viernes, 25 de diciembre de 2020

Papá Estado

                                             Papá Estado




Cuando nos referimos al concepto del “Estado” nos estamos refiriendo a a las instituciones 

permanentes que hacen que un país funcione. Es el conjunto de instituciones durables que 

conforman un país. El “Estado” somos todos.


Pero cuando nos referimos a un “Estado” donde impera un régimen totalitario, donde las 

instituciones se supeditan a un “máximo líder” y de “él” depende desde una 

administración insignificante hasta el color con el cual se deben pintar los edificios, nos 

estamos refiriendo, no solo a una dictadura, sino al propio dictador.


De manera que cuando un periodista del régimen totalitario, que impera en Cuba, se 

refiere a “Papá Estado”, se está refiriendo al “Máximo Líder”, ya sea al fallecido Fidel 

Castro, como a su hermanísimo Raúl.


Fidel Castro se convenció definitivamente de que la familia Cuba no podía prosperar con 

tanta sobreprotección igualitarista, al extremo de que sus hijos laboriosos y esforzados se 

desgastan trabajando y no progresen como debe ser deseable. Porque con ese igualitarismo 

impuesto desde 1959. Los vagos y los trabajadores logran subsistir del invento y el engaño 

medrando con las dificultades inventadas por el “Gran Dictador”.


El dictador “paternalista” comprendió que él fue el máximo responsable de que la familia 

cubana no confluyera en el esfuerzo, y de muchos acomodamientos y desviaciones.


«Dale un pedazo de pan a una persona, y comerá hoy. No le enseñes como se hace el pan 

y pasará hambre el resto de su vida». El “tan generoso” Fidel Castro, utilizando la fatídica 

“libreta de abastecimiento” (bajo el pretexto de no aplicar una política de choque) 

entregaba igualitariamente los productos a la población, pero no les incentivaba a producir 

dichos productos. Fidel Castro sabía que truncando las posibilidades individuales de 

producir, mantendría al pueblo sumiso.


Ahora, Papá Estado (Raúl Castro) está cambiando las reglas del juego, no porque no 

supiera, o no pudiera, encauzar a sus “hijos” en el fundamento de que todo sale del trabajo, 

sino porque no le interesa. Y aún muchos de estos mantenidos se creen merecedores de 

todo, hagan o no hagan nada. Peor aún, los incentiva sin ningún escrúpulo, a realizar 

labores de pedigüeño (de forma insistente) para que sus familiares, que han logrado salir 

del país, les mantengan de por vida.



Su paternalismo llegó al extremo, de crear alrededor de la economía cubana una cortina 

rompe-vientos. Pero ya es tarde para cubrir las muchas necesidades de la 

población. En su afán “sobre-protector”, ha generado demasiados frenos y obstáculos para 

aquellos que, “autorizados por su magnánima intuición” emprendieran por cuenta propia 

sus destinos.


Ahora “Papá Estado” dice rectificar, pero la verdad (por dura que esta sea) continúa 

frenando las llamadas “transformaciones” de su modelo económico. Porque en ello le va la 

supervivencia del régimen. Entre esos cambios, el ordenamiento monetario, la 

consiguiente reforma general de salarios, pensiones y prestaciones y la reforma de precios 

y tarifas. De nuevo miente. Porque no hay ninguna transparencia de la economía cubana. 


Implantando una política económica melcochera (bajo el pretexto de no aplicar una política de choque) 

mantiene los precios topados y la misma Libreta de Abastecimientos, creadora del 

mercado negro nacional.


Tal como se avizora, ese proceso que se dispara con el nuevo año, traerá complejidades y 

desafíos desde un primer momento, pero como no es una cura de caballo, la economía 

cubana continuará decreciendo. Al respecto, la dictadura ha reconocido que se generará 

inflación, y agrega que (de la cual) solo podremos ir saliendo “gradualmente” con la 

recuperación económica que se derive de los propios cambios, muy difíciles e incómodos. 

Si no aplican la Ley de la Oferta y la Demanda jamás el pueblo de Cuba alcanzará la 

prosperidad que tanto necesita.


El escenario es cruel. Se debería manejar con inteligencia y sensibilidad, de lo cual carece 

la dictadura octogenaria. Requeriría un seguimiento sistemático (algo que todos sabemos 

jamás se ha aplicado). Y se debería tener muy en cuenta tanto los estados de opinión del 

pueblo como los diagnósticos de las ciencias económicas y sociales. Algo que siempre, la 

dictadura se ha pasado por el Arco del Triunfo.


Más reflexiones? Para qué? La nueva relación precios y tarifas-salarios-pensiones-

prestaciones están ahí para quedarse.


Hay quién pide no desesperarse, ni de aventurar criterios y opiniones. En fin, silencio, porque "Papá 

Estado" sabe lo que les conviene. Los impactos allá abajo en el barrio y la familia se harán patentes. Y los 

consejos populares, los trabajadores sociales y los gobiernos municipales continuarán si dar respuestas a 

los acuciantes problemas del día a día. Como hasta ahora.


Cuando todo está controlado por un partido único. Cuando no hay una oposición que 

senale las deficiencias y como resolverlas, continuarán los cubanos esperando por 

orientaciones de arriba?



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