los flujos financieros. Dice Fidel Castro que es como si su régimen le exigiera al gobierno de los Estados Unidos cualquier cosa.

Obama no está exigiendo nada. Se ha limitado a ejemplificar cual pudiera ser el gesto. Nada más.

Si de aberraciones se trata (el embargo económico es una aberración del sistema de mercado), es verdad que el desgobierno de los hermanos Castro no tiene que realizar gesto ninguno. Como también no es menos cierto que las leyes de los Estados Unidos no la pueden cambiar los presidentes, de golpe y porrazo, como hacen los regímenes totalitarios.

Si el Departamento del Tesoro de los Estados Unidos infligió una multa a una empresa petrolera, por haber exportado tecnología al régimen de Fidel Castro, no tiene nada que ver en el asunto el Sr. Obama.

El Departamento del Tesoro se ha limitado a cumplir las leyes y no es precisamente el presidente de los Estados Unidos el que las dicta. Aunque hubiese sido su propósito, Obama jamás hubiera podido impedir que eso ocurriese. Y no quiere esto decir que siga los pasos del Sr. Bush.

Considero un error administrativo del Sr. Obama, que haya incluido al régimen de Fidel Castro entre los países que respaldan o cometen terrorismo. Eso ya es agua pasada, aunque jamás se debe olvidar. Pero Fidel Castro no dice que aun protege a la banda terrorista ETA, dándole refugio y permitiéndole contactos en el territorio nacional cubano.

Si de incumplir promesas se trata, Fidel Castro tiene un incumplimiento cincuentenario de promesas. El mundo entero está cansado de tanta megalomanía hacia el exterior y tanta megalomiseria para el interior.

lunes, 25 de mayo de 2009

Una respuesta para Fidel Castro

A mi país ya no lo amenazan las crisis económicas cíclicas cada vez más graves y frecuentes. El subempleo, la ruina y las pérdidas fabulosas de bienes y riquezas, se han agotado luego de 50 años del totalitarismo ciego, actualmente regente.

La dictadura de los hermanos Castro proscribe la participación ciudadana, en el desarrollo del Estado como elemento perturbador del sistema, cual si pudiese existir orden interior, ejército, salud, educación, cultura, ciencias, tribunales, jueces, y otras muchas actividades sin contar con el pueblo, mientras que predica todo lo contrario.

La Dictadura del Proletariado, desde luego, con su rigor y fuerza coercitiva, no estorba a los que como Fidel, Raúl, y otros teóricos ven en ella un instrumento para explotar y para imponer el odioso sistema totalitario.
Izquierdistas, socialistas y comunistas han creado sus códigos de conducta e impuesto sus valores. Hablan de libertad, democracia, derechos humanos, etcétera. En Cuba, después de 1959, de un 25% de la población que vivía en la miseria, pasamos a tener más de un 95% que vive en condiciones paupérrimas, trabajando como esclavos a los cuales el dictador les ha suprimido (por decreto) los derechos que estipulaba la Constitución de 1940.

Durante casi 50 años los cubanos hemos sido mercancías que se venden en el mercado de la propaganda exterior totalitaria, y durante 50 años después de 1959, hemos sufrido una atroz discriminación y marginación interna.

No se dice que miles de personas en mi país sufren ignorancia, subempleo, subdesarrollo, mientras que el decrepitísimo en jefe habla de las desgracias ajenas. Se refiere al tráfico de drogas como si jamás hubiera tenido algo que ver en eso. También alude al crimen organizado, como si él no hubiera actuado toda su vida como un Vito Corleone.

Como todos los fracasados, se refiere al robo de cerebros y a la emigración para justificar su incapacidad, obviando que, durante la primera década del siglo XX, mi país era receptor de inmigrantes de todos los confines del planeta. Somete las mentes de los cubanos utilizando para ello los medios de comunicación (en manos del gobierno).

¿Sobre qué base se sostiene el totalitarismo fidelista? Sobre la pobreza y la fuerza. Disponen para ello de todos los recursos de la nación y de aquellos foráneos que cándidamente (otros no tan cándidamente) les apoyan. El régimen de Fidel Castro ha sido, durante cinco décadas, exportador de armas que han alimentado las guerras locales, que fueran muy convenientes para sus aliados totalitarios.

Ha cambiado la moneda del país a su antojo y conveniencia e imprimido hasta cinco tipos diferentes para hacerlas circular a la par de la moneda nacional, con la malísima intención de exprimir, aún más (si eso fuera posible) al pueblo empobrecido, y continuar dándose el lujo del despilfarro en propaganda internacional.

Cuando estas inquietudes rondan las mentes de muchos miles de personas en mi país, que no se dejan envolver por las mentiras proclamadas, llegan constantemente noticias sobre otras realidades.

Por ejemplo: las empresas creadas por el desgobierno en el 2004, último año según sus propias estadísticas, obtuvieron en el exterior ganancias por 700 millones de dólares, que fueron a ingresar directamente a algo que gustan llamar “las reservas del Comandante” . Ni uno solo de estos dólares visitó la oficina nacional de recaudación de impuestos, lo que demuestra que la economía totalitaria prescinde de las instituciones que el propio sistema crea.
La mera idea de poner orden en las finanzas del país suscita la protesta escrita de Fidel Castro, cuyo poder total nadie discute.

Podría constituir incluso un entretenimiento válido reunir un sinnúmero de noticias nacionales e internacionales que reflejan los “privilegios nacionales” que éste régimen ha impuesto al pueblo. Hay políticos dentro y fuera de Cuba que se ofenden si alguien se atreve a calificarlo como dictadura, cual si existiera otra palabra que lo defina mejor.

La otra cara de la moneda es todavía peor. Se ha hablado de los ejércitos, no solamente de médicos y maestros (incluyendo especialistas deportivos) con que el régimen totalitario pretende demostrar lo buenísimo que es su sistema de ordeno y mando, apoyados en más de 40, 000 profesionales distribuidos por el planeta.
Angola, donde sirvieron de carne de cañón, durante 15 años, más de 300,000 mil cubanos impactando a la opinión pública mundial, es solo uno de los ejemplos de la injerencia del totalitarismo en aras de la “defensa” de los pueblos oprimidos, como si el “gobierno” de José Eduardo Dos Santos (Angola), fuera algo menos que una dictadura (a imagen y semejanza) de más de 30 años.

Señor Fidel Castro: Ocúpese de sus problemas y deje a cada cual ocuparse de lo propio. Sus problemas no son internacionales. Todo lo contrario. Su problema es el caos que ha provocado en Cuba.

viernes, 15 de mayo de 2009

¿Por qué Fidel Castro se ha vuelto un problema difícil para el socialismo?

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¿Qué hacer? (chtó diélat?)

Lo anteriormente expuesto muestra que Fidel Castro es un «problema difícil» para aquella izquierda (socialismo europeo) que, sin abandonar el horizonte del poscapitalismo o socialismo, evolucionó mucho en los últimos cincuenta años.

De las líneas principales de esa evolución el pueblo cubano podría extraer propuestas para la solución del problema a pesar de la dificultad de este.

O sea, el sistema totalitario fidelista, que “tanto contribuyó” a la renovación de la izquierda, sobre todo en la primera década, no podrá ahora beneficiarse también de la renovación de la izquierda que ocurrió desde entonces.

Al no poder hacerlo, no podrá volver dialécticamente a asumir un papel activo en la renovación de la izquierda. Resolver el «problema difícil» implicaría, pues, concretizar con éxito el siguiente movimiento dialéctico: renovar al sistema totalitario renovando la izquierda; renovar la izquierda renovando al sistema totalitario.

Principales pasos de renovación de la izquierda socialista europea en los últimos cincuenta años:

1- En los últimos cincuenta años se ha ensanchado la brecha entre la teoría socialista y la práctica socialista, con consecuencias muy específicas para el marxismo.

En tanto la teoría socialista crítica se desarrolló, principalmente, a partir de mediados del siglo XIX, en cinco países (Alemania, Inglaterra, Italia, Francia y los Estados Unidos), y tomando en cuenta particularmente las realidades de las sociedades de estos países capitalistas desarrollados, las prácticas socialistas, más creativas, ocurrieron en países subdesarrollados y fueron protagonizadas por clases o grupos sociales «invisibles», para la teoría crítica y hasta para el marxismo. De forma tal que crearon una brecha, entre teoría y práctica, que domina nuestra condición teórico-política de hoy.

A medida que la teoría iba perdiendo paulatinamente su papel de vanguardia, de igual forma fue abandonando la misma y ganando un estatus completamente nuevo y absurdo: el estatus de una teoría de retaguardia.

La teoría de retaguardia significa dos cosas. Por una parte, es una teoría que no guía partiendo de principios o leyes generales (por que se rige supuestamente por la totalidad histórica) sino con base en un examen constante, crítico y abierto de las prácticas de transformación social.

Así, la teoría de retaguardia se sorprende por prácticas cambiantes progresivas, pero las acompaña, las analiza e intenta enriquecerse con ellas, y busca en ellas los criterios para profundizar y expandir las luchas sociales.

Por otra parte, esa teoría de retaguardia, mira en esas prácticas, tanto los procesos y actores colectivos, como los más retrasados, los más tímidos y al borde de desistir.

Es una teoría que concibe el progreso y el retraso, como parte de un proceso, que presupone la idea de totalización. Este es el camino para crear una contrahegemonía socialista o, como en el caso de Fidel Castro, para mantener y reforzar una hegemonía totalitaria.


Los grandes invisibles u olvidados de la teoría crítica moderna, los pueblos indígenas del subcontinente americano (Marx y Engels jamás los tuvieron en cuenta), han sido uno de los grandes protagonistas de las luchas progresistas de las últimas décadas.

Desde una perspectiva teorica convencional, toda esta innovación política y social carece de interés, cuando no les resulta irrelevante. El fracaso en aprender de los nuevos agentes de cambio da lugar, al cabo, a la irrelevancia de la propia teoría.

2- La teoría de retaguardia marca el final de toda forma de organización política asentada en ella, en particular el partido de vanguardia.

Los partidos que fueron moldeados por la idea de la teoría de vanguardia no son hoy partidos, ni de vanguardia, ni de retaguardia. Son de hecho partidos (o coaliciones) burocráticos que cuando están en la oposición resisten fuertemente al status quo, pero no tienen alternativa, y que cuando están en el poder, resisten fuertemente al surgimiento de alternativas.

Aclaro que me estoy refiriendo a los actuales partidos de izquierda europeos y no a los partidos comunistas forjados en las herrerías del Kremlin soviético, aunque sé positivamente que aún subsisten algunos de esos, integrados en las coaliciones de izquierda,

Como reemplazo del partido de vanguardia (el de sistema único, el comunista) se crearon, en Europa, más partidos de retaguardia para acompañar el fermento de “activismo social” .

3- La otra gran innovación de los últimos cincuenta años ha sido el modo como los movimientos populares (la mayoría de ideas izquierdistas) se han apropiado de las concepciones democraticas y las han transformado en concepciones contrahegemónicas, participativas, deliberativas, comunitarias y radicales. Los movimientos populares, aparentemente, han decidido tomar la democracia en serio.

Tomar la democracia en serio significa: llevarla mucho más allá de las fronteras de la democracia liberal y también de crear un concepto de democracia de tipo nuevo: la democracia como todo el proceso de transformación de relaciones de poder desigual, en relaciones de autoridad compartida.

4- En la sociedad cubana las relaciones desiguales de poder son diferentes de las que existen en las sociedades democráticas, pero como existen, son igualmente múltiples. La lucha contra ellas, al margen de las necesarias adaptaciones, tendría igualmente que guiarse por el pluralismo social, político y organizativo.





 

miércoles, 13 de mayo de 2009

¿Por qué Fidel Castro se ha vuelto un problema difícil para el socialismo?

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La resistencia y la alternativa

El «problema difícil» se puede formular de la siguiente manera: Todos los procesos revolucionarios son procesos de ruptura que se basan en dos pilares: resistencia y alternativa. El equilibrio entre ambos es fundamental para eliminar lo caduco, y hacer florecer lo nuevo hasta donde sea posible.


Debido a las hostiles condiciones externas en que el régimen de Ficel Castro se desarrolló -el aberrante embargo por parte de los Estados Unidos, la alianza con la Unión Soviética en los años 70, y el llamado “período especial” ocasionado por el fin de la URSS en los años 90-, ese equilibrio no fue posible. La resistencia terminó por superponerse a la alternativa.

Es por ello que afirmo, que la alternativa nunca se expresó y, por el contrario, se sometió a la resistencia. La alternativa (lo novedoso) ha permanecido siempre como rehén de un sistema ajeno (el sistema soviético). Nunca se transformó en una verdadera solución, consolidada, creadora y, capaz de desarrollo, de renovación (nuevas alternativas dentro de la alternativa).

Debido a este desequilibrio entre resistencia y alternativa, la alternativa se ha estancado, y su estancamiento siempre disfrazado por la culpa continuada, de todos los males, al imperialismo.

Este empecinamiento acabó por atribuirle una “justificación”: la necesidad de la resistencia, hace inevitable la imposibilidad de la alternativa. Aunque, de hecho, la alternativa siempre ha sido politicamente propagandizada.

El carisma revolucionario y el sistema reformista

El segundo vector del «problema difícil» concierne al modo específicamente fidelista de, como se desarrolló la tensión entre totalitarismo y reforma.

En cualquier proceso totalitarista, el primer acto de los totalitarios después del éxito inicial, es evitar que haya otras revoluciones.

Con ese acto comienza el totalitarismo dentro de la revolución. Reside aquí la gran complicidad -tan invisible como decisiva- entre fidelismo y revolución.

En el mejor de los casos, esa complementariedad se logra por una dualidad -siempre más aparente que real- entre el carisma del líder, que mantiene viva la permanencia de la revolución, y el sistema político totalitario, que va asegurando la reproducción del totalitarismo.

El sistema totalitario provoca un confinamiento que limita su impulso revolucionario; en tanto el líder carismático provoca el fermento de caos que hace provisionales todas las verdades burocráticas. Esta dualidad ha sido un rasgo distintivo del llamado “Socialismo Tropical” llevado a cabo en Cuba por Fidel Castro.


Sin embargo, con el tiempo, la complementariedad tiende a transformarse en bloqueo recíproco. Para el líder carismático, el sistema totalitario, que comienza por ser una limitación que le es exterior, con el tiempo se convierte en su segunda naturaleza. Se hace así difícil distinguir entre las limitaciones creadas por el sistema y las limitaciones del propio líder.


El sistema totalitario, a su vez, conociendo que el éxito terminará por erosionar el carisma del líder, se autolimita para prevenir que tal cosa ocurra. La complementaridad se transforma en un juego de autolimitaciones recíprocas. El riesgo es que, en vez de desarrollo complementario, ocurren estancamientos paralelos.
La relación entre carisma y sistema totalitario es, pues, muy sensible a veces, y particularmente en momentos de sucesión. El carisma, en sí mismo, no admite sucesión.
Ningún líder carismático tiene un sucesor carismático.

La sucesión solo puede ocurrir en la medida en que el sistema totalitario reemplaza al carisma. Pero, para que tal cosa suceda, es necesario que el sistema totalitarista sea suficientemente reformista para lidiar con fuentes de caos muy diferentes de las que emergían del líder.

Es un dilema, siempre y cuando la fuerza del líder carismático tenga objetivamente bloqueado el potencial reformista del sistema.
Este vector del «problema difícil» puede resumirse así: el futuro totalitarista del régimen fidelista depende de la fuerza reformista del sistema totalitario; no obstante, esta es una incógnita para un sistema que siempre hizo depender su fuerza del líder carismático.
Este vector de la dificultad del problema explica el discurso de Fidel en la Universidad de La Habana el 17 de noviembre de 2005. http://www.cuba.cu/gobierno/discursos/2005/esp/f171105e.HTML

Las dos vertientes del «problema difícil» -desequilibrio entre resistencia y alternativa, y entre carisma y sistema- están íntimamente relacionadas. La prevalencia de la resistencia sobre la alternativa es simultáneamente el producto y el productor de la, del carisma, sobre el sistema.





 

martes, 12 de mayo de 2009

¿Por qué Fidel Castro se ha vuelto un problema difícil para el socialismo?

El lugar de Fidel Castro en el pensamiento y en la práctica totalitarista a lo largo del siglo XX es ineludible. Y lo es más, en tanto el enfoque se realice menos en la injerencia en sus relaciones con los diferentes pueblos de Asia, Africa y América Latina y más en la sociedad cubana, tantas fueron las intervenciones llamadas de “solidaridad internacionalista” cometidas por el régimen totalitario en los últimos cincuenta años.

Europa y Los Estados Unidos de norteamérica podrían ser lo que son al margen del sistema impuesto al pueblo cubano por Fidel Castro, pero no se puede afirmar lo mismo del pueblo de Cuba.

La pobreza es la gran protagonista de la nación cubana y ha ido aumentando a lo largo de cinco décadas por los más diversos ámbitos: pobreza moral, política y social.

¿Qué es «socialismo» y qué es «totalitarismo»?

Pienso que la pregunta tiene sentido. Pero antes de intentar una respuesta, necesito hacer varias precisiones. En primer lugar, la pregunta puede sugerir que fue solo el sistema totalitario de Fidel Castro el que evolucionó y se volvió problemático a lo largo de los últimos cincuenta años y que, por el contrario, el socialismo que lo interpela hoy es el mismo de hace cincuenta años. Nada sería tan falso. Tanto Fidel Castro como el totalitarismo se desarrollaron mucho en este medio siglo y son los desencuentros entre el totalitarismo y el socialismo los que crean el «problema difícil».

Si es verdad que Fidel Castro trató activamente de cambiar el escenario internacional, en su megalomanía de luchar contra el imperialismo, también es cierto que los hostiles condicionamientos externos al sistema que imponía Fidel Castro y en el que fue forzado a desarrollarse, compulsaron a que el potencial de renovación socialista que Fidel Castro ostentaba en 1959 desapareciera totalmente.

La Unión Soviética y el campo socialista ya habían probado ser regímenes totalitarios que nada tenían que ver con el socialismo.

Si, se entiende por «izquierda» el conjunto de teorías y prácticas “transformadoras” que, a lo largo de los últimos ciento cincuenta años, se han opuesto a la expansión del sistema de mercado y al tipo de relaciones económicas, sociales, políticas y culturales que genera, y pretendieron la posibilidad de un futuro posmercantilista y de una sociedad alternativa, considerada más justa por estar orientada a la satisfacción de las necesidades reales de los pueblos, y por ende más libre, al estar centrada en la realización de las condiciones del efectivo ejercicio de la libertad, entonces podemos decir que todo el esfuerzo ha resultado un desagradable fracaso.

A esa sociedad alternativa generalmente se la llamó socialismo.

Para esta izquierda, cuya teoría y cuya práctica evolucionaron mucho en los últimos cincuenta años, Fidel Castro es hoy un «problema difícil». Para la izquierda, que eliminó de su horizonte, el socialismo o el poscapitalismo, Fidel Castro no es siquiera un problema. Es un caso perdido.

Por «problema difícil» se entiende algo que se sitúa en una alternativa a dos posiciones respecto a las cuales se debate: en este caso, Fidel Castro. Las dos posiciones del «problema difícil» son: Los postulados de Fidel Castro son un problema sin solución; Fidel Castro es un problema en sí mismo.

Declarar a Fidel Castro un «problema difícil» para la izquierda significa aceptar tres ideas: 1) en las presentes condiciones internas, el régimen totalitario dejó de ser una solución viable de izquierda; 2) que los problemas que enfrenta, sin ser insuperables, son de difícil solución; 3) que si tales problemas fueran resueltos en los términos de un horizonte socialista, un régimen totalitario podrá ser un motor de renovación de la izquierda.

Será entonces un sistema diferente, que genere un socialismo distinto del que fracasó en el siglo XX y, de ese modo, contribuya a la urgente renovación de la izquierda. Sin esto, la izquierda nunca entrará en el siglo XXI.





 

martes, 5 de mayo de 2009

Fidel Castro y las Olimpíadas

Cuando el Barón Pierre de Coubertain fundó las Olmpíadas modernas, los eventos debían tener, obligatoriamente, un carácter aficionado.

Al igual que el Barón, todavía existían muchos, como Antoine de S. Exupery, que pertenecían a una clase social en decadencia (aristocracia), que era superada por los revolucionarios, emergentes, burgueses.

No obstante, la aristocracia hizo una especie de simbiósis con la burguesía. De manera que hoy en día, sobre todo en Europa, nos encontramos personajes de la aristocracia, capaces de alternar, en buena lid, no solo con otros colegas deportistas, sino con la farándula.

Pero a finales del Siglo XIX, aun las cosas no habían cambiado tanto y las reminisencias aristócratas perduraban. Una de ellas era la de no competir por dinero, puesto que para “ellos” era denigrante. Esas personas acaudaladas consideraban, como derecho própio, el deporte, la educación física y la recreación. Encontraban poco elegante que personas, ajenas a su estatus social, tuvieran acceso a estas materias aunque fuera pagando o cobrando.

Fué un verdadero dolor de cabeza para el Barón, debido a que su círculo íntimo le cuestionaba precisamente que los nacidos nobles tuviesen que rivalizar con sus homólogos y advenedizos deportistas plebeyos.

Aquellos que “por la gracia de Dios” tenían asegurada su existencia y la de los suyos, pues eran y aun son, dueños de grandes extensiones de tierra y propiedades diversas, no necesitaban dinero para costearse los entrenamientos, ni los equipos deportivos, necesarios segun exigiera la disciplina deportiva.

No hay nada más parecido a un sistema feudal (donde mandan los aristócratas), que un sistema totalitario. La única y gran diferencia es que, en el feudalismo, el Rey necesitaba del apoyo de los señores feudales (Duques, Marqueses y Condes) y de la religión (cualquiera que fuese), mientras que bajo el totalitarismo se combina la modernidad con el pasado y el “líder” puede mantener el dominio absoluto, del partido político único y del gobierno.

Los conceptos de mercado no penetraron de un día para otro en los Juegos Olímpicos, así como tampoco se puede afirmar que nunca han estado ausente de los mismos.
¿Acaso las transmisiones radiales de los juegos no respondían a un concepto de mercado?
¿Acaso los patrocinadores “capitalistas” (de los cuales se han valido y siguen valiéndose los regímenes totalitarios) no formaban parte de ese concepto?
Los regímenes totalitarios se aprovechan, en aras de su propaganda política, de todo. Incluyendo el deporte.

En los tiempos que corren, el deporte de alto rendimineto es todo lo contrario a lo que aspira un ser humano. Se parece más a un circo de monstruos. Gigantes de las siete leguas, hombres y mujeres de musculatura sobrenatural, velocistas capaces de desafiar gacelas y corredores de fondo con resistencia de un rally “Paris-Dakar”.


Durante la llamada “Guerra Fría”, ambos bloques competían (políticamente), tal vez con la “mala intención” de demostrar cual era el sistema mejor.
Los sistemas democráticos (y sus conceptos de mercado del deporte profesional) cayeron en la trampa totalitaria del deporte aficionado promulgado por los aristócratas fundadores.

¿A quienes, sino a los pobres, les resulta imposible entrenar y competir (en eventos de alto rendimiento), sin alguien que los apoye economicamente?

Los regímenes totalitarios decían tener resuelto el problema. El Estado proporcionaría lo necesario para vivir y educarse. Por tanto, estarían garantizadas la preparación y la participación.

Lo que ni los própios países democráticos pudieron calcular, ni imaginar, resultó ser lo ineficientemente económicos que llegaron a ser los regímenes totalitarios, hasta que uno tras otro se desmerengaron en menos de cinco años.

Dice Fidel Castro, en una de sus últimas “reflexiones”, que el único régimen que ha conservado el caráacter de salud y educación, como objetivo, es el suyo.
¡Mentira Fidel!

Nuestros deportistas fueron y son tan profesionales, o tal vez más, que aquellos que participan en ligas profesionales. Los nuestros no son dueños ni de ellos mismos y tienen que competir por realizar un viaje al extranjero (porque de otra forma no pueden hacerlo) para comprar cualquier cosa para los familiares que permanecen en la isla.

Compran, con el dinerito (de bolsillo) que les dan, mientras que los funcionarios de las delegaciones se embolsan el grueso.

Compiten por casa, por automóviles, en fin, padecen un régimen capaz de dedicar sumas de dinero increíbles para desarrollar unos seres anormales (no es normal que un ser humano recorra 100 metros planos en menos de diez segundos), en ara de su propaganda política, mientras que los niños de primaria, secundaria y preuniversitario carecen de las más elementales competencias inter-escuelas, que no sean las penosas EIDES.

A estas escuelas, para deportistas escolares, se limita el deporte, la educación física y la recreación. El resto, que constituye el 95% del estudiantado, es explotado, día a día, en trabajos agrícolas bajo el pretexto de forjar al “hombre nuevo”.

Es imposible descifrar el pensamiento de Fidel Castro cuando dice que los deportistas cubanos no se corrompen, ni se venden, ni traicionan.

Eso era antes Fidel. 

Hoy por hoy, nuestros deportistas saben que la crápula dirigente de tu régimen totalitario, son los únicos corruptos capaces de venderse al mejor postor.


El deporte, bajo el régimen de Fidel Castro, es de selección, no de masividad y se utiliza como propaganda política.

El deporte debe ser un derecho del pueblo, no para hacer política a su costa, sino para enaltecer las virtudes físicas de los ciudadanos.
Es incompatible, con el lema “mente sana en cuerpo sano”, la inmoralidad de tener dos sistemas de competiciones (profesional y aficionado), donde al profesional no le permiten competir con el aficionado.

Definitivamente: El deporte de alto rendimiento, como afición, debe desaparecer.

Aquellos que trabajan como deportistas, en su mayoría más de ocho horas diarias de entrenamiento, deben recibir un porcentaje, en metálico, en dependencia de las recaudaciones de los estadios y por concepto de transmisiones radiales, televisivas y otras.







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