Por todas estas causas, en estos días, he recibido algunos anónimos, o supuestos mensajes con la firma de una persona de la cual no puedo confirmar su identidad, porque ha elegido, ¡vaya cobardía humana!, escribir desde un sitio que ofrece correos electrónicos volátiles, que desaparecen tan pronto como el fulano envió su recado anónimo, usualmente utilizados para ocultar la identidad real de las personas. Me reclama a MI lo que no admitiría que le reclamaran los sujetos de sus fotos a EL: esa señora que en mi post «El ojo de la ignorancia fotográfica» tiende la ropa y mira al lente, desde lejos, y no puede reclamar, está encerrada en esa jaula invisible que este fotógrafo, premiado, exhibido y orondo nos muestra en su foto.
Juan Martín Lorenzo
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