lunes, 31 de agosto de 2009

Justificando Chapucerías

El pseudo periodista cubano llamado Félix López utiliza el nombre del Che Guevara para justificar los errores del mal llamado socialismo.

Es verdaderamente cierto que los vicios y las distorsiones que hemos visto en los sistemas mal llamdos socialistas, son totalmente ajenos al ideal de Marx y Engels.

La chapucería, con la que nos han obligado a convivir es responsabilidad de aquellos que nos dirigen.

No podemos, bajo ningun concepto, culpar a los medios internacionales opuestos al sistema neofeudalista (que es en lo que se convierten todas las dictaduras mal llamadas “del proletriado”) por criticar la fealdad y la falta de estética y belleza de un sistema de involución económica.

Recuerdo que de pequeño trataba de justificar mis errores situando como ejemplo a otros que, como yo, habían realizado lo mismo o tal vez peor. Y a mis padres decirme que no porque fulanito se tirara por un precipicio, alguien (en este caso yo) me tiraría también.

Este es el caso del Sr. Pseudoperiodista. Tratar de justificar la podredumbre de un sistema in-productivo, enriquecedor de solo una crápula dirigente, con la misma retórica vencida relativa a los males del sistema democrático.

1.- La pobreza: ¿En manos de quién está la riqueza en Cuba?
2.- La desigualdad: Igualitarismo (absurdo y ridículo) es lo que nos han impuesto desde 1959.
3.- Obsceno enriquecimiento: A eso es lo que se han dedicado durante 50 años Fidel Castro y todos sus secuaces.

La diferencia estriba en que, mientras los líderes del neofeudalismo insisten en vendernos un sistema de mierda, muchas personas de países democráticos confunden la gimnasia con la magnesia y prestan sus oídos a las sonoridades de las hienas neofeudalistas disfrazadas de muñecas Barbie.

Esas masas que hoy se alumbran con “chismosas”*, al poco tiempo de instaurado el neofeudalismo, no entenderán el por qué ahora no encuentran el combustible necesario para alumbrarse. No encuentran ni la própia chismosa, ni el pabílo, ni las cerillas y poco a poco interiorizan que son totalmente dependientes del régimen, mientras que, si los apagones se lo permiten, pueden ver (en la televisión del siglo XXIII) las mesas redondas informativas, cargadas de los mejores consejos totalitarios, dentro de la pesadilla llamada por el desgobierno “revolucionaria”.

Fidel Castro, siempre ha utilizado las mentiras, las medias mentiras, las medias verdades y muy contadas veces la verdad, siempre ajustándola a su conveniencia.
En 1963 dijo: “Es mucho más político, mucho más socialista, mucho más revolucionario, que esa empresa, en aquel lugar, funcione bien y atienda al público. Y no ocurra, como en algunos casos, que cuando quitaron al dueño y pusieron administrador allí, pusieron un perfecto vago que no atiende a nadie; el otro era un capitalista que defendía sus intereses, y este es un vago que no está dispuesto a defender los intereses de nadie; y como tiene un sueldo asegurado, no se preocupa por atender al público. Que nadie se crea que eso es revolución, que nadie se crea que eso es socialismo. Eso es confundir la chapucería con el socialismo".

Cuarenta y seis años más tarde ya Fidel se cansó de engañar al pueblo de Cuba, ahora le toca a los que tan fielmente le han seguido. En sus defecciones (quiero decir reflexiones) no se refiere al pueblo cubano y solo le interesa pasar a la posteridad como un Nostradamus tropical, luego de haberse esforzado en ser (nunca lo logró) un napoleoncito caribeño.
Fidel Castro es el mejor ejemplo del vago, al que se refería en 1963. No atiende a nadie (nadie más que las personalidades que le visitan) solamente le interesasn sus beneficios própios y los de su familia (fotógrafo de pacotilla incluído). ¡Total, como la finca de Birán extendió sus tierras a ciento diez mil novecientos y noventa y dos kilómetros cuadrados!

Gracias al sistema impuesto al pueblo de Cuba por Fidel Castro, los retoños verdes del neofeudalismo no saben facturar y llegan a decir que “la contabilidad tiene que ser confiable”. En su desesperación por mantenerse a flote, en un barco que se hunde, han inventado el título de “Excelencia Empresarial”, que se lo endilgan a cualquiera.

Está bueno ya de tanta palabrería: Los únicos culpables son los constructores de la obra neofeudalista, empezando por los jefes Fidel y Raúl Castro Ruz. Responsables de toda la desídia y chapucería durante 50 años. Son los máximos responsables de que en las nuevas edificaciones (propiedad del gobierno, pues en Cuba no hay “poceros”), la plomada, el nivel y la escuadra parecen haber caído en desuso. No hay líneas rectas en las paredes y el acabado ha retrocedido siglos, si lo comparamos con la elegancia arquitectónica de las edificaciones coloniales.

El pseudoperiodista se pregunta: ¿adónde fueron los albañiles cuándo terminaron de construir los edificios de la ciudad Camilo Cienfuegos, que todavía deslumbran en el Este de La Habana?

Sr. Felix, muchos de ellos están retirados y viviendo en las casas que construyeron en el sur de La Florida. El oficio no se perdió y mucho menos la vergüenza. Lo que se ha perdido es la confianza que una vez fuera depositada en un HP que nos engañó a todos (y no quiero hacer excepciones batistianistas por ser minoritaria).

Sr. Felix, en las construcciones del centro histórico de la capital se paga en especias, quiero decir que ganan tres y cuatro veces el salario de un obrero normal. Ahí tiene su respuesta.

Cito del trabajo del pseudoperiodista:

“Pero si nos salimos del tema construcciones, y andamos la ciudad con miradas críticas, descubriremos una estirpe creciente de chapuceros que están detrás de los malos servicios. O los que han hecho de la chapucería un sentido de la vida, como ese conductor que sale a la calle con ómnibus nuevo y "adorna" el parabrisas con tres fotos de mujeres semidesnudas, un "resguardo de brujería" y cualquier otra cosa de mal gusto que encuentra en el camino. Con esa "estética" y su correspondiente acompañamiento musical, deben viajar a diario los que utilizan el transporte público, que quiere decir colectivo y no propiedad de un chapucero”.

Eso, Sr. Felix, es la consecuencia directa del igualitarismo (absurdo y ridículo) al que hemos sido sometidos durante 50 años. Ese chofer tiene un jefe y ese jefe tiene un superior. Y los niños que crecimos entre tanta chapucería nos cuesta muchísimo escapar de la misma (me refiero a escapar del sistema).

Me uno a la sentencia final del Sr. Felix:

“No podemos seguir conviviendo con quienes se escudan en las carencias y la estrechez económica, o invocan al bloqueo y la crisis como responsables de sus pifias propias”.

*Chismosa f. Cuba. Lámpara casera de keroseno.

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