martes, 12 de mayo de 2009

¿Por qué Fidel Castro se ha vuelto un problema difícil para el socialismo?

El lugar de Fidel Castro en el pensamiento y en la práctica totalitarista a lo largo del siglo XX es ineludible. Y lo es más, en tanto el enfoque se realice menos en la injerencia en sus relaciones con los diferentes pueblos de Asia, Africa y América Latina y más en la sociedad cubana, tantas fueron las intervenciones llamadas de “solidaridad internacionalista” cometidas por el régimen totalitario en los últimos cincuenta años.

Europa y Los Estados Unidos de norteamérica podrían ser lo que son al margen del sistema impuesto al pueblo cubano por Fidel Castro, pero no se puede afirmar lo mismo del pueblo de Cuba.

La pobreza es la gran protagonista de la nación cubana y ha ido aumentando a lo largo de cinco décadas por los más diversos ámbitos: pobreza moral, política y social.

¿Qué es «socialismo» y qué es «totalitarismo»?

Pienso que la pregunta tiene sentido. Pero antes de intentar una respuesta, necesito hacer varias precisiones. En primer lugar, la pregunta puede sugerir que fue solo el sistema totalitario de Fidel Castro el que evolucionó y se volvió problemático a lo largo de los últimos cincuenta años y que, por el contrario, el socialismo que lo interpela hoy es el mismo de hace cincuenta años. Nada sería tan falso. Tanto Fidel Castro como el totalitarismo se desarrollaron mucho en este medio siglo y son los desencuentros entre el totalitarismo y el socialismo los que crean el «problema difícil».

Si es verdad que Fidel Castro trató activamente de cambiar el escenario internacional, en su megalomanía de luchar contra el imperialismo, también es cierto que los hostiles condicionamientos externos al sistema que imponía Fidel Castro y en el que fue forzado a desarrollarse, compulsaron a que el potencial de renovación socialista que Fidel Castro ostentaba en 1959 desapareciera totalmente.

La Unión Soviética y el campo socialista ya habían probado ser regímenes totalitarios que nada tenían que ver con el socialismo.

Si, se entiende por «izquierda» el conjunto de teorías y prácticas “transformadoras” que, a lo largo de los últimos ciento cincuenta años, se han opuesto a la expansión del sistema de mercado y al tipo de relaciones económicas, sociales, políticas y culturales que genera, y pretendieron la posibilidad de un futuro posmercantilista y de una sociedad alternativa, considerada más justa por estar orientada a la satisfacción de las necesidades reales de los pueblos, y por ende más libre, al estar centrada en la realización de las condiciones del efectivo ejercicio de la libertad, entonces podemos decir que todo el esfuerzo ha resultado un desagradable fracaso.

A esa sociedad alternativa generalmente se la llamó socialismo.

Para esta izquierda, cuya teoría y cuya práctica evolucionaron mucho en los últimos cincuenta años, Fidel Castro es hoy un «problema difícil». Para la izquierda, que eliminó de su horizonte, el socialismo o el poscapitalismo, Fidel Castro no es siquiera un problema. Es un caso perdido.

Por «problema difícil» se entiende algo que se sitúa en una alternativa a dos posiciones respecto a las cuales se debate: en este caso, Fidel Castro. Las dos posiciones del «problema difícil» son: Los postulados de Fidel Castro son un problema sin solución; Fidel Castro es un problema en sí mismo.

Declarar a Fidel Castro un «problema difícil» para la izquierda significa aceptar tres ideas: 1) en las presentes condiciones internas, el régimen totalitario dejó de ser una solución viable de izquierda; 2) que los problemas que enfrenta, sin ser insuperables, son de difícil solución; 3) que si tales problemas fueran resueltos en los términos de un horizonte socialista, un régimen totalitario podrá ser un motor de renovación de la izquierda.

Será entonces un sistema diferente, que genere un socialismo distinto del que fracasó en el siglo XX y, de ese modo, contribuya a la urgente renovación de la izquierda. Sin esto, la izquierda nunca entrará en el siglo XXI.





 

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