"Él me maltrata, pero yo lo quiero..., son muchos años juntos, yo no
lo puedo dejar". Cuántas veces hemos oído esta frase en boca de mujeres
que sufren de abusos domésticos por parte de sus esposos. Y cuán difícil se
hace para familiares, amigos y especialistas de la psicología, convencer a la
persona abusada de que denuncie su situación, de que actúe por su propio bien,
de que se libere.
La víctima ha desarrollado un profundo complejo de inferioridad, se siente
dependiente y no concibe la posibilidad de una vida fuera de la
"protección" de su dueño. Aunque cuente con todas las capacidades
para estar mucho mejor sin él.
"El me lo da todo, es verdad que tiene ese carácter; no me deja salir,
si le digo lo que pienso me castiga, no me permite trabajar, dice que con lo
que él me da es suficiente. Si hablo con el vecino –el de la casa grande y
linda–, me mata a golpes y a gritos, ellos no se llevan sabe, pero yo sé que él
en el fondo me quiere, y lo hace para cuidarme..."
Los síntomas clásicos de la víctima de violencia doméstica se ven también
en la relación de los pueblos con sus Gobiernos cuando por más de medio siglo
éstos han sido los machos duros de la casa.
Todo el mundo se pasa la vida lamentándose de la "situación
insostenible", las calles, la basura, los salarios, el agua, el pan,
Internet, los precios, la burocracia, la censura.... Pero en el fondo, nadie, o
para ser justo, pocos se atreven a disgustar a papá.
Por eso se explica una y mil veces que un día como hoy la gente salga a
participar de un ejercicio absolutamente inútil, como son las "elecciones
parciales" en Cuba.
A veces no nos damos cuenta de cuánto se parecen las luchas por la
democracia a las que se libran por la igualdad de género o contra la
discriminación. En todas ellas, lo más difícil es lograr que las víctimas
cambien su actitud ante la vida, dejando de jugar un papel pasivo para
convertirse en protagonistas de su propia historia.
Pero eso no hará que nos cansemos de decirle a los pueblos, como le
seguimos diciendo a las mujeres abusadas: tú no dependes de nadie, todo está en
tu mente. Si tienes el valor de liberarte, no solo estarás mejor, también
descubrirás que con tu propio esfuerzo, puedes ser feliz.
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