lunes, 28 de septiembre de 2009

Los Tormentos de Zelaya

El cobarde se llenó de “valor” y entró subrepticiamente en Honduras. No para exigir junto a las “masas” hondureñas su reposición en el cargo de presidente mañoso, sino para asilarse en la embajada de Brasil en Tegucigalpa (indecoroso papel carioca) y montar desde allí su show mediático de “Gran Hermano Centroamericano”.

Ahora se queja de que los militares hondureños lo molestan. ¿Y qué pensaba Zeyaya? ¿Que lo iban a dejar tranquilo? No se puede minar la moral del que no la tiene. Si Micheleti y el General Romeo hubieran querido asesinarlo, ya estaría descansando en paz. ¡Tal vez hubiese sido lo mejor!
Podían haberlo suicidado en su casa mientras dormía, antes de trasladarlo pacíficamente a Costa Rica.

Luego de esta otra payasada, Zeyaya no podrá ser ni “Boy Scout” en Honduras. De la embajada del Brasil tendrá que ir directamente a un hospital psiquiátrico.
Aun así, el gobierno de facto, permite que unos activistas de derechos humanos les hagan llegar no una, sino varias cajas conteniendo víveres, aseo y medicinas.

Algunos “periodistas”, que no tienen que escribir, se dedican a criticar a los militares que revisan el contenido de las cajas. ¡Que si tienen las manos sucias! ¡Que huelen las botellas! Siempre haciendo comparaciones estúpidas con sumellers. ¡Que si tocan las bragas! ¡Que hacen chistes! ¡Que fácilmente se ganan la vida estos “periodistas” pacotilleros, que talmente parecen salidos de programas del “corazón”.
¿Qué Zeyaya tiene diarreas? Eso no es noticia. Desde el golpe de estado no se le pone dura “la mierda esa”.

Mejor para él, que no le lleguen ostias, aunque pose para fotógrafos improvisados que luego envían fotografías patéticas de comunión hereje. Cuidado, que en lugar de recibir el cuerpo de Dios, se le ocurra decir que le enviaron un puñetazo en forma de pan prensado.

Es mejor que lea la Biblia, a ver si se entera.

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