Las finanzas rusas se mantienen sobre unos cuantos “magnates”, cuál de ellos más rico y estrafalario.
Hace menos de 15 años vivían con un salario medio o tal vez inferior, que no habría llamado la atención. En los años 90, en la época de las privatizaciones, obtuvieron su patrimonio valiéndose de todo tipo de subterfugios y aprovechando, al máximo, sus contactos.
Mucho tuvieron que ver los señores Yeltsin y Putin para que estos “nuevos ricos” lograran acumular unas fortunas provenientes de las materias primas, que eran casi la única fuente de ingresos de la economía rusa.
Después de acaparar las riquezas de “la madre patria”, ahora pretenden expandir sus imperios allende los mares.
Estos oligarcas, al igual que Fidel Castro, aparecen en las listas de los multimillonarios de la revista Forbes. Son 110 en total, 74 de los cuales viven en Moscú. Algunos mantienen estrechos lazos con el gobierno.
Veamos algunos nombres:
Alekperov |
Su trayectoria comunista le ayudó en la acumulación de las nuevas técnicas de enriquecimiento. Era muy importante estar bien situado en la empresa que iba a ser des-nacionalizada y luego lograr que algún banco le prestase el dinero necesario para adquirir los activos, con la garantía de las propias acciones. Fue el Bank Imperial quién le realizó el préstamo.
Cuando en 1997 fue acusado de evasión de impuestos, el entonces Ministro Victor Chernomirdin, le ayudó a salir del trance. En el 2000 le imputaron el mismo delito y fue entonces que Putin lo defendió.
Se dice que la muerte del vicepresidente de la empresa Lukoil, Vitali Schmidt, favoreció a Alekperov. La revista “Novaya Gazeta” barajó la hipótesis de que Schmidt podía haber sido envenenado, Fue entonces que Alekperov ayudó a Putin, amordazando a los antiguos oligarcas de las comunicaciones, Boris Berezovski y Vladimir Gusinski, lo que constituyó el fin de la libertad de prensa en Rusia. Alekpérov compró las acciones de los periódicos y canales de televisión de Berezovski.
No en tanto, Alekpérov se diferencia del oligarca mundano que tanto abunda en Rusia y prefiere no ostentar.
Usmanov |
En el año 2005 entró en el consorcio METALL INVEST y ahora es su mayor accionista. Es dueño del periódico KOMMERSAM y es accionista del club de futbol inglés Arsenal.
Compró la colección de arte de la soprano Galina Vishnerskaya, viuda del violonchelista Rostopovich, por 72 millones de dólares, para luego donarla al palacio de Constantino en San Petersburgo, una de las residencias oficiales del presidente ruso.
Deripaska |
Estudió física y economía y nadie sabe de dónde sacó el dinero para comprar acciones de la fábrica de aluminio “Sayanski”, en 1993.
Acaba de adquirir el 25% de “Norilski Nikel”, la productora de níquel y paladio más importante del planeta.
Es dueño del poderoso grupo de inversiones “Bazovi Element”, de la fábrica de camiones GAZ.
Abramovich |
Cultiva la imagen de oligarca caprichoso y derrochador. En el 2003 compró el club de futbol londinense “Chelsea”. Dos mansiones en el Reino Unido, un chalet en Francia, tres yates, 2 aviones, y una inmensa flota de carros.
Abramovich lo dirige todo desde Londres.
Mordashov |
Cuando tenía 27 años fue puesto al frente de la dirección de finanzas de SEVERSTAL. Fundó una filial SEVER INVEST y luego, debido a las privatizaciones se adueño de toda la empresa, invirtiendo sumas irrisorias.
Financió las campañas electorales de Putin y compró canales de televisión y periódicos para depurar su línea informativa.
Potanin |
Projorov |
Rodionov |
La Rusia de Putin pretende recuperar el Status de Gran Potencia mediante el gas y el petróleo. Rusia es el sexto país con mayores reservas (6% del total).
El día que a Rusia se le antoje cortar el suministro de gas, los inviernos europeos serán extremadamente fríos.
Jodorkovski |
La reciente guerra de Osetia del Sur tuvo que ver con los propósitos de algunas potencias occidentales de encontrar vías de acceso a los hidrocarburos del Asia Central.
Cualquier oportunidad para expandir sus empresas energéticas en el exterior es ocasión para ejercer la influencia política perdida después de la desaparición de la URSS.
Rusia utiliza sus hidrocarburos como instrumento de poder, pero carece de liquidez, como cualquier otro, y sería sumamente fácil expandir su negocio en países de sur América, con la ayuda económica de Venezuela y la injerencia política del fidelismo del Siglo XXI.